Cuaderno Nº 110

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 20 de Abril de 1997CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 110
EL ARCHIVO HISTÓRICO DE ENTRE RÍOS (Nati Sarrot)LA CASA BETOLAZA. EL EMPORIO DEL CONFORT  (Fabián Magnotta)- Impronta comercial- Estrategias- Amalia Cassani de Betolaza- La Academia- El perro de Betolaza- El hombre de la vidriera
CUADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE…- De nuestros abuelos indios (IV Parte)
LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)- Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Vivencias de antiguos detalles (Aurelio Gómez Hernández)

EL ARCHIVO HISTÓRICO DE ENTRE RÍOS

Nati Sarrot 

El reservorio histórico de la provincia de Entre Ríos, instalado en Paraná, calle Buenos Aires Nº 282, que tan eficiente servicio presta a los estudiosos, a los investigadores, por su riqueza y por el personal que, aunque como siempre en este tipo de instituciones es tan capaz y enamorado de lo que hace, como escaso en cantidad y elementos para una tarea más ágil y provechosa, es el ARCHIVO HISTÓRICO de la PROVINCIA de ENTRE RIOS. 

Sus inicios se remontan al Decreto que firmó el Presidente Justo José de Urquiza y su Ministro Santiago Derqui, el 26 de agosto de 1856, creando el Archivo General de la Confederación Argentina. Trasladado luego a Buenos Aires, se depositó en el edificio de la Aduana. Allí sufrió un deterioro y empobrecimiento lamentable. 

Restaurada la autonomía entrerriana, Urquiza insistió en el mantenimiento del Archivo que encargó a dos aventajados alumnos del Colegio del Uruguay: Onésimo Leguizamón y Anastasio Cardassy. Recién en 1873 se creó el cargo de archivero al ingresar al presupuesto provincial con un sueldo de $ 50 mensuales. 

Cinco años más tarde se movilizó una acción de retorno de los documentos históricos de Entre Ríos que pudieran encontrarse en otras provincias argentinas o en el extranjero. 

Se hizo un estudio del presupuesto necesario para tan difícil tarea y para su clasificación, ordenamiento, etc. Se trató en las Cámaras legislativas: 

La Ley se promulgó el 10 de junio de 1880, considerándose la Creación del ARCHIVO GENERAL DE LA PROVINCIA DE ENTRE RÍOS. 

Debió trasladarse desde Concepción del Uruguay a la nueva capital provincial, Paraná. Su nombre se fue modificando, así como su ordenamiento, su lugar de residencia, etc. 

En la actualidad preside la sala de calle Buenos Aires,  la fotografía del poeta Guillermo Saravi, quien en 1934, durante su dirección fijó pautas que hasta el presente norman el funcionamiento del Archivo. 

Pudo y tuvo en su mente el vate entrerriano, la necesidad de cimentar el presente en el testimonio del pasado:

"La tierra es un resumen de esa historia

que del mármol, del lienzo y del poema

reclama los troqueles de su gloria.

Nutre su savia la raíz suprema

del árbol colosal que magnifica

nuestra genial aspiración indiana:

alzar la Patria Grande del mañana

sobre el cimiento de la Patria chica!"

  

SARAVI, Guillermo (1929)*

 El Supremo Entrerriano,

Canto II, A la musa.

Dentro de aquel sobrio recinto, emana la actitud de servicio de los archiveros siempre dispuestos a participar con el consultor, con el estudioso, con el que desea colaborar en la perpetuación del edificio de la Historia de Entre Ríos. Así al menos lo sentimos desde hace más de veinte años: El Archivo Histórico al que recurrimos siempre con el éxito más franco. 

Coincidiendo con la fecha en que Ramírez pasó a la gloria en Arroyo Seco, se celebrará el 10 de julio, el 117 aniversario de la creación de ese acervo documental.

*SARAVÍ, Guillermo (Paraná 1900-1963) El Supremo Entrerriano (1929). Numen montaraz (1929), Selva sonora (1932). Realizó un interesante estudio sobre el Escudo entrerriano (1941).

