Capítulo XIX

SECCIÓN V

NORMAS

DE

LA IMPUGNACIÓN

Capítulo XIX

La canonística medieval del s. XIII/2 - XV1

1. La proposición de la impugnación

1. No podemos comenzar sin recordar que los canonistas medievales siempre consideraron que existían algunos casos de sentencia inválida, que no necesitaban de ningún medio impugnativo, sino que eran removidas ipso iure.2 Tal como hemos visto en la sección II, es claro que esta afirmación que puede tener cierto valor teórico, en el plano práctico es difícil de sostener, pues fácticamente de algún modo concreto se debía siempre valer el juez o las partes para acusar y conseguir la remoción de la sentencia inválida: esa es una convicción profundamente canónica.3

Esta actitud de los canonistas medievales se debe explicar en su deseo de no oponerse demasiado estridentemente con las fuentes romanas y las decretales, que no proponían ningún medio impugnativo, lo cual fue interpretado como que la sentencia inválida era removida ipso iure. Así la concordancia canónica de esta dificultad será la siguiente: se acepta la norma de las fuentes, pero se reduce solo a algunos casos más graves y evidentes. Así los demás casos de invalidez de la sentencia pueden ser canalizados por los novedosos medios de impugnación.

Ya en los autores del s. XV la mención de la remoción ipso iure de la sentencia inválida parece simplemente una declaración retórica para dar coherencia a la doctrina vigente con las fuentes legislativas, pero que tenía poca o ninguna aplicación en la praxis judicial.4

2. Un problema de tipo terminológico-teórico, pero que en algunos autores tuvo consecuencias prácticas, se puede formular brevemente así: ¿la proposición de este remedio cuándo debía considerarse incidenter, y en cuáles circunstancias podía ser visto como principaliter ?

En los primeros autores esta cuestión casi no aparece o solo es tocada brevemente. A medida que se va adelante la respuesta se vuelve más compleja en cuanto quiere abarcar todos los casos, pero entonces pierde claridad. Esta confusión fue favorecida por otras ideas deformes, de las cuales ya hemos hablado antes: a) considerar la impugnación de la invalidez como una especie de excepción dilatoria, b) la idea que la apelación no debe ser usada contra la sentencia inválida.

Innocentius IV, en un comentario que será muy citado por los autores posteriores, incluía el caso de la invalidez de la sentencia entre aquellos por los cuales se podía invocar el «officium iudicis principaliter». En cambio Durandus, siempre contrario a la idea de un remedio específico contra la sentencia inválida, y reduciéndola a una especie de excepción, se inclinaba solo por una proposición incidental.5

Según Bartolus,6 esta distinción solo se aplicaba cuando se proponía por sí sola la impugnación de la sentencia inválida: se decía principaliter, cuando simplemente se pedía la declaración de invalidez; y se decía incidenter en dos casos: cuando se proponía como excepción contra la ejecución, y cuando se pedía que se dicte una nueva sentencia porque la primera era inválida (solo una sutil diferencia con el primer caso).

En cambio Baldus alargó esa distinción a la discusión sobre la posibilidad de la acumulación de la apelación y el remedium nullitatis: allí se pedía principaliter la revisión de la injusticia, e incidentalmente se proponía la cuestión sobre la validez.7 Entonces P. de Franchis comenzó ha hablar de cinco modos de proponer esta cuestión, según se presentase con la apelación o por sí sola, expresamente o tácitamente.8 Y Tartagnus dice claramente que este remedio se propone principaliter, sea que se acumula con la apelación, sea que se propone individualmente.9

En resumen : al inicio «principaliter» se usaba para indicar que solo se pedía la declaración de invalidez, y «incidenter» indicaba que se pedía la declaración de invalidez y además una nueva decisión sobre el mérito. Se rompía la armonía de ese esquema con la inclusión de la proposición per modum exceptionis. Por la lógica del esquema debería ser incluido en el primer grupo, en cambio es considerado como incidenter: esto se debe a la idea de que se trata de una especie de excepción dilatoria. Finalmente se observa que el esfuerzo por incluir en el esquema el caso de acumulación explícita y tácita (según la idea que toda invalidez es una injusticia) con la apelación, comienza a crear dificultades al final de este período.

3. La «causa nullitatis» planteada individualmente. Que la impugnación de la sentencia inválida podía plantearse por sí misma, fue reconocida ya cuando los autores reconocían que se podía plantear como una extraordinaria «exceptio dilatoria» después de la sentencia.10 Pero para aparecer bajo forma propia, se tiene que esperar hasta Innocentius IV que la propone como «agere», «petere» o «dicere de nullitate».11

Según lo que hemos dicho arriba, este remedio podía proponerse individualmente en modo principaliter o incidenter. En el primer caso se debía presentar un libelo y realizar la contestación de la lid (aunque esto se podía omitir si constaba notoria ex actis), mientras que en el segundo caso eso se omitía y se podía tratar sine ordine iudiciario, o sea en modo sumario.12 Incluso algunos consideraban que cuando se examinaba la validez (incidental) y el mérito (principal) se podía omitir la sentencia interlocutoria sobre la validez.13

Finalmente veamos cómo se consolidó y desarrolló la deforme idea que la impugnación de la sentencia inválida podía ser removida per modum exceptionis. En el cap. VIII, 4 - 5, ya hemos visto como la interpretación medieval de la colección justinianea impidió una formación normal de este medio impugnativo. Y hemos visto que la solución más antigua fue decía que la invalidez debía ser propuesta como exceptio.

