Introducción General

INTRODUCCIÓN GENERAL


I. EL AUTOR

1. Nombre y origen.

Rodolfo Bartolomé1 (latín: Radulphus2 Bartholomaeus; italiano: Rodolfo Bartolomeo) nació el a. 1421 en Piádena,3 en la provincia de Cremona. Más tarde adoptará un nombre en latín, según la costumbre de los humanistas de su época, firmando sus obras con el nombre latino de su pueblo natal: Platyna.4

Respecto a su supuesto apellido familiar, Sacchus o De Sacchis, que italianizado es Sacchi, no consta con seguridad que ese apellido se le haya aplicado sino hasta un siglo más tarde.5 Más tarde en 1608 Egenolphus Emmelius también le aplicó ese apellido en su edición del De principe de Plátina.6 Y el que dio más eco a esta información fue el bibliotecario Peter Lambeck (Petrus Lambecius † 1680).7 Sin embargo estas dos ediciones al errar en lo de Baptista ofrecen poca seguridad respecto al apellido.8

Plátina sin duda nació en una familia sin lustre. Solo sabemos que tuvo un hermano llamado Esteban que murió a los 27 años (1479) y está enterrado en su mismo sepulcro.9

2. Los años juveniles.

Durante su juventud se dedicó durante 4 años a las armas en la infantería ligera del duque de Milán Francesco Sforza († 1466) y del condottiero Niccolò Piccinino († 1444).10

A más tardar en 1444,11 apartando las armas y las inquietudes amorosas juveniles, se entregó al estudio.12 Así con los escasos recursos económicos familiares13 y su ansia de saber comenzó su formación intelectual.

3. Estancia en Mantua y Florencia.

En Mantua estudió con el humanista Ognibene da Lonigo († 1474),14 director de la “Casa Giocosa”,15 el cual dirigió la escuela desde 1449 hasta 1453. Cuando Ognibene retornó a Vicenza, dejó a Plátina como director, siendo el tercero que ocupó ese cargo.16

Es en Mantua también que empieza a forjarse la amistad con el marqués Luis III Gonzaga († 1478) y después con su hijo el cardenal Luis Gonzaga († 1483), de quien será preceptor en Mantua.

Su deseo de perfeccionar sus conocimientos de griego con Giovanni Argiropulo († 1487) lo llevó en 1457 a trasladarse a Florencia, donde gozó del favor de Cósimo de Médici († 1464) y de su hijo Piero († 1469), y tuvo ocasión de conocer grandes humanistas como Poggio, Marsilio Ficino, Pico della Mirandola, Cristóforo Landino, entre otros exponentes de la Academia florentina.17

En este período escribió un epigrama funerario para el sepulcro de un obispo, un elogio de su protector el marqués Gonzaga,18 y una biografía del historiador florentino Neri Capponi († 1457).19 Además ha quedado un fragmento de un trabajo inacabado sobre palabras derivadas del griego en la poesía de Virgilio (Vocabula Bucolicorum y Vocabula Georgicorum).

4. Traslado a Roma.

Cuando el joven Luis Gonzaga, su amigo y protector, es nombrado cardenal (a. 1461), también Plátina se traslada a Roma y pronto se une al círculo de humanistas llamado Accademia Romana y se convierte en una de sus columnas.

En esta época escribe una oración De laudibus bonarum artium dedicada al papa Pío II y una Oratio per Iohannem Alouisium Tuscanum. También a pedido de Agustino Maffei redactó un epítome de la Historia naturalis de Plinio el Viejo (BL Harley Ms 3475) y la biografía de Vittorino da Feltre.

Por otro lado consigue la amistad y protección de los cardenales Bessarione († 1472) y Giácomo Ammannati-Piccolomini († 1479). Así cuando en 1464 Pío II instituye el colegio de los Abbreviatores de Parco Maiori, Plátina consigue comprar una de las sesenta plazas.20

5. Primer enfrentamiento con Pablo II.

Pero apenas unos meses más tarde muere Pío II y en diciembre del 1464 el nuevo papa Pablo II suprime el Collegium Abbreviatorum.21 Este es el inicio de los peores años de Plátina. Los destituidos trataron de cambiar la decisión de Pablo II. Durante la audiencia Plátina pidió que el asunto fuese examinado imparcialmente por los jueces de la Rota, ante lo cual Pablo II los expulsó asegurando que nada ni nadie le haría cambiar de opinión.22 Ellos no cejaron en su empeño y Plátina escribió una carta en la que anunciaba que si no se les daban las razones de su destitución, entonces ellos acudirían a reyes y príncipes para que se convocase un concilio en el que se obligase al papa a justificar su decisión.23 Este primer enfrentamiento le costó a Plátina 4 meses con los pies encadenados en una fría celda. Peor le hubiese ido, pues incluso se insinuó la pena de muerte, si no hubiese intervenido el cardenal Gonzaga que intercedió por su liberación (enero 1465).

Siguió morando en Roma por consejo del cardenal Gonzaga, tratando así de calmar al suspicaz papa. Entonces entre los años 1465 – 1467 escribió la biografía de su estimado Pío II y también publicó un curioso recetario (que es traducción del recetario del famoso cocinero Martino de Rossi) que iba acompañado de una recopilación de propiedades de los alimentos y diversos consejos para vivir con buena salud titulado De obsoniis ac de honesta voluptate et valitudine (también llamado De rerum natura) y un diálogo De flosculis quibusdam linguae latinae, ad Laelium. Incluso escribió una oración dedicada al papa Pablo II titulada De pace Italiae componenda atque de bello turcis indicendo, quizás aconsejado por el cardenal Gonzaga, en vistas a ganar el favor del papa. Por esta época también empezó a escribir una reflexión moral titulada De falso et vero bono,24 y su Historia urbis Mantuae en la que se exaltaban las gestas de la familia Gonzaga. Estas dos obras fueron interrumpidas por la segunda caída en desgracia del Plátina.

6. El segundo encarcelamiento.

En febrero del 1468 durante las festividades de carnaval llegó al papa el rumor que un grupo de humanistas encabezados por Filippo Buonaccorsi (alias Callimachus † 1496)25 estaban a punto de atentar contra su vida. De inmediato se ordenaron detenciones, y aquella noche Plátina fue detenido mientras cenaba en casa del cardenal Gonzaga y conducido a Castel Sant'Angelo. Poco después también Pomponio Leto († 1498), fundador de la Accademia Romana, fue detenido en Venecia y enviado a Roma.

Los infelices detenidos fueron sometidos a tortura, e incluso uno de ellos falleció tras la liberación a causa de las penalidades sufridas,26 y sin embargo las autoridades no hallaron ninguna culpa.

A finales de marzo ya estaba claro que nunca existió el supuesto complot, pues no existían ni armas, ni dinero, ni organización, ni proyecto ni medios de ningún tipo, y que el único crimen de Callimachus era el haberse ido de la lengua en sus diatribas contra el autoritarismo de Pablo II.27 Pero los acusadores no quisieron quedar en ridículo y prosiguieron con la acusación sobre paganismo, herejía, o al menos comportamiento inmoral. Pero ese segundo proceso no se realizó hasta enero de 1469; mientras tanto los acusados siguieron en estrecha prisión en Castel Sant'Angelo. En el juicio nada pudieron demostrar los acusadores, llegando el mismo Pablo II a intervenir en vano como furibundo acusador. De todos modos no quiso liberarlos hasta que se cumplió un año de su encarcelamiento.28

Durante estos meses de cárcel29 Plátina produjo una serie de epístolas y tuvo unas tertulias con el obispo Rodrigo Sánchez de Arévalo (†1470), alcaide de Castel Sant'Angel (o sea su carcelero) que se tradujeron en su Disputatio de pace et bello y las Epistolae escritas en prisión.

7. Final del pontificado de Pablo II.

En la primavera de 1469 Plátina concluyó su Historia urbis Mantuae Gonzagaeque familiae. Regresó a Roma en setiembre del 1469 y parece que hubo un acercamiento con Pablo II, que incluso dejó entrever la posibilidad de concederle un cargo. En 1470 realizó una traducción del griego al latín del De ira sedando de Plutarco y daba los últimos retoques al De principe,30 dedicado a Federico Gonzaga, que se detiene en los peligros de la tiranía, y es la primera de una trilogía de escritos de carácter moral, que quizás fueron ya proyectados antes de su segundo encarcelamiento. Las reflexiones de esa obra parecen complementarse y continuar en su tratado De optimo cive (1474) un diálogo con Cósimo el Viejo y Lorenzo el Magnífico sobre las virtudes del buen ciudadano. Finalmente en el De vera nobilitate (1475) escruta las relaciones y peligros entre la virtud y las riquezas, con un guiño al mecenazgo del príncipe renacentista.

Todavía en 1470 hará un breve viaje a Nápoles y regresará a Roma a principios de 1471, donde recibirá la noticia de la repentina muerte de Pablo II (julio 1471).

8. Bajo el favorable pontificado de Sixto IV.

El puesto será ocupado por Sixto IV († 1484), cuyo pontificado se caracterizará positivamente por su mecenazgo de las letras y el arte. Entonces Plátina seguramente pudo respirar aliviado y augurarse mejores tiempos ya que además Sixto IV fue hecho cardenal gracias al cardenal Bessarione y fue hecho papa gracias al apoyo de Francisco Gonzaga.

El año 1471 Plátina también escribió el diálogo Contra amores, en el que expone su visión sobre la concupiscencia y el amor casto.

En noviembre de 1472 murió el cardenal Bessarione y el papa Sixto IV le confió realizar el elogio fúnebre. Es en esta época también que le encargó escribir las vidas de los pontífices, que será su gran obra: el Liber de vita Christi ac omnium pontificum, que concluirá dos años más tarde y lo dedicará al papa.

