Cuaderno Nº 158

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GUALEGUAYCHÚ, Domingo  18 de abril de 1999CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 158
El Gallo Canta su Historia- LA RIÑA EN NUESTRO PAÍS- CON LOS REGLAMENTOS- GALLEROS- En GUALEGUAYCHÚ, lo suyo- Aquí, en el XIX...

El Gallo Canta su Historia


Investigación y Texto: Nati Sarrot - Marco Aurelio Rodríguez Otero - Aurelio Gómez Hernández

Mediando el siglo los documentos arrojan datos de reñideros instalados en el casco de la ciudad como el de Domínguez, dos cuadras al Oeste de la Plaza Mayor, con permiso de la autoridad. En tanto, en la segunda mitad, la mayor cantidad de periódicos de Gualeguaychú dan testimonio de la actividad gallera, la que se abría para el otoño de cada año.

El Gallero: Pintura de Sergio Viveros Patiño

Todos los pueblos antiguos practicaron la gallinicultura, rama de la avicultura que trata de la cría y reproducción de las gallinas. Los orientales, especialmente los chinos, egipcios y persas, poseían explotaciones avícolas de gran escala, mucho antes de la era cristiana.

Entre los griegos y romanos la cría de estas aves alcanzó notable incremento, especialmente del gallo de pelea, animal preparado para la lucha o riña, logrado tras largas experiencias.

En consecuencia, las peleas o riñas de gallos son un espectáculo muy antiguo y aseguran algunos textos que los griegos fueron los primeros que se dedicaron a ellas. 

En el antiguo Egipto, desde la época de los faraones se conocían unos hornos subterráneos con galerías y hogares en los que quemaban paja y estiércol de camello, al calor de los cuales se incubaba gran cantidad de huevos, especialmente de las aves de riña.

Este bello plumífero es un importante protagonista de la historia. Los galos debieron su nombre y el de la tierra que ocuparon (galias) a este apreciado animal que llegó a constituir entre los descendientes, los franceses, un verdadero símbolo. No hay datos precisos, pero existen testimonios de que Hernán Cortés y Pedro de Valdivia introdujeron es tas aves en el nuevo continente.

Es amplia la literatura sobre la gallinicultura en general y el gallo de pelea en particular. Se puede decir que el ave es sometida desde su nacimiento a entrenamientos especiales. A los tres meses se le cortan orejas y la cresta. Se cuidan sus espolones afilándolos y calzando sobre ellos, púas. El gallero los despluma en diversas partes para que el cuerpo se refresque al paso del aire y para lograrle una figura propia y elegante.

El compositor es quien prepara los gallos de riña para la pelea y lo hace a conciencia y paciencia, sumados a sus conocimientos.

Para mejorar la raza se lo suele cruzar con faisán de charata, aunque la mejor cruza, la preferida, es la del Calcuta con la inglesa. También resulta muy buena con gallos de las Islas Baleares, pues son de púa asombrosa y de gran puñalada.

LA RIÑA EN NUESTRO PAÍS

  El primer reñidero que registra la crónica histórica de nuestro país funcionó desde el año 1767 en la plaza de Monserrat, explotado por un español llamado José Alvarado. La riña se constituyó en diversión y entretenimiento de hombres de todas las clases sociales y en especial del paisano.

En tiempo de Rosas, las grandes reuniones, eran anunciadas con días de anticipación por la gaceta oficial y originaban aglomeraciones pero nunca desórdenes.

Porque aunque se creyó y se dijo que el ambiente gallero era todo "parranda, desorden y vicio" los hechos demostraban que aún en la clandestinidad en la que se desarrollaron a partir de su prohibición en 1891, las reuniones fueron, casi siempre, ejemplares, no obstante provenir su gente de distintos niveles sociales o formas de vida; mulatos, paisanos, malevos, orilleros, hacendados o presidentes de la república, que como Hipólito Yrigoyen o Bartolomé Mitre fueron adictos a esta fiesta.

Riña de Gallos. Acuarela de Juan León Palliére (1862)

CON LOS REGLAMENTOS

  Tanto preocupó el comportamiento de los asistentes a las riñas que se leen reglamentos de distintas épocas en los que se da más atención a este aspecto que a los códigos que rigen la pelea en sí, dentro del ruedo.

