Capítulo XVII

Capítulo XVII

La canonística del s. XVI - XIX

1. Tendencia a la reducción de los causales de invalidez.

1. En el s. XVI todas las crisis que atormentaban la Iglesia explotan y se canalizan principalmente a través de la Reforma protestante que divide en dos la Europa cristiana. Para enfrentar tantos males se reúne el concilio de Trento. A nivel doctrinal se propone clarificar las verdades cuestionadas y condenar la herejías. A nivel práctico quiere realizar una auténtica reforma de la vida de la Iglesia.

El derecho canónico era uno de los puntos más criticados dentro y fuera de la Iglesia, y entre los elementos que causaban más resistencia estaba precisamente el derecho procesal.1 En verdad incluso hoy, para muchos es difícil despojarse de la concepción de juicio sumario-popular, y captar el valor de las formalidades y elementos del ordo iudiciarius para alcanzar la verdad y hacer justicia. A esto se añadía la efectiva decadencia de la reflexión canónica y de la administración de justicia en los tribunales eclesiásticos y las interferencias y luchas entre potestad civil y religiosa.

Por todo esto, una de las tareas primeras y principales de la Iglesia será liberar la administración de justicia de aquellas taras que le impedían alcanzar su verdadero objetivo.

2. En este contexto se sitúa un notable giro en la doctrina de la invalidez de la sentencia, que se caracteriza por su marcada tendencia a la reducción de los causales de invalidez y una actitud menos rigurosa ante las formas procesales en favor del “espíritu de la ley”. Este giro se produjo con la publicación de la Bula «In throno iustitia» (a. 1564) que desde el título «Reformatio curiae romanae», ya nos declaraba su intención.2

Para nuestro tema interesan dos parágrafos, en los cuales el Papa impone a los jueces rotales algunos criterios relativos a la sentencia:

§ 12 Item, decanus et alii auditores, praesertim antiquiores, attendant ne aliquid non solum contra ius, sed nec etiam contra stylum et decisiones antiquas factas in Rota, quae impressae habentur, quoquo modo decidatur, etiam praetextu aequitatis in iure non scriptae, nisi, maxima cum ratione et discussione, omnibus votis seu saltem illorum duabus tertiis partibus, aliter faciendum esse iudicaverit.

§ 13 Deinceps etiam in causis pendentibus non attendantur aliquae nullitates, praeterquam ex defectu iurisdictionis, citationis vel mandati, nisi causa nullitatis specialiter ante datam praesentium commissa reperiretur. 3

En el § 12 se lanza una monición a los jueces, subrayando que se dirige especialmente a los más antiguos, pues parece que precisamente por su larga experiencia se sentían autorizados a abrir nuevas soluciones y posibilidades. A ellos se les pide que, por regla general, no sentencien contra stylum et decisiones antiquas, salvo que exista un amplio consenso entre los jueces sobre la introducción de esa innovación.

No podemos pensar que esto haya sido un intento de sofocar la función subsidiaria de la jurisprudencia. Especialmente si tenemos en cuenta los vacíos que tenía el Corpus iuris, el margen de acción y decisión de la jurisprudencia rotal era bastante grande. Parece ser más bien que se trata de impedir que pululen soluciones particulares, que solo podían causar mayor confusión a la ya existente: la tarea de la jurisprudencia debe seguir, pero las innovaciones sólo deben introducirse cum maxima ratione et discussione y de preferencia con la aprobación de todos los jueces.

Y parece que cuando el Papa lanza esta monición, está pensando especialmente en los casos de invalidez, que aborda inmediatamente a continuación, como precisando que es en esta materia que más le interesa se tenga en cuenta la advertencia anterior.

3. El § 13 sería entonces una aplicación concreta del anterior, quizás la más importante. Aquí se hace una opción a favor de una actitud restrictiva sobre esta materia: los jueces no deben inclinarse con facilidad ante este recurso.

Para que no haya dudas se menciona explícitamente los únicos casos de invalidez que pueden ser admitidos después de la sentencia: por defecto de jurisdicción, de citación y de mandato. Como vemos son tres casos que tradicionalmente estaban bien fundamentados.

Aunque estos casos, individualmente considerados, no son novedosos, en cambio es nueva la síntesis que los agrupa en estos tres capita, en cuanto evita fórmulas genéricas como «non servatus ordo iudiciarius», o la meticulosa división en 9 grupos de Durandus. Además de este modo excluye casos que antes eran aceptados. Así respecto a los defectos de las partes solo se menciona el caso de defecto de mandato, y respecto a los defectos del proceso solo se menciona el defecto de citación. Especialmente llama la atención que no mencione los casos de invalidez que brotan de un defecto en la sentencia misma, los cuales, graves o leves, solo pueden plantearse después de la sentencia. Ese silencio puede significar que esta norma no se refiere a los casos de invalidez in textu vel prolatione sententiae, o que dejaba un margen más amplio en esos casos, al menos para aquellos que eran producidos por defectos substanciales. Sea como sea, parece que la Bula solo pretende restringir, no excluir en modo absoluto, la introducción de nuevos casos de invalidez.