9. Prefecto de la Biblioteca Vaticana.

El 28 de febrero de 1475 Sixto IV le encargó la misión de concluir los trabajos para acondicionar y amoblar los locales de la futura Biblioteca Vaticana.31 Él se entregó de lleno a la puesta en marcha, de modo que en mayo ya había redactado un nuevo inventario de todos los libros reunidos por Nicolás V († 1455).32 Poco después le correspondió el honor de ser el primer prefecto de la Biblioteca Vaticana.33 Las paredes de las salas fueron decoradas con frescos, aunque el más famoso, el de Melozzo da Forli en el que representa el acto de inauguración de la Biblioteca por el papa Sixto IV y el nombramiento de Plátina como su primer prefecto, recién fue pintado entre junio de 1480 y abril de 1481.34 Por fin en 1477 la Biblioteca abrió sus puertas al público y entonces Plátina ya contaba con tres custodes que le auxiliaban en esa tarea. Con un presupuesto relativamente reducido logró no solo mejorar las instalaciones, aumentar las colecciones y convertir la biblioteca en un referente mundial, sino que además implementó un taller de copias para obtener obras preciadas.

Además Plátina corrigió y publicó algunas obras de la biblioteca y reunió en tres tomos una colección sobre derechos y territorios adquiridos por la Iglesia de Roma (Privilegia pontificum et imperatorum ad dignitatem sanctae romanae Ecclesiae spectantia). La peste de 1478 arrebató la vida a su amigo el cardenal Giovanni Battista Mellini († 1478), uno de sus protectores durante su segunda estancia en prisión, con motivo de lo cual Plátina escribió su biografía. También se vio envuelto en la polémica que surgió por el juicio y ejecución de varios judíos acusados de haber asesinado ritualmente a un niño de 3 años (el llamado beato Simón de Trento) ya que Plátina escribió a favor del obispo Johannes Hinderbach, que había dirigido el proceso.35

10. Muerte.

El sueldo de 10 ducados al mes finalmente le permitió vivir cómodamente esos últimos años de su vida, que fue inesperadamente truncada el 21 de setiembre de 1481 por la peste que azotaba Italia.36 Solo tuvo tiempo de preparar su epitafio, que encargó grabar a su discípulo Demetrio da Lucca († 1511?). El homenaje, que entonces no se pudo celebrar por las circunstancias adversas, fue realizado el 18 de abril del año siguiente en la iglesia de Santa María la Mayor, con numerosa participación de humanistas. Tras la ceremonia religiosa se celebró un banquete en la casa que Plátina se había construido en el monte Esquilino. Posteriormente Demetrio se ocupó de reunir todos los versos recitados en la ocasión y los publicó en un volumen.37

II. LISTA DE OBRAS

1454 – 1460. Mantua – Florencia.

Epigrama funerario para el sepulcro de un obispo.

Elogio al marqués Gonzaga titulado: Divi Ludovici marchionis Mantuae somnium.

Biografía del historiador florentino Neri Capponi.

Trabajo inacabado sobre palabras derivadas del griego en la poesía de Virgilio (Vocabula Bucolicorum y Vocabula Georgicorum).

1461 – 1464. Roma.

Oración De laudibus bonarum artium dedicada al papa Pío II.

La Oratio per Iohannem Alouisium Tuscanum.

Epítome de la Historia naturalis de Plinio el Viejo.

Biografía de Vittorino da Feltre.

1465 – 1467. Roma.

Biografía del papa Pío II.

Diálogo De flosculis quibusdam linguae latinae, ad Laelium.

Tratado de cocina De obsoniis ac de honesta voluptate et valitudine (también llamado De rerum natura).

Oración De pace Italiae componenda atque de bello turcis indicendo, dedicada al papa Pablo II.

Inicio de la composición de la reflexión moral titulada De falso et vero bono.

Inicio de la composición de su Historia urbis Mantuae.

1468. Prisionero en Castel Sant'Angelo.

Disputatio de pace et bello (también llamada De laudibus pacis).

La colección de Epistolae escritas en prisión.

1469. Roma.

Conclusión de su Historia urbis Mantuae Gonzagaeque familiae.

1470. Roma.

Traducción del griego al latín del De ira sedando de Plutarco.

Redacción final del De principe, dedicado a Federico Gonzaga.

1471. Roma.

Diálogo Contra amores, sobre la concupiscencia y el amor casto.

1472. Roma.

Elogio fúnebre en honor al cardenal Bessarione.

Inició de la composición del Liber de vita Christi ac omnium pontificum.

1474. Roma.

Tratado De optimo cive sobre las virtudes del buen ciudadano.

1475. Roma.

Tratado De vera nobilitate sobre la virtud y las riquezas.

Conclusión del Liber de vita Christi ac omnium pontificum.

Edición del De bello iudaico de Flavio Josefo.

1476-1480. Roma.

Colección de documentos titulada Privilegia pontificum et imperatorum ad dignitatem sanctae romanae Ecclesiae spectantia.

Biografía del cardenal Giovanni Battista Mellini.

Libelo contra el comisario apostólico Battista dei Giudici titulado Notabilia historica.


III. EL “LIBER DE VITA CHRISTI AC OMNIUM PONTIFICUM”

1. El proyecto.

Según leemos en el Proemio de su obra, Plátina escribió su obra maestra por “mandato” del papa Sixto IV. A partir de ahí se ha dicho que la obra sería, o al menos debería haber sido, la fundamentación histórica de la ambiciones terrenales papales. Pero ese supuesto “mandato” debemos tomarlo en el contexto de su ambiente cortesano, y por tanto es probable que tras esa fórmula de cortesía debemos entender que fue Plátina quien concibió el proyecto, tomó la iniciativa de sugerirla al papa y se ofreció a escribirla.

Si es cierto que Sixto IV esperaba que la biografía de los papas de Plátina fuese una laudatoria proclama de la autoridad papal a lo largo de los siglos, entonces debió quedar decepcionado, pues si por algo destaca esa obra es porque Plátina lanza punzantes críticas contra todos los que piensa que fueron malos pontífices, y en general denuncia la decadencia y corrupción del alto clero.

En su obra hay la defensa de un proyecto político, pero no es de la autocracia papal del s. XV sino de una utópica república romana, independiente de las potencias extranjeras, gobernada por sabios y santos pontífices, elegidos por libre votación del clero y el pueblo romano, es decir una variante de los ideales cristiano-platónicos del humanismo de la Academia Romana.

Plátina no tenía formación teológica, y por tanto sobre las principales cuestiones teológicas y canónicas solo tenía la información de un italiano culto de su época. No sería acertado entonces buscar un proyecto teológicamente fundamentado en su obra, buscar una “eclesiología”. Pero eso no quita que Plátina tuviese una idea de lo que debería ser el papado, los rasgos morales que debería caracterizar a un pontífice, una visión sobre qué papel político debía jugar en Roma, en Italia y el mundo cristiano. Incluso a veces no duda en dar su punto de vista sobre cuestiones netamente teológicas (por ejemplo en 96, 13, donde argumenta a favor del culto a las imágenes). Plátina no es un narrador neutral sino que con frecuencia adjunta su opinión o comentario, que suelen tomar un cariz contundente e inapelable, conforme a su temperamento y a su habilidad como escritor.

Plátina debió trabajar febrilmente en su obra pues la concluyó en menos de tres años, entre 1472 y principios de 1475, cuando ofreció a Sixto IV el primer ejemplar manuscrito (ms. Vat. lat. 2044). No sabemos si al papa le entusiasmó la obra, pero al menos es seguro que mantuvo su aprecio por el autor, pues luego lo nombró y mantuvo como prefecto de la Biblioteca Vaticana.

2. Las fuentes.

Hemos visto que antes de esta obra lo único que él había escrito de corte histórico son algunas biografías y su Historia urbis Mantuae, pero Plátina contó con las “Décadas” de Flavio Biondo († 1463), el gran historiador renacentista, en las que se trazaba la historia europea desde el saqueo de Roma (a. 410) hasta su época (a. 1442). La obra de Biondo es notable porque es el primer intento serio de escribir una historia de la Edad Media, se entiende el valor de usar las fuentes más antiguas y genuinas, y porque decididamente rechaza lo legendario. Por desgracia Plátina no llegó a usar el texto mismo de Biondo sino la telegráfica pero popular Abbreviatio realizada por Eneas Silvio Piccolomini (después papa Pío II). De todos modos, aunque descarnada, la obra de Biondo será la base histórica firme que usará Plátina para levantar su propio edificio y su principal cantera de datos de historia secular.

Los materiales para las biografías papales procederán en gran parte de dos textos: el Liber pontificalis y la Historia ecclesiastica nova de Tolomeo de Lucca.

El llamado Liber pontificalis es una recopilación de crónicas sobre los pontificados de todos los que han ocupado la sede de Pedro. Esta colección probablemente empezó a formarse a partir del s. VIII-IX, y prosiguió acrecentándose hasta el s. XV. Naturalmente fue escrita por diferentes autores, muchos de ellos anónimos, lo cual da un carácter heterogéneo a la obra, en el fondo, forma y valor histórico: existen partes escritas hábilmente y con información preciosa, pero también hay secciones de poca calidad en el fondo y la forma, y sobre algunos papas apenas hay información. Por lo tanto no se puede hacer un juicio general sobre su valor histórico, sino sobre cada autor o sección de la obra, pero sin duda en general es una fuente fidedigna e imprescindible para la historia medieval, y en particular para la de Roma y los pontífices. Por desgracia una obra de este tipo sufrió muchas vicisitudes en su redacción y transmisión, siendo múltiples veces retocada, abreviada, ampliada en cada sucesiva edición, y de hecho Plátina utilizó un ejemplar del s. XV,38 texto que encerraba muchas erratas en la escritura de nombres y de fechas, así como interpolaciones.

