narrativa: 

PRIMUM NON NOCERE

Narrativa| Acceso libre| Pub UD AFyC sZ1 2024; 9(3)| 

Recibido 29-ago-23|Aceptado 9-feb-24|Publicado 1-mar-24


PRIMUM NON NOCERE


Forner-Roque C.


Residente Enfermería Unidad Docente Multiprofesional de Atención Familiar y Comunitaria Sector I Zaragoza


orcid nº 0009-0002-0438-5924


RESUMEN:


Una reflexión personal sobre la limitación del esfuerzo terapéutico y el principio bioético de no maleficencia, dada en un paciente conocido que quedó en el recuerdo de la autora.


PALABRAS CLAVE: Enfermería, dolor, limitación del esfuerzo terapéutico.








FIRST DO NO HARM


Forner-Roque, C.


Nursing Resident Multiprofessional Teaching Unit for Family and Community Care Sector I Zaragoza



orcid nº 0009-0002-0438-5924


ABSTRACT:


A personal reflection on the limitation of therapeutic effort and the bioethical principle of non-maleficence, given to a known patient who remained in the author’s memory.


KEYWORDS: Nursing, pain, limitation of therapeutic effort. 





“Primero no hacer daño” dijo Hipócrates. 

Yo no te conocía, eran mis primeros días en el centro de Salud como residente de enfermería. Nueva etapa, nuevos comienzos, nuevos pacientes. En nuestro primer encuentro, todavía podías percibir y entender las conversaciones. Cada martes y viernes de la semana, mi tutora y yo acudimos para curarte y ver como estabas, al mismo tiempo que tú nos decías que querías irte a tu antigua ciudad natal, o que hoy te apetecía dormir un poquito más. 


Nosotras luchamos por tu bienestar siempre, estábamos ahí para cuidar de tí. Empatice contigo y con tu situación. Nuestras visitas eran casi las únicas que recibías a la semana, y aunque a veces no nos recordabas, siempre se veía felicidad en tu mirada al vernos llegar. Un día las cosas empezaron a torcerse: nuevas úlceras, malestar, fatiga…

Y entonces te trasladaron al hospital. La incertidumbre me comía por dentro, ¿Cómo estarías? ¿Qué iba a pasar? ¿Cuánto ibas a estar allí?

No supimos nada hasta que una mañana de consulta rutinaria atendimos a tu hijo y nos informó. La situación empeoró por momentos, y estabas sufriendo. 

No me lo podía creer, todo estaba yendo muy deprisa, pero seguías resistiendo. Aunque cada día un poco menos.


Y llegó un día, en el que se plantearon ayudarte a no sufrir más, pero todo se frenó. Tu familia no aprobaba lo que los médicos proponían, querían continuar. No lo entendía. ¿Por qué? ¿Por qué alargar una situación irremediable? ¿Por qué no veían tu dolor? Muchas preguntas rondaban por mi cabeza…

Algunos empezaban a verlo, pero otros no. Pasaban los días y la propuesta seguía en pie, pero la respuesta siempre era la misma y seguías sufriendo. 

Hasta que finalmente, dejaste de hacerlo, te marchaste.

Ojalá haber podido hablar una última vez contigo de tu ciudad, o de que tenías que intentar levantarte siempre. Ojalá ese último suspiro haya sido sin dolor, aunque no lo sabré nunca.


No se está preparado para algo así, ¿Cómo enfrentarse a la muerte de alguien cercano? ¿Cómo lograr una muerte digna? Muchas veces sentimos frustración e impotencia al no poder solventar la situación inicial, pero podemos calmar, aliviar, cuidar, y minimizar el dolor y el sufrimiento. 


Hoy en día, la limitación del esfuerzo terapéutico es de gran importancia en el campo sanitario, ya que es una situación que se produce a menudo en hospitales y unidades de cuidados intensivos. La muerte digna es cada vez más solicitada, y en la mayoría de los casos no son los propios pacientes los que pueden decidir por ella. Es evidente que genera un problema ético en función de los valores y pensamientos de cada persona, y en numerosas ocasiones hace que no coincidan nuestras opiniones. 


Limitar no es terminar, limitar es reducir. Es esencial que entendamos cada situación y empaticemos a la hora de tomar decisiones. Afrontar la muerte nos regala la oportunidad de poder reflexionar y definir los valores con los que nos guiamos. Ese final digno es lo que se necesita, evitando aferrarse a una vida que se convierte en tortura hasta el fin de sus días. 


“Primero no hacer daño” dijo Hipócrates… A pesar de tanto tiempo, todavía muchos no han llegado a comprenderlo.