Derecho romano

El impulso de los estudios del humanismo clásico, especialmente del latín, griego y derecho romano, en mayor peligro, e incluso de la filosofía, pasa necesariamente, entre otras muchas cosas, por la tarea de traducción de los textos clásicos al castellano y su puesta al alcance de la mano de todos los estudiosos. De ningún modo se debe pensar que la existencia de la traducción eclipsará la lectura de los originales. Cuando en la segunda mitad del s. XIX Andrew Munro, el gran estudioso del poeta Lucrecio, lamentaba la ruindad de los estudios clásicos en Inglaterra, seguramente no se imaginaba que estaba a las puertas de la era de bonanza del que él mismo era parte, y que sin duda fue favorecida por las memorables traducciones de esa época. Actualmente prácticamente no existe ningún texto latino o griego que no esté traducido al inglés y hace mucho tiempo que nadie puede dudar del altísimo nivel que se ha alcanzado en este idioma.

El texto traducido no es la meta final sino una herramienta: en parte para sí misma, es decir para perfeccionarse cada vez más, y en parte para llegar más fácilmente a la mente del autor. Entonces nuestra esperanza es que no se use los textos clásicos como un ensalmo, sino que siempre vayan unidos original, traducción e interpretación, y que gradualmente el estudiante descubra la riqueza del mundo clásico y se anime a profundizarlo. Pienso sobre todo en aquéllos de América Latina donde a veces es más difícil encontrar una biblioteca bien fornida y para quienes ahora Internet puede ser una auténtica ventana al saber. El texto latino está tomado de la edición de Mommsen-Krueger (vol. 1: Institutiones-Digesta, 1872; vol. 2: Codex, 1877, Berolini, apud Weimannos). Esa edición es de público dominio.

Ya que tengo la firme convicción que nuestra lengua castellana es el más óptimo vehículo para el latín, además de por motivos pedagógicos, he intentado mantener la concisión de la lengua latina dentro de lo que permite la claridad y por eso evito las paráfrasis, tan frecuentes en las traducciones a otros idiomas, y cuando añado algo lo incluyo entre corchetes []. No traduzco algunos términos o porque ya son populares en castellano o porque necesitan una explicación: en este caso añado una nota al pie de página.

Pedro E. León Mescua

Valencia, Junio 2011

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