Capítulo XX

Capítulo XX

La canonística del s. XVI - XIX

1. La proposición de la impugnación

1. En primer lugar decimos que al inicio de este período se trata de consolidar la distinción entre invalidez «ipso iure» (que no necesita ser removida por una decisión judicial) y la que «annullanda est» (que debe ser removida por la impugnación): hallándose esta distinción claramente propuesta en los medievales, no puede ser pasada por alto por los tratados que tratan de sintetizar la doctrina sobre la invalidez.1

Esto seguramente prestó nueva energía a esa distinción, difícil, por no decir imposible, de sostener en la praxis judicial. En cambio Altimarus, el autor del último gran tratado sobre esta materia, ya sugiere un nuevo contenido para esa distinción: cuando la invalidez es ipso iure, la impugnación sirve para declararla; y en el otro caso, sirve para irritarla.2 Más allá de la solidez de esta nueva composición, lo importante es notar que se reconoce que en todos los casos se requiere la actividad judicial.

Respecto al modo de proposición según la distinción «principaliter - incidenter», se continuó la tendencia del tardío Medioevo, que comenzaba a multiplicar las subdistinciones. Así Marchesanus elencaba 5 modos.3

Pero los autores no eran unánimes sobre este punto. Así vemos que Vantius propone 8 modos, Scaccia y Altimarus solo 5, y Ridolphinus 6 modos.4 Lo fundamental para nosotros es saber que ahora se aceptaba plenamente la proposición del remedium nullitatis por sí mismo.

2. La «nullitas» acumulada con otros remedios. Para no alargar los procesos, se impone plenamente la praxis de acumular la nulidad con la apelación o la restitución en íntegro, de este modo un mismo juez, en un mismo procedimiento, podía revisar primero sobre la validez y luego sobre el mérito de una sentencia. Esta praxis se volvió tan frecuente que el cardenal de Luca escribe que en todos sus años de juez en la Curia romana jamás ha examinado, ni visto examinar, sobre la invalidez aisladamente.5

Además esto es favorecido por la difusión de la idea que en grado de apelación, aunque en ningún momento las partes hayan invocado la invalidez, el juez ex officio puede declarar que la sentencia es inválida. Esto se basa en el axioma que “la mayor injusticia es la nulidad”.6

Desde esta concepción unificada de la invalidez y la injusticia surge en la Curia la praxis de examinar la sentencia impugnada con fórmulas genéricas, al punto que prácticamente nunca se proponía por sí misma, tal como nos informa el Cardenal de Luca,7 y el Decano Emerix.8

La praxis judicial de esta época se inclinaba pues hacía una concepción unificada de la impugnación de los vicios: la tríada “nulidad, apelación, restitución” se disuelve en un solo procedimiento impugnativo, en el que solamente importa es alcanzar la decisión más justa.

Los autores proponen la acumulación de la nulidad con la apelación, en dos modos : «principaliter» e «incidenter». Con la locución «principaliter» se indica que la parte gravada ha acusado explícitamente la invalidez y la injusticia.9 Esto se proponía en modo condicional: “digo que es inválida, pero si es válida, apeló”.

En cambio con «incidenter» se indica que la invalidez no había sido invocada en el momento que se planteó la impugnación, pero que el juez o una parte durante el proceso habían sublevado la cuestión.10 Esto era aceptado, como hemos dicho, porque se consideraba que “la invalidez es la mayor injusticia”.

3. En el s. XVIII - XIX. Conforme a la praxis vigente en la Cámara imperial de Alemania, Leurenius y Pichler consideran que el remedium nullitatis se puede proponer por sí mismo o acumulado con la apelación.11 Pero si se dejaba pasar el plazo de la apelación, ya no se podía impugnar los casos de nulidad sanable.