Archivo Histórico de Entre Ríos

LA CASA BETOLAZA,  EL  EMPORIO DEL CONFORT

Fabián Magnotta

Si se habla acerca de la actividad comercial en el siglo XX en Gualeguaychú, el recuerdo debe remitirse a nombres insoslayables. En esa nómina aparece la CASA BETOLAZA, por años conocida popularmente como "El hogar de la radio", un comercio con setenta años de exitosa presencia en el mercado. 

Presentamos aquí los principales logros de Enrique Betolaza, en las palabras de su hijo Juan Alejandro, que también fue, desde su niñez, una pieza importante en el engranaje del negocio. Una historia que amalgama la creatividad, el ingenio, la fuerza de una empresa familiar y la visión comercial.

Casa Betolaza en calle 25 de Mayo Nº 733

IMPRONTA COMERCIAL 

Si se vuelca una mirada sobre la historia de las ciudades, no resulta simple encontrar negocios que simbolicen o sinteticen lo que fue la actividad comercial a través de un siglo. 

Hay comercios que marcan una época; es verdad que a veces el propio éxito genera la competencia, y el liderazgo no resulta fácil de mantener. De allí el significado que adquiere su nombre a lo largo de siete décadas. 

CASA BETOLAZA, nació como un sueño fresco allá en la segunda década del siglo, con capacidad para mantenerse vital hasta que la centuria dobló el codo. Fue protagonista del desarrollo de Gualeguaychú. 

Sus vidrieras se convirtieron en un lugar privilegiado para admirar la nueva tecnología: una pintoresca victrola y la mejor doble cassetera; una radio con forma de capillita y un televisor a color, se entrecruzaban como símbolos inequívocos. 

Su permanencia se debió a la visión, a la creatividad, al ingenio, al empuje y al trabajo de un hombre que a poco de andar comprobó que no estaba solo en el camino de esa suerte de revolución comercial que fue diseñando sin pausas. 

Enrique Betolaza era hijo de españoles. Su padre don Juan, llegó a la Argentina en el siglo XIX, con el título de ingeniero carpintero. El hijo trabaja con él desde niño. 

Enrique se casó con Amalia Cassani, matrimonio del que nacieron, Juan Alejandro y Amalia. 

Fundó la CASA BETOLAZA en 1912; sus puertas cerraron definitivamente en 1982. Entre esas dos fechas quedó una  profunda y perdurable huella. 

Juan Alejandro y Amalia colaboraban cuando todavía eran niños. Con el tiempo, él atendió  el comercio y ella, la joyería.

Casa Betolaza en calle Andrade al 600

ESTRATEGIAS 

CASA BETOLAZA irrumpió en un Gualeguaychú con fuerte presencia del campo y muchas actividades estaban ligadas a la vida rural. Era más fácil encontrar estancieros que comerciantes afortunados. 

Juan Alejandro Betolaza recuerda aquellos tiempos: 

"Mi madre era hija de un famoso herrero que trabajaba en la media manzana donde hoy está el Policlínico AGOS. La herrería tenía puertas grandes porque entraban carros y también los caballos. Recuerdo que no había un lugar en la puerta de madera sin una prueba de la marca de la hacienda". 

Respecto al comercio iniciado por su padre,  “durante mucho tiempo – antes que llegaran las leyes laborales y se respetara el horario comercial- se continuaba trabajando al mediodía”. 

A todo esto, Betolaza advertía las novedades y las incorporaba:  cámaras fotográficas portátiles, radios, equipos de música, otros artículos para el hogar... El mercado virgen era para él un desafío; el cliente, un invitado de honor y un socio infaltable de su destino. 

A modo de un paciente maestro, Enrique enseñaba a Juan Alejandro la importancia de adquirir un ritmo diario de trabajo, y al mismo tiempo, los secretos de la actividad comercial de lo que se llamaba "El hogar de la radio". 