Consignamos un Decálogo muy ilustrativo:

"1º. Saber ganar y perder con altura es símbolo de hombría de bien.- 2°. No violentarse y guardar la línea de la mesura es de buen tono. Los que pelean son los gallos, ellos deben ser los malos, sus dueños, no.-3°. No menospreciar al gallo vencido, ni hacer comentarios hirientes significa respetarse a sí mismo y respetar al prójimo.- 4°. Si un gallo huye en riña, no es él el culpable de ello. La culpa la tiene quién practicó mal la selección. Si fue Ud. enójese con Ud. mismo.- 5°. El dinero no cobra más valor porque se grite un importe; llame su para da en voz baja.- 6°. Lance tira cualquier "chimbo"; duro es hallar calidad. Si Ud. no tiene la busca; si la tiene, cuídela.- 7º. Si tiene buena vista y ve la herida primero, mejor para Ud. Deje que cada uno la vea a su debido tiempo.- 8°. La "chicana" es cosa de gringo y la riña es juego de gaucho. No use de ella jamás.- 9º. De un perdedor guapo pueden salir hijos buenos; no lo elimine por que sí, nomás. 10°. La plata no hace la riña; no se apasione al jugar."

El primer reglamento lo recopila el presbítero Grennon y es el de Córdoba, en 1807. A partir de él se pasa a tratar la riña en sí misma, dentro del redondel.

En mayo de 1861, el jefe de Policía de Buenos Aires, Rafael Trelles, promulga el "Reglamento para Reñidero de Gallos", compuesto de 31 artículos, documento que se obliga a exhibir en el Circo de Gallos. Desde el artículo 12 en adelante trata especialmente de la pelea. Prohibe los puones metálicos, en caso necesario, de otra materia. El pesaje se hará en presencia del juez por parte del dueño del establecimiento, anunciándose al público, el que podrá examinar las alas y las púas. El Art. 15° refiere que "la riña será a rematar y no se puede levantar el gallo del circo sólo que esté en estado de no poder ganar, y con permiso del juez". El Art. 17° establece que "si los gallos cansados o por otro motivo, se separasen, serán arrimados hasta tres veces; si no pelean será tabla... hasta que alguno no manifieste hacer riña, entonces el juez la dará por perdida". A esta altura, el articulado denuncia la fiereza de la riña, fijando claramente las condiciones tendientes a mantener los gallos en pelea, a despecho de que los mismos hayan quedado tuertos o ciegos.

En el siglo XIX se generaliza la riña en Entre Ríos, diríamos que casi a la par con Buenos Aires, donde se nota popularizada en 1833. La afición va creciendo con el siglo y con interrupciones impuestas por las disposiciones legales, lo que siempre obligó a su ejercicio clandestino; es decir, prohibidas o autorizadas, siempre se llevaron a cabo. Tal vez por ello la actividad se caracterizó por su ambiente sin perturbaciones sonoras.

Pablo Mantegazza, médico italiano, que radicado en Nogoyá por algún tiempo recorrió el centro y sur de nuestra provincia, ha narrado en notas interesantes las costumbres de sus habitantes y destacado la práctica del entretenimiento que apasionaba a determinados círculos, en especial la paisanada. 

En su "Viaje por el río de la Plata" nos dice Mantegazza: "Las leyes de la guerra gallesca se presentan escritas sobre una tabla"... El gallo preparado o "compuesto" es llevado al reñidero, verdadero teatro. En medio de la arena, se le busca un rival al que se pesa y confronta, procurando igualar lo más posible a los combatientes en tamaño y peso. Sus armas son "Las espuelas naturales y otras postizas de latón o plata"... las de acero están prohibidas "porque se les cree venenosas".

Continúa Mantegazza: "La riña puede durar hasta la muerte de uno de los gladiadores, o hasta que uno de ellos cede el campo y huye por una pequeña salida que está siempre abierta para los cobardes en una esquina de la arena". Con referencia a nuestro Gualeguaychú en este tema, ver aparte.

Riña de Gallos

GALLEROS

- Mire, el gallo cruzau con charata (1), si ques bravo y guapo. No le va a recular un tranco e pollo, y pierda el cuidau que grite.

- Pero para mí no hay como el Calcuta (2). Supe tener un Calcuta nuevito, que en la primera pelea perdió un ojo, y se acostumbró a peliar de contrapique, ¿no?, ¡qué pollo, amigo! y si sólo le faltaba hablar. Una vez lo supe alivianar mucho, ¿sabe?, y se me jué abajo. El viejo Merelo me aconsejó que le diera unas almóndigas con la carne del zorro.