2. Causales de invalidez en general 4

En esta parte dedicada a los causales de invalidez en general, nos ocuparemos de los tres señalados por la Bula de Pío IV y de otros mencionados por los canonistas de este período, sea que pueden, o no pueden, ser reconducidos a los citados tres causales, en cuanto que su mención separada puede significar una preocupación especial.5

1. Causales de invalidez que brotan de defectos del tribunal. La Bula de Pío IV bajo la expresión «ex defectu iurisdicionis», reconocía todos la casuística sobre el defecto de jurisdicción, casuística que era especialmente abultada y sutil en el caso del juez delegado.

A este argumento Vantius ya le había dedicado especialmente dos títulos en su famoso tratado. También Maranta revisó la casuistica, que era substancialmente igual a la medieval: si no es verdadero juez, el caso del juez recusado, y los casos de varios jueces delegados.6

La misma amplia atención, recogiendo prácticamente toda la casuística medieval, le dedicaron Marchesanus, Altimarus y Scaccia. 7 Esta influencia les llega, sobre todo al segundo y al cuarto, a través de Vantius, al cual copian abundantemente.

En los comentarios generales se mantuvo la misma posición, pero la exposición es bastante breve. Por ejemplo se citaba los casos de juez incompetente por territorio o materia, porque había terminado la instancia, porque había sido recusado, porque dictaminó después del término fijado. La misma actitud siguen los demás autores de ese período.8 Lo mismo vemos en los canonistas del s. XVIII,9 y los manuales del s. XIX.10

2. Los causales de invalidez que brotan del defecto de las partes. De la casuística de este capítulo de invalidez, la Bula «In throno» resaltaba solamente el caso «ex defectu mandati». Lo mismo hallamos en los primeros autores.11 Ampliamente solo lo expone Vantius en el título 11: «De nullitate ex defectu inhabilitatis, seu mandati comparentium».

En los autores posteriores no se observa alguna variación fundamental. Solo se puede destacar que frecuentemente su mirada se detiene en el llamado caso “de falso procurador”, es decir sin un legítimo mandato, o que ya se ha vencido su plazo o ha sido revocado por el mandante. También se suele mencionar el caso del menor sin curador.12

La temática continua sin mutaciones en los grandes comentarios al Corpus iuris canonici, donde siempre se elenca este caso.13

Tampoco los autores posteriores ni los manuales del s. XIX alteraron la doctrina de este causal de invalidez de la sentencia.14

3. Invalidez que nace de defectos en el curso del proceso. Éste era un terreno que había sido fuertemente reducido por la Bula de Pío IV, que solo consideraba el caso de invalidez de la sentencia «ex defectu citationis», del cual se podía deducir también el caso de invalidez de la sentencia contra una parte ausente, no contumaz.

En cambio Vantius, aunque daba especial importancia al defecto de citación, al cual le dedicaba el título 12, también dedicaba un otro título, el título 13, a la invalidez «ex defectu processus».15

Y Maranta elenca entre las causales de invalidez, no solo la citación (que considera de derecho divino), sino también, si en general no se observaban todas las normas procesales.16 Y Augustin agrega la inobservancia de los términos como causa de invalidez.17

También Altimarus y Scaccia siguieron esa visión más amplia.18 En cambio Marchesanus y Ridolphinus solo hablan del defecto de citación.19

En los comentadores se reconoce que, además del defecto de citación, existen otras causales de invalidez que brotan del proceso, y en modo general se cita el defecto de las substantialia processus. Así opinan Tellez, Engel, Luca y Reiffenstuel.20

También Leurenius reconoce como causal de invalidez de la sentencia la violación de la forma procesal. Pero agrega que, si no se trata de un defecto substancial, entonces el defecto debe implicar además una injusticia, pues de otro modo no se reciben.21

En la misma línea continúan Schmalzgrueber, Pichler y los manuales, pero sin mencionar la conexión entre invalidez e iniquidad.22

4. Invalidez que nace de defectos en la sentencia (excluidos los casos de violación de las solemnidades). La Bula de Pío IV no hacía ninguna referencia a estos defectos, lo cual puede significar o que ella los excluía totalmente o que solo se refería a la invalidez ante sententiam. Esta última respuesta me parece más probable, porque se concilia mejor con la información que ofrecen las demás fuentes.

Vantius en su citada obra incluía estos casos en el título 13: «De nullitate ex defectu processus, ac sollemnitatis et formae ipsius sententiae». La misma línea sigue Altimarus.23

En la literatura procesal el sutil caso de la sentencia con un error de derecho (proveniente del derecho romano) fue devorado por el caso de la sentencia con una injusticia patente (de origen netamente canónico). Por eso ellos dicen que la sentencia que es patentemente injusta (de hecho o de derecho), también es inválida.24

En los otros autores la idea que toda injusticia patente equivale a la invalidez aparece poco, es limitada y no es expresada tan claramente. 25

En cambio los comentarios generales se ocupan ampliamente del caso de la sentencia contra legem. Así por ejemplo Barbosa, en su comentario a X. 2, 27, 1,26 dice que solamente se afecta la validez cuando el error iuris es puesto como principal fundamento de la sentencia misma, y además debe ser evidente. Si hubiese duda sobre la gravedad o la evidencia del error, entonces se presume que es válida. Solo cuando se trata de una iniquitas substantialis et manifesta tal sentencia es inválida. Fuera de esa hipótesis, la sentencia injusta debe ser examinada por vía de apelación, ya que siempre se presupone que el juez no actua contra la ley.