Innocentius menciona esa artificiosa idea,14 pero su juicio siempre es negativo, pues considera que se debe reconocer a las partes la capacidad de agere de nullitate,15 y parece sugerir que no tiene sentido hablar de impugnar excipiendo.16 También el Hostiense sigue esa posición.17

La posición contraria asumió Durandus, tenaz opositor de la creación de un remedio especial contra la sentencia inválida.18 Sin embargo debe reconocer que solo en un modo impropio se habla aquí de exceptio.19

Fue el legista Bartolus que abiertamente sintetizó las dos posiciones y consolidó la idea que este remedio podía proponerse per modum actionis et exceptionis. Éste último se subdividía en : a) pedir que se dicte otra sentencia y b) alegar la invalidez cuando la otra parte pedía la ejecución: este modo sería como el caso prototipo, y si la invalidez de la sentencia era evidente y no exigía altiorem indaginem impedía la ejecución.20

Bartolus también reconoce que en cuanto medio impugnativo no se trata propiamente de una acción o excepción, sino de una «species defensionis».21

El legista Baldus sigue la misma doctrina pero debe tratar de resolver las dificultades que nacían de ella. Así él también reconoce que no es propiamente una excepción, sino una defensio.22 Trata de establecer la diferencia entre ambos modos de proposición,23 pero dice que al menos en el caso del reo, el efecto es el mismo.24

Por su parte Salycetus, ante la pregunta si se podía esperar la petición de la ejecución para alegar la invalidez, él ponía el énfasis en la evidencia del defecto : sólo si el defecto es patente ex actis se podrá impedir la ejecución.25

Los demás autores en general repiten la doctrina de Bartolus sin mayor variación.26

Finalmente se note la Cl. 2, 11, 1 que mandaba que después de tres sentencias conformes no se aceptase la impugnación contra la validez hasta que la sentencia haya sido ejecutada.27

Pero esta norma fue relativizada por la literatura procesal, pues se decía que ella solo se refería a la impugnación agendo, pero no cuando se planteaba excipiendo, especialmente si era una invalidez patente.28

4. Acumulada con la apelación. En el período más antiguo la invalidez es vista simplemente como un vicio que puede ser alegado entre los motivos de apelación: no se trataba pues de dos remedios acumulados, sino de dos vicios canalizados por el remedio de la apelación. Así lo hemos visto claramente en Graciano, el cual veía la invalidez como una especie de iniustitia ex ordine.

La aparición de un remedio propio, el cual podía proponerse por sí mismo, tuvo poca repercusión práctica sobre el desarrollo procesal de la proposición de la invalidez con la apelación, pues fundamentalmente se siguió usando la misma praxis: la cuestión sobre la invalidez era propuesta casi como si fuese simplemente un causal de la apelación.29

Esta acumulación se planteaba en modo condicional, con la fórmula: “acuso la sentencia como inválida, pero si ella es válida, apelo”.30

Se aconsejaba pues a la parte gravada que redactase en modo claro su demanda, de modo que no se piense que él ratificaba la invalidez, sino que condicionalmente impugnaba la invalidez y la injusticia.31

Pero también sin una explícita petición en la demanda, se consideraba que la cuestión sobre la invalidez venía siempre tácita. Por lo tanto se aconsejaba al juez de apelación especial cuidado en la fórmula de su sentencia para que quede claro si había invalidez o no.32

Contra esta posición se opuso firmemente Durandus. Aunque reconoce que la praxis va en otra dirección, él subraya que permitir que ambas demandas se planteen juntas ni es lógico (porque decir que es inválida excluye la injusticia) ni es coherente con las fuentes (que proclaman que la apelación es solo contra la sentencia injusta).33

Pero la posición de Durandus no tendrá imitadores, y los autores posteriores no presentarán objeciones a esta acumulación.

2. El juez competente

1. La competencia del juez a quo. Si un juez ordinario se daba cuenta que su sentencia era inválida, entonces él mismo era competente para removerla y dictar una nueva y válida sentencia.

Pero si se trataba de un juez delegado, entonces no se le reconocía competencia para examinar y remover su sentencia inválida, porque una vez dictada su sentencia, bien o mal, su oficio había terminado: la parte gravada debía dirigirse al superior. Pero si la invalidez provenía de una injusticia evidente, basada en un error de hecho, entonces incluso el delegado podía remover el acto inválido y poner uno nuevo y válido.34

Sobre esta potestad del juez a quo son concordes, Innocentius IV, Hostiense y Durandus.35 También la aceptó sin alteración la canonística posterior.36 La misma actitud hallamos entre los legistas.37

2. La competencia del juez ad quem. Es evidente que cuando la parte gravada alegaba la invalidez con la apelación, entonces siempre se acudía al juez superior, el cual examinaba sobre la validez y sobre el mérito de la sentencia.

En cambio en los autores del s.XIII no había unanimidad sobre la posibilidad de plantear individualmente la invalidez ante el juez superior, sin usar la apelación. En realidad tal cosa ocurría cuando la parte apelaba, pero en su apelación solo se alegaba la invalidez, y no se hacía alguna mención sobre la injusticia.38 Pero reconocer abiertamente tal cosa, para ellos no fue muy fácil en el plano teórico.

El Hostiense la reconoce cuando distingue entre los remedios impugnativos la «simplex petitio», que se puede plantear ante el mismo juez, y la «petitio solemnis», que se usa, por ejemplo, en caso de defecto de jurisdicción,39 y que por lo tanto se presentaba ante el juez superior.

Durandus rechaza la proposición de una «causa nullitatis» ante el juez de apelación. Aunque reconoce que la Curia romana y varios autores siguen la praxis contraria, sin embargo él reafirma que es preferible que la sentencia inválida sea resuelta ante el mismo juez que la dictó, o si era delegado, ante el delegante, pero siempre en la misma instancia.40

Los autores y la praxis posterior se inclinaron completamente a favor de la primera posición, al menos en el caso que la invalidez nace de la malicia del juez (por ejemplo en caso de corrupción).41 Pero pronto se difundió la idea que era la parte gravada, la que debía elegir si actuar ante la misma instancia o la superior.42

3. El plazo de interposición

1. Respecto al plazo para impugnar la sentencia inválida la doctrina sostuvo mayoritariamente el principio de la perpetuidad. En esto parece que influyó la ambigua relación que se había enlazado con las excepciones. De todos modos, ya que algunos casos estaban ligados a fuente romanas que hablaban de un plazo de 20 o 30 años, también la canonística reconoció esa posibilidad, aunque ciertamente en la praxis hay poca diferencia entre un plazo perpetuo y un plazo larguísimo de 30 años.