La Historia ecclesiastica nova, desde el nacimiento de Cristo hasta el 1312, escrita por el dominico Tolomeo de Lucca (o Bartolomeo Fiadoni † 1327), discípulo de santo Tomás de Aquino, seguramente fue la mejor historia de la Iglesia escrita en el Medioevo por la variedad de fuentes, por el cuidado en citarlas y porque reflexiona sobre las contradicciones en las fuentes y muchas veces emite juicios críticos sobre los hechos y personajes que describe. Además fue el primero en narrar la historia de la Iglesia en estrecha conexión con el desarrollo de la historia secular, no dos relatos paralelos, como había hecho el dominico Martín de Oppava († 1278) en su Chronicon pontificum et imperatorum. Tolomeo incluso se preocupó de anotar otros hechos (terremotos, hambrunas, prodigios, sucesos en Oriente, etc.) y personajes (especialmente santos y escritores) que habían destacado en cada época. De ese modo su obra no era una mera recopilación estática y fragmentada de nombres, hechos y fechas, sino un relato vivo y dinámico, en el que también había espacio para el análisis crítico de las fuentes y de los hechos. Plátina usó abundantemente el esquema y materiales de Tolomeo, y aunque no pretende escribir una historia de la Iglesia sino una colección de biografías papales, entiende la necesidad de insertarlas en el más amplio contexto de la historia secular. Además todos los particulares que no se hallan en la telegráfica Abbreviatio de la obra de Biondo, especialmente aquellos referidos a santos, teólogos y anécdotas (muchas de ellas fábulas), los usará Plátina pero de modo mesurado, como pequeñas pinceladas para mejor ilustrar la época o simplemente para rellenar aquellas biografías de las que poseía pocos datos, siempre conservando la proporción, para que el lector no se distraiga demasiado del hilo principal del relato.

Estas tres obras, el Liber pontificalis, la de Biondo y la de Tolomeo, serán los libros de cabecera de Plátina, los que ofrecerán el esquema y el tono dominante, y a los que echará mano con más frecuencia durante casi todo su relato. Naturalmente él usará muchos otros textos para cada determinado tramo histórico, y en general Plátina acierta en escoger los testimonios más fidedignos, pero por supuesto fueron muchos más los que pasó por alto o simplemente no estuvieron a su alcance. Al final de cada parte de esta edición haré del modo más exhaustivo y preciso posible un elenco de las fuentes de Plátina.

3. Estructura.

La obra de Plátina es original aunque su plan está inspirado en el Liber pontificalis y en la Historia de Tolomeo. Del Liber usa la división no en décadas como Biondo, ni en libros como Tolomeo, sino por papas: cada pontífice tiene su propia sección, sin importar que a veces haya problemas por ejemplo como cuando hubo varios papas a la vez, sin importar que de algunos no se sabía más que el nombre y otros ocupaban varias páginas. Su obra se presenta pues en primer lugar como una sucesión de pontífices. Advierto que no me refiero a la “sucesión apostólica” en sentido teológico, que tanto ha preocupado a los historiadores eclesiásticos, sobre todo desde el s. XIX, algo obsesionados por mostrar una lista de papas legítimos sin fractura. Plátina naturalmente conoce la radical diferencia entre un papa y un antipapa, pero en su colección, lo mismo que Tolomeo y otros antes que ellos, más bien quiere contar la historia de todos los que, legítima o ilegítimamente, ocuparon el trono papal, es decir la sucesión histórica de personajes que efectivamente rigieron el pontificado. Sobre todo por la sencilla razón (tal como lo constatan hasta hoy los historiadores de la Iglesia) que hay muchos casos en que difícilmente se puede demostrar la legitimidad o no de algunos papas. Por lo tanto se enumeran todos, y se deja a teólogos y canonistas dilucidar la legitimidad de los casos dudosos. El único propósito de Plátina al exponer su tema así es que toda la atención del lector esté centrada en los personajes, es decir en los pontífices.

En el cuerpo de cada biografía Plátina ordena la materia según un esquema propio, con rasgos similares al del Liber y al de Tolomeo cuando se ocupa de un papa. Este esquema, con las necesarias variantes impuestas por los materiales de cada biografía, es: a) datos biográficos: lugar de origen, familia, datos sobre su vida previa y sobre la elección; b) principales sucesos de política eclesiástica y secular ocurridos en su pontificado, que es el grueso del relato; c) otros personajes y hechos destacados de su época; d) por último la muerte del papa, años de pontificado, y tiempo que la sede quedó vacante.

En la redacción de cada biografía Plátina no cuenta con total libertad sino que depende en gran medida de la cantidad de información que posee sobre cada papa. Cuando los materiales lo permiten parece esforzarse en crear una justa proporción entre el mismo relato biográfico del papa y el relato de los sucesos seculares, u otros hechos eclesiales (concilios, herejías, etc.), y sobre otros personajes y sucesos, de modo que en la medida de lo posible (esto no siempre lo logra) el protagonismo sea para el personaje de cada biografía. Por eso sea cual sea la cantidad de información que se tenga casi siempre se abre y se cierra con el personaje de la biografía.

La información que incluye parece seleccionada con cuidado, siguiendo tres criterios: por un lado, naturalmente, los hechos históricamente más relevantes, y aunque en un recorrido de 15 siglos hubo muchos nombres y hechos que pasó por alto,39 y datos erróneos o personajes ficticios que fueron incluidos, sin embargo en líneas generales su selección fue bastante eficaz para su objetivo, y conforme al saber de la época. Por otro lado, el segundo criterio es seleccionar personajes o sucesos menores, para amenizar el relato, saciar la curiosidad, o simplemente llenar espacio en caso de tener poca información sobre el respectivo papa.40 Además parece existir un tercer criterio por vía negativa: evitar espesar el relato con cuestiones teológicas abstrusas (en las que fácilmente se puede caer yendo por estos prados), evitar en general la hagiografía y los diálogos y discursos artificiales propios de la retórica clásica.41

Siguiendo esos criterios Plátina intentó que cada biografía fuese como una pequeña ventana al personaje y su tiempo, un retrato en cuyo fondo se pudiesen advertir los principales hechos y personajes que marcaron su época, dando un tono secular a una materia tan sensiblemente religiosa, conservando el equilibrio entre el elogio y la crítica, según su promesa de mostrar “lo que se debía imitar y lo que se debía rehuir”.42 Es indudable que por la limitación de sus fuentes y otros factores no siempre lo consiguió, pero a juzgar por el éxito que tuvo entre sus contemporáneos, logró satisfacer el estándar de rigor científico de aquellos tiempos. Y quizás parte del éxito de su obra estuvo en que fue un manual manejable: no tan breve que el lector se quede en ayunas, ni tan detallado que el lector se asuste y pierda en un laberinto. Un manual fácil de consultar por su división de la materia, y además que podía ser fácilmente entendido por cualquier persona culta, aunque no supiese teología. Y esta característica de la obra de Plátina no fue producto de una casualidad, sino un objetivo buscado trabajosamente, y por tanto un brillante mérito.

4. Contribución al cultivo del latín.

Además Plátina en su Proemio prometía reformular aquello que en las antiguas fuentes fue escrito sin “ninguna composición ni elegancia …. por torpeza e ignorancia de las bellas letras”. Y en esto sin duda también consiguió un gran éxito a los ojos de sus contemporáneos. También en esto tuvo que lidiar contra su temática, que en sí misma podía ser árida, confusa o pobre de datos. Esto lo vio claramente Erasmo que lamentó que Plátina no hubiese tenido un argumento más favorable.43 Por lo tanto no nos extraña que no pueda mantener su promesa en toda la obra al mismo nivel. Además si Plátina hubiese escrito toda su obra buscando la belleza de la forma, seguramente el resultado hubiese sido tan ampuloso y rebuscado que no hubiese contentado a nadie. Por lo tanto muchas veces el prefiere mantener el tenor casi telegráfico de la Abbreviatio (nadie podrá acusar a Piccolomini de rudeza), o el tenor frío y metódico (pero eficaz) de Tolomeo, que son aptos para su objetivo de enjundiosa brevedad. Sin embargo cuando tiene espacio para que su pluma corra más libremente, entonces sale a relucir la elegancia de su latín. Y fue muy apreciado por sus contemporáneos y en los siglos siguientes ese tenor general de su obra: correcto, ágil y directo, pero sazonado aquí y allá de vez en cuando con unas perlas de elegancia latina, sea arremetiendo con ironía contra vicios o personajes nefastos, sea invitando de modo vibrante a la virtud. Ese fue otro de sus logros y otra clave de su éxito.

5. Juicio sobre Plátina y su obra.

Plátina fue aclamado por sus contemporáneos como historiador y latinista, pero durante el s. XVI la simpatía que produjo su lectura entre el público protestante (a causa de sus críticas contra la corrupción del papado) fue causando un proporcional desapego y desconfianza en el mundo católico. Desde entonces la mayoría de autores de la esfera católica se sintieron en el deber de temperar el valor de su obra: desacreditando su opinión porque él estaba lleno de rencor contra el papado en general, y contra Pablo II en particular; desacreditando su persona, presentándolo como un cobarde adulador de los papas, o como uno que “no vivía lo que predicaba”; o minusvalorando su obra, como llena de errores y préstamos que en último término casi sería un plagio de otros autores. Por eso tras el final del concilio de Trento poco a poco el texto latino se fue dejando de lado y Plátina se leyó principalmente a través de sus traducciones, con los debidos recortes de los fragmentos escandalosos para las oídos píos.

A pocos autores católicos (no digo los heréticos) se le sometió a una campaña de silencio y desprestigio como a Plátina. Rastros de esa detestable campaña todavía hoy puede leerse entre aquellos que se limitan a cortar y pegar sin reflexionar. Por ello es necesario detenernos un momento en esas acusaciones.