Con motivo de esa misma decretal, Tellez se detiene a considerar un caso excepcional que no se adecua al principio que toda sentencia debe ser siempre conforme a la ley escrita.27 Después de haber explicado que por regla general la sentencia dictada contra legem, es inválida, nuestro autor confronta esa primera afirmación con un principio jurídico: «in omnibus rebus aequitatis ratio potius quam stricti iuris habenda est». Si el juez advierte que la aplicación estricta de la ley no corresponde a la aequitas ¿puede dictar una sentencia aunque en parte sea contraria a alguna ley ? ¿y tal sentencia podría decirse que es válida? Tellez responde afirmativamente a ambos casos. Y así se tiene una notable excepción a lo establecido en el cap. «Sententia contra leges». Esto nos muestra cuánto era amplio el recurso a los principios generales para relativizar la ley positiva.

También Schmalzgrueber se detendrá a examinar esa decretal.28 A la clásica pregunta ¿cuándo una sentencia dictada contra ius constitutionis es inválida ? nuestro autor, responde con una distinción: la ley violada, o se refiere solo al mérito de la sentencia, o se refiere a aliud extrinsecum et diversum a meritis de la sentencia. Este segundo caso sería un caso ordinario de sentencia inválida. El primer caso debe todavía subdividirse: si se trata de un error facti o incluso de un error iuris, pero que no es patente, entonces se trata de una sentencia injusta y se impugna con la apelación. Pero si es un error iuris evidente y expreso en el texto de la sentencia, entonces es una caso de sentencia inválida, en virtud de la norma de X. 2, 27, 1.

Otro causal de invalidez nace cuando la sentencia principalmente se apoya en testigos o documentos falsos (ex falsis instrumentis) o por corrupción del juez. Ellos son casi ignorados por los autores procesales,29 pero aparecen en autores como Reiffenstuel y Engel, que además recuerda el caso de la sentencia dictada por testigos corruptos. 30

Más tarde encontramos que todavía Leurenius incluía el caso de invalidez por falsas pruebas y Luca resaltaba los defectos del juez venal o parcializado.31

Vantius recordaba que la sentencia debía ser cierta en absolver o condenar, y no debía ser condicional.32 También Pichler propone esos casos y agrega que la sentencia debe ser conforme al libelo.33 Lo mismo recordaban Engel y Schmalzgrueber.34

También se repite que es inválida la sentencia contra un asunto que ya antes ha sido sentenciado y que ya pasó a cosa juzgada, o aquella que impone un precepto imposible o desmesurado.35

3. Las solemnidades de la sentencia

1. Casi desde el inicio de este período encontramos una exposición bastante uniforme y completa de las solemnidades de la sentencia, que aparecen como un grupo fácil de distinguir de las demás causales.

Es curioso que en la larga lista de Maranta solo aparezca una mención referida a los días judiciales: «dicitur iudicium nullum, quando est agitatum in tempore vel die feriato, maxime ad honorem Dei.» 36

La obra de Vantius, seguida por Altimarus, nos muestra un cuadro bastante completo de las solemnidades que deben rodear la sentencia. 37 Así la sentencia debía ser dictada en loco maiorum et congruo tempore, además debía ser puesta por escrito y luego ser dictada. Para esta promulgación el juez debía estar sentado.38 Además se ponía mucha atención en la fórmula que debía usar el juez.39

Pero esta conservación y acumulación de solemnidades no nos debe engañar, pues estos autores al mismo tiempo redujeron su importancia, pues ellos reconocen que estos casos frecuentemente no son considerados o son sanados fácilmente.40

2. En la exposición de las solemnidades, que realiza Engel, encontramos las normas tradicionales, pero se advierte una mayor claridad en la exposición. 41 Ante todo notemos que Engel engloba todos estos elementos como «solemnitates iudiciales» de la sentencia. Nuestro autor constata que en las fuentes romanas y canónicas estas solemnidades eran exigidas de iure y por lo tanto su omisión causaba ipso iure la invalidez de la sentencia. Pero él considera que este rigor debe ser atenuado de acuerdo a las costumbres de cada lugar: así se trata de evitar que, en la praxis, la violación de tales solemnidades sea causa de invalidez.

También Schmalzgrueber recoge todas estas solemnidades, pero no las coloca bajo un marco teórico, en ese sentido su exposición es de menor calidad que la de otros autores contemporáneos a él.42

3. Notable es la exposición de Pichler: los requisitos de la sentencia son organizados en dos grupos, en cuanto los elementos son exigidos para la validez intrínsecamente o solo extrínsecamente. En el segundo grupo, 43

él coloca un elenco de las solemnidades, que en su contenido no presenta novedades. Pero ahora todas estas solemnidades son exigidas «ad valorem extrinsece», lo cual significa un cambio de actitud frente a las solemnidades como causales de invalidez.

Se elencan las solemnidades del dictado de la sentencia en 4 grupos:

a) escritura y recitación; la sentencia debe ser puesta por escrita y luego pronunciada ex scriptis;

b) lugar y modo; en el lugar ordinario o en un lugar honesto (en caso sea un juez delegado y que no tiene una sede definida); y debe dictarla sentado, non stante aut ambulante.

c) asistentes; deben estar presentes las dos partes litigantes, legítimamente citadas: la ausencia no inválida la sentencia solamente cuando es causada por la contumacia.

d) hora; debe ser de día pero si las partes no se oponen puede hacerse de nocte ad lumen.