El Hostiense colocaba algunos casos entre los que nunca pasan a ser cosa juzgada y por lo tanto siempre pueden ser impugnados. Pero en otros casos, habla de un plazo de 20 y 30 años. 43

También Durandus plantea el principio de la perpetuidad, pero inmediatamente agrega que el plazo puede ser fijado en 30 o 40 años según la costumbre del tribunal.44

Baldus dice que la distinción entre 30 años agendo, y perpetuo excipiendo, solo vale para el actor, porque el reo siempre puede defenderse contra una sentencia inválida.45 P. de Franchis dice que agendo principaliter se puede proponer en un plazo de 30 años, pero excipiendo es perpetuo.46 Lanfranco dice que entre los canonistas se usa un plazo de 20 años y entre los legistas un plazo de 30 años. Pero si es una invalidez ipso iure, o es una causa en la que hay periculum animae, entonces se puede alegar in perpetuum.47

El Panormitanus establece un doble plazo: algunos casos de invalidez son perpetuamente impugnables, otras solo pueden ser impugnadas en un plazo de 20 años.48 Pero también reconoce el plazo de 30 años cuando se plantea bajo forma de una «exceptio falsitatis».49

2. Los autores medievales en su afan de conservar y concordar todas las corrientes, crean una estructura deforme respecto a los plazos: así se trata de satisfacer la idea de la invalidez como perpetua y la exigencia práctica de dar estabilidad a las sentencias señalando un plazo.

Por un lado se advierte claramente que los autores no estaban de acuerdo respecto al plazo que se debía imponer. Por otro lado se nota que cada vez se fortifica más la idea de la perpetuidad. Esta idea era justificada por la idea que la invalidez se puede proponer como una exceptio, sobre lo cual ya hemos hablado antes. Ahora notemos además que en los últimos autores se comienza a justificar la idea de la perpetua impugnabilidad con dos nuevos argumentos:

a) la idea que la alegación de la invalidez es una defensio naturalis, o sea que por la naturaleza del vicio, que afecta el derecho natural, entonces se exige que el remedio se proponga in perpetuo.50

b) la idea que por la naturaleza del vicio, éste no podría ser sanado tractu temporis, por lo tanto su impugnación no puede estar sujeta a un plazo.51

Así todos los errores se entrecruzan, se consolidan y el panorama teórico de este instituto cada vez se vuelve más intrincado: se olvida que los plazos son solo positivos y que esencialmente no dependen del vicio.

4. Características y efectos.

1. Conforme a lo que hemos visto, el «remedium nullitatis», no muestra características y efectos bien definidos. Se le puede calificar de “extraordinario” en cuanto que puede proponerse después que la sentencia ha pasado a ser cosa juzgada, en un plazo de 20-30 años, o in perpetuum.

La más antigua configuración de las «exceptiones» (de juez incompetente, de falso procurador, de falsas pruebas, de ferias) deben considerarse claramente como remedios “imperfectos” pues estaban orientados contra casos particulares. En cambio el remedio autónomo que aparece en el s. XIII/2 (el «agere de nullitate» de Innocentius IV, la «petitio solemnis» del Hostiense) parece “perfecto” en cuanto se propone como remedio general contra cualquier sentencia inválida.

Pero una grave dificultad contra la “perfección” de este remedio se halla en el hecho que porfiadamente los autores continúan a repetir la idea de que algunos casos de invalidez no necesitan ninguna impugnación, pues son removidos ipso iure. Solo los autores del último período comienzan a abandonar esa vieja idea.

Además continúan a mencionar otros remedios, por ejemplo las excepciones, se presentan como si fueran un remedio diferente, o la «petitio simplex» del Hostiense. De todos modos vemos que en el plano práctico esos remedios no sobrevivieron individualmente por mucho tiempo: aunque las exceptiones se siguen mencionando, ella propiamente se convierte en un modo de proposición del único remedium nullitatis. Y la petición simple del Hostiense, como remedio individual, no tuvo eco entre los demás autores ni en la praxis.

2. El efecto “devolutivo” era opcional en cuanto que la parte gravada podía elevar su impugnación ante el mismo juez que dictó la sentencia o ante el tribunal superior. 52

Cuando era llevado ante el juez ad quem, entonces éste examinaba la cuestión sobre la validez y luego sobre el mérito. Este efecto siempre fue reconocido pero solo aparece claramente expuesto desde el s. XIV.

El efecto “suspensivo” seguramente estaba presente cuando se planteaba la invalidez con la apelación, en el plazo de 10 días.

Pero también se reconocía este efecto cuando el remedio se planteaba contra la petición de ejecución de la sentencia. El abuso de esta praxis produjo la decretal «Ut calumnis» (Cl. 2, 11, 1), con la cual se ordenó que cuando ya habían tres sentencias conformes, primero se debía realizar la ejecución y luego examinar la cuestión sobre la invalidez.

Los medievales fueron concordes en decir que si la invalidez era evidens ex actis, entonces impedía la ejecución; pero si necesitaba una altiorem indaginem, entonces no la suspendía. Esta idea se conectó con la idea que esto solo se podía intentar per modum exceptionis.53

3. Finalmente notemos un dato que los medievales resaltaron: cuando una sentencia era declarada inválida, no siempre se debía comenzar desde el inicio: esto solo ocurría si el defecto envolvía el proceso y la sentencia. Si en cambio envolvía solo la sentencia o además una parte del proceso, entonces se aplicaba el principio que “lo que es válido no se destruye por lo que es inválido”, por tanto podía darse la nueva sentencia ex eisdem actis del primer proceso.54

1 Pasamos por alto las Decretales porque allí hallamos escasísimo material sobre las normas que debían seguirse respecto al juez, plazos, etc. Es claro que a fortiori también Graciano y los decretistas desconocen esta problemática. Fue la literatura procesal, primero la canónica, y luego con gran éxito, los legistas, la cual recogiendo aquí y allá textos de las fuentes romanas, llenó ese vacío. Solo a partir del s. XIII/2 hallamos una exposición bastante completa de la normativa que rige la impugnación de la sentencia inválida. Pero ni los canonistas ni los legistas, agruparon y expusieron ordenadamente estas normas, sino que ellas generalmente están dispersas y puestas incidentalmente.

