Cuaderno Nº 143

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GUALEGUAYCHÚ, Domingo 6 de Septiembre de 1998CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 143
LA AZOTEA DE LAPALMA (Nati Sarrot)- La casona hoy- Azotea de LapalmaCUADERNOS PREGUNTA... EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDEGeología del Río Gualeguaychú - Parte XVII- Una "yapa" de nuestro río

LA AZOTEA DE LAPALMA

Nati Sarrot

Por la casona de los Lapalma, la de los fantasmas, la de las cadenas, la del misterio, la asombrada, que todas eran una y la misma, preguntaban vecinos y visitantes para acercarse a conocerla. 

Un sendero sobre San Luis y una calle honda, casi intransitables escondían, con ayuda de árboles, yuyos y enredaderas, la mole de un símbolo: del paso del tiempo, el abandono, la soledad...

Hoy la Azotea, convertida en lo que fue testimonio de vida de nuestra Gualeguaychú de hace más de 160 años, inspira el poema y las fotos de la tapa.

Refaccionada la histórica casona, aquí muestra su perfil a calle Jujuy
Por eso la llamaban la casa del misterio, de los fantasmas, de las cadenas, asombrada. Oculta, entre calles perdidas, yuyos, ramazones, abandono y soledad...

Cerca de 1830, sobre un terreno de chacra de unas 40 hectáreas, Don Juan Francisco Melchor de Lapalma (o la Palma) a quien daban de apellido Lamego por ser sus padres (el primer médico de Gualeguaychú) Don Juan y Maria Silveira Dutra, naturales de dicho lugar (Portugal), construyó la casa, la que debió hacer en etapas sucesivas, desde lo primitivo hasta adornar la con avances de buen gusto y calidad.

Perdura sólo la construcción principal, pero vestigios hallados permiten asegurar que se completaba con cantidad de habitaciones y dependencias en los patios.

En 1829 D. Francisco casa con Martina, hija de D. Juan de la Cruz Moreira Carmona, el adolescente que llegara a Gualeguaychú a los 13 años, traído por su tío D. José Agustín de León.

Francisco y Martina tuvieron siete hijos, procreando una enorme familia. Todos tenían espacio en aquella chacra para el paseo, para las fiestas memorables, recibo de personajes, bailes, etc.

La casa y el corazón se abrían, al viajero distinguido, al estudiante en vacaciones, al precisado de descanso y amparo, al anciano que gastado de energías aceptara la protección de los amables dueños. Es larga la lista de los que vivieron o pasaron allí. Fue el calor para la orfandad de Olegario, Wenceslao y Ursula Andrade...

La historia puede anotar que: fue invadida y saqueada por Garibaldi; que allí se asistió al soldado herido por Neyra, en retirada los invasores. Que vivieron y murieron, D. Juan de la Cruz y el Doctor Lapalma o Lamego, y tantos otros. Que la chacra, primera en animales y la quinta de frutas, daban trabajo a peones para hacer los dulces que salían de Gualeguaychú honrándonos con su manufactura que las puertas siempre estaban abiertas para acercar la calidad y caridad de sus moradores.

Todo pasó. Un dramatismo romántico la llenó de dolor y muertes: Isabel Frutos Carmona "allí murió de amor", Maria y Pedro Sabá agregan al infortunio de esta casa el de sus finales trágicos, y Rosa determina su encierro de treinta años que concluye el 25 de junio de 1959 con su desaparición.

La casona hoy


Ya muerto su último morador, Salvador Delfín Lapalma, la casa queda sola. 

La Municipalidad de Gualeguaychú, por Decreto 146/78 compra a Maria Margarita L. de Auzqui "para sede del Museo de la Ciudad". 

Lento luego el proceso de restauración, hasta que en 1985 se integra la Comisión Honoraria a tal efecto: Natividad Sarrot de Rodríguez, Silvia Razzetto de Broggi, Oscar D. Lapalma, Esteban A M. Podestà e Ignacio H. Bértora, al que luego reemplaza el Arquitecto Gustavo Martinelli, y el encargado Aurelio J. Gómez, concretan un sueño: dar a la ciudad, el 20 de diciembre de 1986, remozado, el casco como Museo de la Ciudad; todo rodeado de cerco guardando un pedazo de tiempo, de vidas, de muertes, de destinos propios de una ciudad con características particulares.

...Un sendero sobre San Luis y una calle honda, casi intransitables escondían, con ayuda de árboles, yuyos y enredaderas, la mole de un símbolo: del paso del tiempo, el abandono, la soledad...

Con un subsidio del Gobierno Provincial de Sergio A. Montiel, y con colaboración municipal, se pavimentan las cinco cuadras que antes separaban, por calle Jujuy, a la Azotea, de la Primera Junta y se comenzaron a llenar sitios vacíos hasta formar un barrio compacto que la sacaron de su soledad.

