El enunciado de esta estampa quiere hacernos reflexionar sobre lo efímeras que pueden ser algunas de nuestras posesiones: la fortuna, el poder, la fama o la salud.
Los vaivenes que da el azar o las circunstancias pueden hacer que nuestra situación favorable cambie en un instante, que podemos ir de un extremo al otro en el tiempo que dura un suspiro, se puede desvanecer como el humo que lleva este personaje entre las manos, no en vano Goya nos coloca a estas figuras sobre un firme tan inestable como es una esfera en movimiento.
Por la relación que mantuvo con la nobleza y la aristocracia en la corte, tendría ocasión de ver medrar y caer favoritos, validos o protegidos, simbolizando las maquinaciones que lo hacían posible en este sátiro, un lascivo personaje mitológico mitad humano y mitad cabra, que hace pensar que la lujuria debió tener bastante que ver en ello.
Con independencia de cómo se ha conseguido la prosperidad económica o el ascenso social, pues en eso cada cual tiene su conciencia, motivos y circunstancias, es en la actitud ante el declive, la adversidad o el fracaso cuando se manifiesta y comprueba la naturaleza y el verdadero talante de cada uno.
La fortuna trata muy mal a quien le obsequia. Paga con humo la fatiga de subir y al que ha subido le castiga con precipitarle.