Tenemos aquí una elaboración sistemática bastante avanzada de las solemnidades que deben rodear la sentencia. No es nuevo el contenido, sino el marco teórico en el que son agrupadas y definidas conceptualmente: las solemnidades son aquello que requiritur ad valorem extrinsece.

Pichler no quiere negar la tendencia reduccionista de los causales, sino que quiere llegar a un objetivo similar a través de su marco teórico: los defectos menos graves se reconocen como causales de invalidez de la sentencia, pero por otro lado se reduce su peso para que no amenacen el rápido desarrollo del proceso.

Sin embargo, quizás de ese modo se detuvo la tendencia que poco a poco estaba excluyéndolas de entre los causales de invalidez. Ahora en cambio las solemnidades, aunque con poco valor, se consolidan en ese rol.

4. Síntesis y evaluación de este período

1. Conviene ahora realizar un examen crítico sobre las causales de invalidez en este largo período de tiempo.

La literatura procesal nos muestra que desde el inicio del s. XVI existía una fuerte tendencia a la reducción de las causales de invalidez, o al menos a disminuir su peso, resaltando la idea de su sanabilidad. 44

En este clima, parece bastante lógica la normativa de la Bula «In throno iustitiae», que aparece como el máximo esfuerzo por reducir drásticamente las causales de invalidez. Pero se debe tener en cuenta que esa Bula, y las otras que promulgó Pío IV, tenían un radio de acción bien restringido, pues solo imponían tal reducción a los tribunales pontificios. Por lo tanto tal normativa no pretendía borrar toda la legislación y la literatura canónica que en los siglos anteriores se había ocupado de la invalidez de la sentencia. Pero al proponer esa normativa para su propio tribunal, seguramente el Papa quería dar una indicación sobre cuál dirección se debía seguir en esa materia.

Sin embargo el intento de reducir drásticamente los causales de invalidez solo tuvo un éxito limitado, pues tal como hemos visto, en los siglos siguientes se continuó a proponer una nutrida casuística.

2. Las causas de ese fracaso parcial son varias. Respecto a los tribunales fuera de Italia podemos explicarlo por razones político-eclesiásticas, que poco a poco relajaron la relación con Roma, y que llevó a muchos autores a prestar mayor atención a la praxis de la propia nación en desmedro de las normas y la praxis de la Curia.

Respecto a la misma Curia romana (pues tampoco allí se siguió con pleno rigor la normativa de Pío IV) 45 podemos explicarlo, primero por el tenor mismo de la Bula, que, como antes hemos visto, no excluía totalmente la admisión de nuevos causales. Y en segundo lugar, por la misma naturaleza del asunto, pues un asunto tan complejo y delicado no podía ser bien regulado por una normativa de tres renglones, que se ilusionaba de poder solucionar el problema con una simple amputación.

No nos debe maravillar entonces que los autores posteriores continúen a proponer los causales de invalidez que encontraban en el Corpus canonicus y en los comentaristas antiguos. Sin embargo al menos parcialmente se logró el objetivo, pues ciertamente la casuística se redujo y la importancia de muchos causales se redujo a causa de su sanabilidad.

3. Al respecto no nos debe engañar la exposición sistemática de los causales de invalidez, pues vistos así en conjunto, parece que nada había cambiado. En realidad, si observamos cada autor particularmente (exceptuados los autores anteriores a la Bula In throno), notamos que solo Altimarus hace una exposición exhaustiva de los causales. Y sin embargo incluso este autor reconoce que en la praxis solo los defectos de elementos substanciales tienen verdadera relevancia práctica.46 Los demás autores de literatura procesal, especialmente Ridolphinus y Marchesanus se mantienen fieles a la exclusividad de los tres capítulos. Los autores de comentarios generales se limitan a elencar pocos casos, pero sin que exista unanimidad sobre los casos particulares: cada autor señala aquellos causales que más le parecen importantes. Y en esto es notable que la mayoría de ellos haga explícita o implícita referencia a los tres capítulos propuestos por Pío IV.

De aquí se concluye que, aunque no se llegó a reducir estrictamente todos los causales de invalidez a aquellos tres del defecto de jurisdicción, mandato y citación, al menos se impuso plenamente la idea que los casos de invalidez debían ser reducidas. ¿ Cuáles debían subsistir ? Ésta será una pregunta que fue respondida en diverso modo por cada autor. Así la atención de los autores poco a poco se desplazó hacia el “criterio de distinción”, o sea, ¿ cuál es el criterio para reconocer una invalidez que merece relieve y una invalidez que no debe ser atendida, o que solamente debe ser reparada en modo sumario ?