2 “Sexto, non tam retractatur, quam ipso iure pronunciatur in multis casibus, quod dic ut notatur supra § qualis et § a quo et § qualiter.” Hostiensis, Summa, II, De sententia, 8. Cf. Durandus, Speculum, II, 3, De sententia, § quoniam supra, n. 2; Tudeschi, Practica, cap. 118, n. 8; Idem, Commentaria, ad X. 2, 27, 9, n. 6; Ioannes Andrea, Commentaria, ad X. 2, 27, 18, n. 12.

3 Mientras no se probase lo contrario, siempre se presumía la validez de la sentencia: “sententia episcopi, sive iusta sive iniusta fuerit, timenda sit.” C. 11 q. 3 c. 1 d. a.; “praesumitur quod omnia rite rite fuerint celebrata.” X. 1, 6, 23; “propter auctoritatem iudiciariam praesumi debet.” X. 2, 27, 16; “nihil rationabile fuerit propositum et ostensum, quare sententia pro episcopo promulgata debuerat irritari.” X. 2, 27, 17.

4 Así resolvía el problema un autor de esa época: “Quarto quaeritur, si actus est nullus ipso iure, quomodo possit dici principaliter nullus, quia quod nullum est, amplius annullari non potest, ut in dicta l. nam et si sub conditione, in vers. post defectum [D. 28, 3, 5], et in dicta l. quae sub conditione [D. 28, 7, 8], in fin.; et quia satis est consultum per viam excipiendi, ut supra in proxima quaestio, sed Bartolus in dicta l. quae sub conditione, in fin., notabile concludit, quod testamentum potest peti principaliter declarari nullum, et cassari quatenus de facto processit [...] et idem in sententia vel processu, quia poterit principaliter agi de nullitate et peti quod declarentur nulla et cassari, quatenus de facto processerunt officio iudicis nobili.” P. de Franchis, Lectura, ad X. 2, 28, 63, in fine tituli, qu. 4 [f. 176-177]. Cf. Tartagnus, Consiliorum libri, VI, 225, n. 3.

5 Cf. Innocentius IV, o. c., ad X. 1, 32, 2, n. 2; Durandus, o. c., II, 2, de litis contest., § quando autem, n. 3; IV, 1, de libell. concept., § nunc dicendum, n. 39.

6 “Nunc aliqua videamus quando per se de nullitate agitur. Et primo videamus qualiter de nullitate cognoscetur. Respondeo duobus modis: uno modo incidenter, alio modo principaliter. Incidenter hoc potest esse duobus modis. Primo: quia cum petitur executio sententiae, ille contra quem petitur, excipit de nullitate [...] Secundo modo, quando una partium iterum petit sententiari, dicens «sententiam primo latam esse nullam» [...] Principaliter vero de causa nullitatis agitur, petendo principaliter sententiam nullam pronunciari.” Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 12. Pero véase también el n. 3. Cf. Glossa, ad C. 7, 64, 1, v. non obtinebit; P. de Franchis, loc. cit., qu. 3.

7 Cf. Baldus, ad C. 3, 28, 16, n. 4; ad C. 7, 64, 1, n. 8, n. 13, vers. item ratione. También: Salycetus, o. c., ad C. 7, 64, 1, n. 10, vers. ego puto; Lanfranco, o. c., cap. 10, n.45, additio III [f. 130]; P. de Franchis, loc. cit., qu. 19.

8 “Et pro iuridica decisione huius singularis difficultatis praemittendum est primo, quod de nullitate potest dici quinque modis, primo per viam appellationis appellando a sententia nulla [...] Secundo dicitur de nullitate incidenter et accessorie ad ipsam appellationem, cum in omne appellatione includatur et veniat incidenter et tacite causa nullitatis etiamsi nulla sit facta expressio nullitatis [...] Tertio dicitur de nullitate simul et una cum appellatione expresse in eodem libello dicendo: «sententiam nullam, et si qua est appello» [...] Quarto potest dici de nullitate principaliter absque mixtura aliqua et remedio aliquo appellationis distincte, et de per se viam querelae nullitatis officio iudicis principaliter [...] Quinto dicitur de nullitate per viam exceptionis, nam petita executione sententia potest excipi de nullitate.” P. de Franchis, loc. cit., qu. 54 [f. 194].

9 “Praeterea sive quis dicat «sententiam nullam, et si qua est appellet», sive simpliciter agendo dicat sententiam nullam, et ita declarari petat absque ulla appellatione, semper dicitur nullitatem principaliter proponere.” Tartagnus, VI, 225, n. 23.

10 Este modo de plantear la invalidez, ya aparece a fines del s. XII, cf. : Ordo invocato Christi nomine, § Et sciendum est [Wahrmund, 5, 1, 32]; Ricardus Anglicus, Summa de ordine iudiciario, tit. 38 [Wahrmund, 2, 3, 90].

11 Cf. Innocentius IV, Commentaria, ad X. 1, 32, 2 n. 2; ad X. 2, 27, 5, n. 3; ad X. 2, 28, 44, n. 6, vers. ergo eadem; ad X. 2, 28, 63, n. 3. Para más detalles véase la sección dedicada a la historia de la formación de este medio de impugnación.

12 Cf. Innocentius IV, o. c., ad X. 1, 32, 2, n. 2; Durandus, o. c., II, 1, De exception., § viso, n. 18; II, 3, De sententia, § iuxta propositionis, n. 26 in fin.; IV, 1, De libell. concept., § nunc dicendum, n. 7, n.39; Bartolus, ad D. 42, 1, 4, 6, n. 2 - 3; Baldus, ad C. 3, 8, 1, n. 10; P. de Franchis, loc. cit., qu. 11-12.