Esta nueva praxis comenzó a infiltrarse en los manuales,12 y en los textos legislativos del s. XIX.13

2. El juez competente

1. La competencia del juez a quo. Se reconoce que la parte gravada puede impugnar la sentencia inválida ante el mismo juez que la dictó, siempre que éste haya sido juez ordinario. Si se trataba de un juez delegado, entonces su oficio ya había terminado, y no podía revocar, corregir o cambiar en algún modo su sentencia; en ese caso la parte gravada, sin cambiar instancia, debía dirigirse al delegante.14

2. La competencia del juez ad quem. Los autores de esta época ven como un derecho de la parte la posibilidad de plantear la invalidez por sí misma e individualmente ante el juez de la instancia superior.15 Esto era especialmente necesario cuando la invalidez provenía no por una mera negligencia, sino «ex malitia et turpidine iudicis».16

La impugnación de la invalidez por sí misma ante el juez superior era llamada «principaliter», y ante el juez que la dictó, «incidenter».17

3. En el s. XVIII-XIX. Leurenius y Pichler reconocen la antigua doctrina según la cual la parte gravada puede plantear la invalidez ante el mismo juez que la dictó o ante el juez superior. Sin embargo ellos remarcan que la praxis vigente y dominante en Alemania es que la invalidez se debe plantear ante el juez de apelación.18

En el reglamento de 1834 de Gregorio XVI se aceptaba que algunos casos se proponga en la misma instancia, otros en la instancia superior, y algunos casos de invalidez solo podían ser examinados por la Signatura.19

Y en la Instrucción del card. Rauscher se aceptan las dos posibilidades: se puede plantear ante el juez superior, que examinará la validez y el mérito; o se puede plantear ante el mismo juez que dictaminó.20 Pero es claro que también aquí había la tendencia a dirigir la impugnación de la sentencia inválida hacia el juez superior. Así lo declaran explícitamente Wernz y Bouix, que después de recordar la praxis tradicional, consideran que la praxis vigente se inclina por la proposición de la invalidez ante el juez superior.21

3. El plazo de interposición

1. Hemos visto que en el Medioevo respecto al plazo para impugnar la sentencia inválida se hablaba de 20, 30 y 40 años, pero también se hablaba de perpetuidad, «usque ad mille annos».

Vantius propone una solución que busca concordar los dos extremos del problema. Él distingue respecto al plazo una regla general y algunos casos excepcionales. Es interesante leer este texto que se halla a mitad entre la actitud medieval y la que adoptarán los autores posteriores. 22

Parece que Vantius no es favorable a aquellos autores que quieren conservar rígidamente la doctrina del plazo perpetuo de la impugnación de la sentencia inválida. Por lo tanto él se inclina a reconocer como regla general que este remedio per modum agendi deben plantearse en un plazo máximo de 30 años. Él fundamenta esta posición en que el remedium nullitatis se asemeja a las acciones personales.

Como casos excepcionales él pone la invalidez por defecto de jurisdicción o mandato, cuando hay periculum animae, en los casos en que no corre la prescripción, y cuando se propone per modum exceptionis : en estos casos la invalidez se puede alegar perpetuamente.

Me parece que la intención de Vantius, conforme a la antigua técnica jurídica, era empujar la teoría hacia la supresión de la idea de un plazo perpetuo, o al menos reducción a pocos casos bien delimitados.

Por desgracia los autores posteriores consolidarán el famoso principio que la impugnación de la invalidez puede proponerse o como acción (30 años) o como excepción (perpetuamente). De este modo se impondrá la idea que la sentencia inválida puede impugnarse siempre.

Incluso Altimarus reprochará a Vantius por no haber aplicado más extensamente la distinción de la nulidad como acción y como excepción. 23

También Marchesanus y el Cardenal de Luca, firme opositor de la ampliación de las nulidades, reconocen el principio que las nulidades, como excepción, se pueden plantear perpetuamente.24

2. Sin ofrecer ninguna nueva reflexión los autores servilmente seguirán ese esquema: así lo vemos en Barbosa, Scaccia y Ridolphinus.25

Los canonistas de Alemania, como Engel, Pihring y Reiffenstuel, solo mencionan el plazo de 30 años, guardando silencio sobre la posibilidad de presentar la nulidad como excepción. En esto se ve claramente que influyó la praxis de la Cámara Imperial alemana.26