Siempre es indicio de falta de argumentos y bajeza moral cuando para criticar una obra se debe apelar a la vida personal del autor, como si diciendo “Hemingway era borracho” y “Tchaiskovsky era homosexual” restase algo de mérito artístico a sus obras. Peor aún si se lanza falsedades. Plátina fue injustamente apresado dos veces por orden del papa Pablo II y sometido a tortura. ¿Tenía razones para odiar y despotricar de ese papa? Indudablemente. ¿Lo hizo? Rotundamente no. Es cierto que se complació más en pequeños comentarios hirientes contra él que con ningún otro, pero en ninguna parte se encuentra una línea que pueda ser tachada de calumniosa o dictada por el odio. ¿Se deleitó en enumerar los defectos del papa? Sí, bastante. ¿Exageró sus defectos? Es posible que a veces; pero sin duda no más que tantos otros han exagerado alabando desorbitadamente las virtudes de Pablo II. Lo cierto es que quien lea con objetividad la biografía de Pablo II verá que las supuestas diatribas de Plátina más existen en la cabeza de sus detractores que en el tenor de sus palabras, y constatará que el autor supo moderar y temperar la antipatía que seguramente sentía.

También estos detractores, escarbando entre las cartas que Plátina escribió durante su segundo encarcelamiento, han querido destruir la imagen de hombre íntegro y valeroso que gozó entre sus contemporáneos. Se le acusa básicamente de haber suplicado por su vida, de haber ocultado bajo manto de adulación y sumisión su verdadero carácter lleno de odio y revancha contra el papa. En realidad Plátina mientras fue torturado y estuvo encarcelado hizo lo que cualquier persona digna y sensata hubiese hecho estando en manos de un autócrata con poder de vida y muerte: se defendió, pidió ayuda a sus amigos, escribió al papa declarando su inocencia y que si por omisión había faltado, que se le perdonase. La vileza o hipocresía solo existe en la mente de los que quieren dibujar a Plátina como un monstruo de odio y cobardía, pues pocos en su misma situación pueden mantener la entereza que vemos en sus cartas de prisión y su ecuanimidad al escribir años más tarde la biografía de quien tan mal lo trató.

Por otro lado, del repaso de las fuentes y de la constatación de los abundantes préstamos, muchas veces al pie de la letra, sería un error restar mérito a la obra de Plátina. En aquella época la historia científica estaba en estado embrionario, y cuando se debían narrar hechos que el escritor no había presenciado ni contaba con testigos presenciales, solo quedaba el recurso a las fuentes escritas del pasado. El autor a lo más podía resumirlo o describirlo con otras palabras, pero en substancia no podía ser otra cosa más que un reflejo de sus fuentes. Por eso en todos esos siglos es visto con naturalidad el tomar largos fragmentos de otros autores, incluso sin citarlos. El mismo Biondo rara vez cita alguna de sus fuentes: señal de la grave pérdida de la metodología que resplandecía en Tolomeo de Lucca. También abundantes fragmentos del mismo Plátina serán copiados sin citarlo al pie de la letra hasta por autores del s. XVIII.

Por otro lado, a algunos comentaristas de Plátina también se les oye lamentarse neciamente por los numerosos errores históricos que existen en su obra. Los que así se lamentan parecen olvidar que todas las ciencias han empezado tanteando poco a poco el camino, equivocándose mil veces e iluminando con dificultad pequeñas porciones de saber. Juzgar desde lo alto de nuestra magnífica torre actual del saber a aquellos grandes espíritus que con esfuerzo, clarividencia y audacia pusieron los primeros, quizás toscos, fundamentos de esta misma torre, es una necedad que parece increíble que haya que tomarse la molestia de recalcar, pues solo un necio tacharía de pereza, incapacidad o mala fe a un Galeno, Hipócrates, Avicena por sus rudos aportes a la medicina, o un Kepler, Copérnico y Galileo por sus balbuceos sobre astronomía. Pues lo mismo debe aplicarse a un Tolomeo, un Biondo y un Plátina que osaron erigir, el primero una historia de la Iglesia, el otro una historia de Europa medieval, y una colección de biografías papales el último. Es natural que sus escritos todavía estén plagados de inexactitudes y errores. Pues aunque sobre algunos hechos y personajes existían múltiples relatos en los que el investigador podía comparar y extraer el hilo más verosímil, el problema surgía cuando no había fuentes, o no se conocían, o las que tenía a mano estaban contaminadas o eran falsas. La falta de elementos extrínsecos para juzgar la veracidad de los relatos escritos hacía que muchas veces el investigador solo contase con su instinto para decidir cuál era el relato más verosímil. Y en el s. XV había tal acumulación de errores afianzados por la repetición, falsificaciones, leyendas, y un profundo desbarajuste cronológico, que nos maravilla que hubiese intelectos lo bastante intrépidos para lanzarse a la aventura de construir obras históricas de amplio alcance, y no limitarse únicamente al período de sus vidas. Gracias a estos trabajos de síntesis que pusieron el marco general de trabajo o las hipótesis principales que fundar o refutar, en los siglos siguientes se pudo ir lentamente corrigiendo los defectos, ordenando y añadiendo nuevas piezas del inmenso rompecabezas de la historia medieval, gracias al trabajo de innumerables estudiosos, que todavía hoy continúa.

Naturalmente deben hacerse notar los errores o confusiones en la obra de Plátina, y creo que nuestra edición las resaltará mejor que ninguna otra. Pero la constatación de las penurias de los historiadores del s. XIV (y Plátina era muy consciente de sus propias limitaciones)44 no debe desembocar en críticas anacrónicas a la metodología de Plátina, que era conforme al estándar de la época, ni mucho menos a su persona.

IV. EDICIONES DEL “LIBER DE VITA CHRISTI AC OMNIUM PONTIFICUM”

1. Los manuscritos.

La obra maestra de Plátina por primera vez vio la luz en dos manuscritos: el ms Vat. lat. 2044 y el ms Angelico 222, cuya descripción detallada puede verse en la edición de Gaida. A nosotros aquí nos basta con resaltar lo siguiente: a) el ms Vat, lat. 2044 fue el ejemplar que Plátina ofreció al papa Sixto IV; b) contiene correcciones a mano del mismo Plátina, la mayoría reflejadas en las siguientes ediciones, aunque no algunas de menor importancia, por ejemplo véase 94, 11: “appetente” por “apparente”; c) este ejemplar contiene la biografía inacabada del papa Sixto IV, con lo cual se demostró que él era su autor;45 d) en abril de 1888 fue redescubierto este manuscrito por el historiador alemán L. Pastor († 1928), que mostró su peculiar importancia;46 e) el ms Angelico 222 se considera que es posterior al ms Vat. lat. 2044 porque recoge la mayoría de las correcciones a mano que le hicieron; de todos modos tiene otros errores, diferencias y también contiene algunas correcciones hechas a mano por Plátina, sobre todo en la biografía de Pablo II. Esto significa que Plátina realizó pequeñas modificaciones en distintos momentos a esta biografía, muchas veces suavizando algunas expresiones contrarias a Pablo II.

El año 1999 el estudiosos Piero Scapecchi anunció el descubrimiento de otro manuscrito (ms Florencia, BNC, Conventi Soppressi C 4, 797), que a juzgar por las anotaciones (algunas del mismo Plátina) el estudioso especula que fue el borrador que se envió a los impresores de la edición de Venecia 1479 y 1504.47

El estudio y comparación de estos tres manuscritos, con sus distintas correcciones y peculiaridades ortográficas, son parte imprescindible para arrojar plena luz sobre esta obra de Plátina.48

2. La edición príncipe de 1479.

La otra pieza clave es la edición príncipe incunable impresa en Venecia 1479 [vdIb y BC] por Iohannes de Colonia y Iohannes Manthen, bajo la supervisión del humanista Girolamo Squarzafico, que revisó la ortografía. Esta fue la última que se realizó en vida de Plátina y en la que se recogen sus correcciones, por lo cual es el más fidedigno ejemplar de la redacción definitiva, aunque hay que tener en cuenta que esta edición no contiene la biografía de Sixto IV. Antes del hallazgo del manuscrito de Florencia se creía que todas las ediciones impresas posteriores se habían hecho directa o indirectamente a partir de la edición de 1479. El libro es de tamaño folio, los caracteres son similares al romano, dejando espacio para que las letras capitulares fuesen rellenadas a mano (como se ve en el ejemplar de vdIb, en cambio el ejemplar de BC no fue rellenado). El libro contiene en total 242 folios49 (= 484 páginas): al inicio uno en blanco por ambos lados, el siguiente está en blanco en el lado recto y en el reverso contiene la carta de Squarzaficus a Plátina y el “registrum chartarum”,50 luego sigue el proemio y el cuerpo de la obra dividido en cuadernillos de 10 folios (el A, &, cc), de 6 folios (Q, ee, ff) y otros 24 de 8 folios, y al final hay otro folio en blanco por ambas caras. Cada biografía está encabezada con el nombre del respectivo papa en mayúscula (en el ejemplar de vdIb se ha agregado un sencillo adorno en azul). El cuerpo de cada biografía siempre empieza con el nombre del papa también en mayúscula, dejando espacio en blanco para la letra capitular (que en el ejemplar de vdIb aparece en rojo). Hay que resaltar que esta edición se suprime la numeración de los pontífices.51

3. Las ediciones incunables de 1481, 1485 y el ms de 1489.

La siguiente edición que se conserva es la de Nuremberg agosto 1481,52 impresa por Antonius Koburger. Esta obra se caracteriza por disolver todos los diptongos “ae” y “oe” en “e”. Esta edición es copia de la de 1479, e incluso reproduce la carta de Squarzafico a Plátina suplantando con su propio nombre el de los editores de Venecia.53

La edición incunable impresa en Treviso 1485 en el taller de Ioannes Rubeus Vercellensis (= Giovanni Rosso) está hecha a partir de la de 1479. En el ejemplar de BSB vemos que en las páginas iniciales que iban en blanco el bibliotecario de la abadía de San Quirino de Tegernsee (Baviera) registra a mano que ese ejemplar fue adquirido en 1488 y luego ha agregado un índice alfabético de los papas y el respectivo número de folio donde se encuentra. El volumen contiene 135 folios impresos, sin contar las páginas en blanco. Los folios no están numerados pero alguien agregó a mano una numeración errónea.54 Las letras capitulares estan dibujadas en estilo gótico en color rojo. Además se han hecho marcas de color rojo para resaltar el inicio de las frases, pero muchas veces de forma desafortunada. Tiene el valor de usar pocas abreviaturas, un uso racional de puntos y mayúsculas y un aspecto claro y ordenado. El editor solo introdujo pequeñas mejoras ortográficas respecto a la edición de 1479, aunque a veces lo sigue hasta en las erratas.

