Cuaderno Nº 202

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GUALEGUAYCHÚ, Domingo 18 de febrero de 2001CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 202
EL RÍO, EL PUENTE Y UNA CALLE- Las balsas- El Puente de hierro- La calle será Avenida- La cuadra de RancésDoña Geroma; la Yuyera
CVADERNOS en EGB (Por Silvia Razzetto de Broggi)23 - ¿HACEMOS DULCE DE FRUTAS?

EL RÍO, EL PUENTE Y UNA CALLE

Por NATI SARROT

Por su situación geográfica, nuestra zona tiene el beneficio de estar cerrada y surcada por corrientes de agua. Esto le ganó la suerte de ser lugar preferido para afincarse. No en vano los primeros pobladores se ubicaron a orilla de ríos y arroyos, o en rinconadas que éstos formaban, sirviéndoles de límite natural a la posesión y de freno para la movilidad del ganado.

También esos accidentes geográficos causaron un aislamiento que, con el tiempo, ampliadas las miras de vida y acción, hubo necesidad de superar.

Antes de la fundación de la Villa de San José de Gualeguaychú (1783), los lugareños ya habían adoptado "pasos" por donde atravesar los cursos de agua, conocedores de la profundidad, el tipo de piso y la fuerza y volumen de su caudal en distintas épocas. 

Dichos pasos, antes habían sido utilizados por los indígenas, quienes mutaban hasta con sus animales, en movilidad fluida y constante; y en su experiencia mucho se apoyó el colonizador de la región para frecuentarlos sin riesgos.

Los bautizaron con nombre de personas o de alguna característica peculiar en cada vado. El tiempo cambió la nomenclatura en ciertos casos, lo que hace difícil su ubicación geográfica. 

El paso de Rocamora, al Sur de la horqueta del Gualeyán con el Pehuajó, se llamó así por haber pasado por él D. Tomás de Rocamora al venir desde Arroyo de la China para plantificar Gualeguaychú. Antes se nombraba, del Sauce. Sobre el Gualeguaychú, el paso de Roa (1), apellido del dueño del terreno entre las hoy 25 de Mayo y San Martín; el de las Piedras, al sudeste de la Villa donde se ubicó el saladero Rossi; el de la Caballada, etc.

Balsa sobre el Arroyo Gualeyán

Las balsas

Avanzando en el tiempo, a principios del 1900, se goza del servicio de balsas, plataformas de madera sobre flotadores, que impulsadas en forma manual por cables metálicos atados a un cabrestante, transportaban pasajeros, carros, autos, etc. desde la ribera de Gualeguaychú hasta la del entonces Departamento Uruguay, también lo hacían de una a otra orilla del Arroyo Gualeyán

Sólidas construcciones de amarre en cada costa, sobrevivieron a las balsas, desmoronándose poco a poco y, hasta no hace mucho, sus restos se empecinaban en recordar los apeaderos de las balsas de Giusto o de Izzeta, cuando éstas sólo quedaban en memorias lejanas o en alguna imagen fotográfica. 

Fueron tres los servicios de cruce del Gualeguaychú.

Hacia la Isla Libertad, estando bajo el Gualeguaychú, se podía pasar por un cordón pétreo que la unía con la ribera de la ciudad. Ese cordón se ensanchaba y en medio formaba un pequeño islote, llamado de Rubiño (nombre del botero del lugar). 

El agua había gastado su estructura la que, por 1931 fue dinamitada para dar curso fácil a la corriente del río. En grandes bajantes grises restos gastados aún asoman, recordándonos la existencia de ese paso natural del Gualeguaychú, que en sus dos orillas resisten, empecinadamente visibles.

Construcción del Puente "La Balsa"

El Puente de hierro

Para 1927, los hijos de D. Saturnino E. Unzué, en memoria de su padre, donan a la ciudad de Gualeguaychú, para esparcimiento de su población, la fracción de casi 120 Ha., de su Estancia El Potrero (2); en el entonces departamento Uruguay, río por medio lindante con el nuestro.

Los de la ciudad miraban ese parque natural, como desde un balcón.

Sus montecitos cerrados de árboles bajos y ariscos no prometían, ni en sueños, el lugar que hoy es.

Y, aunque se forma una comisión que emprende el desmonte y limpieza de la zona en el mismo año 27, es recién en 1932, cuando la Comisión Pro Parque Unzué, organiza y realiza ordenadamente planificada, la puesta del un hermoso paseo, (ver CVADERNOS 34, 41 y 67).