3. En el s. XVIII - XIX. Aquí se encuentra la transformación más novedosa de esta época. Bajo el influjo del derecho germánico, Leurenius y Pichler introducen dos plazos diferentes, según se trate de impugnar sentencias que padecen de invalidez insanable o invalidez sanable.27

Por primera vez se propone esta distinción respecto al plazo: la sentencia que padece de invalidez sanable solo puede ser impugnadas en el plazo fatal de 10 días. Solo la llamada invalidez insanable puede gozar del tradicional plazo de 30 años.

Esta novedosa doctrina pronto encontró favorable acogida en el mundo canónico. Esto se debe explicar por el prestigio del derecho alemán, la decadencia del derecho canónico, y la aparente utilidad de este esquema para resolver viejas dificultades teóricas y prácticas de este instituto. Así vemos que ya en el reglamento de Gregorio XVI se propone un doble plazo para las sentencias infectadas por defectos substanciales (perpetuos) y por defectos de forma (3 días).28

Por su parte los manuales de Luca, Sägmüller y Wernz aceptaban abiertamente el doble plazo de 10 días para la invalidez sanable y 30 años para las insanables.29 Una actitud más severa tuvo la Instrucción austríaca que impuso el plazo único de 10 días para la apelación y la nulidad.30

4. Conclusión. En los siglos anteriores la doctrina canónica había propuesto muchos modos de distinguir los casos de invalidez, pero nunca había planteado una distinción bajo el criterio de los plazos de impugnación: graves o no graves, toda invalidez debía oponerse dentro de 30 años, que era el plazo que casi siempre la canonística había aplicado. Sin embargo per modum excepcionis tenía un plazo ilimitado, y en general la canonística siempre había sido reticente a hablar de sanación tractu temporis. A la base de esa actitud se hallaban motivos que podemos considerar legítimos y otros artificiosos.

Entre los motivos legítimos podemos mencionar los casos que implicaban periculum animae, es decir, aquellas sentencias en las cuales la inimpugnabilidad podría acarrear no solo injusticia, sino grave daño o riesgo espiritual, por ejemplo en causas matrimoniales o de excomunión. Lo mismo puede decirse en general de todos los casos en que se encierra grave injusticia. En estos casos, por el Principio de la búsqueda de la Verdad y la Justicia, parece justificable que tales sentencias se mantengan siempre abiertas a la impugnación.

Pero inmediatamente se advierte que la exigencia de la perpetua impugnabilidad de estos casos no dependen del tipo de invalidez (fundado en la ley natural o positiva), ni del modo judicial de proposición (por acción o excepción), sino de la materia tratada. Por lo tanto es equivocado buscar el fundamento de estos plazos en la naturaleza de la invalidez, tal como tradicionalmente se ha planteado el problema. En verdad si de eso se tratase, entonces la apelación (¡ que se ocupa de injusticia: un vicio mucho más grave que cualquier defecto formal !) no debería recibir un plazo de pocos días.

Ya hemos dicho antes, hablando sobre la sanación, que el influjo germánico en parte era positivo, pues introducía un plazo breve, pero en conjunto fue muy negativo, porque consolidó muchos viejos errores: el equivocado énfasis sobre el vicio y la idea que algunos se fundan en el derecho natural. Una lectura acrítica de las fuentes medievales hará el resto: he aquí la raíz de la confusión que entrará en la doctrina codificada.

4. Características y efectos

1. El remedium nullitatis se presenta como un medio impugnativo “extraordinario” en cuanto puede plantearse incluso después que la sentencia se ha convertido en cosa juzgada.31 También se le puede calificar ahora sin dificultad como un medio impugnativo “perfecto” en cuanto es propuesto, no solo para algunos casos de invalidez, sino para cualquier hipótesis de sentencia inválida.