Plantas originales, flores, muebles y objetos que la habitan nos confían su imagen fresca en la que hasta las baldosas rojas, en pedazos, han recobrado su lozanía para darnos un clima agradable, un ambiente que seguimos viviendo, a pesar del tiempo cumpliendo la misión de perdurar el pasado en apoyo y cimiento de un presente.

Consultados

Folleto de Andrea Sameghini, Archivo A.S. y N.S. -Fotografías de A. G. H.

Referencias

1978, Intendente, Ing. Agr. Isidoro B. Etchebarne. 1985: Intendente, Sr. Ricardo C. Taffarel. El Arquitecto Gustavo A. Martinelli proyecta y dirige la restauración del casco y construcción del cerco y anexos de la Azotea de Lapalma. Museo de la Ciudad de Gualeguaychú.

LA CASONA

- Azotea de Lapalma -

(A Mecha e Italo) 

Los pardos son, la sombra de la añosa magnolia 

y las siluetas grises de Isabel o de Rosa.


La luz, está en la ruta de la luna que pasa 

o en el ardor movible del farol amarillo. 

Todavía es presencia de un amor imposible, 

ese olor a jazmines filtrando cada espacio,


Brilla un césped de plata, 

algún temblor levanta el ruido de los pasos.


En ese marco, vieja y altiva se levanta

la mole de la casa. 

Suaviza sus aristas, se embellece en la noche, 

duplican en la sombra los hilos de la reja 

que bordan suaves nombres, lánguidos de nostalgia.


Tras las puertas cerradas viven claros los sueños. 

Nadie y todo se mueve. ¡Si hasta vive la nada..!


Hace sólo un momento por las lilas, tan altas, ha trepado un Romeo 

-el eterno Romeo- que llega a la ventana 

para besar la frente del pálido fantasma 

que asoma cada tarde

cuando el sol se ha escondido bajo nubes rosadas.


En el medio del patio

un sillón se marea sobre largas hamacas, 

entornando los ojos cansados de un anciano.


Sueño esclavo de un ritmo,

sueño preso de un canto, 

ritmo y canto del verso, de muerte enamorado.


NATI SARROT 

Gchú.1994.

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

Geología del Río Gualeguaychú

La yapa de nuestro río

PARTE XVII

Con referencia a la nota anterior, me han hecho algunas preguntas, por lo que deduzco que, acaso la información no fue muy clara. Hoy trato de completarla con más detalles. 

El río Uruguay, desde el puente San Martín hasta altura de Fray Bentos (sobre margen derecha, por Entre Ríos) tiene gran cantidad de islas y bancos cubiertos de vegetación, que reducen su ancho de seis a sólo un kilómetro, frente a Fray Bentos.

Cuando el Uruguay desagua por lluvias o crecientes, solamente lo hace por esa franja más angosta que, además, es la más profunda.

Por su margen derecha, corre muy poca agua; apenas un canal o zanja de unos 10 metros de ancho. El resto es sumamente playo. Toda la arena que los vientos del Sudeste erosionan de la ribera entrerriana, es arrastrada por esa pequeña corriente, a la que se suma la del río Gualeguaychú que desagua en la curva del río Uruguay.

El Gualeguaychú corre por su canal de espigones, casi 3 kilómetros hacia el Sudeste. Antes de llegar a la boya 90, ubicada al borde del canal principal del Uruguay, a un kilómetro de la costa uruguaya y a seis de la nuestra, ambas corrientes se unen y, desviando su rumbo hacia el Sur arrastran las arenas hacia las playas del Uruguay en el lugar llamado de las pesquerías; allí donde están las extraordinarias playas que señalé en mi citada nota anterior.

Al llegar allí, nuestro río, arrastrando las arenas le dice al Uruguay: 

- Viejo, aquí tenés las arenas que nos robás de nuestras costas y no sabés conducir. Ahora ordenalas vos.

El Uruguay, usando sus vientos del Sudeste, forma los bancos de arena que son los que convierten en magníficas playas a los primeros 10 kilómetros del gran río. 

Ese es el aporte, como yapa que regala nuestro río.

(En mi nota última no me extendí en datos por no excederme en el espacio que me han confiado.

Tengo que portarme bien, porque don Marco Aurelio es quisquilloso (1) y me puede sancionar si no cumplo con el "reglamento". En realidad tiene mucha razón porque es el responsable, paredes adentro, de mantener el prestigio que ha ganado CVADERNOS. Si me equivoco o me porto mal, me decapita).

Buscaremos la forma de publicar un mapa, marcando los puntos de referencias que he ido señalando.

Al llegar a esta altura del tratamiento de "Geología del río Gualeguaychú", quiero expresar mi agradecimiento a Don Teodoro Heredia, por la información que me proporcionó en muchos aspectos sobre nuestro río, la que fue muy valiosa, en especial en lo referente a las canteras de piedra que adornan y enriquecen a nuestro Gualeguaychú.


- Ref. (1) quisquilloso: adj. sensible.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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