"Yo era chico y me metía en el taller donde se arreglaban las radios. Un cliente avisó que andaba mal su aparato; tenía un boliche en pleno barrio Franco. Traje la radio a la siesta, la desarmé,  le cobré y luego le conté a papá.

-   Le arreglé la radio a Nino y le cobré cinco pesos

- No. Nunca más... Hay gente para arreglar las radios.

  Nosotros tenemos que venderlas... ¿Me entendés?

  Nosotros estamos para vender radios, no para arreglarlas!...”

CASA BETOLAZA paseó por cuatro locales. Nació en calle Andrade al 600, donde también vivía la familia. Tiempo más tarde se trasladó a Chile (Chalup) y 25 de Mayo frente al Club Social Recreo Argentino. En ese espacioso lugar alquilado, el gran comercio, que ya tenía 13 empleados permaneció casi 25 años. Luego pasó a 25 de Mayo 733, también en un local alquilado y concluyó su exitosa vida en  local propio situado en  25 de Mayo y Suipacha (Perón). 

Enrique, aquel audaz joven, logró una posición económica envidiable. Viajaba todos los años a Europa, y ya en su madurez disfrutó del carnaval de Río de Janeiro. Como otro gusto personal, construyó una pista de baile en su chacra, un pintoresco rincón arbolado que aún existe. 

Sin embargo, los viajes no eran solo de placer. Ni en el Viejo Mundo Betolaza olvidaba su vocación. Así fue que en una oportunidad concurrió a la empresa Kodak, en Alemania y propuso al gerente general un plan, para regalar por la compra de diez rollos una maquinita de fotos. Ya de regreso, mejoró la oferta: obsequiar una máquina, cada cinco rollos. Por otra parte, sugirió a Kodak un slogan publicitario que recorrió el mundo.

Casa Betolaza en calle 25 de Mayo y San José

Juan Alejandro Betolaza relata que, 

"Vendíamos todos los productos... Me acuerdo que vendíamos las nironas, que eran como unas cajas redondas de metal que funcionaban a manija, las recibíamos de a cien;  cocinas, planchas, heladeras... Las heladeras eran tan pesadas que entre varios costaba acarrear…. además, teníamos una fábrica de combinados...radios Philco, tipo capillas.. equipos musicales... ¡lo que fue la revolución del tocadiscos!... Y las valijas con las victrolas de la RCA Víctor, las victrolas de pie, los gramófonos eran más chicos... Las victrolas llegaban desde Estados Unidos, de a sesenta unidades, embaladas en cajones de madera terciada…


- ¿Qué camino recorría la mercadería importada hasta llegar al negocio?

- Arribaban en barco a Buenos Aires y por tren a Gualeguaychú. En carros llegaban a la CASA BETOLAZA. 

Desde la estación venía el carrero, un hombre que no sabía leer ni escribir. Recibía las guías de los comercios y según como las doblaba, las entregaba. A pesar de su falta de instrucción el hombre mostraba mucho ingenio.

-¿Trabajaban con cuotas… a crédito?

- Toda la vida. Ese fue el secreto, el plan de financiación.

En eso, mi padre fue pionero. Y era increíble cómo la gente cumplía;  a los clientes no había que ir a cobrarles, venían solos a pagar.

Me acuerdo que cerramos una sola cuenta en toda la historia... lo que es mucho decir... Como ve, la palabra era algo sagrado.

¿Qué otros productos vendían?

- Ya le digo, de todo...

En un momento, podría decir que a las radios y a los televisores que había en Gualeguaychú, los habíamos vendido nosotros... Y también las bicicletas Alción, de carrera, media carrera y las de paseo, que tenían unos guardabarros gruesos.

Hasta automóviles!; papá sacó uno para su uso y lo tuvo 25 años...

Siempre cuidamos, la calidad del producto y la atención al cliente.