También se le reconoce abiertamente el efecto “devolutivo” en cuanto se devuelve toda la cuestión al juez superior, el cual puede examinar también sobre el mérito. Este examen sobre el mérito también era posible cuando la impugnación era planteada ante el mismo juez ordinario que la dictó.32

El efecto “suspensivo” es aceptado como en el Medioevo por los primeros autores.33 También en el tribunal de la corte de Nápoles y la Cámara imperial alemana se suspendía la ejecución si la invalidez era evidente de las mismas actas, pero si exigía «altiorem indaginem» entonces no la suspendía.34

En los autores posteriores se advierte primero una tendencia a reducir los casos en los cuales el remedium nullitatis puede tener efecto suspensivo, y luego simplemente no se menciona más. 35

2. En el s. XVIII-XIX. La querella de nulidad de esta época se presenta como un medio impugnativo perfecto y extraordinario. En los casos de invalidez insanable se puede presentar con efecto devolutivo. Y si es planteada con la apelación o en el plazo de 10 días puede suspender la ejecución, o en general cuando se alega una invalidez evidente desde las mismas actas.36

1 Esa distinción solo es subrayada por dos autores: cf. Vantius, o. c., tit. 6, n. 46 - 47; Tuschius, o. c., t. 5, sub “N”, conc. 139, n. 1; conc. 140, n. 1; conc. 141, n. 7.

2 “Nullitas deservit tam ad irritandum actum, qui non est ipso iure nullus sed est annullandus ope exceptionis, quam etiam ad declarandum et enuntiandum actum ipso iure nullum, ut patet exemplis, toto titulo.” Altimarus, Tractatus, I, 1, qu. 1, n. 30.

3 “n. 40. Quinque vero modis de nullitate dici potest. Primo appellando a sententia nulla. Secundo incidenter et accessorie ad ipsam appellationem, cum (ut dixi) tacite nullitas semper in omni appellatione includatur. n. 41. Tertio, quando cum appellatione expresse in eodem libello intentatur, dicendo sententiam nullam et si qua est , appello. Quarto principaliter sine mixtura appellationis per viam querelae, quando fabricatur commissio tantum super nullitate. Quinto per viam exceptionis, quando petitur exequutio.” Marchesanus, Commissionum praxis, III, § 1, n. 40-41.

4 Cf. Vantius, o. c., tit. 6, n. 2, n. 4-5, n. 9, n. 17-18, n. 20-21; Scaccia, Tractatus, 19, 1, conc. 3, n. 2; Altimarus, o. c., I, 1, qu. 3, n. 18-25, n. 33, n. 38; qu. 7, n. 12; Ridolphinus, Praxis recentior, I, cap. 13, n. 270-271.

5 Cf. Luca, Theatrum veritatis, t. 15, disc. 38, n. 5.

6 “Quinimo nulla est maior iniustitia, quam nullitas.” Ridolphinus, Praxis recentior, I, cap. 13, n. 278, n. 282. Cf. Vantius, o. c., tit. 3, n. 4; tit. 6, n 121; Tuschius, loc. cit., conc. 131, n. 6; Marchesanus, Commissionum praxis, III, § 1, n. 122.

7 “n. 5. [...] Siquidem quando sententia praetenditur nulla, tunc parte ita instante, concedi solet dubium, quod antiquiori tempore erat in usu, ab eo autem regulariter recessum est: «An scilicet sententia sit confirmanda, vel infirmanda», ita petendo infirmationem ex capite nullitatis, ut etiam sine concessione dubii disputatur in Tribunali Auditoris Camerae, sed cum eodem stylo dubii in Tribunali Camerae ut agendo de his Tribunalibus advertitur. n. 6. Siquidem; aut sententia est exequutiva, aut non; Si non est exequuta, adeout victor, agendo petat eius exequutionem contra victum, qui rei, et possessoris partes gerat, et tunc excipiendo obiici solet de nullitate, ac etiam de injustitia, cum generico dubio «exequutionis concedendae, vel denegandae» [...] Et tunc melior, magisque in usu est praxis adhibendi extraordinarium, magisque summarium, ac privilegiatum remedium possessorium manutentionis, quod ex pluries obiter insinuatis.” Luca, Theatrum, t. 15, disc. 38, n. 5 - 6.

