Noticias de la Antigüedad
Sección para recordar acontecimientos que marcaron la historia de Roma y la vida diaria de sus ciudadanos, tratando de separar los hechos históricamente demostrados de las leyendas y ficciones antiguas y modernas, para alcanzar en la medida de lo posible una imagen fidedigna de la cultura romana.
La fundación de Roma
Hacia el s. VIII a.C. el centro de la península itálica estaba ocupada por sabinos, latinos y etruscos. Los sabinos y latinos vivían en pequeños asentamientos dispersos, dedicados a la agricultura y la ganadería; en cambio los etruscos eran más avanzados: eran confederaciones de ciudades-estado y se dedicaban principalmente al comercio y a la industria. Actualmente se piensa que Roma fue fundada por etruscos hacia el s. VII a.C.: el entorno no era propicio para la agricultura pero era un punto estratégico para controlar el comercio de la región a través del río Tíber: por eso pronto se acuñaron monedas, se hicieron tratados comerciales, se amuralló la ciudad y la sociedad se organizó militarmente. Así aunque Roma fue la más joven de las ciudades del Lacio, pronto tuvo identidad propia, creció su poderío y por medio de alianzas o la fuerza fue anexionando los pueblos vecinos: había surgido Roma.
Las Leges Regiae y el Ius Papirianum
En los primeros tiempos de Roma, durante la Monarquía, surgieron los primeros rudimentos legales para organizar la vida social y religiosa. Por los pocos testimonios que nos han llegado sabemos que se trataba de dictámenes de los reyes sobre cuestiones jurídico-religiosas. Por ejemplo el historiador Plutarco dice que a Rómulo se atribuía: "leyes muy severas, que prohibían a una mujer dejar a su marido, pero permitían al marido expulsar a su esposa por usar pociones, sustituir los hijos y por adulterio; y si un hombre expulsaba a su mujer sin motivo, la ley prescribía que la mitad de sus bienes debían pertenecer a su mujer y la otra mitad debía consagrarse a Ceres, pero si vendía a su mujer debía ser sacrificado a los dioses del inframundo" (Plutarco, Rómulo, 23, 3).
Parece que las disposiciones más relevantes eran conservados en los archivos pontificales y hacia el s. VI a.C. un pontífice llamado Sextus Papirius hizo una recopilación de estas normas sagradas y legales en una obra conocida como Ius Papirianum. Y en el s. I a.C. Granius Flaccus, un romano erudito en el antiguo derecho sacro, escribió un comentario De iure Papiriano, que es brevemente mencionado en el Digesto, en una cita de Paulo (D. 50, 16, 144). Pero aparte de estos pequeños fragmentos esas dos obras se han perdido.
Más tarde, cuando el jurista Sexto Pomponio (s. II d.C.) en su Enchiridium trata de reconstruir la historia del derecho romano desde sus orígenes, respecto al período de la Monarquía dice:
"Posteriormente habiendo crecido en cierta medida la ciudad se dice que el mismo Rómulo dividió el pueblo en treinta partes, las cuales llamó “curias” porque en aquel entonces se procuraba el cuidado de la cosa pública por medio de las deliberaciones de aquellas partes. Y así aquél dictó al pueblo algunas leyes curiatas: también los siguientes reyes las dictaron" (D. 1, 2, 2, § 2).
Sin embargo eso parece ser una reconstrucción anacrónica, en la que se atribuye a esa etapa remota unas instituciones propias de la República. Lo más probable es que las llamadas leges regiae no fuesen otra cosa que las órdenes del rey sobre materia legal-religiosa, las cuales eran dadas a conocer en las ocasiones que se reunía el pueblo y las más relevantes fueron puestas por escrito y conservadas en el archivo de los sumos pontífices. Habrá que esperar al inicio de la República para encontrarnos con la primera obra propiamente legislativa : la Ley de las XII Tablas.
Las Leyes de las XII Tablas
A finales del s. V a.C. en los albores de la República, los plebeyos se esforzaron por conseguir que las leyes consuetudinarias, sobre todo en los puntos más controvertidos, fuesen puestas por escrito y así atajar los abusos de los magistrados patricios. Los escritores romanos nos han dejado el relato de su elaboración, con algunas divergencias, tal como podemos ver, por ejemplo, en el Enchiridium de Pomponio, que nos ha llegado en el Digesto (D. 1, 2, 2, 4):
"Posteriormente, para que esta [situación] no se alargue, se determinó nombrar diez varones con autoridad pública, por medio de los cuales se solicitaran leyes a las ciudades griegas y la ciudad [de Roma] fuese cimentada sobre leyes: las cuales fueron inscritas en tablas de marfil y colocadas delante de los rostra, para que las leyes pudiesen ser conocidas públicamente: y se dice que se les entregó para ese año el poder supremo, para que corrigiesen las leyes, si fuese necesario, y las interpretasen y que no se hiciese apelación de ellas como [se hace] a la de los otros magistrados. Ellos mismos advirtieron algunas carencias en estas primeras leyes y por eso al año siguiente se añadieron otras dos tablas a aquéllas: y así, por lo añadido, son llamadas Leyes de las Doce Tablas. Algunos han dicho que Hermodorus, un efesio exiliado en Italia, fue quien ayudó a los decemviros a dictarlas".
