Hace más de quinientos años, las tierras que bordean los ríos Paraná y Uruguay eran recorridas por hombres y mujeres de piel cobriza. En busca de alimentos se trasladaban de un lugar a otro. La naturaleza les permitía preparar una dieta alimentaria sencilla y frugal.
En las primeras décadas de 1500 exploradores de piel blanca, robustos, barbados, unos navegando en barcos de vela o en canoas impulsadas a remos, otros marchando a pie o a caballo, observaban esas mismas tierras. Asombraba el paisaje de abundantes verdes, rico en árboles, plantas y pastos. Aquí era posible desarrollar el cultivo del trigo, las cría de caballos, vacas, ovejas y aves de corral.
Entonces, en un mundo indígena, comenzaron a establecerse hombres y mujeres de piel blanca, españoles y cristianos. Agrupados en pequeñas comunidades construían sus casas de paredes de barro y techos de paja, rodeando la Plaza Mayor. Así fueron surgiendo Asunción, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires, hoy importantes ciudades del litoral fluvial.
A un lado y otro del Paraná y del Uruguay, alrededor del año 1600 se instalan pueblos de indios, llamados Reducciones (*), muchos organizados por la Compañía de Jesús, otros por Franciscanos y Dominicos. La Corona española pretende que estas Órdenes Monásticas trabajen en la Evangelización de los naturales, incorporando los valores de la cultura occidental: trabajo agrícola, monogamia. Pero además, es necesaria la efectiva ocupación del territorio frente a los avances de un vecino peligroso: Portugal. Poblaciones portuguesas se establecían en el litoral atlántico brasileño y avanzaban sobre territorios hispanos.
Al establecerse una Reducción el Gobernador las habilitaba con bueyes, vacas y caballos. Les adjudicaba tierras para estancias y chacras, herramientas de labranza, maestros carpinteros, maestros herreros y los útiles necesarios para el culto católico: imágenes de santos, cálices, ropas de liturgia y campanas para las iglesias.
Los indígenas pronto demostraron sus aptitudes para el trabajo y para la música.
Al asentarse las primeras Reducciones Jesuíticas, a partir de 1609, fue el arte musical uno de los elementos que más ayudaron a su crecimiento.
(*) Reducción: Población indígena, agrupada con forma de vida libre, sin contacto con el hombre blanco no religioso y sólo bajo la protección de sacerdotes misioneros.