La gente me preguntaba qué vendíamos y yo decía que vendíamos desde miel hasta libros de misa... Es que era así! Un cliente nos pagó con miel embotellada y bueno: ¡venga! ya la vendíamos... Y Misales o libros de misa, ... y por supuesto joyas, relojes y en forma exclusiva las mallas Yansén, que eran importadas y caras. Sin mentir le diría que abastecíamos a todo el Departamento Gualeguaychú.!

Teníamos una sucursal en Urdinarrain; vendedores, en Islas y en Gualeguay; en esta localidad trabajaba Tomás Betolaza, hermano de papá.

Novedad, creatividad, imaginación puestos al servicio de una empresa comercial que sorprendía con exposiciones fotográficas, muestras pictóricas, conciertos de piano, espectáculos musicales con la mismísima Azucena Maizani. Cuenta  Juan Alejandro Betolaza,   

- Se colocaban los parlantes en la calle; había clientes fijos.

 - ¿Pasaban música clásica?

- No... Los clientes eran tangueros...

Querían lo mejor de Gardel y de Agustín Magaldi, que era amigo de papá y venía a visitarlo... la gente se reunía a escuchar las novedades musicales.

Casa Betolaza en el Edificio Guini de 25 de Mayo y Perón

Oportuno es recordar que, allá por los años ’60,  Enrique Betolaza pensó en la construcción del primer edificio de departamentos de Gualeguaychú. Llamó a su hijo para comunicarle su decisión:

"devolverle al pueblo de Gualeguaychú todo lo que me dio, sacar a la ciudad de la chatura que tiene". 

Así nació el edificio de 25 de Mayo esq. Suipacha (Perón), el de mayor altura en su tiempo, que fue conocido como "Edificio Betolaza" y posteriormente como "Edificio Guini". 

Don Enrique falleció en julio de 1983, un año después del cierre definitivo de la Casa.

El último día del mes de julio, partió su esposa Amalia.  Así cayó el telón sobre los artífices de una verdadera revolución comercial. 

Ambos habían soñado, creído y crecido de la mano.Habían sembrado y cosechado quimeras. Habían construido pacientemente el emporio.

Habían logrado juntos tantas cosas, que acaso ninguno de los dos podría haber continuado solo.

AMALIA CASSANI DE BETOLAZA 

Notable mujer de Gualeguaychú, que trabajó en el comercio junto a su marido.

Cumplió funciones de laboratorista en la sección fotografía, en la época de las placas.

Así pasaba horas y horas con el pincel, retocando las fotos, para que todas las copias salieran idénticas.  

El laboratorio de Amalia, realizaba un promedio diario de 450 copias.

Finalmente, las fotos se colocaban en la vidriera, concitando el interés de los paseantes. 

El empuje: la familia detrás de la empresa, la vidriera de la evolución tecnológica...

LA ACADEMIA 

En el rubro máquinas de coser y de bordar CASA BETOLAZA contó con el activo comerciante uruguayo Escolástico Rodríguez Luzardo.

En atractiva oferta comercial, se instaló una Academia con 40 máquinas, en un local situado en calle Chile casi 25 de Mayo. En forma gratuita, se dictaron cursos de seis meses, a cargo de una profesional,  Amalia De La Cruz. Cientos de mujeres aprendieron a coser  y a bordar con sus buenos modales y sus claras lecciones.

Amalia Cassani de Betolaza
Don Enrique Betolaza fue, desde su niñez, una pieza importante en el engranaje del negocio

EL PERRO DE BETOLAZA 

El famoso "perro de Betolaza", en realidad, no era uno... aunque  parezca raro, se trataba de dos canes que respondían a un mecanismo eléctrico. Tenían una bobina (electroimán), y cuando recibían corriente movían la cabeza. 

Realizaban un suave y constante meneo de asentimiento: y de ahí el dicho histórico en Gualeguaychú: 

"Vos decís siempre que sí, como el perro de Betolaza". 

Esos perros saludadores fueron, por años, un atractivo original. 



