Cuaderno Nº 142

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 16 de agosto de 1998CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 142
JOSÉ de SAN MARTÍN- Cantado por nuestros dos grandes poetas- Testamento ológrafo del General JOSÉ de SAN MARTÍNCON RELUMBRES DE FOGONES: Y dicen...
CUADERNOS PREGUNTA... EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDEGeología del Río Gualeguaychú - Parte XVI- Una "yapa" de nuestro río

JOSÉ de SAN MARTÍN

cantado por nuestros dos grandes poetas


"SAN MARTIN, canto lírico, febrero de 1878, de OLEGARIO V. ANDRADE, leído al pie de la Bandera de los Andes. 

Andrade nació en el exilio de sus padres, el 6 de marzo de 1839, en Alegrete, Departamento de Río Grande do Sul, Brasil. Falleció: 30-10-1882. Definición, magistral, de Pedro Luis Barcia:

"... Andrade es, en lo mejor de sí, un poeta civil, en la acepción que a la expresión se le daba en el siglo XIX: es la voz lírica personal que asume la expresión coral de su pueblo". 


(Olegario V. Andrade -Obras Poéticas-Prólogo. Edit. Confluencia, Junio 1998).


SAN MARTIN

(Canto lírico)


-fragmentos

Nació, como el torrente;

rodó por larga y tenebrosa vía,

desde el mundo naciente al mundo viejo; 

torció su curso, un día, 

y, entre marciales himnos de victoria,

desató sobre América cautiva 

las turbulentas ondas de su gloria.


Tronaba por los montes

de la guerrera tempestad la saña, 

y vio flotar, al viento,

sobre la débil, indefensa España, 

de la conquista el pabellón sangriento; 

y el ave americana

soltó de nuevo el turbulento vuelo, 

cruzando rauda la extensión vacía, 

y fue a buscar al águila francesa 

entre el estruendo de la lid bravía.


Al pie de la montaña, 

centinela fantástico que ostenta 

la armadura de siglos

que abolló con su maza la tormenta, 

fue a sentarse el gigante de la historia, 

taciturno y severo,

pensando en la alta cumbre 

donde el nombre argentino a grabar iba 

con el cincel de su potente acero.


¡Milagros de la gloria! 

tu espada, San Martín, hizo el prodigio:

ella es el lazo que une 

los extremos de un siglo ante la historia, 

y entre ellos se levanta, 

como el sol en el mar dorando espumas, 

el astro brillador de tu memoria.


¡No morirá tu nombre!

Ni dejará de resonar un día

tu grito de batalla, 

mientras haya en los Andes una roca 

y un cóndor en su cúspide bravía.

Está escrito en la cima y en la playa, 

en el monte, en el valle, por doquiera, 

que alcanza de Misiones al Estrecho 

la sombra colosal de tu bandera.



"A SAN MARTÍN", odas, de GERVASIO BIBIANO MENDEZ, leídas por el director de "La Nación", Bartolito Mitre, en la histórica velada de febrero de 1878, en el Teatro Colón de Buenos Aires, a propósito de la repatriación de los restos del Libertador San Martín.

Méndez nació en Gualeguaychú el 2 de diciembre de 1843. Falleció: A los 55 años, el 18 de abril de 1897. 

Miguel Cané dijo sobre nuestro poeta: "-Méndez jamás será un idólatra de la forma. Será un poeta y como sus ideas serán grandes y altivas, esperad tranquilos: ellas solas encontrarán el bello ropaje en que deben presentarse ante el espíritu". 

("Charlas literarias", Bs. As. 1917. Edición "La Cultura Argentina"). Andrade y Méndez fueron grandes amigos desde la infancia.


A SAN MARTÍN

(Odas)

-fragmentos


¡No podía morir! ¡Cupo en la tumba 

La gigantesca talla de su cuerpo; 

Para encerrar su nombre y su memoria, 

El hogar de la muerte era pequeño!


No cabía su espíritu grandioso 

En la mansión eterna del silencio. 

¡Como el alma de Dios, necesitaba 

El espacio sin límites del cielo!


Aquel cóndor altivo que surgía 

De entre las nubes de rojizo fuego, 

Para tejer su nido de laureles 

De los cañones en los hondos huecos;


Aquel brazo potente, que de España

Hizo temblar el formidable cetro, 

Y que en la nieve de los altos Andes 

Iba a templar su deslumbrante acero 


Cayó en la tumba, como caen los astros,

En el sudario de su luz envuelto;

¡Cayó para dejar sobre la tierra

La memoria inmortal de sus destellos!


No se extinguió, dentro el sepulcro helado, 

La irradiación de sus gloriosos hechos. 

¡La libertad la recogió en sus alas 

Para alumbrar su esplendoroso templo!

