Suplemento 4: El cómputo del tiempo

1. El cómputo de los años

1.1. Con el nombre de los cónsules

La forma más antigua de distinguir los años fue a través de los nombres de los cónsules, aprovechando que el mandato de los cónsules era anual. Entonces los romanos indicaban el año escribiendo en ablativo:

consule Albino Caudino et Veturio Calvino = siendo cónsules A. Caudino y V. Calvino

Cuando por alguna razón el mandato de alguno de ellos se veía truncado, entonces se escogía un cónsul que lo sustituyese por el tiempo restante: éste se llamaba consul suffectus.

Esta forma de contar los años fue habitual desde el inicio de la república (509 a.C.) hasta el reinado de Justiniano que suprimió el cargo de cónsul y decretó que los años se contasen por los años de reinado del emperador (Novella 47, dictada el a. 537)

Existe una lista en la que se reconstruye la sucesión de los cónsules romanos desde el inicio de la república . Con ayuda de ella podemos saber a qué año de nuestro calendario corresponde el gobierno de cada cónsul. Podemos consultarla en el siguiente enlace: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_Roman_consuls

1.2. A partir de la fundación de Roma

El uso de los nombres de los cónsules era práctico a corto plazo pero era muy complicado cuando se trataba de hablar de hechos muy antiguos y la mayoría ya no recordaba los nombres de los cónsules de aquel entonces.

Por eso entre los historiadores romanos, que intentaron organizar cronológicamente los hechos y personajes más notables de la historia romana, se impuso contar los años "desde la fundación de Roma", lo cual tenía la ventaja que podía fecharse los acontecimientos anteriores a la era republicana, es decir, durante la monarquía. Esto lo escribían así:

DXXXV ab Urbe condita (abreviado: 535 a. u. c) = 535 desde la fundación de Roma

Pero los historiadores romanos no se pusieron de acuerdo en la fecha de la fundación de Roma y se barajaron varias fechas entre el 758 a.C. y el 728 a.C. Finalmente durante la época imperial se impuso la cronología propuesta por Marco Terencio Varrón (116 - 27 a.C.), el cual había propuesto una fecha que equivale al a. 753 a.C.

Por lo tanto, para traducir una fecha puesta ab Urbe condita, generalmente debemos restar esa fecha de 753. Así: el año 250 a.u.c. equivale al año 503 a.C. (753 - 250 = 503).

Si el año es un número superior a 753, entonces le restaremos 753 y nos dará un año de la era cristiana. Así el año 950 a.u.c. equivale al año 197 d.C. (950 - 753 = 197).

Pero esta forma de contar los años en realidad tuvo poco impacto en la vida cotidiana y por lo general siguió usándose el sistema de los cónsules.

1.3. Otras formas de contar los años

Durante la época imperial a veces también se identificó los años señalando si era el 1º, 2º, etc., año de reinado del emperador. También en este época se introdujo la costumbre de dividir el tiempo en un período de varios años (habitualmente ciclos de 15 años) que se llamaba indictio. Se usó principalmente en la parte oriental del Imperio romano.

A veces los escritores romanos también usaron el sistema de cómputo de los griegos, que contaban los años por los juegos olímpicos, es decir, en períodos de 4 años. Este sistema fijaba la primera Olimpiada en el a. 776 a.C. y fue ideado por el historiador Timeo de Tauromenio.

La costumbre de fechar a partir del nacimiento de Cristo prácticamente fue desconocida en el mundo romano, incluso después de su conversión al cristianismo y del trabajo de Dionisio el Exiguo. El primer historiador que usó este sistema fue el inglés Beda el Venerable († 735) y fue a partir de entonces que lentamente se fue imponiendo en Occidente, aunque no fue popular hasta finales de la Edad Media.

2. El cómputo de los meses

2.1. Evolución del calendario romano

El calendario romano más antiguo tenía solo 10 meses, empezando en el mes de marzo y por eso diciembre (decem-ber) era el décimo y último mes del año. Según la tradición fue el rey Numa Pompilio (672 a.C.), quien reformó ese calendario introduciendo dos meses más: enero y febrero (ianuarius, februarius). Pero ese antiguo calendario tenía solo 355 días. Para evitar el desfase del calendario con las estaciones cada cierto tiempo el sumo pontífice añadía el mensis intercalaris, que era un número de días variable según lo aconsejase el desfase que se quería cubrir. Eso se solía aplicar entre febrero y marzo.