EL HOMBRE DE LA VIDRIERA 

Uno de los secretos de la CASA BETOLAZA fue el ingenio. En ese marco se ubica el insólito y exitoso concurso que Enrique organizó una vez en el local de 25 de Mayo y Chile (Chalup). 

Cuenta Juan Alejandro, 

“Un hombre joven aparecía en la vidriera, vestido en forma impecable, de guantes blancos, con el rostro inmutable, caminando como si fuera un robot.

Para los peatones, el desafío consistía en adivinar si se trataba de un hombre o de un autómata.

Salía de una habitación que daba al salón; nosotros simulábamos darle cuerda con un viejo reloj despertador.

Lo tuvimos mucho tiempo; era una atracción popular!.

Se llenaban las urnas con los votos…

Y la gente se quedaba horas para tratar de descubrir si era un hombre o no...

¡Y al muchacho no se le movía un pelo...!"

Empleados de la Casa Betolaza

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

DE NUESTROS ABUELOS INDIOS

PARTE IV


Entre todas las comunidades aborígenes, se advierte que ninguna se mostró más propicia para aceptar la presencia de los europeos que los guaraníes. Cuando aquéllos se concentraron en Asunción después de despoblar Buenos Aires, depusieron sus intentos guerreros y se asociaron con los españoles. 

Los guaraníes, que poblaban en gran número la zona donde se había fundado Asunción, soñaban con el PAITITÍ, algo así como un PARAÍSO donde se podía vivir sumamente feliz. Conocieron a los blancos impulsados por la ambición de alcanzar EL DORADO. Como   no comprendían la valorización que hacían del oro, pensaron que EL DORADO era lo mismo que su PAITITÍ. De ahí surgió la determinación guaraní de ofrecer a los conquistadores además de su amistad, el concurso de sus brazos para el trabajo y  sus graneros inagotables.

La alianza pactada al calor de la "misma codicia" se selló en el abrazo de los conquistadores por las indígenas jóvenes, ofrecidas como era su tradicional costumbre, en prenda de alianza. De esta manera la amistad quedó consolidada y salvó a la conquista de todo riesgo de agresión. A partir de ese acto, la colaboración y apoyo de los guaraníes se mantuvo hasta el final del proceso de la conquista.

Pronto se tuvieron pruebas de ello. Cuando el Adelantado Juan Ortiz de Zárate fundó Zaratina de San Salvador, en la desembocadura del río San Salvador en la banda oriental del río el Uruguay, la reacción bélica de los charrúas puso en peligro la existencia de la nueva población El número de atacantes superaba a los pobladores. Se pidió ayuda militar a don Juan de Garay, que recorría la zona. Los charrúas detuvieron el ataque sorprendidos por la presencia de soldados que montaban a caballo, provistos de armaduras. Nunca habían visto caballos. Además, encontraron enemigos invulnerables a las flechas, a las lanzas; desde luego no conocían las armaduras. 

Hasta que intentaron un nuevo ataque, dieron tiempo a que llegara Juan de Garay con 400 flecheros guaraníes. Al poseer arcos de superior dimensión, daban mayor impulso a las flechas y eran más eficaces en la lucha. Por eso, la acción de los guaraníes decidió el combate a favor de los españoles.  

La segunda intervención guaraní se produjo cuando Juan de Garay organizó una expedición desde Asunción hacía el río de La Plata, con el objetivo de poblar sobre la costa del Paraná.  Junto a sus hombres y a los equipos, numerosas embarcaciones y balsas guaraníes, superior al millar, cooperaron con el emprendimiento de fundar Santa Fe y Buenos Aires. 

Otra colaboración se concretó cuando el gobernador Hernandarias logró la presencia de  Misioneros Jesuitas para fundar pueblos dentro de la comunidad guaraní y organizar una fuerza armada con el objetivo de asegurar la frontera imperial frente a los temibles avances portugueses concretados desde 1617. A partir de ese momento y durante más de un siglo se movilizaron milicias jesuítico-guaraníes en la región.  

De eso daremos información en la próxima nota.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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