13 “Sed an sit necesse quod nulla pronuncietur ? Respondeo: si libellus super hoc principaliter porrigatur, ut sententia nulla declaretur, prius debet pronunciari [...] Si vero principaliter quis petit, ut sententietur super tali causa, cum talis sententia non valuerit ipso iure, quia tunc hoc venit incidenter, non est necesse pronunciare.” Bartolus, ad D. 42, 1, 62, n. 4. Cf. ad C. 7, 43, 4, n. 6 in fin.; ad D. 49, 1, 19, n. 2 in fin, n. 8 in fin.

“Respondeo iste punctus, an sit super incidenti pronuntiandum: licet communiter doctores teneant quod non, quia eius decisio continetur de necessitate in sententia decisoria causae principalis, est mihi multum dubius. Videtur enim quod super incidenti sit pronuntiandum.” Baldus, ad C. 3, 8, 1, n. 11. Cf. Cinus, o. c., ad C. 7, 62, 6, n. 6.

14 “Non habet officium iudicis sed tamen exceptionem.” Innocentius IV, o. c., ad X. 1, 6, 28, n. 9. “Alii tamen hoc fatentur probato tantum in modo exceptionis.” Idem, ad X. 1, 6, 32, n. 2. “Appellans non potest dicere sententiam nullam, quando ipse prosequitur causam appellationis. Sed si non ipse, sed appellatus petendo suam sententiam confirmari, quod potest de iure [...] tunc appellans bene potest sic excipere.” Idem, ad X. 2, 28, 63, n. 1, vers. si autem est.

15 Cf. Innocentius, o. c., ad X. 2, 28, 63, n. 2 in princ., n. 4, vers. sinautem, n. 4 in fin.

16 “Hic non sunt diversi modi unus agendi, et alius excipiendi; unus, quo prosequatur appellationem, alter quo directe intentat officium iudicis iudicis ad rescindendam sententiam ex alia causa.” Innocentius IV, o. c., ad X. 2, 28, 44, n. 6, vers. hic facilis.

17 Cf. Hostiensis, o. c., ad X. 2, 28, 63, n. 4, vers. sinautem, n. 4 in fin.

18 Cf. Durandus, o. c., II, 1, De exceptionibus, § nunc videndum, n. 8; II, 2, De litis contest., § quando autem, n. 3; II, 3 De sententia, § iuxta propositionis, n. 28.

19 “Octavo, in falso procuratore [...] Nono, ubicunque dico nullum fuisse iudicium, quia iudex erat incompetens, vel excommunicatus, et similia. [...] Tamen hoc casu in falso procuratore non dicitur proprie exceptio, cum nullum sit iudicium [...] Et est speciale in his duabus exceptionibus, cum sint dilatoriae et ante litis contestationem proponendae, et etiam post sententiam proponi possint.” Idem, o. c., II, 1, De excep., § dicto, n. 14.

20 “Quandoque ex parte eius, qui opponit exceptionem nullitatis, nihil est probandum, ut quia dicit non fuit citatus, vel non fuit procurator, qui egit, et tunc exceptio nullitatis impedit executionem.” Bartolus, ad D. 42, 1, 4, 6, n. 2; Cf. ad D. 42, 1, 58, n. 2; ad D. 49, 1, 19, n. 12; ad D. 49, 8, 1, n. 2; ad C. 7, 58, 4, n. 1; ad C. 7, 64, 1, n. 12, n. 20.

21 “n. 5. Appellatio si recte inspicitur, non est proprie actus iudiciarius, quia in ea causa nullus iudicis actus requiritur [...] solum enim ex libera potestate dependet [...] Nam licet appellatio non sit exceptio, nec actio [...] tamen est quoddam ius defensionis: per illud enim defendimur a sententia, quae ius nostrum impugnat. Si ergo appellatio proponatur ex parte rei, licet ei proponere duas conditiones contrarias conditionaliter, [...] unde quando actor appellat, est quoddam replicare contra sententiam, quae sibi obiecta est: potest ergo dicere nullam, et si qua est, appellare.

n. 6. [...] videtur quod causae nullitatis et appellationis non sint contrariae, immo quaelibet tendit ad ostendendum sententiam nullam, et ideo talis libellus procedit, et possunt dictae causae accumulari, et si qua est contrarietas reperietur: quia est species exceptionis seu defensionis.” Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 5-6.

22 “Enim per exceptionem declaratur nullitas processus, tunc potest semper opponi, quia ista non est proprie exceptio, sed defensio.” Baldus, ad C. 1, 18, 1, n. 4; también n. 6.

23 “Et hoc est quod dicit Innocentius quod nullo iure cavetur quod exceptio nullitatis, scilicet agendo inepte, impediat executionem sententiae [...] Et ratio differentiae est, quia exceptio est praeiudicialis, sed non actio. Et ratio est, quia exceptio est summaria, actio autem est ordinaria.” Baldus, ad C. 7, 70, 1, n. 1. También ad C. 1, 19, 5, n. 4.

24 “Sed verius est quod actor potest dicere sententiam nullam, donec durat actio vel accusatio, sed reus perpetuo: quin in reo agere de nullitate in effectu idem est quod excipere.” Baldus, ad C. 9, 1, 11, n. 59.

25 “Quaero: primo in casu nostro pone quod altera istarum sententiarum est ipso iure nulla, an poterit agi vel excipi de nullitate ? Or attende si petatur executio, et contra eam opponatur exceptio nullitatis sententiae ? Dicendum est: aut nullitas sententiae patet ex actis vel statim probare potest, et tunc impeditur executio; aut ex actis non apparet nec statim probare potest, et executio non impeditur, quam summarie fieri debet.” Salycetus, o. c., ad C. 7, 70, 1, n. 5.

