Con los años, desaparecidas las señoritas Rosa y María Luisa Clavarino Cánepa (nacidas en 1867 y 1869, respectivamente), la casona fue sufriendo alteraciones bajo pretexto de adaptar su funcionalidad al nuevo destino que se le otorgaba, y aunque no respetaron sus características, aún hoy se obstina en sobrevivir en importantes y valiosos detalles, como la sólida cornisa cargada sobre apreciables ménsulas, el pretil de hierro forjado, la hermosa puerta de acceso...

Construida en una planta, con ancha puerta de madera tallada que abría a un amplio zaguán, ventanas grandes y bajas que permitían ver las habitaciones de recibo como la sala y el escritorio, al través de rejas de hierro forjado repitiendo el motivo en el pretil, coronando todo el frente a modo de extendido balcón.

El primer patio, adornado con plantas exóticas y clásico aljibe, se ocultaba a la calle con una graciosa mampara de vidrios de colores. Este fue lugar de representaciones teatrales (CVADERNOS Nº 155) o reuniones danzantes en los veranos. Don Luiggi logró levantar "una réplica de la casona de los Clavarino de Génova" (2). 

Aquí trajo a la esposa, su paisana Rosa Cánepa, luego de contraer enlace en Montevideo, el 2 de enero de 1852.

Por sus negocios, la ballenera "Paulita" de su propiedad, iba y venía, uniendo nuestro puerto con el de la capital oriental, por lo que no extraña que, a sugerencia del Comandante de Gualeguaychú, Rosendo Maria Fraga, entre sus servicios a la causa del Gobernador Urquiza, oficiara como correo para la comunicación secreta del General y el Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno uruguayo, Manuel Herrera y Obes, luego del Pronunciamiento de 1851.

En la casa, con puerta a 25 de Mayo y cochera a San Martín, nacieron ocho hijos, el primero Luis Epomuceno, el 24 de abril del 54; la última María Luisa, el 18 de setiembre de 1869. Tres de ellos murieron infantes.

Don Luis, padre, ocupó cargos de relevancia en la ciudad como la presidencia y vicepresidencia de la Junta de Fomento, precursora de la Corporación Municipal. Fue vicepresidente de la Comisión del Hospital y el Cementerio. Su actividad comercial y naviera no le impidió intervenir en lo que beneficiara el progreso de Gualeguaychú.

Su vinculación con funcionarios y hombres políticos lo puso a la par para presentar y hacer valer las razones que movilizaban las gestiones de un grupo de visionarios que chocaban con inconvenientes insoslayables, hasta conseguirlo plenamente en 1915.

También D. Luis ocupó la presidencia del Club Recreo Argentino y lo vemos, en 1888, activo en lograr la compra de un terreno céntrico para erigir una sede propia y digna, que produciría "el ahorro de lo que la sociedad invertía en alquiler de locales" desde su fundación. Fue Presidente de la Sociedad Rural Gualeguaychú en sus comienzos.

Concejal e Intendente Municipal de Gualeguaychú (1879-1880) elegido por abrumadora cantidad de sufragios de sus correligionarios de la Unión Cívica Radical y de quienes votaron al ciudadano de irreprochable proceder. 

Dice "El Noticiero" de Furques por el movimiento popular que levanta la candidatura "Una vida de integridad, de labor, de independencia, ejercitada en estos tiempos bochornosos de malversación y corruptelas que acaban de transcurrir, le han dado autoridad indispensable en las convicciones populares". 

Adelantó su plan de gobierno consciente del escaso período de la intendencia, insistiendo en facilitar el acceso a la instrucción de las gentes de zonas periféricas, el mejoramiento y apertura de rutas diagonales que comunicaran el centro y el ejido, el fomento de la riqueza forestal de la ciudad y departamento, la formación de comisiones populares que tuvieran intervención directa en lo que les pertenecía, etc.

Fue designado en 1914, Jefe de Policía Departamental de Gualeguaychú, cargo que renunció en 1915 por no coincidir con las líneas impuestas por la política lugareña.

PETRONA, MUJER DE PIEL MORENA

En este caso, Petrona es separada de Reducinda, su mamá, a los catorce o quince años. En venta perfecta, en presencia del Alcalde Ordinario del Departamento Soriano, es cedida a doña Clemencia Paredes. Para ella realiza tareas domésticas. Si es habilidosa en la cocina o en la costura, puede elaborar productos, ofrecerlos y aumentar los ingresos de su ama. 

Tal vez, por necesidades económicas o por su carácter rebelde, desvergonzado, caprichoso, la propietaria decide venderla.

■  A fines de 1846 don Santiago Bullo, italiano, su esposa, siete hijos y una criada ingresan a Gualeguaychú. La guerra civil en la Banda Oriental les obliga a emigrar.

Vienen de Mercedes. Con ellos está Petrona. Pero, la muchacha de piel morena, sin defectos ni enfermedad conocida, tasada en doscientos pesos moneda metálica, cambia otra vez de dueño. El influyente empresario don Manuel Gianello, propietario de saladero, barcos y casa de azotea en la villa, paga 28 pesos por ella. Cifra concertada, que permitirá al vendedor, reunir algún dinero y regresar al Uruguay. La joven tiene 28 años.

Petrona Marcelina nacía cuando la Banda Oriental era la Provincia Cisplatina del Imperio del Brasil. La última venta se registra el 8 de agosto de 1851. 

Gualeguaychú bulle con los preparativos del Gobernador Urquiza. Pronto llegará Caseros. ¿Conocerá Petrona, los alcances de la Constitución Nacional? ¿En qué cambiará su penosa condición?.

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