8 Cf. Emerix, Tractatus sacrae Rotae romanae, pars 1, tit. 26 [de appellationibus], ed. Lefebvre Ch., Tournai 1960, 111 - 113.

9 “n. 20. Quando nullitas deducitur expressim una cum appellatione, ut puta dico sententiam nullam et si quae est appello [...] n. 22. Et quod commissa causa appellationis et nullitatis, causa nullitatis veniat aeque principaliter, tenuit Rota.” Altimarus, Tractatus, t. 1, rubr. 1, qu. 3, n. 20, n. 22.

10 “Dicetur insuper nullitas incidenter deducta, si simpliciter commissa causa appellationis. Idem iudex examinando eandem appellationem, cognoverit etiam nullitatem processus et sententiam ipsam tam respectu iniquitatis quam nullitatis reformaverit, prout potest: tali casu dicetur de nullitate incidenter, principaliter autem de ipsa appellatione, et a negotio principali cognovisse.” Vantius, o. c., tit. , n. 18. Cf. Marchesanus, o. c., III, § 1, n. 40; § 4, n. 75; Ridolphinus, o.c., I, cap. 13, n. 271; Altimarus, loc. cit., n.25; Engel, Collegium, ad X. 2, 28, § 1, n. 5.

11 Cf. Leurenius, Forum, ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 3; Pichler, Ius canonicum, ad X. 2, 27, § 1, n. 5.

12 Cf. De Luca, Praelectiones, lib. 3, 275; Sägmüller, Lehrbuch, 687; Wernz, Ius canonicum, t. 5, n. 711, 546.

13 Cf. Gregorio XVI, Regolamento legislativo, Motu proprio 10 nov. 1834, § 778-779; Raucher, Instructio pro iudicis imperii austriaci, 2 febr. 1856, § 188.

14 “n. 359. At iudex delegatus non potest suam sententiam nullam revocare, nec iterum sententiare, quia sive bene, sive male, functus est officio suo.” “n. 581. Sicut autem Apostolica Curia et quilibet iudex ordinarius romanae Curiae potest, ut supra a decretis, et interloquutoriis reponere, sic etiam potest quilibet Ordinarius, qui nulliter sententiavit, de nullitate suae sententiae cognoscendo iterum sententiare.” Ridolphinus, Praxis, I, cap. 13, n. 359, n. 581. Cf. Vantius, Tractatus, tit. 3, n. 7 - 15; Scaccia, Tractatus, 19, 1, conc. 6, n. 73; Tuschius, loc. cit., conc. 130, n. 1-3; Altimarus, Tractatus, t. I, rubr. 3; Engel, Collegium, ad X. 2, 27, § 1, n.5; ad X. 2, 28 § 1, n.4; Reiffenstuel, Ius canonicum, ad X. 2, 28, § 1, n.28.

15 “Sed si nullitas principaliter deducetur, ac petatur sententiam declarari nullam, tunc erit in optione ipsius gravati coram quo velit nullitatem ostendere, videlicet numquid coram iudice primo, vel iudice appellationis: et haec est communis distinctio doctorum.” Vantius, tit. 3, n. 8. Cf. Scaccia, Tractatus, 19, 1, conc. 6, n. 73; Tuschius, loc. cit., conc. 130, n. 4.

16 “Hodie ex usu fori ubique ferme obtinuerit, quod superior, sive iudex appellationis, super nullitate principaliter cognoscenda adeatur, praesertim, si nullitas ex malitia, vel turpidine iudicis inferioris provenerit, et non aliunde, puta ex errore aliquo. Quinimo in tali casu iniquum foret, ut idem ipse suae iniquitatis, aut turpidinis cognitor existeret, et forsan hanc malitiose occultando ulterius reum gravaret: nam coeteroquin etiam gravatus, non debet remitti ad iudicem gravantem.” Reiffenstuel, Ius canonicum, ad X. 2, 28, § 1, n. 31. Cf. Engel, Collegium, ad X. 2, 28, § 1, n. 3.