Los historiadores actuales corrigen algunos detalles del relato que nos ha llegado de los historiadores romanos. Todos concuerdan que el a. 451 a.C. se eligieron 10 ciudadanos para redactar las leyes (decemviri legibus scribundis) y que se les dio poder político supremo (imperium) durante el tiempo que ellos realizasen su tarea y se recortaron los poderes de los magistrados. Pero actualmente no se considera probable que se haya nombrado un segundo decenvirato y que las tablas hayan sido aprobadas por la asamblea del pueblo (comitia curiata). Parece exacto el a. 449 a.C. como fecha de la promulgación de las Leges duodecim tabularum. Y respecto al supuesto viaje a Grecia para copiar las leyes de Solón parece que sólo se podría admitir una cierta influencia de las leyes de las colonias griegas en Italia.
El relato completo de Pomponio, tal como se conserva en el Digesto, puedes leerlo en este enlace: Libro 1. 2: de origine iuris
El antiguo calendario romano
El calendario romano más primitivo sólo contenía 10 meses (a partir del mes de marzo, de modo que el séptimo, octavo, noveno y décimo eran september, october, november, december) pero ya en algún momento de la monarquía (se atribuye al rey Numa Pompilio) se introdujeron 2 meses más: Ianuarius y Februarius.
De ese modo el calendario romano tenía 355 días y se dividía así:
Ianuarius (enero : 29 días); Februarius (febrero: 29 días); Martius (marzo: 31 días);
Aprilis (abril : 29 días); Maius (mayo : 31 días); Iunius (junio: 29 días); Quintilis (julio : 31 días);
Sextilis (agosto: 29 días); September (septiembre: 29 días); October (octubre: 31 días);
November (noviembre: 29 días) y December (diciembre: 29 días).
Como este calendario era demasiado corto, para evitar que con el paso de los años se desfase de las estaciones, los sumos pontífices añadían cada cierto tiempo el llamado "mensis intercalaris", que no tenía una duración fija. Éste se añadía después del 23 de febrero y así se volvía a cuadrar el calendario con las estaciones.
Pero esta potestad de los sumos pontífices para "alargar o acortar los años" se prestó a muchas manipulaciones políticas, pues durante la República los cargos públicos solían ser anuales. Por todo ello se veía la necesidad de una reforma que corrigiese esos defectos. Fue Julio César, aprovechando que ocupaba el cargo de sumo pontífice, quien mandó diseñar un nuevo calendario.
Si quieres conocer más a fondo cómo dividían los años, meses, días, horas y su calendario, mira en esta sección: Suplemento 4: El cómputo del tiempo
Julio César reforma el calendario
El año 46 a.C., mientras militarmente se aniquilaban los últimos restos de sus enemigos en África y España, el poder político de Julio César era completo; nombrado Sumo Pontífice de por vida y Dictador perpetuo. Pero todo ese torbellino de batallas e intrigas no le impidió ocuparse de la reforma del calendario. Sobre todo después que en el año 48 a.C. estuvo en Egipto y conoció su calendario solar de 365 días.
El encargo de esa tarea recayó sobre un equipo de filósofos y matemáticos encabezados por el astrónomo Sosígenes de Alejandría.
Con la reforma de Julio César se estableció el llamado "año juliano", que tiene 365 días, dividido en 12 meses. Cada 4 años el 24 de febrero o sea el sexto de las calendas de marzo (VI Kal. Mart.) era contado dos veces, dando así 29 días al mes: por eso esos años eran llamado bissextilis (lo que llamamos "bisiesto").
Ya que en los años anteriores a la reforma, por la convulsión de la guerra civil, no se habían introducido el habitual mensis intercalaris, el año 46 las fechas iban completamente descuadradas respecto a las estaciones por lo cual se tuvo que añadir tres menses intercalares por lo cual ese año tuvo 445 días y es conocido como "el año de la confusión". Pero así el año 45 a.C. pudo empezar a aplicarse correctamente el nuevo calendario.
Después del asesinato de César, el año 44, se cambió el nombre del mes Quintilis por el de Iulius, en su honor. Y el año 8 d.C. el mes Sextilis se cambió por el de Augustus, en honor del emperador reinante. Pero es completamente falso que Augusto haya arbitrariamente quitado un día a Febrero para añadirlo a su propio mes, como afirmó el monje del s. XIII, Juan Sacrobosco, pues la duración de los meses está bien atestiguado en las fuentes romanas.
Este calendario no fue reformado hasta el año 1582 por el calendario gregoriano, que usamos actualmente. Sin embargo el calendario de Julio César, incluso después de aquella reforma, continuó vigente en muchos países y, por ejemplo, en Rusia fue reemplazado apenas en el año 1918 y en Grecia el año 1924.
Si quieres saber más sobre el calendario romano mira en: suplemento-4-el-computo-del-tiempo