Inmediatamente el Gobierno de Entre Ríos, la Iglesia y el pueblo de Paraná dispusieron su sepelio y honras fúnebres solemnes.
Para cumplir sus propios deseos, la comunidad de Gualeguaychú movilizó gestiones tendientes a traer los restos de su Cura Párroco. Fue imposible vencer la resistencia de su madre.
Aquel anhelo se concretó el 27 de agosto de 1919, a veinticinco años de su muerte.
Y así como aquella primera locomotora de 1889 entraba en la Estación Gualeguaychú en medio del bullicio de la gente, ese día cortaba el silencio de un pueblo emocionado, mientras la Banda del Regimiento 10 de Infantería ejecutaba la Marcha Fúnebre de Chopin.
El entonces Párroco de San José, el Presbítero Pedro Blasón, contando con el apoyo de más de 700 firmas de vecinos, consiguió acuerdo para sepultar al Padre Palma en el interior del templo.
En el atrio, desde 1898, la estatua del sacerdote realizada en mármol de Carrara, obra del excelente escultor Lucio Correa Morales, renovaba la silueta y su elocuente gesto.
A la calle que corre por el lateral norte de la Iglesia - Arroyo Grande, luego Del Plata - se la denominó LUIS N PALMA.
El busto elaborado por Adela Pérez Cheveste, se colocó en el Rincón de los Poetas de la Plaza San Martín.
En memoria del sacerdote, del poeta, del orador, del HOMBRE, renovamos algo de lo que hizo, de lo que dio en su vida para llenar su nombre -Luis Nicolás Cayetano Palma- con su significado en los que aquí viven o en los que por aquí pasan, para que recuerden o sepan quién era y cuánto pudo su serena fuerza.
Basta de luchas que las patrias lloran sus locos devaneos: Las guerras sin honor, no engendran pueblos, a su sombra tan sólo se elaboran naciones de raquíticos pigmeos.
La revolución