Si los rostros de estos personajes estuvieran más alegres se podría pensar que sus intenciones no pasaban de ser un entretenimiento lúdico jugando a torearse unos a otros sin mayores consecuencias.
Pero Goya utiliza este simulacro de diversión, habitual en su época, para expresar el sinsentido y la irracionalidad de los mutuos enfrentamientos, de los que todos salen perjudicados porque los papeles cambian: el jinete en otra ocasión será montura y si hoy realiza el lance, mañana será el lanceado.
El personaje del fondo admira al experto rejoneador y se sorprende de lo bien que se fustiga desde arriba a quien va a pie y además agachado, y así poder desquitarse de cuando a él le tocó hacer de toro.
La frase que coloca Goya en esta imagen tiene el sentido peyorativo de Unos contra otros, donde las ofensas y agravios son mutuos y se intercambian, como los papeles de los personajes de esta estampa.
Otra forma de relacionarse, más inteligente y sensata, con resultados bien distintos, es la de ir apoyados unos junto a otros para conseguir el mayor provecho común, aunque para esto, primero hay que definir cuáles son los intereses comunes y después no confundirlos con los personales.
Así va el mundo. Unos a otros se burlan y se torean; el que ayer hacía de toro hoy hace de caballero en plaza. La fortuna dirige la fiesta y distribuye los papeles según la inconstancia de sus caprichos.