26 Cf. Lanfrancus, o. c., cap. 3, n. 15 [f. 36]; Tartagnus, o. c., I, 33, pr., n. 9; V, 83, n. 9; VI, 225, n. 11.

27 Cl. 2, 11, 1. Clemens V. Ut calumniis litigantium occurratur, is, qui in beneficiali vel alia quavis causa tres contra se in petitorio vel possessorio sententias reportavit, ad agendum de nullitate ipsarum vel alicuis ex eis nullateni admittatur, donec huiusmodi sententiae plenarie fuerint exsecutioni mandatae [...].”

28 Cf. Baldus, ad C. 7, 70, 1, n. 2; Salycetus, o. c., ad C. 7, 70, 1, n. 5, vers. nec libelli; Tartagnus, o. c., III, 77, n. 16-17.

29 “Et a sententia quae nulla est, appellare licet [...] Et si potest appellare, et per consequens appellationem prosequi.” Innocentius IV, o. c., ad X. 2, 28, 63, n. 2.

“Veruntamen et secundum dominum nostrum aliis videtur et forte melius, quod appellans a deffinitiva sententia etiam prosequendo appellationem suam et coram iudice appellationis potest dicere sententiam contra se latam non solum iniustam, sed etiam nullam, quia licet ei quibuscunque modis potest appellationem suam defendere.” Hostiensis, Commentaria, ad X. 2, 28, 63, n. 5.

30 La aparición más antigua de esa fórmula se halla en una glosa que examina la fórmula que debe usar el juez de apelación para declarar la invalidez: “Sed quid si appellatum est a sententia quae ipso iure non valet ? Respondeo, iudex pronunciabit «appellationem iniustam» et inseret causam, «quia nihil valuit sententia» [...]. Sed si causam non adiiciat, sed simpliciter pronunciet «appellationem non tenere», confirmari videtur sententia, maxime si appellator dicat in appellatione «dico sententiam ipso iure nullam, vel si qua est appello». Causa enim appellationis principalis est quaestio, sed incidenter quaeritur, an ipso iure sententia sit nulla.” Glossa ad C. 7, 64, 1, v. non obtinebit.

31 “Quotidie etiam exprimitur in Curia, quod appellantes, appellationem suam prosequentes, et de nullitate et iniustitia sententiae audiuntur, dummodo caute formetur libellus, ut videlicet appellans proponat factum quomodo sententia lata est contra ipsum, a qua quamvis necessaria non fuisset appellatio, quia nulla erat, tamen ab ea ad cautelam non ut eam ratificare intenderet, sed ut sibi provideret, si forsan reperiretur aliqua, ad Sedem Apostolicam appellavit, et ideo primo petit ipsam nullam pronunciari, et si forsan, vel propter alia reperiretur aliqua, petit ipsam tanquam iniustam pronunciari irrita, sic enim formatus libellus recipitur [...]. Et est hoc admittendum causa dirimendarum litium brevius et celerius [...] et ut circuitus evitetur [...] et ut parcantur laboribus partium et expensis [...] et ut magis innitamur veritati quam subtilitati, quod possime secundum canones est servandum.” Hostiensis, o.c., ad X. 2, 28, 63, n.7. Cf. Tudeschi, Practica, cap. 145, n.2; Idem, Commentaria, ad X. 2, 27, 9, n. 4.

32 “Sexto quaeritur: quid si apparet prima sententia nulla, qualiter pronunciabitur ? Dicunt quidam quod debet dicere «male appellatum», quia nulla. Sed tunc dicet adversarius: «refunde mihi expensas, quia male appellasti»; et ille dicet ex adverso, immo obtinui. Vel dic et melius, quod iudex appellationis tunc pronunciabit «sententiam nullam et supervacuo appellatum».” Cynus, o. c., ad C. 7, 62, 6, n. 6. Cf. Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 2 - 3; ad C. 7, 64, 1, n. 9- 11; Io. de Imola, ad D. 49, 1, 19, n. 5; Salycetus, ad C. 7, 64, 1, n. 8; P. de Anchorano, o. c., ad X. 2, 28, 63, n. 11.

33 “Sed numquid libellus talis admittitur: «dico sententiam nullam, et eam peto nullam pronunciari, et si qua apparet, appellationem prosequor, et peto etiam cassari, vel contra eam in integrum restitui» [...] Possum enim quibuscumque modis appellationem meam defendere, et sententiam impugnare. [...] Nam et talis appellatio admittitur [...] Arguo contra Extra, ut lite non contest. cap.2, in fin., quia licet conditionaliter proponam, tamen contrarium sum mihiipsi, dicendo sententiam nullam, et aliquam, et ideo repellendus [...] Nam etiam excipiendo, duae contrariae exceptiones non admittuntur [...] multo minus agendo.” Durandus, Speculum, II, 3, De sententia, § iuxta propositionis, n. 28.

34 “Quarto fallit, nisi delegatus nulliter pronunciasset per errorem facti, quia tunc potest revocare sententiam.” Felinus, Commentarius, ad X. 1, 29, 29, n. 2. Cf. Innocentius IV, o. c., ad X: 2, 27, 1, vers. in delegato tamen; Hostiensis, o. c., ad X. 2, 27, 1, n. 5, in fin.; P. de Anchoranus, o. c., ad X. 2, 27, 1, n. 5, vers. aut erat delegatus.

35 “Si iudex ordinarius fert sententiam, quae ipso iure sit nulla, ipsemet ipsa pro nulla habita potest alia ferre. [...] Si autem est delegatus, quia semel functus est suo officio, eam ulterius mutare non potest.” Innocentius IV, o. c., ad X. 2, 27, 1, in princ.

“n. 4. Si iudex ordinarius fert sententiam quod ipso iure sit nulla, ipsemet ea revocata potest aliam ferre [...] n. 5. Sed et in delegato videtur quod ubi ipso iure non tenet id.” Hostiensis, Commentarium, ad X. 2, 27, 1, n. 4 - 5. Pero él subdistinguía en el caso del juez ordinario: “In ordinario autem distinguitur: utrum sententia sua annullanda sit, et sic idem est quod in legato, vel nulla ipso iure, et tunc ipsemet vel successor suus sententiam suam poterit retractare.” Idem, o. c., II, De sententia, 2, § diffinitiva, vers. in ordinario.