1 Un curioso texto nos muestra bien la actitud negativa que existía respecto al hiperdesarrollo de las causas de invalidez en el proceso: “Cum superioribus diebus, Patrone amplissime, inter caetera, quae domestice plerumque habere soles, suavissima illa tua colloquia, de civilium causarum patrociniis sermo obstigisset; illos iamdiu non modis e tibi stomachum movisse affirmabas, qui pro litibus involvendis, veritate postposita, nil aliud quam —ut ipsi vocant— nullitates promovent, illas omni studio perquirunt, et totis eorum ulnis amplexantur, ac veluti retia pro iudicibus et litigatoribus illaque andis tendunt, et passim illorum pedibus annectere procurant: quos litium fautores tanquam veritatis et publicae quietis hostes et inimicos abhorrebas, ac omni proborum virorum consortio indigno arbitrabaris.” Vantius, Tractatus de nullitatibus, p. i [dedicatoria: § Illustr. ac rev. Pulvio Corneo Episc. Perusino].

2 “Sane postquam nos, circa Curiae nostrae reformationem solerti studio intendentes, reliquorum eiusdem Curiae tribunalium et officiorum emendationem et correctionem [...] consilio feliciter peregimus [...] Et licet in eodem tribunali pauca admodum correctione digna offenderimus, nihilominus, ut nihil intactum relinqueremus, nonnulla potius pro litibus abbreviandis, ac partium dispendiis evitandis vel saltem minuendis, vocatis ipsius auditoribus, ac pluries, tam in voce quam in scriptis auditis, providenda censuimus.” Pius IV, Bulla In throno iustitiae, 27 dec. 1561, § 1, en Bullarum diplomatum, t. 7, 155.

3 Pius IV, Bulla In throno iutitiae, § 12 - 13, en o. c., t. 7, 156. La misma norma hallamos en: Pius IV, Bulla Cum ab ipso, 30 iunii 1562 (Reformatio tribunalium ordinariorum et aliorum iudicum Romanae Curiae), § 13, en o.c. t. 7, 216; Pius IV, Bulla Cum nuper, 31 iul. 1562 (Reformatio referendariorum Signaturae Iustitiae et iudicum romanae Curiae), § 5, en Ridolphinus, Praxis recentior, Appendix, 38 - 39.

Otras referencias a la sentencia nula en Bulas más antiguas: Martinus V, Bulla Romani Pontificis providentia, sine die 1422 (Statuta et ordinationes observandae ab Auditoribus Rotae romanae, ac advocatis, procuratoribus et notariis eius Curiae), § 19 § 22, en Idem, loc. cit., 32 - 35; Innocentius VIII, Bulla Finem litibus, 19 ian. 1487, (Iurisdictio et facultates auditorum Rotae Romanae), § 10, en Idem, loc. cit., 35 - 36.

4 Aunque existe una continuidad substancial entre los autores de esta época, de todos modos, ya que este período es muy amplio, se debe estar atento a distinguir los autores del s. XVI -XVIII/1 (literatura procesal: Maranta, Augustin, Staphileus, Gomes, Vantius, Tuschius, Marchesanus, Scaccia, Ridolphinus, Altimarus, Luca; comentarios generales: Barbosa, Tellez, Engel, Pihring, Reiffenstuel) y los autores del s. XVIII/2 - XIX (comentarios generales: Leurenius, Schmalzgrueber, Pichler; manuales: De Luca, Sägmüller, Wernz), para valorar la información que ofrecen y darle su puesto justo en el contexto histórico. Por último se recuerde que son anteriores a la Bula “In throno” de Pío IV, las obras de Maranta, Staphileus, Gomes, Augustin y Vantius.

5 Sobre los causales de invalidez en este periodo se han ocupado antes: Della Rocca, Le nullità della sentenza, 60 - 65, (solo expone la doctrina de Vantius). Hanseen, “De sanctione nullitatis” en Apollinaris 11 (1938) 91 - 94, (entre la literatura procesal solo cita Vantius y el card. de Luca). Ghidotti, La nullità della sentenza giudiziale, 67 - 74; 81 - 95, (exposición de varios autores, pero en la que no se llega a una síntesis).

6 Cf. Maranta, Speculum, pars 4, dist. 16, n. 3 - 6; Vantius, o. c., tit. 9 - 10. Brevemente: Staphileus, Tractatus de gratiis, f. 146 in fin.; Gomes, Commentaria in regulas Cancellariae, n. 74 [f. 85]; Augustin, Praxis, pars 3, 1 [Lefebvre, 20].

7 Cf. Marchesanus, loc. cit., § 1; Scaccia, Tractatus, qu. 19, rem. 1, conc. 2; Altimarus, Tractatus, t. 1, rubr. 9-10. Brevemente: Tuschius, Practicae conclusiones, t. 5, sub “N”, conc. 136, n. 8 - 10; Ridolphinus, Praxis recentior, pars 1, cap. 13, n.267, n. 348.

8 Cf. Engel, Collegium universum iuris, ad X. 2, 28, § 1, n. 2; Pirhing, Universum ius, ad X. 2, 27, sect. 2, § 1, n.31; Luca, Il Dottore volgare, t. 5, cap. 22, n. 9, 647; Reiffenstuel, Ius canonicum, ad X. 2, 27, § 3, n. 72.

9 Cf. Leurenius, Forum, ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 1; Schmalzgrueber, Ius ecclesiasticum, ad X. 2, 27, § 2, n.37; Pichler, Ius canonicum, ad X. 2, 27, § 2, n. 9.

