narrativa

encrucijada

Narrativa| Acceso libre| Pub UD AFyC sZ1 2023; 8(4):24-25|

Recibido 7-Mar-2023 | Aceptado 22-Mar-2023 | Publicado 1-Abr-2023



ENCRUCIJADA

Higueras-San Román BM

Residente Enfermería Unidad Docente Multiprofesional de Atención Familiar y Comunitaria Sector I Zaragoza

https://orcid.org/0000-0003-1889-9694


Resumen

El manejo del paciente crítico es una situación compleja y no deseada por muchos profesionales, en especial por la comunicación de malas noticias. Este escenario supone que, en ocasiones, los familiares deban decidir por el paciente si previamente no había cumplimentado sus voluntades anticipadas.

Palabras clave: Voluntades Anticipadas, Emergencias.




CROSSROADS

Higueras-San Román BM

Nursing Resident Multiprofessional Teaching Unit for Family and Community Care Sector I Zaragoza

https://orcid.org/0000-0003-1889-9694


Abstract

The management of the critically ill patient is a complex situation and is unwanted by many professionals, especially due to the communication of bad news. This scenario means that, on occasions, family members must decide for the patient if they had not previously complied with their advance directives.

Keywords: Advance Directives, Emergencies.



Otro año más aquí estamos, en medio de la nada como dirían algunos, o en medio de todo cómo dirían otros. En este espacio me siento libre, despreocupada, sin ataduras,  perdida en un valle del Pirineo, sin cobertura, sin conexión a internet, evadiéndome del estrés que supone la gran ciudad y eso que Zaragoza no es de las ciudades más grandes de España. Pero aún así, no lo consigo todos los minutos de las 24 horas, a ratos mi cabeza no para y la imaginación vuelve con los pacientes y repaso momentos vividos. 

Hoy estamos en medio de una travesía en el valle de Tena. Si no lo conoces, ven: veras cielos azules, brillantes, que iluminan en la retina, montañas verdes, azules o blancas, con sus grandes praderas verdes, naranjas o blancas depende de la época del año, y muchos ríos con aguas transparentes que te congelan hasta el alma. Nosotros llevamos ya dos días caminando, perdidos entre montañas, ibones y lagos, y aún nos queda un día más por delante. Daban buen tiempo, cielos despejados los tres días, ni una sola nube o atisbo de tormenta. Teníamos clara la senda, la llevábamos en el GPS y por si acaso siempre llevamos un mapa de la zona en la mochila. Pero nos ha tocado parar. Siempre nos pasa. Por mucho que preparemos la ruta, o miremos el tiempo siempre nos ocurre algún imprevisto. Hoy se ha juntado todo: vemos nubes que amenazan con lluvia y tormenta al fondo del valle donde queríamos acampar, nos hemos quedado sin batería y no sabemos muy bien qué camino tomar.

La sensación que noto ahora ya la he sentido antes: un hormigueo por todo el cuerpo al que al principio no le das importancia. Esa primera sensación se transforma en temblores, escalofríos por todo el cuerpo y un movimiento incontrolable en las piernas que no puedes parar. Empiezas a sudar y sientes la gota de sudor que cae lentamente por tu frente, el estómago se te cierra y notas una pequeña punzada. Es lo mismo que vivo cuando hay que decidir en un segundo crítico o de gravedad por la vida de un ser querido, o por la de un paciente. Unos segundos en los que estoy bloqueada, no se que decisión tomar, esa persona que no puede responder, ni decidir por sí misma ¿tendrá voluntades anticipadas? ¿sabrán los demás que es lo que hubiese querido?. Salgo de mi embotamiento y observo a mi alrededor ¿ascendemos un poco más o continuamos hacia el valle con la tormenta?

Miramos el mapa, siempre que lo desplegamos me recuerda un mapa mundi. Un montón de caminos, senderos y rutas que poder tomar, un millón de opciones, posibilidades, elecciones pero ¿no te  pasa que, cuantas más opciones tienes, más te cuesta decidirte?. A mi también. Si en un examen de oposición tienes en vez de cuatro respuestas, dos o seis ¿qué te resulta más sencillo?, ¿más fácil con dos? o ¿con seis?. Estoy empezando a impacientarme con la situación. Sigo con el dedo la cota del ajado mapa sin ningún rumbo establecido, y al levantar la vista y mirarte veo en tus ojos la mirada de preocupación e indecisión. Nunca olvidaré la mirada de la mujer a la que le contábamos que nos llevábamos a su hijo grave, que era necesario trasladarlo desde su domicilio al hospital. Esa mirada perdida, fijada en la nada, con sus ojos llorosos, envueltos en un mar de lágrimas que caían cual cascadas. No sé si esa mujer fue consciente de lo que le contábamos. También he visto otras caras parecidas, la de familiares que llegan antes que la ambulancia cuando estoy de guardia en urgencias del hospital. Son las mismas caras, mejor dicho, son las mismas expresiones, las mismas miradas, en distintas caras. Esperan y esperan, una eternidad imagino, ¿qué pensará?, ¿por qué tardan tanto?, ¿habrá pasado algo?. En esos momentos siempre espero nerviosa e inquieta en el box, mientras preparamos todo el equipo. Tu tienes la misma mirada y yo los mismos nervios. ¿la ambulancia habrá cogido el camino correcto?, ¿nosotros vamos a elegir el camino correcto?

Miro el reloj, son las 7, ¡que tarde!. En unas horas anochecerá y no nos gusta nada caminar con los frontales. Una pequeña luz que te guía el camino a tus pies, sin ver mucho más allá de 2 metros… y eso que los que tenemos son potentes. Además el cielo cada vez está más negro, espero que esta noche no nos mojemos. No puede ser que  anochezca ya, aún tenemos un largo recorrido hasta nuestra meta de hoy. Hay que decidir, venga, ¿qué camino tomamos? y me miras, y la veo, veo esa mirada, la de miedo  terror, pavor o pánico, la que tienen los residentes que salen a informar a los familiares. Qué difícil es decir lo que nadie quiere oír: que no va a volver, que ya no está. Comunicar malas noticias no es tan fácil como se piensa. Pasan todos, esposa, hijos y nueras junto a los médicos y residentes a una sala pequeña, minúscula, diminuta y fría, muy fría. Las noticias del pronóstico no son buenas y las opciones son pocas.

Llegamos a la cota del mapa que nos lleva a nuestro destino y justo hay un agujero, ¡menuda suerte la nuestra!. Si es qué este mapa ya ha vivido muchas travesías. Creo que lo tenemos claro, vamos a subir, aunque no sabemos si será lo correcto o acertado. Lo que está claro es que hay que tomar un camino ¿cuál? No lo sé, me echo la mochila a la espalda, con todo el peso que lleva, y para adelante.