Existe una copia manuscrita de la edición de 1485 realizada en Florencia 1489 (Laurenziana, Plutei 65, 38), según nos informa el mismo copista al final de la obra.55 El margen superior e izquierdo de la primera página está decorado con dibujos sobre fondo dorado y arriba en el centro se ve el escudo papal de los Medici.56 Esta escrita con bella caligrafía, y el título de cada biografía está en tinta roja, y la letra inicial del texto está escrita en dorado sobre fondo azul. El escriba de este manuscrito realizó algunas correcciones ortográficas al texto de 1485.

4. La edición de Venecia 1504.

En agosto de 1504, Venecia, Philippus Pincius hizo la primera edición de la obra de Plátina en el s. XVI bajo el título de Hystoria de vitis pontificum, que con el tiempo se popularizará y suplantará el título original. El primer folio está en blanco por ambas caras; el siguiente tiene en el anverso un grabado que representa a Cristo y los pontífices de pie ante un escriba que redacta un libro, el reverso está en blanco. El siguiente folio, que aparece numerado como 2, contiene el proemio. En total hay 205 folios estampados, más otro folio final en blanco por ambas caras, dando un total de 207 folios.57 El Liber de vita Christi ocupa los folios 2r -146r, y en f. 146v hay un índice con los nombre de los papas ordenados alfabéticamente y el respectivo folio donde se ubican (el ejemplar digital de BSB acaba aquí). Luego siguen diversas obras de Plátina.58 En cada biografía el nombre del respectivo papa va en mayúscula en el título y en la primera línea. Todas las letras capitulares están en un cuadrado decorado con flores y hojas. Además esta edición es la primera en colocar al margen de página unas breves glosas descriptivas de la materia que se trata y, como hemos dicho arriba, un índice alfabético de los papas. La edición es afeada por lo abigarrado del texto, el uso caótico de mayúsculas y signos de puntuación, y el frecuente recurso a las abreviaturas. Sin embargo esta edición es valiosa si efectivamente es copia del ms hallado por Scapecchi, en cuanto proviene de un texto revisado por el mismo Plátina. Su análisis interno y la comparación con la edición de 1479 en efecto muestra que en muchos pasajes ofrece mejores lecturas,59 y por lo tanto es otra pieza imprescindible en una edición científica de esta obra de Plátina.

5. Otras ediciones del s. XVI - XVII.

En París octubre de 1505 Franciscus Regnault reimprimió la edición de Pincius, bajo el mismo título y sin glosas explicativas, pero mejoró el uso de mayúsculas, puntos y comas. Además esta edición por primera vez agregó un anexo con las vidas de los papas siguientes, en este caso Sixto IV, Inocencio VIII, Alejandro VI y Pío III.60

Tomando como modelo estas ediciones de 1504 y 1505 aparecieron la edición Venecia 1511, también de P. Pincius; la edición Lyon 1512 de G. Villiers; la edición de Venecia 1518 de Gulielmus de Fontaneto.

La edición Colonia 1529 fue hecha bajo la dirección del teólogo humanista Arnoldus Vesaliensis, en la imprenta de Godefridus Hittorpius. Es la primera que agrega un índice de personajes que aparecen en la obra. También uniformó el uso de mayúsculas y los signos de puntuación y agregó útiles glosas al margen de página y optó por volver a colocar ahí el número de orden de los pontífices.

La edición París 1530 del impresor Iehan Petit (Jean Petit) apareció cone el título: De vita et moribus summorum pontificum historia. En el prefacio el editor dice que halló la obra “tum multiiugis mendis, tum monstrosis erroribus defecatum” y que él ha logrado “in pristinum nitorem reducere”. También agregó breve glosas descriptivas al margen de página, mejores que las de Venecia 1504, pero inferiores a las de Colonia 1529. Además agregó un breve sumario al inicio de algunas biografías.

Siguieron las ediciones de Nuremberg 1532, Colonia 1540, 1551 y 1552 que son reimpresiones de la edición de 1529 con algunas variantes.61

En 1562, Venecia, Onofrio Panvinio publicó su edición en la imprenta de Michael Tramezinus. Esta edición es importante más para la historia de la Iglesia que para el texto de Plátina, por la erudición de las notas, tablas, indicaciones cronológicas y diversas explicaciones con las que acompaña el texto. Panvinio es el primero que se atreve a alterar un pasaje de la obra por motivos dogmáticos,62 y así anuncia las mutilaciones a la obra que se harán en las traducciones en territorio católico.

Nuevas reimpresiones del Panvinio se hicieron en Colonia 1568 (con correcciones y añadidos de Panvinio); Lovaina 1572; Colonia 1573 y 1574; Venecia 1592 y 1613; Lieja 1597; Colonia 1593, 1599, 1600, 1610, 1611, 1612, 1614, 1626.

En 1644 y 1645 se publica en los Países Bajos una edición basada “fideliter a litera ad literam” en las ediciones de Venecia 1479 y Colonia 1529, en la cual además se agrega una nueva tabla sincrónica de papas, emperadores y concilios. Tras ellas todavía se publicó una (Leyden?) 1645, Colonia 1660 y otra sine loco 1664 y 1695

6. Traducciones.

Respecto a las numerosas traducciones solo resaltamos la francesa de París 1519 de Gallyot Dupré, titulada Les Généalogies, Faits et Gestés des Papes; la alemana de Strasburgo 1546, titulada Leben von der Päpst und Keiser, con una continuación de los siguientes papas hasta papa Julio III y el inicio del concilio de Trento, escrita para público protestante. Por parte italiana tenemos la Venecia 1552 de Giovan María Bonelli, la Venecia 1560 de Francesco Lorenzini da Turino, y la de Venecia 1594 de Bartolomeo Dionigi da Fano. Y por parte inglesa la traducción más difundida es la del diplomático e historiador sir Paul Rycaut († 1700),63 impresa en Londres 1685, bajo el título: The Lives of the Popes, a la cual el traductor agregó primero una introducción histórica y luego una continuación de los hechos más notables hasta su propio tiempo, pero suprimió el proemio de Plátina y la vida de Cristo.

7. La edición de 1913.

El año 1913 se publicó en R. I. S. N. E., t. 3/1, en dos volúmenes, la edición científica preparada por Giacinto Gaida, para la cual contó con los tres mejores textos de la época: el ms. Vat. lat. 2044, el ms. Angelicus 222 y la edición príncipe, Venecia 1479. La edición de Gaida debería haber sido prácticamente la definitiva en cuanto a establecer el texto latino. Sin embargo por desgracia la edición de Gaida quedó lejos de ese objetivo, pues padece los siguientes defectos: a) está plagada de erratas tipográficas; b) apenas expone las variantes de 1479, y hay indicios de omisiones y errores en la recensión de Vat y Ang; c) ha claramente corregido la ortografía del texto sin señalar casi nunca las variantes originales. Todo este cúmulo de defectos producen una gran incertidumbre durante la lectura del texto. Pero sin duda sus omisiones son lo más dañino pues inducen a crear una falsa sensación de uniformidad o consenso donde no lo hay, lo cual constituye un defecto metodológico imperdonable. Se impone pues una nueva edición crítica de los manuscritos Vat, Ang y la edición príncipe de 1479, a los cuales se debe añadir el ms de Florencia y la edición Venecia 1504.

La obra de Gaida aunque lamentablemente falló en su objetivo principal, sin embargo está claro que es la primera edición científica y en líneas generales su texto tiene gran autoridad, a pesar de los defectos antes mencionados. Además es encomiable el material que reunió sobre la biografía de Plátina (especialmente sobre su segunda prisión), sobre las ediciones de la obra y las fuentes que usó: una tarea compleja y extensa que realizó con eficacia.

8. En la actualidad.

Desde su publicación la edición de Gaida es la tabla de salvación a la que se aferran todos los estudios sobre esta obra de Plátina, pues nadie más ha intentado una nueva edición, excepto el catedrático Anthony D'Elia que bajo el título The Lives of the Popes, Harvard 2008, ha publicado texto latino y traducción al inglés desde el inicio hasta el pontificado de León I († 461), y actualmente está preparando el período que va de Martín V (1369 - 1431) hasta la inacabada biografía de Sixto IV († 1484). Aunque D'Elia ha tenido en cuenta las correcciones del ms de Florencia, sin embargo por desgracia ha dado por buena la edición de Gaida, que toma como texto base y por lo tanto quedan en la sombra los valiosos aportes de las ediciones de 1479 y 1504. Esperemos que en las próximas entregas decida construir su edición colocando bases nuevas.

V. NUESTRA EDICIÓN

1. Textos fundamentales.

Nuestra edición está formada a partir de los siguientes textos:

1.- Venecia 1479: la edición príncipe y única hecha en vida de Plátina. Existe una copia digital en vdIb: las imágenes son de gran calidad pero las páginas están expuestas en desorden y falta el f. 2r. Existe otra copia digital en la UC, buena calidad de imagen y fácil consulta, con el único defecto que existe un salto en la numeración del folio 207v al 209r, y descompone el orden de los siguientes.64

2.- Venecia 1504: la segunda y última edición hecha a partir de un manuscrito corregido por el mismo Plátina, y que por lo tanto posee gran autoridad. Este texto junto con el de 1479, que representan el producto final de Plátina, son los dos pilares centrales de nuestra edición. Uso el ejemplar de ON. El ejemplar de BSN también está en GB.

