Cuaderno Nº 81

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 4 de Febrero de 1996 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 81
LA LANGOSTA EN LA CRÓNICA DE JULES HURET (Marco Aurelio Rodríguez Otero)-  En Entre Ríos- Los SinecuristasLANGOSTA. ERA NOTICIA TODOS LOS DÍAS (Fabián Magnotta)AMARO PEREZ, PAYADOR Y ARTISTA (Alejandro Denegri – Jano del Oeste-) LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa) - Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Platería, un culto universal – La cuchara – (Aurelio Gómez Hernández)- La Niña Chole (Ramón del Valle Inclán)

LA LANGOSTA EN LA CRÓNICA DE JULES HURET

Marco Aurelio Rodríguez Otero 

Jules Huret era un periodista francés, mejor conocido por sus entrevistas con escritores. 

El año 1910 estuvo signado en todo el mundo por el paso del Cometa Halley. Una estrella fugaz simbolizaba en la Argentina el luminoso año del Centenario de la Revolución de Mayo…

Entre los visitantes que llegaron al país y lo recorrieron palmo a palmo, está JULES HURET.


EN ENTRE RÍOS

El reconocido periodista y escritor francés llegó a la Argentina como corresponsal del diario parisino LE FIGARO e invitado por el Gobierno Nacional. Sus artículos, fueron compilados en dos tomos: La Argentina, del Plata a la Cordillera de los Andes  y La Argentina, de Buenos Aires al Gran Chaco.

En el segundo volumen se refirió a Entre Ríos. Constituyó tema principal y obsesionante la aparición de langosta, la defensa que se empeñaba contra ella, la formidable depredación que causaba, el olor fétido que despedía y, sobre todo, el enorme deterioro por su aposentamiento en los campos y en las chacras. Informó que las superficies cultivadas alcanzan 286.000 hectáreas de trigo y 230.000 de lino, y que los carneros de esta tierra y los del sur de Corrientes tenían las mejores y más cotizadas lanas del país.

Se detuvo en algunas ciudades pequeñas y sin interés; Basavilbaso, Gualeguay. Gualeguaychú y Concordia. En todas observó la misma disposición de tablero de ajedrez, similares casas pequeñas y de una sola planta con ventanas enrejadas, detrás de las cuales se veían mujeres empolvadas y peinadas con esmero. Calles sin empedrar. Aceras con baldosas rojas.

Describió “ese formidable ejército desplegado en una longitud de 30 o 40 kms y con un frente de muchos kms también, oscureciendo la luz del día, como si las nubes ocultasen de pronto el sol. Los colonos, aterrorizados, las ven desfilar sin interrupción… horas de ansiedad e inquietud. ¿Se detendrán en sus tierras o irán a parar a otras comarcas? Si se dejan caer en la región, la ruina de los colonos es segura. Los devastadores insectos habrán roído hasta la raíz, desde la noche a la mañana, los tallos tiernos del trigo, del maíz o del lino y todas las hojas de los árboles (…) la langosta entrará en la casa y roerá todo lo que encuentre de origen vegetal como cortinas, manteles, servilletas, sábanas, colchas, camisas y con preferencia, el lienzo almidonado y hasta la lana. Tremenda plaga, en verdad (…)

(…) la langosta se presenta bajo dos formas, igualmente malignas. Cuando es muy joven no tiene alas y solo puede saltar, por lo que se le da el nombre de saltona. Al crecer se convierte en langosta alada, llamada voladora. El parlamento creó entonces un fondo de gastos de no sé cuántos millones y sancionó leyes propendiendo a la extinción de la plaga. Obligaba a los propietarios a construir zanjas, cercadas por planchas de latón liso, alrededor de los terrenos en que la langosta se ha posado y depositado sus huevos (…) Cada langosta pone 90 huevos y puede poner hasta seis veces. A Los 40 días salen las saltonas y empiezan a marchar (…) formando verdaderas oleadas que nadie puede detener, ni siquiera los ríos ni las hogueras que se encienden ante ellas. Las que mueren quemadas o ahogadas sirven de puente a las que le siguen (…) El Gobierno concedió también una prima de 80 céntimos por cada 40 kilos de langostas voladoras metidas en sacos(…) “

LOS SINECURISTAS

Todo marchó bien un año, pero al siguiente faltó dinero. Los sinecuristas (sinecura; cargo retribuido que da muy poco que hacer) nombrados para que velasen por la aplicación de la ley, fueron tan numerosos y supieron trabajar tan HÁBILMENTE en provecho propio, que el presupuesto fue insuficiente. 

- Las verdaderas langostas son ellos-!!! Decían los colonos.

- De qué me sirve trabajar para destruir en mis tierras la langosta si mi vecino, que halló el medio de tapar los ojos del inspector, no hace nada en las suyas? 

 “Pero sea como quiera no obstante esas quejas, la Defensa Agrícola hace lo que puede. Suministra gratuitamente a los que piden, el latón necesario para detener el avance de las falanges de langostas saltonas, así como la esencia y la creolina con que se queman. 