A la vez se había movilizado intensamente, la gestión por conseguir el tendido de un puente sólido que dejara unidos, los Departamentos vecinos de Uruguay y Gualeguaychú, abriendo uno de sus ojos, en la ribera de nuestra ciudad.

En 1930 se trasladan, sobre la chata "Paraguay" y desde Buenos Aires, las piezas recién llegadas de Bélgica. Se bajan en la orilla izquierda del río improvisado obrador del Puente montado en tierra donada para parque y que aún no fuera aceptada oficialmente, hasta 1944.

La Empresa Argentina de Cemento Armado es adjudicataria de la obra.

Comienza a construir las bases de hormigón sobre las que se ubicarán las columnas cilíndricas de hierro y huecas para rellenar con hormigón armado.

Esta estructura de ocho pilares, sostendrá, con sus bases, todo el hierro que integran los 180 metros, desarrollados en cinco tramos iguales, permitiendo una calle vehicular de 6 m. de ancho y una peatonal de 1,20, sobre el lado sur. Su parte media tiene puertas levadizas, movilizadas con cabrestantes manuales y contrapesos de plomo, las que, por muy corto tiempo, dejaron paso a las embarcaciones de mástiles altos. Desaparecidos los contrapesos, el Puente no levantó más sus puertas. 

La donación hecha por los Unzué, de la superficie del parque "Saturnino E. Unzué", la unión de la zona por medio de un puente de sólida factura determinaron el cambio de la línea del límite departamental, Ley del Gobierno de Entre Ríos de 1939. Y el paseo público quedó anexado al Departamento Gualeguaychú.

La calle será Avenida

El 14 de julio de 1931, el Puente queda habilitado al tránsito. Ya se han concluido los terraplenes que unen las costas de uno y otro lado, con las cabeceras de la elegante figura de hierro; una abre a Luis N. Palma. La calle Luis N. Palma, angosta y mal delineada, (sin construir aún la avenida costanera) deberá recibir y despedir el cúmulo de coches, carros, caballos, y los automóviles que, desde la inauguración, aprovechan el rápido, cómodo y seguro paso sobre el río.

De inmediato, las autoridades municipales se abocan a realizar el ensanche necesario, que lo será: "a partir del puente "6 de setiembre" y hasta la calle Luis Sáenz Peña' (Ordenanza de 27-10 1933).

Se cumple, recién, en parte, con el diseño que Rocamora trazara como plano para levantar la Villa en damero. En él, las calles que abrían a la Plaza mayor formando cruz, y tendrían 14 varas de ancho, superando las 10 varas de las demás.

Avenida Luis N. Palma

La Luis N. Palma se convertirá en la avenida por la que se circulará en doble mano, hacia el centro y desde él hacia el Puente. Se considera Centro a la Plaza San Martín.

Se hacen arreglos entre propietarios de casas y terrenos que el gobierno local debe expropiar a lo largo de ella. Se condonan deudas que aquellos puedan mantener y se exime del pago por servicios de los cinco años venideros, como forma de cubrir la expropiación. Se corren alambrados, cercos y tapiales existentes, con personal municipal y se completan los faltantes en el citado tramo.

Cada expropiación origina una diligencia que engrosa expedientes sabrosos. 

Desde la ubicación de los propietarios, pasando por abundante carteo, máxime si no residen en Gualeguaychú; la ordenación y limpieza de títulos, citación de herederos dispersos y con derechos sobre el bien, cumplimiento de términos; etc. insume un tiempo que corre hasta la década de 1940. 

En tanto la "Avenida en construcción" como figura en los papeles, ofrece una visión extraña, de casas cortadas en sus patios, habitaciones y zaguanes. Si parecían, en parte, muestra de una exhibición insolente de una intimidad antes no vulnerada, que el pueblo pagaba por el progreso de la ciudad.

La cuadra de Rancés

El tramo de Luis N. Palma entre Gran Chaco (hoy Patico Daneri) y Bolivia, vereda sur-, inconfundible pozo aplanado, a más de metro bajo el nivel de la calle, para 1934, en su media manzana, está al cuidado de Doña Lucía Correa. El dueño es D. Juan Lucas Rancés quien se puede localizar con domicilio en la ciudad de Victoria (E.R).

Luego de ubicado Rancés, se establece un carteo que, entre trámites, concluye con la cesión de un sector de terreno, sobre Luis N. Palma entre Bolívia y Patico Daneri, de 6,50 m de ancho con frente de 69,40 m. Se hace correr y completar el cerco y el convenio entre Municipio y Dueño, termina con felicidad en abril de 1935. La expropiación del mencionado lote, de la sucesión de Don Juan Rancés, nos remite a aquel "sanador" de personas o animales, que ejerció en Gualeguaychú con cierta fama por 1890, y que era conocido también en Concordia y aún en la provincia. (ver CVADERNOS 111).