3.- Città di Castello 1913: posee máxima autoridad cuando especifica sus fuentes, es decir en cuanto expresa la lectura de Vat y Ang. En el resto de casos su valor siempre es alto, pero no definitivo, hasta que se haga un nuevo estudio crítico de esos manuscritos; especial desconfianza deben suscitar las palabras cuya ortografía ha podido ser corregida sin notificación.

Nuestra edición no puede ser una edición definitiva, en cuanto no podemos acceder a los ejemplares manuscritos Vat, Ang y Flor, pero al menos esperamos solventar de modo definitivo el estudio crítico relativo a las ediciones de 1479 y 1504, y en general esperamos dar al lector una edición superior a la de 1913, respecto al texto latino, respecto a la información sobre Plátina y su obra, respecto a las notas explicativas, y para el público castellano, la primera traducción fidedigna de esta obra.

2. Otras ediciones consultadas.

Además de estos tres textos también he consultado con especial atención:

4.- Treviso 1485: edición realizada tomando como modelo la de 1479.

5.- Venecia 1505: edición realizada tomando como modelo la de 1504.

Estas dos ediciones solo conectan indirectamente con la obra de Plátina, y por lo tanto no son decisivas ni imprescindibles. Sin embargo justamente debido a su dependencia y cercanía temporal a las dos ediciones fundamentales me ha parecido útil tenerlas en cuenta para confirmar por vía positiva o negativa el tenor del texto, es decir únicamente para ilustrar aspectos ortográficos.65

Solo he usado puntualmente para revisar hipótesis en casos de corrupción de textos:

6.- Colonia 1529: editada por el humanista Arnoldus Vesaliensis.

7.- Venecia 1562: editada por el historiador O. Panvinio.

3. Sobre el aparato crítico.

El texto latino de nuestra edición es siempre el de 1479. Me aparto de él en los siguientes casos: 1.- cuando se trata de una mera y evidente errata tipográfica (en estos casos siempre corregiré, aunque todas las ediciones sean concordes en reproducir la errata); 2.- cuando su ortografía es menos correcta que la de 1504 o 1913, pero en algunos casos, por ejemplo en el uso de diptongos, corrijo únicamente a partir de 1504, ya que 1913 suele corregir sin especificar si es del editor o de sus fuentes; 3.- cuando el texto erróneo puede causar confusiones y no hay variantes mejores: esto lo aplico sobre todo cuando se trata de verbos, en los demás casos simplemente coloco la palabra errónea en cursiva; 4.- asimismo cuando los nombres de personas o lugares son menos correctos que 1504 o 1913 (si no hay variantes mejores coloco el nombre en cursiva y una nota).

Siempre que me aparto de 1479 lo señalo con una nota. También siempre que 1504 y 1913 se apartan de 1479. Por lo tanto las palabras que no están anotadas tienen el consenso de estas tres ediciones.

Por lo tanto, exceptuando el caso de verbos y otros pocos casos, no corrijo leves peculiaridades ortográficas, por ejemplo cuando 1479 y 1504 cambian “ti” en “ci” (nuncius, precium, etc.), o viceversa (ditio, inditium, etc), ni tampoco claros errores ortográficos (praesbyter, scaeuitia, etc.), pero los pongo en cursiva.

Las formas simplemente menos usuales, por ejemplo “caetera”, “nanque”, van en estilo normal. En estos casos, a diferencia de los errores, no pongo nota, a no ser que 1504 o 1913 tengan una lectura distinta.

Las palabras abreviadas en 1479 van escritas en nuestra edición de la forma más correcta, salvo que la praxis habitual en otros pasajes del texto indiquen lo contrario, anotando siempre que hay divergencia con 1504 y 1913. Por ejemplo la forma más correcta es “tamquam”, pero 1479 y 1504 usan habitualmente “tanquam”, por lo tanto en caso de abreviatura se resolverá usando “tanquam”.

Inserto en el texto un asterisco (*) para indicar texto omitido por Plátina (por ejemplo 96, 8; 108, 10; 144, 5) o duplicado por error (por ejemplo 98, 5), o erróneamente agregado por Gaida en 1913 (por ej. 126, 3).

Las variantes de la edición de 1913 son colocadas así: “Vat” o “Ang”, cuando así lo especifica la edición; “1913”, cuando no lo especifica; “Gaida”, cuando se trata de evidentes erratas. Los errores y erratas exclusivos de 1485 y 1505 no son indicados.

En la introducción de cada parte de la obra incluiré una tabla con los principales errores o peculiaridades ortográficas de la edición de 1479 y 1504.

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Tiraboschi Girolamo († 1794), Storia della Letteratura Italiana, Módena 1790, t. 6.

Vircillo Franklin Carmela, “Pro communi doctorum virorum comodo”: The Vatican Library and its service to Scholarship, en Proceedings of the American Philosophical Society, vol. 146, 4, diciembre 2002, p. 363 -384.



1 Durante un tiempo muchos autores creyeron que se llamaba “Baptista”, entre ellos el monje agustino Giacomo Filippo Foresti da Bergamo († 1520) en su Supplementum Chronicarum, Venecia 1483, lib. 15, f. 176r (aunque cambió de opinión en su edición Venecia 1492, f. 247r [BSB 505]; Franciscus Floridus “Sabinus” († 1547) en su Apologia, p. 110 y 127; Leandro Alberti († 1552), Descrittione di tutta Italia, f. 359v; con dudas el erudito suizo Conrad Gessner († 1565) en su Bibliotheca Universalis, Zurich 1545, f. 130v [BSB 300]; el cardenal Roberto Bellarmino († 1621) en su De scriptoribus ecclesiasticis, p. 425; P. Calenzanus y M. Ferronius en la edición (1637) del De principe de Plátina, el historiador alemán Peter Lambeck († 1680) en la edición de la Historia urbis Mantuae de Plátina.

2 Cf. Ciampini Giovanni, De statu abbreviatorum de Parco Maiori, Roma 1691, p. ix-x [BSB 167-168]. El autor afirma que el nombre Radulphus Bartholomaeus está atestiguado en varios documentos oficiales.

3 “... ubi et Casale Maius et Platyna, unde familia nostra originem duxit, atque item reliqua quae ad eam partem adiacent castella capta sunt et in potestatem uenetorum redacta”. Plátina, Vita Nerii Capponi Florentini, editado por Muratori, en R. I. S., Milán 1731, t. 20, col. 483.

4 Sobre el origen del nombre de su ciudad dice el mismo Plátina: “non ita multo post Iohanes Platyna in hexerchatu successit. Hunc ego crediderim dedisse nomen meo natali solo, quod Platyna appellatur, in agro cremonensi positum”. Plátina, Liber de vita Christi, Venecia 1479, f. 69r [vdIb 136]. La transliteración del griego al latín exige que se use la “y”, no la “i”, tal como lo hizo el mismo Plátina. Cf. Ciampini Giovanni, De statu abbreviatorum, p. x [BSB 168].

5 El primer autor que le aplica ese apellido dice brevemente sin citar ninguna fuente: “Baptista de Sacchis ex uico Platinae agri cremonensis, et ab eo nuncupato Platina, excellente hystoriographo et qui scripsit uitas summorum pontificum et multa alia opera, Romae ex epidemia mortuo”. Cavitelli Lodovico, Cremonenses annales, a. 1481, Cremona 1588, f. 214v.

6 No especifica cuál era el manuscrito, ni si leyó ahí el apellido o lo añadió de otra fuente: “Pervenit …. ante menses ab hinc tres, ad manus meas praesens hoc Baptistae Sacci Platinae, viri omni doctrinarum genere clarissimi, manuscriptum opusculum, Διαλύπωσις, siue Descriptio Principis intitulatum”. Egenolphus Emmelius, Epistola dedicatoria, en Plátina, Principis Diayposis, Frankfurt 1608, p. 3.

7 “Ita hic autor re vera fuit appellatus, praenomine videlicet Baptista, nomine autem gentilitio Sacchus vel de Sachiis, ut praeter expressam integram scripturam codicis caesarei ex quo Historia haec Mantuana desumpta est”. Peter Lambeck, Annotationes, en Plátina, Historia Mantuana, Viena 1675, p. 443 [BSB 459].

8 Lambeck fue criticado por llamarlo Baptista, pero se admitió sin discusión su testimonio respecto al supuesto apellido. Cf. Sandius Christophorus († 1680), Notae et Animadversiones in G. Vosii Libros, Amsterdam 1677, p. 220 [BSB 240]. Muratori, Prefacio, en Plátina, Historia urbis Mantuae, Milán 1731, reimprenta de la edición de P. Lambeck, en R.I.S., t. 20, p. 611 [BSB 345]. Apostolo Zeno († 1750), Dissertazioni Vossiane, Venecia 1752, t. 1, n. 46, p. 242. Tiraboschi Girolamo († 1794), Storia della Letteratura Italiana, lib. 2, n. 34, p. 320-325.

9 Plátina escribió este epitafio para su hermano: “Xisti IV pontificis maximi anno VIII, Stephano, qui uixit annos XXVII, menses VIIII, dies XII, Platyna fratri bene merenti posuit, sibique ac posteris”. Y más abajo en griego: “Valor, oh hermano, el que ha muerto con honor nacerá de nuevo”. Cuando Plátina sintió que llegaba su hora de morir, ordenó a su discípulo Demetrio da Lucca que se añadiese este verso: “Quisquis es, si pius, Platynam et suos ne uexes. Anguste iacent et soli uolunt esse.” Cf. Mabillon, Iter italicum litterarium, París 1687, cap. 30, n. 7, p. 66. Giovio Paolo, Elogia veris clarorum virorum imaginibus apposita, Venecia 1546, f. 14r.