Este sistema era claramente imperfecto y se prestaba a las maquinaciones políticas de quien ocupaba el cargo de sumo pontífice, ya que este podía alargar o acortar ese período, del cual dependían muchos cargos públicos, que se renovaban anualmente. La situación llegó a un nivel insoportable durante las guerras civiles del siglo I a.C., por lo cual cuando Julio César asumió el poder, una de sus primeras decisiones fue encargar una reforma del calendario. La obra se confió a Sosígenes de Alejandría.

El calendario juliano tenía 365 días divididos en 12 meses. Para evitar que se desfase, cada cuatro años se añadía un día al mes de febrero, contando dos veces el ante diem VI kalendas martias (corresponde al 24 de febrero) por lo cual ese año era llamado bissextilis (dos veces el día sexto), de donde proviene nuestro término "bisiesto".

2.2. Los nombres de los meses

Ianuarius (enero), llamado así en honor de la antigua deidad Ianus, que era representado con dos caras, protector de las entradas y el inicio de toda actividad.

Februarius (febrero), proviene de la antigua fiesta de purificación llamada februa que se celebraba el día 15. Esa fiesta posteriormente se identificó con las Lupercalia.

Martius (marzo), dedicado en honor del dios Mars (Marte), el dios latino de la guerra y la agricultura. En el calendario más antiguo era el primer mes del año, coincidiendo con la primavera que marcaba el inicio de las campañas agrícolas y militares, pero incluso después de la introducción del calendario juliano, en muchas regiones siguió considerándose el primer mes del año (usualmente el año empezaba el 25 de marzo). Esa variedad fue generalizada hasta después de la Edad Media.

Aprilis (abril), según Terentius Varro (De Lingua Latina 6, 33) puede provenir del verbo aperio (abrir), en cuanto la naturaleza parece "abrirse", es decir, florecer; pero también dice que algunos opinaban que sería una forma derivada de Aphrodita, pues en ese mes se celebraba a esa diosa (la Venus latina).

Maius (mayo), tampoco está clara su etimología. Según Varro (De Lingua Latina 6, 34) proviene de maiores (los antepasados); pero Macrobius (Saturnalia 1, 12, 18) dice que proviene de la diosa griega Maia, una de las Pléyades, esposa de Vulcano y madre de Hermes.

Iunius (junio), dedicado a la diosa Iuno, hija de Saturno y esposa de Jupiter.

Iulius (julio), originalmente se llamaba quintilis, y fue cambiado en honor de Julio César, después de su muerte, por Augusto.

Augustus (agosto), originalmente se llamaba sextilis, y fue cambiado en honor del emperador Augusto.

September (septiembre), el séptimo mes según el calendario más antiguo de solo diez meses.

October (octubre), el octavo mes del calendario antiguo.

November (noviembre), el noveno mes del calendario antiguo.

December (diciembre), el décimo mes del calendario antiguo.

2.3. División del mes: Kalendae, Nonae, Idus

El sistema romano para contar los días del mes es muy diferente y más complicado que el nuestro.

En primer lugar hay que saber que ellos tenían tres fechas fijas todos los meses:

Además los romanos no contaban los días de los meses con una numeración sucesiva como en nuestro calendario actual, que asignamos el número 1 al primer día y a partir de allí vamos contando hasta que se acaba el mes. Ellos hacían una cuenta atrás hacia las tres fechas fijas (Kalendae, Nonae, Idus). O sea que mientras nosotros vamos contando cuántos días han pasado (el 15 de marzo significa que han pasado 15 días desde su inicio) ellos iban contando cuántos días faltaban para la siguiente fecha fija de su calendario. Es menos difícil si analizamos en detalle una página del calendario:

Kalendae ianuariae : es el 1 de enero

ante diem IV nonas ianuarias: 2

ante diem III nonas ianuarias: 3

pridie nonas ianuarias: 4

Nonae ianuariae : 5 de enero

ante diem VIII idus ianuarias : 6

ante diem VII idus ianuarias: 7

ante diem VI idus ianuarias: 8

ante diem V idus ianuarias: 9

ante diem IV idus ianuarias: 10

ante diem III idus ianuarias: 11

pridie idus ianuarias: 12

Idus ianuariae : 13 de enero

ante diem XIX kalendas februaria : 14 de enero, etc.