17 “n. 270. Principaliter nullitas rursus duobus modis deducitur, scilicet principaliter de per se prout quando petitur sententiam nullam pronunciari. n. 271. Incidenter autem nullitas potest deduci quatuor modis [...] Secundo quando pars petit iterum pronunciari ab eodem iudice, asserendo primam sententiam nullam.” Ridolphinus, o. c., I, cap. 13, n. 270 - 271; Vantius, o. c., tit. 3, n. 7.

18 “Appellatio semper coram superiore sit proponenda; nullitas vero proponi possit etiam coram eodem iudice, qui tulit sententiam, modo is sit ordinarius, vel etiam coram iudice superiore, si intentatur principaliter, et sententia sit iudicialis definitiva, pro ut placuerit gravato [...] Quamvis [...] ex uso fori fere ubique obtinuerit, ut superior, seu iudex appellationis super nullitate, dum ea principaliter seu separatim et per se inducitur adeatur, petendo sententiam pronunciari nullam, ac reformari, praesertim si nullitas ex malitia seu turpitudine iudicis inferioris provenerit; cum etiam in tali casu iniquum videatur, ut idem ipse suae iniquitatis aut turpitudinis sit cognitor quin etiam is forsan occultando vel involvendo nullitatem gravatum magis gravaret.” Leurenius, o. c., ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 4. Cf. Pichler, o. c., ad X. 2, 28, § 1, n. 5.

19 “§ 788. Le nullità concernenti la ordinatoria, e quelle pei tre difetti sostanziali, saranno proposte innanzi i giudici rispettivi ove è introdotta la lite. § 789. la nullità delle sentenze pei tre difetti sostanziali non rimesse o non sanate si propongono innanzi i tribunali di secondo o di terzo grado, a cui si porta l’appello sul merito principale. § 790. Le nullità delle sentenze inappellabili per gli stessi difetti sostanziali si propongono, in via di ricorso per annullamento o circoscrizione, al tribunale supremo di Segnatura. § 791. È riservata esclusivamente allo stesso tribunale supremo la nullità per difetto di giurisdizione, se il difetto riguarda la materia o il valore della lite, ovvero le persone o le cose appartenenti al foro ecclesiastico.” Gregorio XVI, Regolamento giudiziario, § 788 - § 791, p.170.

20 “§ 188. Nullitatis actio intra tempus appellationibus praefixum coram iudice proxime superiori instituenda est. § 191. Processus pro nullo declaratus coram eodem iudice, aut quando ob competentiae defectum irritatus fuerit, coram iudice, qui competens pronuntiatus est, forma debita iterandus erit.” Rauscher, Instructio pro iudiciis imperii austriaci, 2 febr. 1856, § 188, § 191.

21 Cf. F. Wernz, o.c., t. 5, I, § 6, n. 711, 546; Bouix, Tractatus, t. 2, sect. 5, 407, 410.

22 “Quod remedium inserviet etiam quoad secundam partem rubricae nostrae, videlicet ne perpetuo de nullitate conqueri possit, quoniam per huiusmodi termini praefixionem satis succursum fuerit, alias enim si essemus in actu, qui praetenderetur ipso iure nullus remedium istud nullitatis absque ulla temporis praefitione competeret [...] Maxime si ex defectu iurisdictionis nullitas praetenderetur [...] ex defectu mandati, quoniam si de eo non constabit, etiam usque in mille annos super nullitate actus agi poterit, ut voluit Baldus [...] sive quando ageretur de nullitate in causa, in qua animae periculum verteretur [...] vel in causis, in quibus de in re non currit praescriptio [...] aut quando nullitas per modum exceptionis in iudicio deduceretur, ex quo temporalia ad agendum, ad excipiendum sunt perpetua [...] Si vero nullitas in iudicio ad irritandum seu annullandum per modum agendi directo, et principaliter deduceretur: cum pro huiusmodi remedio officium iudicis nobile competat, ut diximus supra, facultas tale officium implorandi eatenus durabit, quatenus durante reliqua personales actiones, videlicet 30. annis [...] et sic intra istud tempus 30 annis remedium nullitatis proponi debebit [...] Quicquid tamen ex lege communi sit regulariter per statura terrarum de nullitate agere volenti certum tempus seu certa instantia assignari, et praefigi consuevit. Quibus termino et instantia peremptis, super eisdem nullitatibus audiendus non erit, praeterquam in casibus supra sub tit. quis poss. dic. de nullit. adnotatis.” Vantius, Tractatus, tit. 8, n. 8.