“(…) Sintiendo prisa por regresar a Buenos Aires, después de aquella excursión de muchas semanas, no quise esperar un día entero la salida de un tren para la capital, por lo que accedí a que nuestro vagón fuese unido a un convoy de ganado. Pero ¡qué horrible viaje! El olor de las vacas y carneros, encerrados por grupos de 25 y de 100 en 24 vagones, nos persiguió durante todo el trayecto, que no duró menos de 20 horas… En el ferry-boat que atraviesa el Paraná, desde Ibicuy, hasta Buenos Aires, tuvimos el mismo acompañamiento de animales (…)”* 

 * Jules Huret (1913) La Argentina. De Buenos Aires al Gran Chaco. Ed. Fasquelle.

 LANGOSTA. ERA NOTICIA TODOS LOS DÍAS

Fabián Magnotta

La langosta, sus secuelas, la lucha y la forma de encararla, fueron noticia casi todos los días durante un buen tiempo. Así se reflejaba en EL ARGENTINO, cuya lectura permite acceder a un panorama de lo que significó la plaga para una vasta zona del sur entrerriano. 

· Casi en forma constante se escuchaban reparos a las formas adoptadas para combatir la langosta e incluso se denunciaba cierta inacción. El 4 de enero de 1946, en página 2, se lee que grandes mangas de langostas se observaban en la zona del Arroyo Gualeyán, pero no eran combatidas.

· Tampoco faltaban las trapisondas de algunos. Se descubrió que en varios almacenes se vendía el combustible suministrado para luchar contra esa plaga.

· La invasión llegaba por varios frentes: arroyo El Cura, del Valle, el Frigorífico, Parque Unzué, El Potrero, Larroque, Irazusta, Gilbert…

· Las grandes extensiones sembradas fueron víctimas de la plaga. Perjudicó singularmente a los quinteros y chacareros de Gualeguaychú; los paseos públicos, los jardines particulares.

· Para la lucha, se utilizaba el garrapaticida Cooper. Un litro alcanzaba para diluir en 200 litros de agua. Las langostas eran rociadas con una bomba de mano, graduada para lluvia fina. Cuanto más fuerte el sol, mejor era el efecto. Este sistema era silencioso, sorprendía a las mangas en reposo, y su costo era menor en un 30% al del lanzallamas.

· EL ARGENTINO entrevistó a Martín Labayen, director de la lucha contra la plaga. El funcionario informó que se trabajaba con cuatro cuadrillas móviles, se repartieron seiscientos lanzallamas y veinte mil litros de gasoil. Hacía notar la escasez de personal y de medios de movilidad; más de una vez salió al campo en su vehículo particular.

· El enemigo de los agricultores se convertía en noticia diaria en un país que se preparaba para las elecciones generales del ’46. Tiempos en los que se empezaba a hablar sobre el éxodo rural, se iba al cine y a los bailes con orquestas, se usaban trajes y se consumían los primeros chiclets Adams.

AMARO PEREZ PAYADOR Y ARTISTA

Alejandro Denegri

– Jano del Oeste- 

Amaro Perez, acreditado vecino de Suburbio Norte 8ª. Sección, era un criollo de poca escuela pero dotado de una inteligencia natural pocas veces vista; tenía facilidad para improvisar y payar de contrapunto en cualquier oportunidad. También poseía facilidad para hacer algunas acrobacias como caminar sobre un alambre, echar fuego por la boca y algunas más.

Allá por el año 1898, cuando en Gualeguaychú arreciaba una gran invasión de langostas se aprobó una ley por la que todo ciudadano argentino o habitante del país, sin incapacidad física, residiendo en cualquier lugar que fuera invadido por esta plaga, estaba obligado a juntar cinco bolsas de langostas voladoras y cinco kilos de huevos del desove. Entregarlos bien lavados, sin tierra, lo que estimo sería por ser más fácil su recolección. Solo se pagaba por éstos dos reales o sea veinte centavos el kilo y por las bolsas, cinco reales equivalente a cincuenta centavos.

Según decían los de antes, donde se encuentra hoy la vereda del frente del Hospital Centenario, antes cementerio viejo, desde la calle Urquiza hasta la 24 de enero (hoy 25 de mayo), se había cavado un zanja de todo el largo, de dos metros de ancho con una profundidad de tres metros aproximadamente, donde se depositaban las bolsas de langostas y también los huevos de estas, las que terminada la campaña, se tapaba con tierra.

También estos hombres decían que como en toda época, no faltaban los avivados que venían por la noche, robaban bolsas de langostas o de huevos, y al otro día se presentaban a venderlas nuevamente. Esto motivó que las autoridades pusiesen guardia durante la noche.

Tanto las bolsas de langostas como las del desove, se adquirían únicamente en casa de Rafael Pérez en suburbio, facultado por el señor inspector de la Defensa Agrícola que se encontraba dirigiendo la campaña, asegurando también que la ley, se cumpliera al pie de la letra.

