16. Dios la perdone. Y era su madre
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Cuando conseguimos, o creemos conseguir una relevante posición social o económica, podemos llegar a olvidarnos de lo que fuimos y hasta de nuestro nombre… o de quien nos lo puso.
Si esa prosperidad no viene acompañada por el desarrollo moral y ético correspondiente, puede aflorar la soberbia, la arrogancia y la pedanterí
Una vez adquirido ese supuesto mayor nivel es probable que le dediquemos más tiempo y esfuerzo a proteger la posición conseguida que a conservar nuestra dignidad.
Aunque representado en una dama que ha llegado a cortesana, el comentario de Goya puede servir perfectamente para ilustrar la evolución de cualquiera que en las circunstancias adecuadas se podría llegar a comportar de la forma antes descrita:
“La señorita salió muy niña de su tierra: hizo su aprendizaje en Cádiz, vino a Madrid: le cayó la lotería. Baja al Prado, oye que una vieja mugrienta y decrépita le pide limosna, ella la despide, insiste la vieja. Vuélvese la petrimetra y halla… ¡quién lo diría! Que la pobretona es su madre”.
Comentario de Goya
La señorita salió muy niña de su tierra: hizo su aprendizaje en Cádiz, vino a Madrid: le cayó la lotería. Baja al Prado, oye que una vieja mugrienta y decrépita le pide limosna, ella la despide, insiste la vieja. Vuélvese la petimetra y halla… ¡quién lo diría! que la pobretona es su madre.