El Armisticio de octubre de 1811
El Consejo de Regencia designó a Francisco Javier de Elío Virrey del Río de la Plata. Al llegar a Montevideo declaró al gobierno patriota de Buenos Aires en rebeldía, porque no reconoció su autoridad.
Entonces, aceptó el auxilio de Portugal, quien desde los dominios del Brasil siempre se interesó en extender su control a la Banda Oriental y el Entre Ríos.
El Triunvirato de Buenos Aires firmó con de Elío el Armisticio de octubre de 1811.
Por él, se obligó a retirar las fuerzas de José G Artigas, quien, con el triunfo obtenido en Las Piedras el 18 de Mayo de 1811, "había puesto en manos patriotas a la campaña uruguaya" (Cf GIANELLO, L. (1951) Historia de Entre Ríos 1520-1910 p 189, Paraná)
Rondeau levantaría el Sitio a Montevideo. Por su parte, los realistas abrirían la navegabilidad de los ríos; los portugueses retrocederían de sus avances en la Banda Oriental y margen derecha del río Uruguay; las tres Villas fundadas por Rocamora quedaron bajo control realista.
Así, entrerrianos y orientales se vieron defraudados, abandonados a su suerte y sin atención por su decisión y sus acciones.
José G Artigas protagonizó el Éxodo al Ayuí en diciembre de 1811, retirada que la historia registra con el nombre de Éxodo Oriental o La Redota.
El Jefe patriota marchó, acompañado por todo el pueblo oriental hacia el norte, cruzó el río Uruguay y acampó en Ayuí, cercanías de la actual Concordia. Artigas no perdió su cargo y el grado militar conferido por la Junta Provisional Gubernativa.
Los ejércitos portugueses que habían ingresado en el Entre Ríos hasta Concepción del Uruguay detuvieron su avance al verse repelidos por el Capitán Francisco S Quevedo y sus pocos hombres. Así, 1812 transcurrió en un clima político militar confuso.
El Armisticio no se cumplió. No hubo nucleamiento definido de fuerzas.
Las Baterías que se emplazan en las costas del río Paraná sin éxito militar, lo exceden con la creación de la Bandera Argentina que levantan las manos del soldado Cosme Maciel en el Rosario.
Los pueblos del Entre Ríos continúan indefensos bajo el acecho realista que, roto el Armisticio y sitiada nuevamente Montevideo, movieron su poderosa flota por los ríos y se internan en tierra para saquear y abastecerse. Solo los pechos de los soldados montaraces sirven de atajo al invasor.