¿Diande iba a conseguir carne de zorro? Le encargué a Mecho que la buscara y el pobre se jué a la isla y anduvo hasta que me trujo un cuarto y unas achuras. Pero el pollo se almariaba con la carne, hasta que dentró a gustarle. Viera como agarró estau... Cuando le tocó peliar con el Percalina, ese gallo que supo tener el finau Echagüe, ¿recuerda?... - Si. Era un gallo moi vistoso, con plumas de todos colores.

- Eso es. El Percalina lo tuvo mal al principio, hasta que mi pollo se le arrimó bajo el ala, del lau del ojo sano, ¿no?, y lo comenzó a castigar de abajo. Le echaba el aliento encima y el Percalina medio se almarió por el tufo del zorro, siguro. Entonces el Calcuta lo agarró con el pico, bien asegurau, y le pegó un puazo que le abrió el cogote de arriba abajo. Quedó el Percalina muerto en el ato... Era güen gallo... Entonces el finau Echagüe, vino y me dijo:-Pedime lo que querrás por tu pollo. Lo quisiera para sacar cría.

- Y que le viá pedir, señor, le dije. Soy un hombre pobre y mi único rebusque es este pollo. - ¿Querés una vaca con cría?...¿Un caballo? Pedi, no

más... Y ansí lo cambié, por una vaca con ternero chico. El Calcuta ganó diez y nueve riñas, y vino a morir de moquillo (3), injustamente. 

(1) Pava del monte. 

(2) Raza de Gallos de riña.

(3) Enfermedad catarral.

(De Cuentos de Fermín Ponce, 1965) Luis Gudiño Kramer 'El Bagualón de Las Palmas"-Librería Huemul- págs.49/50

En GUALEGUAYCHÚ, lo suyo

El apasionante afán contemporáneo a favor del turismo y las consecuentes distracciones para los visitantes, no nos puede hacer olvidar que, hasta hace poco más de 50 años, Gualeguaychú no contaba en la materia con otros entretenimientos que no fueran el fútbol, las carreras de caballos, el cinematógrafo, las loterías con cartones, las bochas en los boliches de patio trasero con viejos paraísos, los pocos billares y un bazar- rifa escolar de sábado a la noche.

Bien dicho estará entonces el decir que "entre gallos y medianoche" corría en esta ciudad un entretenimiento marginal pero con sus reglas ajustadas a la experiencia de la toma estricta con respecto a la palabra empeñada y en un todo conforme al religioso compromiso de ser cada participante un dechado de discreción y de absolutos modales, al uso de la antigua caballería... ¿por qué no?

Cuando decimos "entre gallos y medianoche" acertamos a denunciar que recién cerca de la medianoche alta del sábado, el cofrade gallero más representativo- social y/ o políticamente-, obtenía la "media palabra" del señor jefe de policía autorizando a "reunirse a pasar un rato en coro de amigos de la dura lid entre aves de pura sangre..."

Desde viejas épocas procede el culto gallero por estos lares. Seguramente que tal espectáculo habrá sido regado por múltiples anécdotas a las que el investigador periodístico, por razones generacionales y biológicas, sumadas al carácter tan privado de la cosa, no ha podido arribar. 

La dé cada del 30 fue aquí una de las más esplendorosas en materia de riñas de gallos. Por apogeo y por calidad de animales, procedentes de Corrientes y de la provincia de Buenos Aires, los más. Desde Curuzú Cuatiá llegaban, por ejemplo, los famosos "ráculas" merced a la entusiasta mediación del prestigioso hacendado don Martín Inocencio Erro. 

Entonces coexistían dos o tres redondeles (reñideros de gallos) en nuestra ciudad, uno de ellos en Pueblo Nuevo, otro en zona portuaria. En el reñidero de la finca Cafferata, de que ilustra el plano que publicamos perteneciente al Catastro municipal de la época, se centralizaba en alta medida la rueda dominguera, con presencias notables como la del jefe millitar Mayor Belbey, los hermanos Delgado, Martín Lamas, Adolfito Spangenberg, Ambrosio y Arnaldo Rodríguez Lapalma, Manuel Dacal e invitados procedentes de Concepción del Uruguay, Gualeguay, Urdinarrain, Gilbert, Zárate, etc.

