Página Web de la revista Publicaciones UD AFyC sZ1
Un minuto con el experto:
Dra. María Rosario Sanjuan Cortés
Gracia E
Hoy hablamos con la Dra. María Rosario Sanjuan Cortés, médico especialista en Medicina Familiar y comunitaria. Actualmente trabaja en el centro de salud de La Jota en Zaragoza y es tutora de residentes. Pero su trayectoria profesional se inicia en el mundo rural (C.S. Sabiñánigo (Huesca), C.S. Castejón de Sos (Huesca), C.S. Daroca (Zaragoza), C.S. Broto (Huesca), C.S. Utrillas (Teruel), C.S. Ejea de los Caballeros (Zaragoza)
¿Cuáles han sido las experiencias que más le han marcado en su transcurso como médico rural?
Durante la carrera tuve la oportunidad de realizar en verano prácticas rurales en el C S de Sabiñánigo y posteriormente en el C.S Lafortunada con el médico rural de Valle de Gistaín, un profesional cuya trayectoria siempre se había vinculado a la medicina rural del Pirineo. En el año 2000 terminó mi formación de residente en Médicina Familiar y Comunitaria en Manresa (Barcelona) donde una parte importante de la población a la que atendíamos vivía en poblaciones pequeñas y masías muy próximas a la zona urbana. Aunque nacida en Zaragoza mi vida siempre ha estado vinculada al mundo rural.
Como médico rural siempre he defendido la equidad y la accesibilidad a un servicio médico de calidad sin que la geografía tenga que ser una limitación para ello. Una asistencia de proximidad, conociendo siempre la idiosincrasia socio-laboral de la población a la que atiendes sea en el Pirineo o en las Cuencas Mineras.
¿Qué carencias detecta en el ejercicio de la medicina rural?
El medio rural tiene unas características propias que influyen en el ejercicio de nuestra profesión. Aragón tiene una red de carreteras en vías de mejora con una notable influencia de la climatología. Nuestros centros de salud rurales y por extensión, los consultorios locales carecen en muchas ocasiones de medios suficientes para el desarrollo de una medicina con las mismas garantías que en centros ubicados en el ámbito urbano. Otro grave problema, casi endémico en algunas zonas periféricas de nuestra comunidad, es la falta de profesionales sanitarios que acepten trabajar en el medio rural. Hay que estimular esa vocación desde la formación universitaria invitando a conocer la medicina fuera del ámbito urbano y los hospitales. Si desarrollas tu vida profesional en centros rurales el acceso a la formación es muy complicado al igual que poder desarrollar tu faceta docente.
¿Qué aspectos cree que empoderan el medio rural?
La vida en los pueblos suele destacar por su calidad y la proximidad a entornos naturales cada día más valorados en nuestra sociedad. Suele ser comunidades donde casi toda la población se conoce y les unen lazos de sangre o de amistad lo que genera una red social de colaboración y ayuda. Destacar que cuando ejerces de médico en pueblos la valoración social de nuestra profesión está en cotas que no conocemos en el entorno urbano. Nuestro trabajo es muy valorado y respetado lo que permite realizarlo con mucha más cercanía y familiaridad.
¿Cómo cree que se podría incentivar el trabajo en el medio rural?
Para amar hay que conocer. Como he comentado antes, desde las universidades y las instituciones deberían poner en valor el trabajo de primera línea que se realiza en la zona rural. Ofrecer a los profesionales que deciden trabajar en este ámbito ayudas para la formación continuada y la docencia. Incentivar aquellas zonas de salud de más difícil cobertura ayudando en alojamiento o aquellas necesidades que faciliten la permanencia de los profesionales sanitarios.
¿Qué diferencias ha notado en su forma de trabajar desde que ejerce en un núcleo urbano?
En este momento mi vida profesional se está desarrollando en un centro de salud urbano, aunque mi corazón sigue muy unido a la medicina rural. Las enfermedades son las mismas, pero no la forma de vivirla de nuestros pacientes. Tratamos enfermos y no enfermedades. En los pueblos el autocuidado en salud forma parte de su forma de vida dado el difícil acceso a la medicina en la historia de muchos pueblos. La red social y familiar ayuda a las necesidades del alma que tanto tiempo nos ocupa en la consulta diaria, sobre todo en este momento. En los pueblos el médico dispone de algo muy preciado, tiempo. El médico rural es sanador, consejero y apoyo de muchos problemas tanto del cuerpo como de la mente.
En el ámbito urbano, muchos sentimos que se nos ha devaluado como profesión convirtiendo el servicio médico en un proveedor de servicios de salud que el paciente demanda tras alguna consulta a internet. La carencia de profesionales y, sobre todo, la falta de tiempo en nuestras consultas, está dificultando si cabe, todavía más las relaciones con nuestros pacientes. Es una medicina, en general, más impersonal.
¿Qué es lo que más echa de menos de su trayectoria como médico rural?
Son más de tres años en el C S La Jota y cada día es un nuevo reto, pero sigo echando de menos el trabajo en los pueblos. La relación con tus pacientes y con sus familias porque allí realmente eres Médico de Familia y de toda la comunidad que está a tu cargo.
Durante los años que estuve en el C S Broto y en el C.S. Castejón de Sos, me ocupaba de la atención continuada. Zonas del pirineo con gran afluencia turística. Pude trabajar en la atención a las urgencias en el medio natural colaborando con el GREIM en rescates en barrancos o accidentes de parapente. Junto a la enfermera de guardia, más amiga que compañera igual atendíamos una fractura que un parto o un accidente de tráfico.
He cambiado el coche, las botas de montaña y el portátil por consultas abarrotadas en el centro de salud de La Jota aunque no he olvidado a mis abuelos de Benasque y Torla, el pastor de Fanlo, los agricultores de Ejea o los mineros de Palomar de Arroyos.