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Si me preguntan hace pocos días cuántas banderas tenía para querer, sin pensarlo les hubiera dicho que dos... la que me ha acompañado desde que nací, la de nueve franjas azules y blancas y un sol eterno y la roja y gualda del país que hace dos décadas y media me recibió con los brazos abiertos. Las banderas de Uruguay y de España están en mi corazón. A la primera le juré respeto y defenderla. A la segunda le dí mi confianza y si debo defenderla, también lo haré. El amor por una no interfiere el que se siente por la otra. Sí, tengo dos banderas que me representan, pero ¿sólo son dos las banderas que participan en mi vida? Cierro los ojos y un cúmulo de colores comienzan a ondear y se mezclan con el azul, con el blanco, con el rojo, con el amarillo.... y cada color forma parte de una trozo de la historia, mía y de los países en los que vivo. No, no es error de interpretación, no digo en el que viví y en el que vivo, porque aunque estoy en España, medio corazón sigue latiendo junto al Plata y cuando estaba allá, creo que siempre soñé con la tierra de los conquistadores. Tres banderas oficiales tiene Uruguay, a las tres aprendí a respetar y venerar. La azul y blanca que representa a la nación, y las azul, blanco y rojo de Artigas y de los Treinta y Tres Orientales. Tres banderas encuentro en este rincón de España en el que estoy, la rojo y gualda del reino de España, la verde y blanca de Andalucía y la blanca con la cruz roja de Almería. Hasta hace poco no me había dado cuenta de que todas esas banderas me hablan sutilmente, cada vez que veo flamear una de ellas me hace sentir ¿cómo explicarlo?, no sé si es seguridad, si es reconocimiento, lo que sí sé es que me dan ganas de decir.... “mírala, que orgullosa luce” ....................................................................................... Podría decir que son suficientes banderas para querer, pero el corazón tiene la particularidad de que puede dar cabida a muchas más... y entonces surgen las otras insignias, las que se esconden más en el pensamiento y se reservan a momentos muy particulares. Cada uno de nosotros tiene sus propias banderas en su corazón y no siempre son iguales a la de los que comparten el mismo entorno. Las mias sé que no coinciden con las de muchos amigos, pero sé también que ellos las respetan como yo respeto las que ellos atesoran, porque eso es lo que las dos principales, la roja y gualda y la blanca y azul nos han enseñado. Yo personalmente me asombro de la similitud de colores que he elegido... me identifico políticamente con el centro derecha y las dos banderas que me cobijan en este ámbito, tanto en España como en Uruguay, me envuelven en los mismos colores celestes y blancos cuando levanto la del Partido Popular o cuando la que agito es la del Partido Nacional, esté aquí, o allá. Y después están las banderas que hacen vibrar cuando las tribunas de los estadios se llenan de hinchas. Las que yo agito son la blanca del Real Madrid y la tricolor, azul, rojo y blanco del Nacional uruguayo. Banderas... banderas... En Uruguay aunque en minoría tengo familia que agita la amarilla y negra de Peñarol o la también la celeste y blanca de Cerro.... y acá tengo amigos que llevan en alto la roja y azul del Barcelona o la rojo y blanca del Atlético ......................................................................... Las banderas tienen muchos colores, sin embargo hay una que carece de cualquiera y por eso es tan sutil que sólo la vemos en nuestros pensamientos. Es la bandera de la amistad, no tiene colores, es etérea y a través de ella veo a queridas amigas envolviéndose en la roja con la mano sosteniendo la rosa e incluso alguna con la de la hoz y el martillo y sigo pensando que la bandera de la amistad está por encima de cualquier otra, nos une como seres humanos y no tiene color porque atesora todos los colores de todas las banderas, nacionales, políticas, deportivas y también las que representan colectivos. Has pensado que bandera te representa en este momento
@Graciela Adriana Vera Cotto