10 “Respondere tu quidem ac uere poteris me adolescentem et quadriennio militem leuis armaturae fuisse, et partim sub F. Sfortia, partim sub Nicolao Picinino, egregiis copiarum ducibus militasse, uidisseque multa quae ad hanc disciplinam pertinent”. Plátina, De principe libri III, Proemium ad Federicum Gonzagam, Génova 1637. Esta etapa probablemente ocurrió entre 1434/5 – 1438/9, a más tardar entre 1440 – 1444.

11 Es improbable pensar que Plátina recién iniciase sus primeros estudios con Ognibene, y tras solo 4 años fuese nombrado director de una escuela llena de humanistas. Por lo tanto no es un dato sino una suposición errónea la que dice que Plátina “iam prouecta aetate ac tirocinio posito, quod totum militiae prius tradiderat, literas didicit.” Maffei Raffaele, Commentariorum urbanorum libri, lib. 21, Frankfurt 1603, col. 777. Cf. Francesco Arisio, Cremona Literata, s. XIV, n. 75, Parma 1702, t. 1, p. 312.

12 “Fatebor ego, ingenue quidem, dum feruore adolescentiae aestuarem, amoris procella et tempestate diu uexatum, neque prius portum quietis attingere potuisse quam expiata mente amoris illecebris, philosophiae me totum ac negotio addixi”. Plátina, Dialogus contra amores, Erfurt 1510 [BSB p. 9].

13 “Hinc fit ut ego parentum meorum stulticiam mirer, qui me ad studia, cum dispendio etiam rei familiaris, tanquam ad ergastulum miseriarum omnium misere”. Plátina, Dialogus de falso et vero bono, lib. 2, París 1505 [BSB p. 31].

14 “Omnibonus Leonicenus praeceptor meus optimus, atque doctissimus utraque eruditione habetur”. Plátina, De vita Victorini Feltrensis, editado por A. Vairanus, en Cremonensium Monumenta, Roma 1778, t. 1, p. 25.

15 La “Casa Feliz” fue la escuela fundada por el humanista Vittorino da Feltre († 1446) en la que educaba niños de la nobleza junto con niños pobres.

16 “Victorini aui mei, si gentilitatis et agnationis nomina in successione disciplinarum usurpari possunt”. Plátina, De vita Victorini Feltrensis, loc. cit., t. 1, p. 15.

17 También conocida como Academia Neoplatónica. Fue un círculo de intelectuales encabezado por Marsilio Ficino, con el apoyo económico de Cósimo de Médici, centrada principalmente en la traducción de las obras de Platón, Plotino y otros escritores neoplátónicos, que eran vistos como predecesores del pensamiento cristiano, y se esforzaban por dar una lectura cristiana a elementos mitológicos.

18 Plátina, Divi Ludovici marchionis Mantuae somnium, editado por A. Portioli, Mantua 1887.

19 No se sostiene la afirmación de Gaida que esta obra es una traducción al latín de los Commentari de Neri Capponi (editado por Muratori, en R. S. I., t. 18, Milán 1731, col. 1157 ss.), a los que Plátina simplemente ha agregado una introducción y un epílogo. Aunque, como es natural, siendo que relata los mismos hechos y a partir de la misma fuente, existe un acuerdo general, pero el texto de Plátina sigue un tenor completamente diferente y está salpicado de pequeñas anotaciones que no aparecen en los Commentari.

20 Cf. Ciampini Giovanni, De statu abbreviatorum, p. 25 y p. viii [BSB 45 y 166]. En aquel entonces ya era una práctica habitual que el Vaticano pusiese a la venta los diferentes cargos de sus organismos administrativos y judiciales, muchos de los cuales solían desempeñar laicos, a los que se les conferían las llamadas “órdenes menores”. En las décadas siguientes y especialmente en el s. XVI el asunto crecería de forma artificial y escandalosa, poniéndose en venta incluso altos cargos de la curia y multiplicándose el número de vacantes o títulos en vista a recaudar más dinero.

21 Cf. Ciampini, loc. cit., p. 31-33 [BSB 51-53].

22 La iracunda respuesta del papa la ha conservado el mismo Plátina: “Tum ille toruis oculis me aspiciens: Ita nos, inquit, ad iudices reuocas? Ac si nescires omnia iura in scrinio pectoris nostri collocata esse? Sic stat sententia, inquit, loco cedant omnes; eant quo uolunt, nihil eos moror. Pontifex sum mihique licet pro arbitrio animi aliorum acta et rescindere et approbare”. Plátina, Liber de vita Christi, Paulus II, Venecia 1479, f. 231r [vdIb 460; UC 232r].

23 “Reiecti a te ac tam insigni contumelia affecti, dilabemur passim ad reges, ad principes, eosque adhortabimur ut tibi concilium indicant, in quo potissimum rationem reddere cogaris, cur nos legitima possessione spoliaueris”. Plátina, Liber de vita Christi, Paulus II, Venecia 1479, f. 231v [vdIb 463; UC 232v].

24 Esta obra sobre la religión y la filosofía que sostienen en la tribulación seguramente fue concebida durante su primer encarcelamiento. Al salir de prisión Plátina empezó la redacción y planeaba dedicarla a Pablo II. Ya que fue apresado por segunda vez, no pudo concluir la obra hasta después de la muerte de Pablo II. Entonces Plátina hizo una nueva redacción y, aunque salvando el núcleo central, le imprimió un matiz de denuncia contra el papa difunto.

25 Buonaccorsi tuvo su formación en Florencia y Venecia convirtiéndose en poeta. En 1462 se traslada a Roma y se une a la Accademia Romana, obteniendo gracias a Plátina el cargo de secretario del cardenal B. Roverella. Cuando en febrero de 1468 Pablo II lanza la redada contra los humanistas, Buonaccorsi huye a Nápoles. Luego estuvo en Chipre donde estuvo envuelto en otra revuelta. Finalmente encontró refugio con el arzobispo Gregorio de Sanok (Polonia), donde se convirtió en una celebridad, llegando a ser consejero, diplomático y secretario del rey Casimiro IV.

26 El joven poeta Antonio Settimuleio Campano, del que Plátina dice: “Campanus, optimus adolescens et unicum saeculi nostri decus, si ingenium et litteraturam inspicis, quibus cruciatibus et dolore animi mortuum postea crediderim”. Plátina, Liber de vita Christi, Paulus II, f. 235v [vdIb 471]. Plátina tuvo secuelas en el brazo derecho.

27 “Sed quis arbitratus fuisset unius Callimachi ebrietatem et stultitiam, quem contemnebamus, quem pro ludibrio habebamus, tantam nobis et tam indignam calamitatem, no dico struerre, sed uel excogitare saltem posse? Oh nos miseros! Oh nos infelices! Qui alienae stultitiae et temeritatis poenas luimus. Vagatur liber quoquo uult post uinum et epulas, ille regnorum ac diuitiarum impudentissimus largitor. Nos uero, qui tantum imprudentia peccauimus, qui hominis stolidi somnia non deteximus, post cruciatus et tormenta in hoc infelicissimo carcere detinemur”. Platinae Epistola ad cardinalem Bessarionem, en A. Vairanus, Cremonensium Monumenta, Roma 1778, t. 1, p. 33.

28 Los últimos veinte días les permitía salir de las celdas pero los mantuvo confinados en el Vaticano. Finalmente a ruegos de los cardenales los dejó en libertad al cumplirse el año.

29 Al quedar desechado el cargo de complot, durante los largos meses que transcurrieron hasta el siguiente juicio, los humanistas gozaron de cierta tolerancia del alcaide, el cual les permitió tener libros y continuar con sus estudios. De hecho el mismo alcaide interviene en la citada obra de Plátina.

30 La obra fue acabada al año siguiente y entregada al marqués Luis III Gonzaga, según consta en una carta de Plátina fechada 23 de octubre del 1471. Cf. A. Luzio - R. Renier, Il Platina e i Gonzaga, en Giornale Storico della Letteratura Italiana, 1889, t. 13, p. 439.

31 El papa Sixto IV deseaba retomar el proyecto de Nicolás V († 1455) que quiso crear una biblioteca abierta a los estudiosos, pero que solo pudo reunir libros e iniciar las obras de acondicionamiento del futuro local. Ese proyecto fue abandonado por los siguientes papas. Sixto IV había encargado en 1472 la tarea al humanista Giovanni Andrea Bussi, obispo de Aleria, pero este estuvo demasiado ocupado en sus publicaciones de autores clásicos, hasta que falleció el 4 de febrero de 1475. Al inicio (1471) Sixto IV quiso construir un edificio nuevo, pero al final volvió al local iniciado por Nicolas V, que originalmente constaba, como en las bibliotecas conventuales, de un vestíbulo, una sala llamada “secreta”, con las obras que no podían consultarse directamente y otra sala llamada “biblioteca”, con las obras asequibles al público. A instancias de Plátina se modificó la distribución de la sección abierta al público y se dividirá en dos salas: la biblioteca latina y la biblioteca griega. En 1480 se agregará una cuarta sala llamada “Biblioteca Pontificia”, donde se conservaban registros administrativos. Cf. C. Vircillo, Pro communi doctorum, en Proceedings of the APS, vol. 146, 4, diciembre 2002, p. 368-376.

32 Este inventario arrojaba una cantidad de 2527 manuscritos. Gracias a la buena gestión de Plátina en solo seis años la cantidad llegó hasta 3498.

33 La Biblioteca Vaticana fue legalmente creada por la bula Ad decorem militantis Ecclesiae del 15 de junio de 1475. El día 18 Plátina tomó posesión efectiva del cargo, y la biblioteca empezó a prestar libros el día 30. Cf. Ruysschaert José, Sixte IV, Fondateur de la Bibliothèque Vaticane, en Archivium Historiae Pontificiae, vol. 7, p. 520, 523-524.