Podemos ver que inmediatamente después de las calendas ya empieza una cuenta atrás hacia las nonas. Notemos también que, según el peculiar modo de contar romano, se incluye el término, por lo cual ellos el día 2 dicen que es "el cuarto día antes de las nonas", mientras que nosotros diríamos que solo faltan 3 días. Una vez alcanzadas las nonas, al día siguiente nuevamente se pone en marcha una cuenta atrás hacia los idus y por eso el día 6 de enero es "el octavo día antes de los idus de enero".

Especial atención merece lo que ocurre una vez que se alcanza los idus: la cuenta atrás se pone en marcha de nuevo, pero notemos que esta vez su meta son las calendas del próximo mes: por eso el 14 de enero es "el decimonoveno día antes de las calendas de febrero".

2.4. Algunas cuestiones gramaticales

Respecto a los casos que rigen la escritura de las fechas, recordemos que los complementos de tiempo usualmente son expresados en ablativo. Cuando las fechas fijas están en una frase que expresa una fecha deben ir en ablativo plural. Entonces aunque en algunos ejemplos o calendarios está escrito kalendae ianuariae (en nominativo), si se usa en una frase para poner una fecha, debe ir en ablativo. Por ejemplo:

kalendis ianuariis, = en las calendas de enero = al primero de enero

nonis decembribus, = en las nonas de diciembre = cinco de diciembre

idibus martiis, = en los idus de marzo = siendo el 15 de marzo

Nótese también que kalendae, nonae, idus son sustantivos plurales pero los nombres de los meses son adjetivos y por eso siempre deben concordar con el substantivo al que se refieren.

Notemos que pridie es un adverbio que significa "el día precedente a", y se usa exclusivamente para designar los días anteriores a las tres fechas fijas. A veces también aparece el adverbio postridie para designar el día siguiente a las tres fechas fijas. En estos casos las fechas fijas y el mes van en acusativo plural. Por ejemplo:

Las fechas que van precedidas por ante diem siempre van seguidas del adjetivo numeral ordinal en acusativo masculino singular, y la fecha fija y el mes van en acusativo plural. Por ejemplo:

Es habitual que la expresión ante diem aparezca abreviada así: a. d.; aunque en muchos autores queda tácita y ni siquiera se escribe.

Además de la forma usual de indicar una fecha, por ejemplo: ante diem IV nonas ianuarias (la preposición ante rige toda la frase), también es posible otra forma: die IV (en ablativo) ante nonas ianuarias (en acusativo por la preposición).

Este complicado sistema de fechas fijas poco a poco se fue restringiendo a los textos oficiales y se fue introduciendo el sistema más sencillo que hasta hoy usamos, es decir una numeración ascendente y continuada: die octavo mensis maii = el día octavo del mes de mayo. Además de la sencillez también fue decisiva la gran popularidad de los astrólogos que con este método asignaban mejor las partes del mes a un determinado astro. Entre los escritores de época tardía y medieval se fueron introduciendo fórmulas mixtas, por ejemplo: idibus (ablativo) aprilis (substantivo genitivo) = en los idus de abril. También fue muy habitual indicar el día por las festividades religiosas, por ejemplo: in vigilia Epiphaniae = en la vigilia de la Epifanía = 5 de enero.

Al final de este suplemento podemos ver un calendario romano juliano en versión extendida (con las fechas fijas en ablativo) y también podemos descargarnos una versión abreviada, en formato PDF (con las fechas fijas en nominativo).

3. El cómputo de los días

3.1. La primitiva semana de 8 días

Desde los tiempos más antiguos en Roma se dividían los días en semanas de 8 días, es el llamado ciclo nundino, el cual probablemente adoptaron de los etruscos. Este ciclo estaba organizado en torno al día de mercado: las nundinae. Etimológicamente viene de novem dies, (teniendo en cuenta que los romanos cuentan incluyendo el último día del ciclo anterior). En la vida económica y social de las ciudades antiguas el día de mercado era un acontecimiento importantísimo y era equivalente a nuestro día domingo: ese día no se trabajaba, no había juicios y la gente lo dedicaba para ir a los baños y celebrar banquetes. En los calendarios romanos (fasti) lo habitual era designar los días con las primeras 8 letras del alfabeto (A, B, C, D, E, F, G, H).

3.2. La semana astrológica de 7 días

Durante la época imperial, el creciente interés de los romanos por la astrología fue popularizando una semana de 7 días, en la que cada día tenía asignado un planeta. Este sistema había surgido entre los astrólogos del Egipto helenista, que intentaban vaticinar el futuro de una persona a partir de cálculos hechos sobre la hora, día y mes de su nacimiento y la posición de los astros, tal como ha quedado testimonio en la Antología de Vettius Valens († 175 d. C.)

