Cristina y Pablo -Tito- Haedo, sobrinos de Luis Doello Jurado, juntaban las cartas que el tío firmaba Papapa, notas sobre diferentes temas o alguna digresión que dejaba en la tapa de un block y que algún comedido cercano a D. Luis copiaba y se la mandaba como un buen regalo, enriqueciendo el legado de quien precisamente, se caracterizara por no dejar testimonios escritos de su amplia cultura, de su contacto con los exponentes más altos de la literatura, de su convivencia con la música, etc.
De estos papeles tuve, por generosidad de Cristina y Tito, la posibilidad de traérmelos a casa y hasta de copiarlos en parte. Siempre llamó vivamente mi atención, una página que transcribimos:
"Bach. 2º Centenario de su muerte. 15 de julio 1750-1950
Biblioteca Popular Sarmiento.
Un siglo más que cae sobre la tumba de Juan Sebastián Bach, es una mole de granito para su monumento, que seguirá creciendo con los siglos.
Reyes y príncipes que fueron sus contemporáneos, conquistadores, políticos, que creían honrarlo con sus saludos condescendientes, yacen en hondo olvido. Sus nombres grabados en bronces y mármoles no dicen nada a nadie... Alguno que otro erudito podrá saber todavía lo que significan Federico Luis, Carlos Guillermo, Felipe... A la Humanidad poco le dicen esos nombres".
En estos días la prensa mundial celebra y nos hace celebrar que, en el Archivo Central de Kiev (Ucrania) fuera hallado, después de cincuenta años de misterio, un archivo de manuscritos de J. S. Bach, otros compositores alemanes y cartas de Johann W. Von Goethe. Las piezas, que llegan a superar las 5.000, según el profesor Christoph Wolff, decano de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard, que las hallara en Kiev, hicieron un periplo desde Berlín hasta aquella ciudad, primero llevados por los alemanes y en 1945 por los rusos, que las entregaron al Conservatorio, salvándolas del deterioro o la destrucción.
Amplían la información detalles de que se agregarían con el hallazgo nuevos trabajos de Juan Sebastián Bach y de algunos de sus veinte hijos, como el Archivo musical del segundo, Carl Phillip Emanuel, integrado por quinientas piezas compuestas por ellos las que, en muchos casos, jamás fueron publicadas.
Entonces volvemos a la nota de D. Luis Doello Jurado:
"Tal vez sea cierto que: "Bach es el Músico, Mozart el Ángel y Beethoven el Hombre" Pero lo que es seguro es que purifican y santifican, que nos devuelven una luz de Esperanza en esta conturbada amargura.
Y sumamos lo escrito en la tapa de un block y copiado para Cristina:
"Es probable que Mozart o Bach no se hayan dado cabal cuenta de su valor.
Ellos también creerían como los cortesanos de María Antonieta, que sus habilidades intrascendentes eran adornos y pasatiempos de 'aquellos alocados y pisaverdes. (1)
Comiendo sobras de golosinas en compañía de los lacayos y de Moliere o de Watteau, se sentían muy satisfechos y en su lugar.
Aquellas gentecillas de cabeza empolvada, que danzaban y cantaban cuentitos picantes al compás de las músicas de Glück, ¿adónde fueron a dar?.
En verdad su música era para nosotros. Sus contemporáneos y aún ellos mismos, no oye ron su música, si oír es lo que ahora creemos.
Ya Beethoven alcanzó otros conceptos. Y, quizá como castigo Prometeano, por haber sospechado su grandeza, ensordeció."