SILVESTRA

Hay días en los que un buen paseo se puede transformar en bronca hasta que nos damos cuenta que algo podemos hacer para revertir la acción desalmada de un hijo de p…..


Un hecho que nos hizo cabrear porque, se tiene que tener una mente muy retorcida para abandonar un animal doméstico lejos de cualquier vía transitada donde por la naturaleza del terreno no puede encontrar agua y sabiendo que por su vida casera no ha desarrollado el instinto de cazador para poder alimentarse.


Hoy pasamos una mañana muy agradable disfrutando de la soledad que en estos días nos ofrece Cala Enmedio, retornábamos hacia El Plomo cuando un maullido nos resultó totalmente extraño al lugar.

En segundos vimos aparecer corriendo hacia nosotros un gato joven que sin ninguna timidez se acercó, quizás porque su instinto le decía que en nosotros podía confiar y por ende obtener ayuda para salir del atolladero en el que se encontraba.

Por estos lugares he visto pastores arreando ovejas y cabras pero, ver aparecer a Santos que se había quedado retrasado intentando que el animalito bebiera algo de agua, arreando un gato, ese es un espectáculo que no creo poder olvidar.

Como no lo olvidará el cazador que se cruzó con él y quedó mirando con asombro al dúo hombre-gato paseando por el campo.




Silvestre, así fue bautizado por el ámbito natural en que se le halló, muy pronto, en cuanto Santos le vio la matrícula pasó a ser Silvestra, una joven y preciosa Silvestra.




La gatita lo siguió dócilmente, caminaba a la par o se adelantaba y lo esperaba. Quizás en el fondo de su mente gatuna entendía que su salvación estaba en ese acto de confianza, porque si hubiera llegado la noche con su inclemencia, con el hambre aguzando las tripas y la sed secando hasta los maullidos, en el camino de zorros y jabalíes a los que ella no hubiera distinguido como peligro, quizás entonces esta historia tendría un final muy diferente y el hijo de p…. que la había abandonado en ese lugar se habría salido con la suya: matar haciendo sufrir.


Que sepa que no lo logró y, retornando a nuestra historia, Silvestra se acercó al auto, después se echó a descansar junto a una rueda esperando…. ¿qué?


¿Qué esperaba ella de nosotros y qué podíamos hacer nosotros con ella? En nuestra casa no es posible tenerla porque aquí vive Camilo el mirlo, Piti el diamante mandarín y Antares, Aldebarán, Grace y Cata que son cuatro chamarices que están entrando en el período de celo.


Conscientes de que no podíamos adoptarla, también lo éramos de que no podíamos dejarla en El Plomo donde habían muchas caravanas con acampantes pero también muchos perros de gran tamaño.


Silvestra tenía hambre, lo demostró mordisqueando unos tréboles en cuanto llegó a la zona con verde. Bueno… algo se nos va a ocurrir, así que ahora a ver si quiere subirse al coche.


Viajar en un auto no le resultó extraño, acomodarse en el asiento trasero o sobre mis piernas tampoco, así que allá nos fuimos cavilando que hacer con ella que, a su vez, parecía estar de acuerdo con lo que se decía, especialmente cuando nos referíamos al hijo de p…. que la había abandonado.


Y la solución llegó en la persona de un buen vecino de la zona que ha preferido que no revele su identidad y que se hizo cargo de Silvestra y hasta le gustó el nombre. Muchas gracias amigo, nos alegra saber que ahora Silvestra se encuentra en buenas manos.


                                                           ®Graciela A. Vera Cotto