34 Cf. Ruysschaert José, La Bibliothèque Vaticane dans les dix premières années de Sixte IV, en Archivium Historiae Pontificiae, vol. 30, p. 87. Fue Plátina quien escribió los versos al pie de la pintura: “Templa domum expositis vicos fora moenia pontes / Virgineam Trivii quod repararis aquam / Prisca licet nautis statuas dare commoda portus / et Vaticanum cingere Sixte iugum / Pius tamen Vrbs debet. Nam quae squalore latebat / cernitur in celebri bibliotheca loco”. Bissolati Stefano, Le Vite di Due Illustri Cremonensi, p. 81.

35 La obra se titulaba Notabilia Historia e iba dirigida contra el comisario apostólico Battista dei Giudici († 1484) que quería declarar la inocencia de los judíos. Lo que conocemos de la obra es por la dura réplica titulada Invectiva contra Platinam. (Vat. lat. 11761, f. 47r – 50v; Vat. lat. 9020, f. 11-18).

36 “Vidi Platinam oppidum agri cremonensis, natalem locum Bartolomei, cognomine Platyne, uiri eruditissimi et spectatissimi, mihique in primis amicissimi, quo quidem die (o rem mirabilem et inopinatam!) Rome ille excessit e uita.” Gherardi Jacopo da Volterra, Diarium romanum, editado por E. Carusi, R. I. S. N. E., t. 23/3a, p. 67

37 Cf. Gherardi Jacopo da Volterra, loc. cit., p. 98. Los panegíricos pueden leerse al final de la edición de Filippo Pincio, Venecia 1504 [ON 403 - 416], y en la de Fucario Cervicorno, Colonia 1540 [BSB 425 - 434], entre otros.

38 Quizás Plátina usó el ms Marcianus 359, que fue propiedad de su amigo y protector el cardenal Bessarione.

39 En varias ocasiones Plátina hace constar la oscuridad que reina sobre ciertos personajes o sucesos y subraya su principio de “mejor equivocarse que omitir”. Véase 106, 6; 128, 7, 138, 10.

40 Por ejemplo en 148, 3-4, ya que no tiene datos sobre Juan XVII, que reinó pocos meses, rellena con un elogio a un cierto prefecto Hugo, y aprovecha para extraer una enseñanza moral.

41 Pero Plátina a veces se toma ciertas licencias para dar mayor eficacia al relato. Por ejemplo el Liber Pontificalis (Duchesne, II, p. 118) narra que al saberse la inminencia de un ataque musulmán contra Roma, el papa León IV organizó un día de plegarias, celebró la misa, repartió la comunión y recoge una de las oraciones que dijo el papa durante las rogativas, y se dice que otro día fue el victorioso combate naval frente a Ostia. Plátina en 105, 16-17 coloca al papa en el campo de batalla y que tras pronunciar la oración dio la señal de combatir.

42 “.. cum legendo perdiscerent quid imitari quidue fugere oporteret”. Plátina, Liber de vita Christi, Proemio, Venecia 1479, f. 1v [vdIb 3; UC 1v].

43 “In historia ualiturus erat, si nactus fuisset argumentum felicius”. Erasmo de Rotterdam, Ciceronianus, p. 248 [e-rara 252].

44 En varias partes Plátina constata sus limitaciones. Por ejemplo, véase 106, 6; 134, 10; 142, 4.

45 La inacabada biografía de Sixto IV, que entonces aún vivía, está incluida en Vat y Ang, pero no en 1479, quizás porque Plátina pensaba que al estar inacabada no era digna de la imprenta y planeaba una nueva redacción. Las siguientes ediciones lo omitieron y cayó en el olvido. Panvinio conoció la biografía y sabía que era de Plátina pero no llegó a la imprenta (Corsini ms 38-F-8). Más tarde Muratori descubrió un manuscrito que contenía la biografía y otro con el testimonio de Panvinio, pero ya que dudaba, lo publicó como obra de autor anónimo. Cf. Vita Sixti IV, en R. I. S., t. 3/2, col. 1051-1069.

46 Cf. L. von Pastor, Die Originalhandschrift von Platinas Geschichte der Päpste, en Deutsche Zeitschrift für Geschichtswissenschaft, t. 4 (1890), p. 350-356.

47 Scapecchi, Un nuovo codice del “Liber de vita Christi ac omnium pontificum” di Bartolomeo Platina usato come esemplare di tipografia per le edizioni veneziane del 1479 e del 1504, en Roma nel Rinascimento 1999, p. 247-252.

48 Por desgracia para quien vive fuera de Italia estos manuscritos son de difícil acceso (la copia digital de una sola página vale entre 50 -150 euros). La buena noticia es que tanto en la Biblioteca Vaticana como en la BNC de Florencia existen proyectos para digitalizar sus manuscritos. No sabemos si tardarán meses o años en publicar los textos citados.

49 No son 276, como erróneamente afirma Gaida en el prefacio de su edición, p. XCIII. Nótese que el folio que contiene la carta de Squazaficus está contenida en el primer cuadernillo (A), tal como advierte el “registrum chartarum”: “primum uacat”.

50 El “registrum chartarum” era uno de los varios sistemas de signos usados al inicio de la imprenta para facilitar la reunión de los distintos cuadernillos de folios en el orden debido al momento de encuadernarlos. Para ello se colocaba al inicio de cada cuadernillo las letras del alfabeto: A, B, C, y si hacía falta aa, bb, cc, etc., para identificarlos; además a veces al inicio o final de la obra se dedicaba un espacio para recopilar cada letra con la primera palabra que aparecía en ese folio, y en algunos de los siguientes folios. Por ejemplo: “O. Fortuna. Vrbana. Tyrannorum. Sergius”, significa que en el cuadernillo designado con la “O” el primer folio empieza con la palabra “Fortuna”, el siguiente con “Vrbana”, etc.

51 Esto se imita en todas las ediciones, hasta que vuelve a reaparecer en la edición Venecia 1511. A partir de la edición Colonia 1529 se impuso la costumbre de poner la numeración no en el título junto al nombre del papa sino al margen.

52 Según el testimonio de F. Arisi, también hubo una edición París 1481, del impresor Franciscus Regnault († c. 1540), de la cual no existe ningún ejemplar. Cf. Arisi, Cremona Literata, t. 1, p. 317. Pero el dato es falso pues Regnault empezó su actividad como impresor recién en los últimos años del s. XV (Londres c. 1496).

53 Durante un tiempo se pensó que esta era la primera edición. Cf. Philippe Labbé, Dissertatio de scriptoribus, t. 1, p. 174.

54 Si consideramos f. 1v donde se halla el proemio, entonces se empezó a numerar desde f. 3r.

55 La obra concluye con el lema “Omnium rerum vicissitudo est”, con la que solía firmar sus trabajos el copista florentino Neri di Filippo Rinuccini.

56 Esta decoración del s. XVI está firmada por “Glovius”, es decir el miniaturista croata Giorgio Giulio Clovio († 1578).

57 El “registrum” indica que los cuadernillos van de “a” hasta “s” y que todos son de 8 folios, excepto “s” que es de 10.

58 Desde aquí los folios no están numerados (los cuadernillos van de “A” hasta “G”), así que pongo el número de imagen digital. Contiene: “De falso et vero bono” [ON 307]; “Contra amores” [ON 339]; “De vera nobilitate” [ON 350]; “De optimo cive” [ON 362]; “Panegyricum in laudem Bessarionis” [ON 390]; “Oratio de bello thurcis indicendo” [ON 398]; “Panegyrici in parentalia Platynae” [ON 403].

59 Es notable como 1504, aunque recurre bastante a las abreviaturas, sin embargo cuando se trata de pasajes donde 1479 comete errores al escribir ciertos verbos (accaepi, concaepi, etc.) se esfuerza en corregirlos.

60 En esta edición se agrega las 4 biografías escritas por Raffaele Maffei (Volaterrano) inmediatamente tras el final de la vida de Pablo II, sin resaltar que son obra de otro autor. En la página inicial avisan que se agregan estas vidas pero no mencionan al autor.

61 Gaida incluye una Lyon 1541 pero se trata de una confusión con la edición del De honesta voluptate impreso apud Sebastianum Gryphium. También Gaida incluye una París 1551, pero se trata de una traducción francesa realizada en la imprenta de Pierre Thierry.

62 Bien conocido es como alteró el pasaje sobre el evangelista san Lucas, y donde decía que estuvo casado (“uxorem habuit”) puso lo contrario (“uxorem non habens”). Cf. Platina, Historia de vitis, Venecia 1562, f. 10v [BSB 39].

63 Esta obra ha sido popularizada hasta hoy entre el público de habla inglesa por la reimpresión de la edición Londres 1888 hecha por el reverendo anglicano William Benham († 1910), que se equivoca al decir que Rycaut imprimió la traducción de un autor desconocido, pues lo que dice Rycaut es que recibió una traducción de autor desconocido pero le pareció imperfecta y esto lo animó a hacer su propia traducción: “I essayed to do it in my own rude and plain style, without affectation or ornament, more than what the simplicity of naked truth would afford me”. Platina, The Lives of the Popes, Londres 1685, To the Reader [HT p. ix].

64 Las páginas están completas, pero quien numeró a mano los folios cometió el error de saltar la numeración, y los que digitalizaron imitaron el error. Por lo tanto demos tener en cuenta que a partir del f. 208r hasta el final la copia digital de UC los enumera con un número más; por ejemplo f. 212v aparece como 213v.

65 Por ello solo en la tercera parte de la obra (s. VIII/2 – XI/1) hago una recensión bastante exhaustiva de ellas dos, pero en las otras partes solo las citaré en casos concretos.