Con la representación de esta bufonada Goya nos recuerda que los camelos y los timos nos acompañan desde tiempos lejanos.
En esta imagen están representados todos los protagonistas de la charlotada: el supuesto “artista” que toca la guitarra del revés, el que lo oye con las orejas atentas creyendo que escucha una bella melodía, y los que sacan provecho del asunto.
En este caso es un músico de pega, pero la tomadura de pelo se podría aplicar a una buena cantidad de divulgaciones, espectáculos o representaciones de dudosa calidad en los que prima más el diseño y promoción de lo superficial que de lo esencial, a lo que contribuye la incultura, la falta de exigencia y espíritu crítico o la pasividad, haciendo prosperar así la mediocridad y la vulgaridad.
Cuando lo que se busca es aumentar el número de visitantes o de audiencia para convertirlo exclusivamente en beneficio económico, el control de la calidad pasa a manos de los expertos… de márketing, y si tocando la guitarra del revés se consigue atraer y aumentar la expectación, mucho mejor, así ahorramos las cuerdas.
Si para entenderlo bastan las orejas nadie habrá más inteligente; pero es de temer que aplauda lo que no suena.