A pie, los de más cerca, a caballo los que no, llegaban a la escuela. El asistir, el juntarse a los compañeros, era una fiesta; después se pasaba el día en la casa entre los hermanos, haciendo algunas tareas que los padres ordenaban, porque era mucho lo que se trabajaba en el campo, un campo sin elementos y técnicos, sin maquinarias en el que el éxito dependía del espíritu de sacrificio puesto y sujeto siempre a los avatares del tiempo.
Cada niño o niña era el hijo y también el peón que "ponía el lomo" para la causa común: hacerse el futuro.
Chiquitos aún, eran pequeños hombrecitos y mujeres en la faena. ¡Cómo no serles livianas las horas en la escuela, el encuentro, el estudio...!
Don Marche nos muestra la fotografía (que reproducimos) y como memorioso de ese tiempo tan hermoso, enumera, con nombre o sobrenombre a todos y cada uno. Doce llevan su mismo apellido; Marchesini y 8, Fiorotto... pero seguimos, cotejándola con un prolijo testimonio encabezado en altiva letra gótica que reza:
"ESCUELA N° 46 PASO DE LOS ANDES, HOY N° 71. FUNDADA EN 1924 EN EL DISTRITO COSTA URUGUAY SUR, DEPARTAMENTO GUALEGUAYCHÚ. LOS PRIMEROS ALUMNOS Y SU MAESTRO GABINO GAFFA URQUIZA.
Y en cursiva, de línea fina y segura desfilan los alumnos, aquellos compañeros que hoy a 74 años no ha olvidado aunque, como dice, sólo quedamos 4 ó 5.
Juan Pautasio, Juan Antonio Marchesini, Angel Campostrini, Angel R. Marchesini, Luis La Paz, Policarpo Martinez, José Marcelino Marchesini, Enrique Fiorotto, P. Linzurain, Amalia Fiorotto, Rosa Fiorotto, Maria Luisa Campostrini (quien más más tarde fuera esposa de D. Marche), Zulema Fiorotto, Dominga Carmona, Paulina Marconi, Angélica La Paz, Luisa Fiorotto, Catalina Marchesini, Checho Linzurain, Ines Santos, Mariana Marchesini, Pedro Fiorotto, Rogelio Marchesini, Inglés Pautasio, Petrona Fiorotto, M. Angélica Marchesini, Victorio Campostrini, N. Marini Santos, Blanca Marini, Anita Pautasio, Rosa Ledri, Margarita Campostrini, Pascuala, Catalina y María Marchesini, Enriqueta Ledri, Inés La Paz, A. Mariní Santos, Juan C. Carmona, Juan Fiorotto, Amé rico Marchesini, Nacho Ferrari y Francisco Marchesini. De pie, como cubriendo el conjunto con la arrogante postura que daba el ser responsable de la formación de sus niños confiada por sus padres, Don Gabino Gaffa Urquiza.
Don Marche, cargado de la emoción de renovar su infancia, su adolescencia y a los que estuvieron y están aún con él, va indicando, de memoria, cada figura y cada nombre, al menos el que él reserva en su privilegiada cabeza y en su cálido corazón.
Escribe también en una sintética reseña: -La enseñanza era hasta 4° grado y quien llegara a eso, terminaba el ciclo. El material de estudio era solamente el libro "Paso a Paso y el Buen Amigo. A los deberes y lectura lo hacíamos en la pizarra..."
Aunque sólo dos de esos cuatro años pudo asistir D. Marche. Debió salir para trabajar con su padre. De él heredó la inclinación; cincuenta años tuvo almacén en Gervasio Méndez y Rucci (esquina N.E.) para cerrar definitivamente el 30 de junio de 1989.
Muchos años de trabajo iniciado a fines de 1925 no le han quitado la sonrisa y la gracia. Recuerda a María Luisa, su mujer, con ternura y hasta se permite la salerosa salida de una broma:
"parece que ya en la fotografía, desde su sitio apoyando la cabeza en la D. de director del pizarrón, le hacía guiñadas furtivas a la bonita niña de la onda en la frente; la tercera (de izquierda a derecha) de la hilera ubicada un escalón más abajo".
Don Juan Marcelino, Don Marche como respetuosa y cariñosamente le llaman, nos trajo con su recuerdo un homenaje a la obra de los maestros y de las escuelas del campo, las que hoy han ido perdiendo su alumnado y con ellos el fin de permanecer; es que poco cuesta a los que aún viven en zonas rurales del departamento, poner en marcha la camioneta o el jeep para acercar los niños a la escuela de la ciudad...
Pero aquella forma de vivir, de los agricultores y ganaderos de fines del XIX y principios de este siglo, también es parte de nuestra historia. A ella la forjaron con su trabajo, sus pesares y sus sueños y muchos de los que hoy la continúan haciendo vienen de aquellos niños que de a pie o a caballo llegaban contentos a la Escuela de la zona, lo que les era como una fiesta.