La situación que ocasionó este juicio aconsejó el traslado de la familia García de Zúñiga a Montevideo. Allí se estableció en la quinta “Las Duranas”, residencia principal de estilo renacentista que la Municipalidad de la capital uruguaya destinó en 1930 para sede del Museo Juan Manuel Blanes, uno de los grandes pintores orientales, con rica trayectoria en Entre Ríos. Hay líneas de estos destinos que parecen llevarnos a espacios imposibles de abarcar.
Es en Montevideo, donde se acordó el casamiento de Clara García de Zúñiga, entonces de 10 años, con don José María Zuviría.
Cuando la joven cumplió los 14 años se celebró el matrimonio en la Iglesia Matriz.
La difusión que se daba en ese tiempo a las acciones de las partes en los juicios, nos introduce en otros; la mensura de campos de Tudury sobre los adquiridos por Spangenberg; la venta y cobro de arrendamientos de parcelas de los "Campos Floridos"… el más doloroso por el escándalo que agitó a la sociedad rioplatense fue el que tocó y desnudó en detalles la vida de la familia García de Zúñiga, la de Mateo, Rosalía, Clara, José María y los nietos del ex gobernador de Entre Ríos; la desgracia, la maledicencia, la enfermedad, se entronizaron como rectores de un drama desgarrante, rico para una novela de tortuoso desarrollo y trágico final.
EL NOTICIERO de Gualeguaychú, del 19 de junio de 1885, reprodujo una carta publicada en EL FERROCARRIL de Montevideo, firmada por Alfredo Zuviría, el hijo de Clara.
(...) Tengo 19 años, Sr. Director y no he conocido el hogar de mis padres. He pasado ocho años en un colegio (...) y hoy, que entro a la vida hallo a mi alrededor el frío intenso de una familia desgraciada. Mis padres divididos por hondas disensiones, mis hermanas en hogar ajeno y lo que es más doloroso aún, mi madre arrastrando una vida irresponsable que hace más amarga nuestra existencia (...)
Y esta es nuestra historia. La sabe Montevideo y Buenos Aires, la saben todos, todos (...)
Estas voces sordas que se pierden en los corrillos de la calle acusando a la familia de interesada, son las esparcidas por la canalla que ha explotado miserablemente esa fortuna a la sombra de la irresponsabilidad (...)
Lo anotamos para escuchar a un protagonista de una tormenta social que se abatió en las capitales y resonó en nuestro ambiente local. (Ver CVADERNOS N° 8).