23 “n. 1. Articulus iste superfluus visus fuit nostro Vantio, in fine rubric. quid sit nullitas; nam licet illa ex variis et multiplicibus causis oriri possit tamen eadem nullitas quoad se unica est, et simplex, neque ullam ratione sui patitur sectionem [...] n. 2. Ego autem ut distincte, clare et ordinate [...] procedam, agam de nullitate proponenda per viam actionis, vel exceptionis, de notoria, vel requirente altiorem indaginem, cuius materiam in rubrica particulari ipse egit. Ideo dico late loquendo, nullitatem esse duplicis speciei. Alia namque est illa, quae proponitur per viam actionis, alia quae proponitur per viam exceptionis.” Altimarus, Tractatus, t. 1, rubr. 1, qu. 3, n. 1 - 2.

24 “Super huius ordinarii remedii nullitatis competentia de jure; agendo, terminus triginta annorum praefinitus est; excipiendo autem, est perpetuum ex regula, quod ea quae agendo sunt temporalia, excipiendo sunt perpetua.” Luca, Theatrum, t. 15, dis. 38, n. 3.

“n. 72. Triginta vero annorum tempore dicitur antiqua sententia, adeo, quod pro ea, etiam pro solemnitate actorum, non facta mentione praesumitur [...] n. 73. Aut nullitas per viam exceptionis deducitur, tunc quia regulariter omnes exceptiones sunt perpetuae, etiam ius dicendi de ea perpetuo durabit.” Marchesanus, o. c., III, § 4, n. 72 - 73.

25 Cf. Barbosa, Collegium, ad X. 2, 27, 1, n. 11; Scaccia, Tractatus, 19, 1, conc. 7, n. 1 - 6; Ridolphinus, Praxis, I, cap. 13, n. 262 - 267.

26 “... si appellatum non sit, certum est adhuc de nullitate agi posse, cum sententia nulla in rem iudicatam non transeant, sed eius oppositio usque ad 30 annos duret.” Engel, Collegium, ad X. 2, 28, § 1, n. 7.

“... cum quaestio nullitatis XXX annis duret, sicut alia actio personalis, secundum communem, et in Camera Imperiali receptam sententiam, teste Gail., lib. I, obs. 127, n.8.” Pichler, Universum ius, ad X. 2, 27, sectio 2, § 1, n. 36.

“Nullitas vero potest opponi usque ad triginta annos iuxta communem, et tradit Engel, h.t., n.7, Gailus, lib.1, Pract. obs. 127, n.8.” Reiffenstuel, o.c., ad X. 2, 28, § 1, n. 27.

27 “Appellatio fieri debeat intra decendium; nullitas autem opponi possit instar aliarum actionum personalium intra 30 annos iuxta communem et receptam in Camera, ut Gail. l. 1, observ. 127, num. 8, quia est diversa et separata a causa appellationis; cuius proinde fatalia non imponunt finem dictioni de nullitate [...] Patitur tamen etiam haec differentia limitationes, dum fallit primo, ubi causa principalis, de qua lata sententia, breviori circumscribitur tempore [...] Secundo dum lege vel statuto oppositioni brevior praefixus est terminus [...] per novissimam Imperii constitutionem, ut in nullitate sanabili [...] eius oppositio fiat intra decendium, etsi sententia iniqua et iniusta sit, ita ut si interea non opponatur, ea non attendatur amplius, nec ad Cameram causa devoluta sit; sed sententia transeat in iudicatum, iuxta cit. Recess. de anno 1654, et Ord. Cam. part. 3, tit. 34 § 1.” Leurenius, Forum, ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 3. Cf. Pichler, Ius canonicum, ad X. 2, 28, § 1, n. 5.

