En el Censo de 1869, en el 4° Cuartel de la planta urbana de Gualeguaychú, cerrada en un cuadro entre calles: San José, Urquiza, la hoy Yrigoyen y al N. la zona de chacras, figuran familias que crecieron y se multiplicaron poblando la ciudad de apellidos tradicionales como los de la Cruz, Jurado, Irazusta, Molinari, Lamas, Chichizola, Murua, Churruarín, etc.
Nos detenemos en el de Murúa, apellido que con el nombre de Pedro Regalado, es cabeza de hogar, de 42 años, de profesión Procurador y con origen en España. Casado con Lugarda Crespo, de 37 y origen en Soriano, que lee y escribe. Conviven con Antonina, hermana de Lugarda y seis hijos del matrimonio: Rosario, Ramón, Pedro, Lugarda, Clorinda e Isabel de un mes.
Con la lectura del Censo de 1895, se encuentra a Pedro Regalado Murúa de 33 años (nacido por 1862), argentino, de profesión Periodista casado con Manuela Guerra.
La repetición del nombre de sus ancestros es costumbre fuerte en la época, lo que para los presentes, hace difícil la identificación de cada una de las personas, pero Pedro Regalado (h), figura muy conocida en Gualeguaychú y en Entre Ríos, se dedicó al periodismo dando origen a "La Discusión en Gualeguay y fundando y dirigiendo "Los Principios de Gualeguaychú en (1888) hoja que perduró avanzado el siglo siguiente.
Pedro Regalado, el español que abriera las ramas de numerosa familia, en cambio, había llegado a la ciudad por 1840 y por su capacidad mereció del gobierno, ser designado preceptor y director de la Escuela de varones, educando a destacados hombres de Gualeguaychú. También realizó muchos trabajos como procurador y vemos su firma signando documentos públicos de las décadas del 40 y 50. Lugarda Crespo, su esposa, era hija de Ramón Antonio y de Isabel Rocha, él se desempeñó como Alcalde Mayor de la Villa hasta 1837.
Don Ramón heredó el nombre al morador del Rancho, Ramón Paulino, (1856-1925) que casó con Sara Fermina Peytavi con quien tuvo a: Ramón Gregorio, Rosa S., Pedro Valentin Juan Francisco, Juana Lugarda, Lorenzo Exequiel, María Elisa, Miguel y Ramón Carlos.
Del tronco Murúa-Crespo tomamos la línea para insinuar un árbol que, como decíamos, se multiplicó en ramas como en tantos otros casos, poblando con enlaces, que al principio podían seguirse en sus rumbos y en los presentes nos obligarían a una ardua tarea investigativa, máxime cuando se han producido entronques que las épocas hacen cada vez más complicados por la movilidad demográfica de una ciudad que crece vertiginosamente. De tanto en tanto, un nombre nos suena a los de los primeros y se nos hace como un juego el comenzar a caminar hacia el pasa do para encontrar a aquél que le dio el punto inicial.