¡Héroe inmortal! Al recordar tu nombre 

Chispear el alma de entusiasmo siento, 

¡Y en vano intenta modular la lira 

De tus victorias el sublime estruendo!


¿Qué extraño que arda al resplandor del tuyo, 

Como un volcán mi enardecido pecho, 

¡Si hasta las piedras de Maipú incendiaba, 

Batiendo el casco tu corcel guerrero!?


¡Ah! ¡Quién pudiera levantar la vida 

Sobre esas nubes que acaricia el viento 

Y en luz de estrellas y ternuras de ángel, 

Banar el arpa y arrullar tu sueño!


Beber de Dios, en la inspirada frente, 

El blando acorde de su ritmo eterno 

Para decirte, en inmortales himnos. 

Que tu memoria, San Martín, ¡No ha muerto!

Testamento ológrafo del General JOSÉ de SAN MARTÍN

En el nombre de Dios Todopoderoso, a quien reconozco como Hacedor del Universo, digo yo, José de San Martín, generalísimo de la República del Perú y fundador de su libertad, capitán general de la de Chile y brigadier general de la Confederación Argentina, que, visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente testamento, lo siguiente: 

1) Dejo por absoluta heredera de mis bienes habidos y por haber, a mi única hija Mercedes de San Martín, actualmente casada con Mariano Balcarce. 

2) Es mi expresa voluntad el que mi hija suministre a mi hermana María Elena, una pensión de mil francos anuales, y a su fallecimiento se continúe pagando a su hija Petronila, una de 250 hasta su muerte, sin que para asegurar este don que hago a mi hermana y sobrina sea necesaria otra hipoteca que la confianza que me asiste de que mi hija y sus herederos cumplirán religiosamente ésta mi voluntad. 

3) El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. 

4) Prohíbo el que se me haga ningún género de funeral, y desde el lugar en que falleciere se me conducirá directamente al Cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires. 

5) Declaro no deber, ni haber debido nada a nadie. 

6) Aunque es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura todos mis esmeros haciendo mi vejez feliz. Yo le ruego continúe con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido; igual encargo hago a su esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha desmentido la opinión que había formado de él, lo que me garantiza continuará haciendo la felicidad de mi hija y nietas.

7) Todo otro testamento o disposición anterior al presente, queda nulo y sin ningún valor. Hecho en París a veinte y tres de enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro, y escrito todo de mi puño y letra. 

José de San Martín


Artículo adicional: Es mi voluntad que el estandarte que el bravo español don Francisco Pizarro tremoló en la conquista del Perú, sea devuelta a esa República (a pesar de ser propiedad mía) siempre que sus gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con que me honró su primer congreso.

CON RELUMBRES DE FOGONES

Y dicen...

El pozo de las Quinteros

Dicen, como que se lo vio, y lo siguen contando y se va transmitiendo, aunque sólo vaya quedando un poquito de la antigua verdad.

Los tiempos pasan. Los dichos y hechos se van actualizando. Es la forma de no perderlos, además existe la posibilidad de que quien los recibe sea creativo y a la información genuina le ponga una chispa renovadora de imaginación. Es así como el dicho popular se perpetúa como aquél: Quedó en el medio de la calle como el pozo de las Quinteros.

Quien presenció el hecho que pasó a ser dicho, al tiempo comprobó que al pozo de agua se le agregó una higuera... pues, se dice que al abrirse una calle ancha que sería buena salida desde la ciudad que crecía comercialmente y mostraba su progreso, los agrimensores y obreros empezaron a trabajar en el trazado. 

Allá, a lo lejos, después de despejar montes naturales de tala, espinillo, ñandubay y otros árboles típicos, apareció a la vista, el caserón de las Quinteros, el que, por suerte quedó rasando la traza. No ocurrió lo mismo con el pozo y la higuera cuyo destino fue quedar en medio de la calle.

Para completar, las hermanas Quinteros eran todas lindas y más de uno, se dice, pegó en el portenero, simplemente por lancero, y además dicen que se volvieron malas, y malas con un carácter fuerte, casi salvaje, más si se les venía encima eso de tocar el tema del pozo y la higuera.

Porque el pozo no era cualquier cosa, tenía su tradición, tomando en cuenta que lo había cavado y calzado el abuelo, y había tomado de sus aguas no sé qué general. Puede que hayan refrescado a algún pretendiente y más que seguro, debe haber tenido a su alrededor algunos taburetes de ceibo labrado con corazones y flechazos…

Y cerca del pozo, estaba la higuera, de buena sombra y muchos años de brevas para hacer dulce, sin olvidar echarle el bicarbonato para darle un lindo color cobrizo.