10 Cf. De luca, Praelectiones iuris canonici, lib. 3, 274; Sägmüller, Lehrbuch des kathol. Kirchenrechts, 687; Wernz, Ius decretalium, 2 ed., t. 1, n. 710.

11 Cf. Maranta, loc. cit., n. 19-20; Staphileus, o. c., f. 146, vers. eadem ratione; Augustin, Praxis, pars 3, n. 3 [Lefebvre, 21]. Y otro autor nota la responsabilidad de la parte: “Nam ista culpa iudicis non excusat partem, quod hoc etiam inquirere debuit, nam quilibet tenetur esse diligens in perscrutando, et bene videndo, quod sibi expediunt [...] Nam ut dixit Io. Boccacius: «Non ha d’essere losco, chi ha da fa con tosco». Et ideo talis negligentia sibi imputari debet.” Gomes, o. c., n. 73 [f. 85].

12 Cf. Marchesanus, loc. cit., § 2; Ridolphinus, loc. cit., cap. 13; Scaccia, loc. cit., conc. 2; Altimarus, Tractatus, t. 1, rubr. 11.

13 Cf. Engel, o. c., ad X. 2, 28, § 1, n. 2; Pirhing, o. c., ad 2, 27, sect. 2, § 1, n. 31; Reiffenstuel, o. c., ad X. 2, 27, § 3, n. 72.

14 Cf. Leurenius, o. c., ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 1; Schmalzgrueber, o. c., ad X. 2, 27, § 2, n. 37; De luca, Praelectiones, lib. 3, 274; Sägmüller, Lehrbuch, 687; Wernz, Ius decretalium, t. 1, n. 710.

15 Allí incluía el libelo, la contestación de la lid, la causae cognitio, el ordo procedendi e incluso algunos plazos: cf. Vantius, o. c., tit. 13, n. 18, n. 28, n. 30, n. 54, n. 56-57.

16 “n. 1. Iudicium validum est illud in quo sunt servata omnia solemnia, et substantialia iudiciorum. Invalidum vero est, ubi aliquid deficit ex dictis solemnitatibus, [...] n. 10. Septimo dicitur iudicium nullum, quando fuit factum sine citatione partis, nam citatio, est de iure naturali et divino, adeo quod obmitti non potest, et sic quilibet actus iudiciarius factus sine citatione, est ipso iure nullus [...] n. 16. Octavo, dicitur iudicium nullum, et sententia quando iudex procedit ad prolationem sententiae cum magna celeritate sine procunctatione processus et sine causae cognitione.” Maranta, loc.cit., n.1, n.10, n.16.Cf: Staphileus, o. c., f. 145, vers. postremo; Gomes, o. c., n. 68 [f. 84].

17 Cf. Augustin, Praxis, pars 3, n. 4 [Lefebvre, 23 - 24].

18 Cf. Scaccia, loc. cit., conc. 2, n. 21-22. “Rubr. XII: De nullitate ex defectu citationis, et unde, ac quibus modis regulariter proveniat (in 41 q.). Rubr.XIII: De nullitate ex defectu processus, sive ordinis iudiciarii, ac solennitatis, et formae ipsius sententiae, ac ipsius sententiae, ac ipsius executions (in 29 qu.).” Altimarus, Tractatus, t. 1, rub. 12 - 13. Brevemente: Tuschius, loc. cit., conc. 132, n. 5.

19 Cf. Marchesanus, loc. cit., § 3; Ridolphinus, Praxis, pars 1, cap. 13, n. 348 - 350.

20 Cf. Tellez, Commentaria perpetua, ad X. 2, 27, 1, n. 8. “Sententia dicitur nulla [...] contra reum indefensum.” Engel, o. c., ad X. 2, 28 § 1 n. 2. “Item ob defectum substantialis ordinis iudiciarii: puta, si non observentur solemnitates illae substantiales.” Reiffenstuel, o. c., ad X 2, 28, § 1, n. 23. Cf. Luca, Il Dottore volgare, t. 5, cap. 22, n. 9, n. 11, 647 - 648.

21 “Ob omissam citationem in cuius defectu ortam nullitatem potentissimam dicit Muller, cit. num. 17. Ob non servatum ordinem iudiciarium, vel ob omissas solennitates praescriptas in partibus iudicii, quas tamen nullitates processus, si aliter de meritis causae principalis liquido constet, in supremis principis dicasteriis regulariter non attendi; eo quod in istiusmodi dicasteriis magis de aequitate, quam de rigore iuris iudicari soleat.” Leurenius, Forum, ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 1.

22 Cf. Schmalzgrueber, o.c, ad X. 2, 27, § 2 n.52. “Nullitas insanabiles censetur, quae provenit [...] ex defectu substantialium processus.” De Luca, Praelectiones, lib. 3, 274.

23 “De nullitate ex defectu processus, sive ordinis iudiciarii, ac solemnitatis, et formae ipsius sententiae, ac ipsius sententiae, ac ipsius executionis.” Altimarus, t. 2, rubr. 13.

