narrativa

¿fumas?

Narrativa| Acceso libre| Pub UD AFyC sZ1 2024; 9(1)| 

Recibido 29-ago-23|Aceptado 14-dic-23|Publicado 1-ene-24


¿Fumas? 

Marzo-Beltrol S 

Residente Enfermería Unidad Docente Multiprofesional de Atención Familiar y  Comunitaria Sector I Zaragoza 

ORCID: 0009-0009-00019-5139 

RESUMEN: Una de las cosas que caracteriza a la Atención Primaria es la posibilidad  de ofrecer al paciente un seguimiento continuo en su proceso de salud-enfermedad. A  través de las consultas, además de atenderle en procesos agudos, también es posible  llegar a conocer a la persona en profundidad, como, por ejemplo, en la esfera  sociofamiliar o en la emocional, que tantas veces influyen en la salud. A través de la  escucha activa, podemos llegar a empatizar con el paciente y de esta forma  comprenderle mejor y, al mismo tiempo, hacer que se sienta comprendido. 

PALABRAS CLAVE: Relaciones Enfermera-Paciente, Cese del Hábito de Fumar,  Tabaco.



Do you smoke? 

ABSTRACT: One of the things that characterizes Primary Care is the possibility of  providing the patient with continuous monitoring in their health-disease process. Through  consultations, in addition to caring for acute processes, it is also possible to get to know  the person in depth, such as in the socio-family or emotional sphere, which so often influence health. Through active listening, we can empathize with the patient and thus understand them better and, at the same time, make them feel understood. 

KEYWORDS: Nurse-Patient Relations, Smoking Cessation, Tobacco.


*Toc, toc*. Llaman a la puerta de la consulta. 

–¡Pase, Mari Carmen, pase! 

A duras penas, Mari Carmen logra girar la manilla e intuimos que es ella porque la oímos  farfullar unas palabras y sonidos incomprensibles, que tanto la caracterizan. Aparecen  primero por el hueco de la puerta un carro de la compra y cuatro bolsas, de cuyas asas  tan solo quedaba un fino hilo de plástico que había logrado sobrevivir al peso durante  todo el camino desde el mercado. Después, ella. Lo deja todo en el suelo, se acerca a  la mesa y toma asiento. Suspira. Parece agotada. 

–¿Cómo estás Mari Carmen? 

–Ay, maña… -dice mientras emite un largo suspiro. 

No hacen falta palabras para verificar que, efectivamente, está agotada. 

Tras intercambiar unas cuantas palabras hasta que se tranquilice un poco, procedemos  a continuar con el motivo de la consulta: control de la tensión. Ya había acudido antes  por el mismo motivo, pues últimamente le salían cifras más altas de lo normal, cuando  “siempre había sido de tensiones bajitas”. Coloco el manguito y le doy al botón para  comenzar. Ella conoce bien el procedimiento y no dice palabra en lo que dura la toma,  pero no hace falta, su mirada perdida lo dice todo. 161/92. Refiere haber descuidado la  alimentación estas últimas semanas y que no le ha sido posible sacar ningún rato para  hacer un poco de ejercicio. Repasamos de nuevo las medidas higiénico-dietéticas  oportunas y le animamos a que intente sacar, al menos, un rato cada día para ir a dar  un paseo. 

Revisando los planes personales del OMI (programa informático que se utiliza en  Atención Primaria), llegamos a la parte de hábitos tóxicos. Vemos en la última fecha de  registro un “sí” en el apartado de tabaco y preguntamos de nuevo: –¿Fumas? 

Y de aquella pregunta formulada con tan solo una palabra, Mari Carmen nos cuenta que  su madre está ingresada en el hospital, que en el trabajo la han pasado al turno de  noche y que su hijo adolescente no acaba de integrarse bien en el instituto, lo que  repercute en sus resultados académicos. Estaba sobrepasada. Lo que, a priori, iba a  ser un chequeo de la tensión rutinario, se había convertido en un drenaje emocional 

absoluto. No creo que sea necesario entrar mucho más en detalle, pues es fácil imaginar  el diálogo que pudo llegar a entablarse con la paciente, pero, en resumen, podría decirse  que todo aquello que le ocurría a Mari Carmen justificaba el fumarse casi un paquete de  cigarrillos diario. Tal y como ella dijo, era “su vía de escape”. 

Aun con todo, parece resonarle la pregunta y vuelve a ella: “¿fumas?”. Nos dice, como  aquel que dice lo primero que se le pasa por la cabeza, que estaría dispuesta a dejarlo  y, aunque deja entrever una ligera predisposición, al mismo tiempo que pronuncia estas  palabras, agacha la cabeza y baja la mirada. La vemos dubitativa y no del todo  convencida.

–Mari Carmen -le dice entonces Paula, mi tutora-, está genial que te plantees el dejar  de fumar, es muy valiente por tu parte. Dice mucho de lo que quieres para ti y para tu  salud en este momento. Por lo que veo, eres fumadora desde hace dieciocho años. ¿Has hecho algún intento previo para dejar de fumar? 

–No, la verdad es que no… 

–Dejar de fumar es un gran reto. Digamos que es como subir una montaña. Para esto,  primero, se necesita tiempo, pues una montaña no se sube en un día; segundo, tenemos  que estar en buena forma física, porque, si no, nos fatigaríamos al poco de empezar, y  tercero, una mochila, con todo lo necesario para poder subsistir durante los días que  dure la travesía. Tu caso es algo similar: salvo casos excepcionales, dejar de fumar no  suele ser algo que se consiga de un día para otro, menos aún cuando llevas tantos años  fumando, además de estar asociado a un componente psicológico como es “la vía de  escape”. En cuanto a la forma física, aunque es importante estar bien, no hemos de  olvidar el estado anímico y mental. Esto me viene genial para relacionarlo con el tercer  y último componente, la mochila, en la que ahora mismo tú estás cargando muchas  piedras a la espalda, un peso que no hace más que dificultar la subida a tu montaña,  nuestra montaña. 

La mirada de Mari Carmen era ahora diferente, miraba hacia arriba y hacia un lado,  arqueando las cejas, como reflexionando sobre todo lo que acabábamos de hablar hacía  unos instantes. 

–¿Qué te parece si te vuelvo a citar en un par de meses, hablamos de cómo estás tú y,  luego ya, abordamos el tema del tabaco? 

Hace no mucho, vi un documental titulado “El arte de escuchar”. Venía a contar, con la  ayuda de diferentes testimonios personales, la relación que se puede llegar a entablar  con tu médica de cabecera y, extrapolándolo a este caso, con tu enfermera de cabecera.  Aunque cada testimonio era único, todos coincidían en que la relación de confianza que  se puede llegar a establecer con estos profesionales es inimaginable. 

Mari Carmen verbalizó, con la mejor de sus intenciones, que quizás estaría dispuesta a  dejarlo, pero lo cierto es que después nos confesó que no estaba siendo del todo realista  y se le haría muy cuesta arriba intentar dejar de fumar en estos momentos, con todo el  estrés que llevaba encima. Creo que el profesional tiene que saber discernir entre las  virtudes y las debilidades de los pacientes y hacérselas ver de una forma amable,  haciéndoles comprender su situación y lo que es mejor para su salud en cada momento. 

Ojalá en un futuro pueda escribir una segunda parte de esta narrativa que se titule “Estoy  preparada” o, en el mejor de los casos, “Lo he dejado”, en la que os cuente cómo Mari  Carmen decidió emprender este viaje y tomó la decisión de “subir la montaña”. Porque aunque la montaña sea alta y el viaje largo, las vistas desde la cima merecerán la pena.