Y dicen que la máxima autoridad resolvió mandar al comisario del pueblo con orden de eliminar de inmediato el obstáculo, o sea borrar a Las Quinteros, pozo e higuera

Las muchachas serían informadas, haciéndoles conocer que: el progreso traía algunos trastornos a pocas personas en beneficio de toda la comunidad. Estaba en su mente hacer comentario y reseña de los accidentes que podrían ocurrir por el pozo y la higuera y, para entrar en confianza y ganárselas debajo del ala, las ponderaría por su belleza a la vez que les pasaría el chisme de nombres de personas influyentes que denunciaban la urgente necesidad de sacar el obstáculo.

El comisario llegó con buena disposición y enorme sonrisa, pero dicen que las Quinteros lo recibieron con perros chumbeados, rebenque en mano como para tropear vacas. El funcionario templó la garganta y dijo: Buenas tardes!. Era media mañana y le contestaron a coro: ¡Está lloviendo!

Aseguran que el comisario volvió a la ciudad en tiempo envidiable, como el mejor de los parejeros.

Con las Quinteros nadie quería tener trato. El funcionario solo ganó un sobrenombre: Las Quinteros.

Se hicieron otros intentos y se siguió sumando fracasos, hasta que se resolvió: "Que el pozo quede y que los años y la paciencia resuelvan el caso, o sea esperar que las Quinteros se muden de este mundo.

Y dicen que, a través de los años sólo iba quedando la más chica con ochenta largos. Y comentan que se fue para siempre el día de Santa Rosa tormenta... 

Que cayó una entre una gran centella de esas que dejan rastro; rebotó en el brocal del pozo corriéndose hasta el gancho que colgaba del gajo de la higuera sosteniendo el balde de sacar agua... 

La centella siguió, camino a la ranchada y dicen que la puerta estaba abierta.

Eduardo J. Díaz

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

Geología del Río Gualeguaychú

Una "yapa" de nuestro río

PARTE XVI


A través de quince notas nos hemos referido a la geología del río Gualeguaychú. En ellas informamos sobre sus características, sus estructuras, sus comportamientos y efectos y sobre todo, belleza. 

Hoy queremos agregar algo que caracterizamos como "una yapa de nuestro río". 

El canal de entrada al río Uruguay -o mojones de piedra-, alcanza en trayecto de 2.700 metros a la boya 90, la que señala su canal.

Hasta allí llegaron las arenas del Gualeguaychú, en algunos de los dragados efectuados hasta el presente. 

En esa zona formaron un inmenso banco, muy cerca de la playada del río Uruguay. Sabemos que éste, en su margen derecha, conforma una extraordinaria playada como quizá no exista otra en América.

A partir de la primera pesquería que existió en propiedad de la familia Labayen, la playa es de cualidades excepcionales. En 1931 la medimos, penetrando en al río hasta que nos llegó el agua a los hombros. La profundidad era de unos 150 centímetros y la distancia a la costa 1.100 metros. Arena limpia, uniforme, sin irregularidades ni obstáculos, la que a lo largo de la ribera hacia el sur, alcanzaba los diez kilómetros.

A partir de ese punto la playa tenía una profundidad mayor de 0,10 cm. sobre la costa y de 1,50 m; a unos 700 m. aguas adentro. Es decir, una playa para mayores. 

Ese sector alcanzaba también unos 10 km. en dirección al sur y ya en zona del arroyo Las Piedras.

Siguiendo más al sur, el nivel en la ribera era de unos 30 centímetros, alcanzando 1,50 a 500 m. de la costa, ello para bañistas más exigentes. En este nuevo sector se pueden medir otros 8 Km. hacia el sur, pues estamos a la altura de la boya de los 60 km. en el Uruguay.

Como partimos de cerca de la boya 90, la playada es cercana a 30 km. de extensión. En toda la zona que sigue el río Uruguay hasta su desembocadura en el río de la Plata, continúa siendo playo, con profundidades que sólo alcanzan los dos metros cerca del canal principal que corre aproximado a la costa uruguaya y a una distancia de nuestra costa que oscila entre los cuatro y siete kilómetros.

¿Dónde podremos encontrar una playada como ésta? Aún no ha sido descubierta por los gualeguaychuenses... Durante la Intendencia de D. Carlos Bibé se constituyó una Comisión encargada de establecer playada-balneario para nuestra ciudad, la que era presidida precisamente por aquel jefe comunal. 

La familia Labayen había ofrecido cincuenta hectáreas en donación, con ese destino. Bien. De los doce miembros de esa Comisión Especial, cinco votamos por el río Uruguay Sur y siete por el Ñandubaysal. Se hizo en este lugar.

Perdimos tan hermosa playada que nos dio como "yapa" el río Gualeguaychú con sus ricas aportaciones de arena.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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