24 “Nullum iudicium quo ad sententiam, quando in ea est processus error iuris” Maranta, loc. cit., n. 74. “Ad effectum igitur ut sententia per expressum iuris errorem invalidari possit, requiritur quod sit lata patenter et manifeste contra tenorem et casum legis publicae et manifestae: et quod talis error oculo corporali in dicta sententia habita relatione ad textum legis cerni possit.” Vantius, o. c., tit. 13, n. 122; también n. 126. “Et etiam si fuerit —et dixit— notoria iniustitia ex actis resultans, quae nullitati aequiparatur, multaque operatur.” Marchesanus, loc. cit., § 1, n. 78; también § 1, n. 63 - 64; § 4, n.92. “Manifesta iniustitia idem operetur quod nullitas.” Tuschius, loc. cit., conc. 131, n.2; también conc. 136, n. 2. Cf. Ridolphinus, loc. cit., n. 276, n. 279, n. 284-285.

25 “... vel apertus error in ea reperitur, vel lata est ex causa notorie, vel manifeste falsa non enim iure fertur sententia, quae contra ius ipsum pronuntiatur: ideoque ea adeo nulla est, ut necesse non sit ab illa provocare.” Tellez, Commentaria, ad X. 2, 27, 1, n.8.

“... vel contra authenticam scripturam publicam, quae in actis existat, quod revera fere unquam in praxi est verificabile.” Luca, Theatrum veritatis, t. 15, disc. 38, n. 7.

26 “n.2. Collige ex texto sententiam continentem expressum iuris errorem esse nullam ipso iure, [...] Intellige procedere, quando sententia in tale errore sumpto pro fundamento ita fundatur, ut ab eo totaliter dependeat; et in illo principalis causae definitio consistat; non vero quando ultra praedictum errorem expressum in eadem sententia, exprimitur aliud fundamentum legitimun et secundum ius procedens, ex quo eadem sententia in illo consistere possit, siquidem interveniente tali fundamento et in illi fundata praedicta sententia mero iure valida est, non obstante alio iuris errore in tenore ipsius sententiae expresso.” Barbosa, Collectanea, ad X. 2, 27, 1, n. 2 - 3.

27 “Sed haec assertio ita illustrata difficilis valde redditur sequenti iuris principio; nam in omnibus rebus praecipue aequitatis ratio potius quam stricti iuris habenda est [...] Igitur si iudex agnoverit aequitate suadente aliud decernendum esse, quam iure scripto cautum est; et eam sequens, contra ius pronuntiaverit, iuste decernit, et per consequens eius sententia amplectenda est, etsi contra leges prolata sit. [...] igitur sententia contra ius prolata valet et sustinetur. Faciat etiam magna ratio, videlicet auctoritatis rei iudicatae: post rem enim iudicatam non quaeritur, an aeque, vel inique iudicatum sit, [...] vel si per errorem, aut ambitionem iudex sententiam dixerit, [...] tantaque est rei iudicatae auctoritas, ut de falso faciat verum, ut pragmatici loquuntur; de nigro album, de quadrato rotundum.” Tellez, Commentaria perpetua, ad X. 2, 27, 1, n. 7.

28 “Quando sententia lata contra ius constitutionis sit irrita? Resp. distinguendo: vel enim est contra ius constitutionis, quod respicit merita causae tantum, vel contra ius respiciens aliud extrinsecum, et diversum a meritiis causae [...] Si hoc secundum, sententia est ipso iure irrita, sive error in ipsa sit expressus, sive non; nam regulariter, quidquid sit contra ius, est nullum [...] Si primo modo sententia repugnet iuris, videndum, an error iuris in sententia exprimatur, vel non.” Schmalzgrueber, o. c., ad X. 2, 27 § 2, n. 41.

29 Vantius consideraba como inválida la sentencia venal, pero consideraba que valía si era dictada por súplica, temor, odio, gracia o dolo: cf. Vantius, o. c., tit. 13, n. 135-136. Y el Card. Tuschius solo lo menciona incidentalmente en un ejemplo, para ilustrar la sentencia inválida por una ley irritante: Tuschius, loc. cit., conc. 141, n. 1.

30 “Nisi nullitas illa foret evidens, ac notoria, puta manifestis probationibus constet, sententiam esse latam ex falsis instrumentis.” Reiffenstuel, o. c., ad X. 2, 28 § 1 n. 26. “Idem etiam est, si sententia sit lata ex falsis instrumentis, aut propter corruptos testes, ut comperta veritate revocari possit.” Engel, Collegium, ad X. 2, 27 § 1, n. 5.

31 “....eius propium commodum seu interesse in causa, iudicis subornatio.” M. De Luca, Praelectiones, lib. 3, 274. Cf. Leurenius, o. c., ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 1.

32 Cf. Vantius, o. c., tit. 13, n. 16, n. 90, n. 101, n. 107.

33 Cf. Pichler, o. c., ad X. 2, 27, § 2, n. 9.

34 Cf. Engel, o. c., ad X. 2, 28 § 1, n. 7 - 8, n.10; Schmalzgrueber, o. c., ad X. 2, 27 § 2, n. 37 - 40.

35 “Sententia dicitur nulla [...] si contra priorem sententiam, quae transivit in rem iudicatam.” Engel, o. c., ad X. 28, § 1, n. 2.

“....sententiam a iudice latam esse ipso iure nullam; v.g. [...] vel contra sententiam, quae transiit in rem iudicatam.” Leurenius, o. c., ad X. 2, 28, qu. 1011, n. 1.

