EL RÍO
Sin título, pintura de J.P. Avisse
EL RÍO
Se desliza sinuoso, acariciando las riberas
como si de las formas de una doncella se tratase,
voluptuoso, incapaz de detener su ansia
deja correr su alma en torrente;
trasgresor de sueños, hacedor de entelequias,
sigue la línea tortuosa de las hondonadas;
coquetea desenfadado con las nubes
y se pierde entre los nudos prietos de la vida.
Es sabia que vierfte entre ramas y pajonales
y esconde en la fronda el rumor de los besos;
es caricia en las marismas,
cuando derrama el sol pintando flecos de oro
en el frágil lienzo de sueños;
es la fuerza que se despeña sobre las rocas,
vibrando en un arcoiris infernal.
No sabe de detenciones,
corre codicioso hacia la muerte
esperanzado en un estertor de sal y yodo
que lo funda en la inmensidad azul.
Lleva consigo mil nombres hechos colores,
olvida su destino perdido en la inmensidad
y escapando de la imperfección,
como reclamo de omnipotente deidad
evita el olvido y se sabe hacedor.
Su cauce es sustancia
que al derramarse escribe deseos,
aliento que se hace aflicción,
risas y gemidos en desbordada avalancha;
la crecida es sorda a las súplicas
y el amante profana sin piedad.
®Graciela Adriana Vera Cotto
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