“Ordinarius tamen videns sententiam a se latam, esse nullam sine libello, vel sine alia retractione, potest aliam ferre.” Durandus, o.c., II, 3, De sentent., § iuxta propositionis, n. 27.

36 Cf. P. de Anchoranus, o. c., ad X. 1, 29, 9, vers. quaero; ad X. 2, 28, 63, n. 9; Tudeschi, Commentaria, ad X. 2, 27, 1, n. 25; P. de Franchis, loc. cit., qu. 9, vers. et primo operatur [f. 178]; qu. 27 in princ. [f. 185]; D. von Nieheim, Stilus palatiis abbreviatus, rubr. super nullitate, herausg. G. Erler, Leipzig 1888, 233; Lanfranco, o. c., cap. 10, n. 32, additio I [f. 124].

37 “Ego dico: aut ego volo petere principaliter, quod iterum sententietur, et si quaestio nullitatis veniet incidenter, et tunc ipse idem iudex debet adiri [...] Sed si simpliciter dico sententiam nullam, sicut in hoc lege, possum petere vel coram iudice primo vel coram superiore.” Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 14. Cf. Glossa, ad D. 42, 1, 62, v. non posse; Cynus, o. c., ad C. 7, 43, 4, pr.; Bartolus, ad C. 7, 43, 4, n. 1-3; Io. de Imola, o. c., ad D. 42, 1, 55, n. 9-10; Salycetus, o. c., ad C. 7, 43, 4, n. 4.

38 “Sed dices, quomodo prosequitur appellationem, qui petit sententiam pronunciari nullam, quia nullam mentionem facit de appellatione in petitione sua, nec aliquo modo nititur viribus appellationis ? Respondeo: immo nititur ex vi appellationis in hoc saltem, qui coram iudice appellationis hoc petit, quia nisi appellasset, tamen coram ordinario hoc petere posset [...] Immo dicunt quidam, quod hic bene appellavit contra pronunciationem istam, quia gravatus fuit, de facto tamen sententia lata fuit contra eum, licet nulla, potest ergo petere sententiam nullam pronunciari, et de appellatione non faciat mentionem.” Innocentius IV, o.c., ad X. 2, 28, 63, n. 2. Cf. Hostiensis, o.c., ad X. 2, 28, 63, n. 5; Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 2, n. 8; Lanfranco, o. c., cap. 10, n. 45, additio I.

39 “Quarto, per simplicem petitionem in casibus illis, in quibus iudex potest suam sententiam retractare [...] Quinto, per petitionem solemnem.” Hostiensis, Summa, II, De sententia, 8 in princ.

40 “Item causa appellationis et nullitatis non possunt coram eodem iudice tractari. Nam causa nullitatis debet tractari coram eo, qui de principali cognovit: et tunc de iure ordinario pronunciabit [...] Causa vero appellationis apud alium, scilicet apud superiorem [...] Quidam tenent hoc ultimum. Sed prius dictum Curiam servat [...] et quod iudex appellationis possit pronunciare sententiam esse nullam, probatur ff. familiae ercisc., quaedam mulier [D. 10, 2, 41]. Arguo tamen contra sufficit, nisi pronunciet appellare non valere, cum non est locus appellationis.” Durandus, Speculum, II, 3, De sententia, § iuxta propositionis, n. 29.

41 “Dic ergo quod aut sententia est nulla ipso iure propter turpitudinem iudicantis, quia lata per corruptelam, et tunc sive sit ordinarius sive delegatus non cognoscit, sed superior, ut l. absentem, C. de accus.[C. 9, 2, 6]. Quandoque est nulla ipso iure alia ratione, et tunc aut ille qui cognovit errat, et iterum ipse cognoscet [...] non tamen eo quin possit superior ipsius pronuntiantis super nullitate adiri.” P. de Anchoranus, o. c., ad X. 2, 27, 1, n. 5. Cf. Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 14; Baldus, ad C. 7, 64, 1, n. 13; Salycetus, o. c., ad C. 7, 43, 6, n. 4; P. de Franchis, loc. cit., qu. 10, vers. ita nullitas [f. 179].

42 “Ideo, dicebat ipse, si volo ire ad superiorem, ut pronuncietur sententia nulla, tunc possem: ita loquitur quod supra dixi. Sed si vellem, quod pronuncietur sententia nulla, et iter iudicetur, debeo facere coram eodem iudice, ut dicta l. si praeses [C. 7, 43, 6], cum similibus. Quae verba quandoque mihi placuerunt, modo cum diligenter inspexerim, non videtur mihi forte valere, et puto quod indistincte possit adiri superior ut pronuntiet sententiam nullam, et iterum iudicet.” Bartolus, ad C. 7, 43, 4, n. 3, in fin. Cf. Idem, ad D. 49, 1, 19, n. 14; Salycetus, o. c., ad C. 7, 43, 6, n. 5

“Conclusio sit, quod si nullitas deducitur principaliter, tunc potest adire superiorem, ut dicit Bart. in l. si expressim, ff. de appell. [D. 49, 1, 19], quod in optione condemnati est, agere aut coram superiore, aut coram condemnante, de nullitate.” Felinus, o.c., ad X. 1, 29, 29, n. 4. Cf. Ioannes Andrea, o. c., ad X. 2, 27, 5, n. 7, vers. et idem est; P. de Franchis, loc. cit., qu. 6 in fin.

43 “Tria sunt genera sententiarum, unum quod nunquam transit in rem iudicatam, sicut est causa matrimonialis et consimiles [...] etiam quando lata est contra ius constitutionis.” Hostiensis, Commentarium, ad X. 2, 27, 9, n. 10.

