Parece ser que para realizar esta estampa, con la representación de una imagen agresiva y tragicómica, Goya se inspiró en una historia que circulaba por Madrid a finales del siglo XVIII, en la que la rivalidad entre un clérigo y un militar por el amor de una mujer acabó con la aplicación de una lavativa al militar.
En el comentario que dejó escrito el artista, aparte del título del grabado, reflexiona sobre los trágalas, obligaciones o contrariedades que conlleva el transcurrir de la vida, tanto en sociedad como en soledad, pero la imagen está orientada a denunciar el abuso de poder que el clero ejercía sobre sus feligreses, en este caso enfocándolo en los abusos de carácter lascivo hacia las mujeres.
Cada época tiene sus propios trágalas, normas o reglamentos, que en muchos casos son necesarios para una adecuada convivencia, pero lo que parece que no cambia son la arbitrariedad y los abusos del poder bien sea político, ideológico o económico y su preocupación para que traguemos sus decisiones sin rechistar y a la vez dejarnos satisfechos.
Las normas de cortesía y urbanidad no permiten aplicar el tratamiento de perro; para quien abusa de poder, uno puede ser en la actualidad ciudadano, consumidor, cliente, votante… que es más fino y elegante.
El que viva entre los hombres será geringado irremediablemente, si quiere evitarlo habrá de irse a habitar los montes, y cuando esté allí conocerá también que esto de vivir solo es una geringa.