Volviendo a nuestro amigo don Amaro Pérez, denominado el payador Pérez, hombre de carácter jovial, siempre chacotón, dispuesto a las bromas de buen gusto. Había escrito un verso, La Vida del Langostero.

Se ha puesto muy rigurosa

con esta ley de los huevos

yo ni siquiera me muevo

hasta no saber de cierto

si por docena o por ciento

qué nos irán a pagar

entonces, sí va a juntar

hasta la gente del centro 

Don Amaro quería hacer conocer sus versos y concurrió a la imprenta del periódico El Noticiero, cuyo dueño y director era don Inocencio Furques. En esa oportunidad, hizo imprimir varios cientos de volantes con sus versos. Tan pronto estuvieron en sus manos, salió montado a caballo rumbo a su casa, distribuyéndolos por las calles. Tomó por calle Urquiza hasta su domicilio que estaba frente a la chacra del Cura. Más fue lo que demoró en llegar, que en caer la policía y llevarlo a la gayola por pedido del señor inspector de Defensa Agrícola. Éste tenía su oficina en el Hotel Comercio. Desde allí controlaba cómo se cumplían las normas.

Producida la detención de Pérez, los familiares concurrieron ante los caracterizados vecinos de Suburbio Norte, don Sinforiano Pérez y Mateo Marín a pedirles que hicieran algo por el payador. Estos nobles criollos se movilizaron; fueron hasta el comercio de los señores Denegri. Interesaron a don Alejandro Denegri, entonces alcalde de barrio, en reemplazo de su padre fallecido el año anterior. Le pidieron hacer algo por este vecino en desgracia.

Don Alejandro se fue a pie a entrevistarse con el comerciante y amigo don Manuel Polo. Ambos tomaron un coche de caballos, fueron a la casa del señor Ramón Barcia, otro acreditado comerciante y vecino y a la del señor Santiago Díaz, respetable hacendado. Se fueron los cuatro en coche hasta la central de policía, mientras los hermanos Marín lo hacían a caballo.

Denegri expuso los motivos al señor Jefe. Aseguró que Amaro Pérez era un hombre honesto, trabajador, de buena familia y buenas costumbres; que tal vez por tener poca escuela no midió el alcance que el señor inspector de la Defensa Agrícola pudiera haberle dado a los versos, pero que nunca lo habría hecho en rebeldía contra la ley de destrucción de la langosta. También colaboraría como todo vecino en cumplimiento de la ley.

A esta altura de la exposición, el jefe de policía dijo que estaba de acuerdo con el pedido de los vecinos; la libertad no dependía de él. Dependía del Inspector que se encontraba en el Hotel Comercio a escasas tres cuadras de la Jefatura. Les daría una tarjeta de presentación para que atendiera a estos seis vecinos. Ya el señor Denegri se encargó de explicar que la Costa Brava o Gualeyán no solo producía gauchos matreros como Calandria o Medina; también poetas y payadores. El Jefe contestó que conocía bien Suburbio Norte y la Costa Brava; que efectivamente, eran cunas de poetas y payadores. Que suburbio sur según tenía entendido, era cuna de Goyo Aguilar y había nacido a los fondos de la Chacra del Cura, en una parcela que en esa época perteneció al señor Lema. Desde muy chico fue llevado a la zona del arroyo Sauce donde se crió y que había fallecido hacía poco tiempo. Y en suburbio norte al vecino Amaro Pérez por quien se habían ocupado ellos.

- Qué opina usted del payador Aguilar?, preguntó el jefe.

- Siendo analfabeto neto, le sobraban condiciones de improvisador; que lo hacía en parte conversando. Que lo había conocido desde su infancia por ser cliente del negocio de su padre Juan Denegri. y que no le constaba pero le habían dicho que los mejores versos de Don Goyo se encontraban en Paraná. 

Con la tarjeta del señor jefe de policía, se trasladaron hasta el Hotel Comercio a entrevistarse con el Inspector de la Defensa Agrícola y con la impresión de que habían ganado la primera batalla. Llegados a destino, un empleado del hotel anunció la visita y entregó la tarjeta.

El Inspector solicitó el motivo de la visita ya que la tarjeta solo recomendaba que se les atendiera por ser vecinos de la ciudad y suburbio. Describieron la situación de Pérez y manifestaron sus conceptos sobre el payador. Luego de escucharlos detenidamente, se puso de pie y les dijo,

- Bueno señores, yo no conozco a nadie en Gualeguaychú, no soy de acá. En atención del que me remite la tarjeta y el concepto que este tiene de ustedes, no tengo inconvenientes de pedirle al jefe que lo deje en libertad. Eso sí, comprométanse los señores presentes en hacerle juntar langosta y desove al señor por quien se han ocupado ustedes.

Este relato que conocía por mis mayores, fue confirmado y ampliado por mi buen amigo Don Ambrosio Mosqueira.* 

*Jano del Oeste. El cieguito y otros personajes suburbanos de Gualeguaychú a principios del XX (2019) Recopilación y estudios críticos Milagros Casanova Denegri – Silvia Alicia Razzetto. Ediciones del Cle.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Octubre 2020- DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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