En esta estampa se puede apreciar un gran contraste entre las expresiones de las figuras que componen la imagen: por un lado un cuerpo juvenil, grácil y esbelto y por otro las expresiones lascivas y amenazantes de unos seres corrompidos y repugnantes.
El título de la estampa es elocuente, la joven parece que quiere alejarse pero los pajarracos la persiguen y rodean para que no se escape, sin embargo la expresión de su rostro, nada contrariado sino más bien complacido e insinuante y el pie apoyado firmemente en el suelo hacen pensar que su intento de huir es más aparente que real y corroboran lo que Goya nos dice en su comentario:
Nunca se escapa la que se quiere dejar coger.
Es probable que su juventud, inocencia o inexperiencia le impidan percatarse de las verdaderas intenciones que parecen tener estos seres depravados, haciendo que se preste a un juego que ella considera inocente, y es que Goya no ha dibujado la apariencia de estos adefesios, sino su alma.
Cuando se quiere apresar y las intenciones son siniestras, hay que hacer atractivas las redes para que las víctimas no se percaten de que están dentro e incluso vayan hacia ella con fervor y entusiasmo… y en ese trayecto no van sólo jóvenes inocentes e inexpertos.
Nunca se escapa la que se quiere dejar coger.