Más difíciles que en el caso de la propiedad de tierras baldías, fueron aquellos que afectaban edificación y estructura de casas. Estos dieron lugar a gestiones más largas y complicadas. Pero la antigua calle Arroyo Grande, desde 1848; después del Plata; desde 1895, Luis N. Palma; que el Decreto N° 818/ 1944, designa "de la Soberanía avenida en construcción" desde el Puente hasta calle Luis Sáenz Peña, volverá a llamarse Luis Nicolás Cayetano Palma, en dicho tramo y en el angosto, hasta el presente, en memoria del sacerdote y poeta, que fuera Párroco de Gualeguaychú y legislador provincial por nuestro departamento al momento de morir, en Paraná, el 27 de agosto de 1894. (ver CVADERNOS 96). 

Referencias y Consultados

1) Libro del Registro de la Propiedad Inmueble de Gualeguaychú- 1855.- 2) El Potrero de San Lorenzo, tierras hoy del Distrito Costa Uruguay Norte del Departamento Gualeguaychú.3) Libro 10- Año 1944 Decreto Municipal.- Don Thomás de Rocamora, Juan J. Nágera, Coni, 1958.- Tomás de Rocamora- soldado y fundador de pueblos, Juan J. A. Segura, Secretaria de Cultura y Prensa de Entre Ríos, 1987.- Expte. N°3/1934, Azotea de Lapalma- Referencias sobre el Puente, de Eclio V. Giusto, a don Esteban Podestá, 1983, Gchú.- Archivo CVADERNOS: notas y fotografías.

Doña Geroma; la Yuyera

Nati Sarrot - Febrero de 2001

Doña Gerónima Sofía Alegre viuda de Díaz, la Yuyera

- Dice la libreta, que cumplí noventa, el 3 de setiembre (1994)

Pero Doña Gerónima Sofía Alegre viuda de Díaz, la Yuyera, que acaba de morir en Gualeguaychú recién, con la participación de su sepelio nos acaba de confesar su edad "oficial": 108 años.

También nos entera de que, de sus catorce hijos, la sobreviven seis, y aún Antonio, uno de sus hermanos. 

Que sus restos se velaron en la Capilla del Sagrado Corazón y que su morada, abrazada por árboles que la sombrean y abrigan, está en Rca. Oriental del Uruguay s/n, un poco antes de llegar a Bvar. Montana.

En sus primeros tiempos en Gualeguaychú- porque ella venía de la Estancia "El Potrero" donde su padre correntino era peón- Doña Geroma había alzado su rancho, dos cuadras al norte. En ese barrio encontraba la tranquilidad luego de las 8 o 9 horas de caminar la ciudad con paso ligero y rendidor; espacio para santificar su fiesta de domingos porque ahí nomás, tenía la Capillita; y escuela a dos pasos para que las hijas, en especial, no debiera correr peligro en el ir y venir para aprender a leer y sacar cuentas.

Doña Geroma, la Yuyera, cuando le rindió más el día, tuvo tiempo para regalar su simpatía al que la visitara, porque los hijos se hicieron grandes y la edad le fue achicando sus recorridas diarias, las de canasta de mimbre en el brazo derecho y la "chismosa" de nylon colgando de la mano izquierda; entonces podía charlar más largo y hasta coquetear con su otro nombre, que pocos conocían: Sofía.

Fue por 1992 que dejó de andar la ciudad, porque había cambiado tanto que se perdía en sus calles. Después alardeaba conque si hubiese tenido un nieto que la guiara, habría continuado "vendiendo salud en las veredas" al decir de F. Magnotta, CVADERNOS 35.

Con su trabajo, que comenzó de adolescente, vendiendo berro de las limpias lagunas y fue enriqueciendo con las hierbas, raíces y cortezas medicinales que elegía la "sabiduría" de su padre, Doña Geroma fue prestigiando su oficio y, si se le requería, adornaba la entrega del atadito de yuyos, con una austera y acertada enumeración de sus propiedades.

La conocí, en sus charlas con "la niña Mechita" como llamaba a María de las Mercedes Chaparro de Sameghini, a la que había visto desde los cinco años, cuando de la mano de su tía Zoraida Echazarreta "Minero", visitaba las casas del Barrio Franco. Con ella mantenía charlas en voz baja y sonrisas plenas. Con ella encontraba la mirada celeste y el cutis claro y suave que tanto gustaban a las mujeres como la Yuyera, de tez aindiada y mirada oscura.