28 “§ 778. Le nullità per difetto di forme nella ordinatoria del processo dovranno opporsi nel termine di tre giorni dalla produzione in cancelleria dei singoli atti: scorso questo termine, non saranno ammissibili. § 779. Le nullità per difetti sostanziali potranno sempre opporsi sinchè non siano rimesse o sanate.” Gregorio XVI, Regolamento giudiziario, § 778 - 779, p. 168.

29 Cf. M. De Luca, Praelectiones, lib. 3, 275; J. Sägmüller, Lehrbuch des katholischen Kirchenrechts, 687; F. Wernz, Ius decretalium, t. 5, I, § 6, n. 711, 546.

30 “Nullitatis actio intra tempus appellationibus praefixum coram iudice proxime superiori instituenda est.” Rauscher, Instructio, § 188.

31 Pero hablando en otro sentido, Scaccia y Luca lo llaman ordinario: “Declara, esse auxilium, seu remedium ordinarium, quia competit, sive deficiat, sive non deficiat appellatio, et ideo potest intentari etiam cum ipsa appellatione.” Scaccia, Tractatus, quaestio 19, rem. 1, conc. 1, n. 1. Cf. Luca, Theatrum, t. 15, disc. 38, n. 1.

32 “Secunda regula est, quod superior, qui sit aditus super nullitate sententiae, poterit non solum cognoscere nullitatem sententiae diffinitivae, sed ubi cognoverit, quod sententia est nulla, poterit eam reformare, seu aliam ferre et iterum pronunciare [...] Ratio est, quia sicut appellatio devolvit totam causam ad superiorem adeo, quod ipse potest sententiam reformare, ita etiam nullitas, principaliter intenta devolvit totam causam adeo, quod iudex nullitatis potest primam sententiam reformare [...] Amplia primo hanc regulam, ut etiam ipsemet iudex ordinarius, aditus super nullitate suae sententiae, possit eam non solum reformare et revocare, sed possit contrariam ferre absolutoriam.” Scaccia, 19, 1, conc.6, n. 109. Cf. Vantius, o. c., tit. 8, n. 10, n. 16; Tuschius, loc. cit., conc. 132, n.5; conc. 149, n. 2, n. 11.

33 Cf. Vantius, o. c., tit. 8, n. 11, n. 15.

34 “Signanter de iure nostri Regni Neap. per pragm. 5 § 2 de offic. SRC. ubi habetur, quod sola nullitas apparens ex actis impedit sententiae executionem.” Altimarus, loc. cit., n. 20; cf. también loc.cit., qu. 3, n. 9 - 10. Cf. Engel, o. c., ad X. 2, 28, § 1, n. 7.

35 Cf. Scaccia, o. c., 19, 1, conc. 4, n. 1; Altimarus, o. c., I, 1, qu. 4, n. 1-2; Tuschius, loc. cit., conc. 149, n. 1-n. 4.

36 “Differt secundo appellatio ab oppositione nullitatis, quod ea pendente suspendatur executio, et postquam sententia transiit in iudicatum, mox ea mandetur executioni, non obstante exceptione nullitatis [...] ipsa vero nullitas non suspendat executionem, etiamsi, [...] allegatur notoria nullitas; cum hoc casu stetur pro sententia, et nudis narratis supplicantis non credatur, nisi quoque de nullitate evidenter et notorie ex manifestis probationibus constaret.” Leurenius, ad X. 2, 28, quaestio 1011, n. 2. Cf. Pichler, ad X. 2, 28, § 1, n. 5.