El ardor olímpico, la sangre caliente, la ponían esos gladiadores, calcutas, ráculas, naranjos, etc. De pocas plumas y esmera da preparación atlética. 

La emoción profunda, a pleno corazón, embargaba a todos los casi silenciosos circunstantes, sean ellos "doctores u obreros panaderos". Don Ambrosio Rodríguez murió al salir de ese reñidero, víctima de un ataque cardíaco.

La ciencia de la composición de gallos para vencer o morir en la demanda, tuvo a cuatro hombres que se destacaron netamente en la materia. Don Martín Lamas, cuyo gallo El Cenizo inspiró glosas inolvidables de Manuel - Chorolo- Acuña; Antonio Pastor Otero, el famoso Corto, un preparador excepcional, así como los hermanos Piquet, de Pueblo Nuevo. 

En algún lugar, con otros galleros, la mayoría por herencia, Gualeguaychú sigue cultivando, con pasión, tardes de riñas.

Anciano Gallero: Pintura de Erik Gamarra Monge 

Aquí, en el XIX...

Decíamos, que a principios del siglo XIX, y en especial en su segundo cuarto, es que se difunde la práctica de la riña a la par de las carreras cuadreras. 

Esto es adoptado como un esperado agregado a la lista de escasas diversiones de los hombres y mujeres de la época y un motivo para reunirse y conocerse, saliendo del círculo familiar o de la coexistencia que exigía el estado de guerra.

Corriendo la década del 1830 es que se construyen locales para desarrollar cómodamente el espectáculo de la riña, pero, bastaba un ruedo formado por los ponchos y un piso alisado, cubierto de arena fina o tierra, para que se hiciese escenario al que rodeaban los espectadores. 

Los contendores aparecían sostenidos por su dueño o representante, acostado el animal sobre su antebrazo y metiendo las patas entre los dedos de la mano, a modo de manea. Tan bravo en la pelea, se aquietaba hasta "desaparecer" tapado por un poncho o una humilde arpillera.

Mediando el siglo los documentos arrojan datos de reñideros instalados en el casco de la ciudad como el de Domínguez, dos cuadras al Oeste de la Plaza Mayor, con permiso de la autoridad. En tanto, en la segunda mitad, la mayor cantidad de periódicos de Gualeguaychú dan testimonio de la actividad gallera, la que se abría para el otoño de cada año.

Las décadas del 1870 y 1880 muestran gran actividad en los reñideros de la Cancha Vieja y la Cancha Nueva. La primera, en un variado comercio de fonda, frontón para pelota vasca, etc. se hallaba en la esquina de calles Montevideo y Bolívar, esquina S. O. Allí los aficionados debían tratar con D. Aureófilo Piquet o D. José M. Echeverría.

La Cancha Nueva, donde también se montaban obras de teatro, funciones de acrobacia, se hallaba en la esquina N.O. de calles España y 25 de Mayo.

Cesáreo Bernaldo de Quirós, pintor nacido en Gualeguay en 1879 y muerto en 1968, reflejó tipos y costumbres de Entre Ríos difundiéndolos por el mundo donde fueron estimadas y valoradas en forma creciente sus obras.

Muchos de los hombres que pintó Quirós, fueron habitantes de su departamento o también del de Gualeguaychú que visitaba por lazos de amistad. El distrito Talitas fue rico filón para sus fuertes rostros y pintorescos ambientes.

Por su labor en la difusión del carácter de nuestra Provincia, el Gobierno de Entre Ríos le otorgó el Premio al Mérito Entrerriano.

Las obras están en colecciones particulares y, en su mayoría, fueron donadas al Museo Nacional de Bellas Artes.

"El Embrujador", imagen del gallero sosteniendo a su gallo en la forma habitual es muy conocida. Tomamos para nosotros, al ver la postura dócil del gallo en brazo del rudo paisano de vincha blanca, lo que afirmara Ricardo Güiraldes en Don Segundo Sombra: "ningún cristiano o salvaje es capaz de imaginar la saña de un gallo de riña".

Mansos, obedientes hasta el cansancio, se los veía tras los cercos de las casas de la orilla cumpliendo con los ejercicios que el paciente compositor les hacía repetir por horas y por meses buscando en su movimiento el mayor grado de su eficacia.

La víspera del combate era sometido el gallo al último ejercicio o golpeo.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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