Ha muerto Sofía Gerónima Alegre de Díaz, cuya vida transcurrió sobre tres siglos. Geroma, la Yuyera, es una parte de nuestro folklore que asomará en la tisana, o en las hojitas agregadas al mate, con el aroma imperdible del huaco, la lusera, la marcela, la albahaca, la menta, el cedrón, el poleo, etc. cuando, apretándolos entre la yema de los dedos queremos apoderarnos de su esencia.

CVADERNOS

en 

EGB

23

Por Silvia Razzetto

de Broggi

¿HACEMOS DULCE DE FRUTAS?

Las frutas enriquecen la alimentación cotidiana. En tiempos de la colonia, estimulados por el fundador, los pobladores de San José de Gualeguaychú plantan frutales. En algunas huertas se obtienen duraznos, higos, membrillos, ciruelas, uvas, naranjas. También se cultivan melones y sandías. Frescas o en conservas se presentan como postre en la comida principal. Con sencillas recetas se preparan dulces para untar masitas, bollitos, pan.

Dibujo de Aurelio

Las mujeres de la casa deciden hacer dulce. Lavan, pelan y cortan la fruta de estación, elegida. La colocan en una olla grande. Vierten igual cantidad de miel o de azúcar. Cubren todo con agua de lluvia, para no alterar sabores. Se cuece a fuego lento, revolviendo de vez en vez, con palo de higuera, para que no se pegue, hasta que tome la consistencia deseada. Una vez frío, se consume o se guarda en dulceras.

La olla de hierro es cara. Porque el hierro, desde siempre, ha sido un material caro. Se consigue fundiendo metal de hierro en los altos hornos españoles alimentados de carbón vegetal. Las fundiciones están junto a los bosques. Trabajan muchos obreros que perciben un salario. Una vez fundido, el hierro se deposita en moldes para obtener campanas, cañones, ollas, calderas- pavas-. Es más barato traer estos elementos desde España, que producirlos en América. Los herreros rioplatenses adquieren lingotes de hierro. Se trabajan en las fraguas donde fabrican herraduras, azadas, guadañas, palas, rejas. Desde Cádiz zarpan barcos cargados con estos artículos; llegan a los puertos de Montevideo y Buenos Aires. Los grandes comerciantes de esas plazas los envían a sus agentes en el interior del Virreynato. 

Así, don Manuel Ventura de Haedo remite des de Buenos Aires a Gualeguaychú, por vía fluvial, algunos productos. Su sobrino los recibe y luego ofrece a los clientes. La olla de hierro es cara. Por eso quien posee una, la cuida y la hereda a sus hijas.

El azúcar reemplaza a la miel de abejas. Si es parda, es de Paraguay, de Córdoba o de Tucumán. Pero si es blanca, es portuguesa. Los mayores centros de producción y exportación están en Brasil: Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro y San Pablo. En las plantaciones de caña trabajan esclavos africanos. La corona española permite comprar productos de los vecinos mejor situados. Entonces, cerca del 1800 ya se observa una gradual saturación del mercado litoral con esta mercancía. En naves portuguesas, sorteando los riesgos del mar, llegan al puerto de Buenos Aires. Retornan cargadas con carne seca. Don José Antonio de Haedo, comerciante en nuestra villa, adquiere azúcar blanca en bolsas para proveer a la clientela.

Una buena cocinera selecciona, si puede, los elementos y los ingredientes a utilizar: una olla de hierro, azúcar blanca, miel de abejas. ¿Se encuentran estos productos en las pulperías de la villa?.

La miel de abejas silvestres antiguo recurso alimentario, es accesible para todos. Los panales cuelgan de las ramas de los árboles. Con destreza, los criollos suelen envolver sorpresivamente los panales en sus ponchos, dejando libre el agujero por donde entran las abejas. Este agujero lo ponen hacia atrás y salen corriendo contra el viento, de tal manera que las obreras al salir apresuradas, son alejadas en dirección opuesta. Ahora, el nutritivo alimento puede compartir se y utilizarse con tranquilidad.

Ricos/dulces de batata y zapallo caracterizan nuestra cocina colonial.

En el Museo de la Ciudad de Gualeguaychú -Casa de Haedo y Azotea de Lapalma- pueden observarse elementos culinarios citados en Nº 22 y 23. 

*Sugerimos la lectura en Cvadernos N° 191 "Las comidas, usos alimentarios. De los de aquí y de los que vinieron"- Nati Sarrot.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Silvia RAZZETTO de BROGGI - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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