“Sed certe et post sententiam opponi potest, cum per hanc iudicium retroducatur nullum, controversiae nullae [...] Sed intra quod tempus potest opponi post sententiam? Dicas, si criminaliter queratur de falso in modum accusationis. intra 20 annos [...] Potest tamen agi civiliter actione in factum, et tunc intra 30 annos de falso quaeri potest.” Idem, Summa, II, De exceptionibus, 3, § Sed certe.

44 “In summa notatur quod cum sententia dicitur ipso iure nulla sine temporis praefinitione retractari potest, nisi loci vel fori consuetudo aliud inducat [...] quod intellige, id est usque ad 30 vel 40 annos [...] Item de hoc potest contra eam perpetuo excipi si ex ea agatur [...] Nam omnes exceptiones perpetuae sunt praeterquam exceptio non numeratae pecuniae, et non numeratae dotis.” Durandus, Speculum, II, 3, De sententia, § iuxta propositionis, n. 30.

45 Cf. Baldus, ad C. 1, 18, 1, n. 4; ad C. 7, 39, 3, pr., n. 5, n. 12; ad C. 9, 1, 11, n. 59.

46 Cf. P. de Franchis, loc. cit., qu. 5.

47 Cf. Lanfranco, o. c., cap. 10, n. 45, additio I - II [f. 129].

48 “Et solet distingui, quandoque sententia est nulla, nec servatur, ut si contra ius constitutionis est lata expresse; quandoque est nulla, sed servatur donec de nullitate constet, ut si est lata per falsos testes, vel falsa instrumenta, quia illa est nulla in veritate, sed est aliqua in opinione, [...] quandoque, nulla est, et transit in rem iudicatam post XX. annos.” Tudeschi, Practica, cap. 118.

49 Cf. Tudeschi, Commentaria, ad X. 2, 25, 6, n. 1.

50 “Tertio limita, nisi sit nullitas proveniens ex defectu citationis non factae, seu nulliter factae, sic enim esset tollere defensionem, quae est de iure naturali, quam nec statutum, nec princeps tollere potest.” P. de Franchis, loc. cit., qu. 52 [f. 192].

“Nullitas enim est defensio naturalis [...] ideo ius quod deducitur per modum defensionis, non debet esse peremptum, cum de nullitate possit excepi perpetuo.” Idem, loc. cit., qu.54, vers. his sic praemissis [f. 195]. Cf. Baldus, ad C. 1, 18, 1, n. 4.

51 “Vitia igitur tempore non convalescunt [...]. Et sententia plus habere dicitur iuris quam facti [...] Sed oppono quod sententia nulla nihil iuris habet, nec solo tempore vires acquirit [...] quod sententia etiam post multos annos dicitur nulla et declaratur nulla.” Baldus, ad C. 9, 1, 11, n. 59.

52 “Et sicut causa appellationis devolvit totam causam, adeo quod potest sententiam reformare, eodem modo potest hoc iudex aditus per viam nullitatis principaliter: quia potest reformare etiam hanc sententiam.” Felinus, Commentarius, ad X. 1, 29, 29, n. 4. Cf. Innocentius, o. c., ad X. 2, 28, 63, n. 2, vers. et iste est; Bartolus, ad D. 49, 1, 19, n. 4-5, n. 15; ad C. 7, 43, 4, n. 4; P. de Franchis, loc. cit., qu. 9, qu. 10 in princ., qu. 14, vers. aliquando libellus [f. 183], qu. 17, qu. 54, vers. secundo praetermittendum [f. 194]; Ioannes de Imola, o.c., ad D. 49, 1, 19, n.1, n.7; Baldus, ad C. 7, 44, 1, n.1; Salycetus, o.c., ad C. 7, 43, 6, n. 4; Alexander de Imola, o. c., D. 42, 1, 55, n. 21; Tartagnus, o. c., II, 79, n. 2; IV, 59, n. 1; VI, 225, n. 24.

53 “n. 2. Breviter dic: quandoque ex parte eius, qui opponit exceptionem nullitatis, nihil est probandum, ut quia dicit non fuit citatus, vel non fuit procurator, qui egit, et tunc exceptio nullitatis impedit executionem [...]. n. 3. Quandoque est aliquod probandum in causa nullitatis, et tunc, aut ista cognitio habet altiorem indaginem, et tunc non impedit executionem [...] Si vero incontinenti posset probare, tunc impedit executionem.” Bartolus, ad D. 42, 1, 4, 6, n. 2-3. Cf. Innocentius IV, o. c., ad X. 1, 29, 31, n. 3; Durandus, o. c., II, 2, de litis contest., § quando autem, n. 3; IV, 1, de libell. concept., § nunc dicendum, n. 39; Bartolus, ad D. 42, 1, 58, n. 2; ad C. 7, 58, 4, n. 1; ad C. 7, 64, 1, n. 12; Ioannes Andrea, o. c., ad X. 2, 30, 1, n. 6 in fin.; P. de Franchis, loc. cit., qu. 9 in princ.; qu. 10, vers. circa secundum [f. 179]; Lanfranco, o. c., cap. 3, n.15 [f. 36]; cap. 10, n. 45 [f. 129]; Baldus, ad C. 7, 70, 1, n. 1, n. 9 in fin.; Salycetus, o. c., ad C. 7, 70, 1, n. 5; Tartagnus, o. c., I, 33, pr., n. 9; IV, 59, n. 1, n.15 in fin.; V, 83, n. 9; VII, 49, n. 4.

54 Cf. Innocentius IV, o. c., ad X. 1, 29, 9, n. 1; Durandus, o. c., II, 3, De sententia, § qualiter, n. 10; Glossa, ad C. 7, 43, 4, v. denuo; ad D. 42, 1, 62, v. non posse; ad D.49, 1, 19, v. ab initio; Cynus, o. c., ad C. 7, 43, 4, n. 2; Bartolus, ad D. 42, 1, 62, n. 1; ad D. 49, 1, 19, n. 1; ad C. 7, 43, 4, n. 5; P. de Franchis, loc. cit., qu. 38 [f. 148]; P. de Anchoranus, o. c., ad X. 2, 27, 24, n. 4.