Dies solis (día del sol) equivale a nuestro domingo, que proviene de dies Domini = dies dominicus (día del Señor), que recibió en época cristiana. El significado clásico astrológico se conserva en otras lenguas: "sunday" (inglés), "Sonntag" (alemán), etc.

Dies lunae (día de la luna) es nuestro lunes.

Dies martis (día de marte) es nuestro martes.

Dies mercurii (día de mercurio) es nuestro miércoles.

Dies iovi (día de júpiter) es nuestro jueves.

Dies veneris (día de venus) es nuestro viernes.

Dies saturni (día de saturno) que es nuestro sábado. Nuestro término castellano viene del latín "sabbatus", que a su vez proviene de la palabra hebrea "sabbath" (descanso). En otras lenguas, como el inglés, se conserva el significado clásico astrológico: "saturday".

Este sistema de 7 días y nombres planetarios convivió con el ciclo nundino de 8 días y letras durante varios siglos, pero poco a poco se fue imponiendo la semana de 7 días.

La liturgia católica adoptó la semana de 7 días pero mantuvo la costumbre de usar letras para designar los días (A-G) o lo hizo de una forma genérica (feria secunda = lunes, feria tertia = martes, etc., usando un nombre específico solo para el sábado y el domingo), seguramente para evitar el fondo pagano y supersticioso que tienen los nombres planetarios.

4. El cómputo de las horas

Los romanos hicieron una división del día entre las horas del descanso y de actividad. Las horas de actividad coincidían más o menos con las horas de luz en el mediterráneo: desde las 6 hasta las 18.

Esta parte del día era dividido por horas de modo similar al nuestro, pero empezaban a contar desde lo que para nosotros son las 6 de la mañana. Entonces:

Hora prima: 6:00 - 7:00; hora secunda: 7:00-8:00; hora tertia: 8:00-9:00; hora quarta: 9:00-10:00; hora quinta: 10:00-11:00; hora sexta: 11:00-12:00; hora septima : 12:00-13:00; hora octava: 13:00-14:00; hora nona: 14:00-15:00; hora decima: 15:00-16:00; hora undecima: 16:00-17:00; hora duodecima: 17:00-18:00.

La división de las horas nocturnas vino del mundo militar, que necesitaba dividir los períodos de guardia de los centinelas, y luego se popularizó entre toda la población. No se dividía por horas sino en 4 vigiliae (= turnos de guardia): prima vigilia (18-21), secunda vigilia (21-24), tertia vigilia (24-3), quarta vigilia (3-6). 

Observación: Hemos dicho que las horas de luz solar eran divididas por los romanos en 12 partes, que llamaban horas (horae). Pero estas horae no necesariamente eran de 60 minutos (como en nuestro cómputo actual), ya que las horas de luz y oscuridad varían según las estaciones. Por ejemplo en verano, podían durar 75 minutos durante el día. Eso ocurría porque ellos dividían las horas de luz solar (dies naturalis) siempre en 12 partes, sea que saliese el sol a las 5:30 o a las 7.00 de la mañana.

¿Cuándo empezaba y acababa un día? Esta precisión probablemente no fue importante hasta que se pusieron de moda en Roma los horóscopos y la astrología, para lo cual era muy importante decidir exactamente en qué día había nacido una persona. Entonces se introdujo la idea de dividir el tiempo nocturno también en 12 horae y determinar la medianoche (media nox) como punto de inicio de cada día. Después del triunfo de la Iglesia católica, se fue introduciendo la costumbre hebrea de señalar el final e inicio del día con el ocaso del sol. Estos dos sistemas coexistieron durante toda la Edad Media hasta que a partir del s. XIV la difusión del reloj mecánico poco a poco fue imponiendo la división en 24 horas de la misma duración, es decir de 60 minutos, y desde el s. XV, por influjo francés, se volvió a imponer la costumbre de tomar la medianoche como inicio del nuevo día, y también la costumbre de construir los relojes con solo 12 horas, tal como es usual hasta hoy.


5. Calendario juliano

En lugar de apriles también se usa el acusativo plural en -is: aprilis

Una versión abreviada del calendario en formato PDF se puede descargar abajo.

Calendario-juliano.pdf