“... quo referuntur quidam alii casus non expressi in lege e.g. sententiae nullam condemnationem praeseferentes, aut impossibilia praescribentes.” De Luca, Praelectiones, lib. 3, 274. Cf. Marchesanus, loc. cit., § 2, n. 51.

36 Maranta, Speculum aureum, pars 4, dist. 16, n. 82.

37 “Dico igitur quod ordinis iudiciarii, circa sollemnitatem probationis ipsius sententiae est, ut primo sententiae in mente iudicis concipiatur et mature deliberetur, ac deliberata in scripturam redigatur, et redacta corrigatur et taliter correcta litigatoribus hora audientiae consueta loco solito maiorum, per iudicem pro tribunali sedentem publice recitetur: haec omnia spectant ad officium boni iudicis: quia quod magno conflictu decerni solet id praecipitanter et paucis literis temere descriptis diffiniri fas est [...] Ideo si sententia non fuisset prius scripta, quam proferretur, ipso iure non valeret.” Vantius, o. c., tit. 13, n.69. Pero el requisito de la escritura podía ser exonerado por el consenso de las partes: cf. loc. cit., n. 73. Cf. Altimarus, o. c., t. 2, rubr. 13.

38 “Et solennitas ista sedendi, cum maiestatem iudicis conservandam, tum etiam ut maiori prudentia et animi maturitate et deliberatione sententia ipsa progrederetur, adinventa est. Sedendo namque animis quiescit, et quiescendo prudentior sit [...] unde si sententia ex abrupto, et per iracundiam proferretur, non esset secundum leges, videlicet mature et deliberato consilio, sed potius iracundia, odio et mentis praecipitatione lata, et propterea quia impedit ita animum ne possit cernere verum, talis sententia non deberet admitti.” Vantius, o. c., tit. 13, n. 84.

39 Cf. Vantius, o. c., tit. 13, n. 90-92.

40 “Mihi vero in hac re semper visum fuit dicere, quod si nullitas versetur circa ipsam sententiam, quia non fuerit recitata, vel lata iudice non sedente, vel extra locum iudicii, vel sine citatione, vel fuerit lata die feriata in honorem Dei, et tunc posset per iudicem appellationis confirmari, maxime quando causa debet decidi summarie et veritate inspecta.” Altimarus, o. c., t. 2, rubr. 14, qu.1, n. 37. Cf. Vantius, o.c., tit. 14, n.125.

41 “Requisita sententiae alia sunt, quae solemnitatem iudicialem respiciunt, alia, quae ipsam ordinatam causae decisionem. Prioris generis sunt, quod sententia debeat in scriptis concipi, et per ipsum iudicem recitari [...] (excepto Episcopo et personis illustribus, quibus conceditur, quod per alium recitare possint sententiam [...]) quod a iudice pro tribunali sedente et non stante [...] quod de die et non de nocte [...] quod in ordinario loco iudicii [...] quod die non feriato [...] denique quod partibus citatis, nisi contumaciter se absentarent [...] Verum licet haec solemnia ita de iure requirantur, ut iis non observatis sententia reddatur ipso iure nulla, prout ex locis allegatis legenti patebit. Nihilominus hodie magis ad singulorum tribunalium et locorum stylum et rationabiles consuetudines attendendum erit.” Engel, Collegium universi iuris, ad X. 2, 27, § 1, n.6.

42 Cf. Schmalzgrueber, o. c., ad X 2, 27 § 2, n. 50-51, n. 53-56, 58-59.

43 “Dico 2. Ad sententiae definitivae, quae fertur in iudicio ordinario, valorem extrinsece requiruntur regulariter sequentes solemnitates. 1. Debet esse redacta in scripturam, et ex scripto, quod vocatur periculum, vel melius breviculum, recitari ab ipso iudice [...] 2. Et quiden a sedente pro tribunali, non stante, aut ambulante [...] et in loco iudicii ordinario, si iudex est ordinarius [...] Si vero sit delegatus, non habens certum tribunal, saltem in loco honesto. 3. Praesentibus partibus, vel saltem citatis legitime ad audiendam sententiam [...] adeo quidem, ut, si aliqui absint citra contumaciam, sententia tantum inter praesentes teneat [...] de die et non de nocte [...] Notant tamen [...] valet sententiam de nocte latam ad lumen, si Partes non contradicant.” Pichler, o. c., ad X. 2, 27 § 2, n.10.

44 “Ideo cum hoc utile opusculum destinaverunt principaliter ad utilitatem iudicum, et advocatorum regnicolarum, obmittam nullitates sublatas, et ponam tantum illas, quae hodie servantur in regno.” Maranta, Speculum aureum, pars 4, dist. 16, n. 2.

45 Incluso el Cardenal de Luca, firme opositor de la proliferación de los causales de invalidez, reconoce: “Oltre le suddette tre specie di nullità, le quali nella Curia si dicono sostanziali per li diffetti; cioè della giurisdizione, della citazione, e del mandato; ve ne sono molte altre che quasi ha dell’impossibile, almeno senza noiosa disgressione, il riassumere: Che però con facilità nell’occorrenze si potranno vedere appresso i praticanti.” Luca, Il dottore volgare, t. 5, cap. 22, n. 11.

46 Cf. Altimarus, Tractatus, t. 2, rubr. 14, qu. 1, n. 37 - 38.