Cuaderno Nº 167

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GUALEGUAYCHÚ, Domingo  5 de septiembre de 1999CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 167
A Juan Sebastián Bach por Don Luis Doello JuradoJUAN ALVAREZ: Honró a su ciudad natalEL HOMBRE DEL HACHA (Hortensia Margarita Raffo)LA CODICIADA (Eduardo Díaz)

A Juan Sebastián Bach por Don Luis Doello Jurado

El valor de los papeles

NATI SARROT

Luis Doello Jurado

Cristina y Pablo -Tito- Haedo, sobrinos de Luis Doello Jurado, juntaban las cartas que el tío firmaba Papapa, notas sobre diferentes temas o alguna digresión que dejaba en la tapa de un block y que algún comedido cercano a D. Luis copiaba y se la mandaba como un buen regalo, enriqueciendo el legado de quien precisamente, se caracterizara por no dejar testimonios escritos de su amplia cultura, de su contacto con los exponentes más altos de la literatura, de su convivencia con la música, etc.

De estos papeles tuve, por generosidad de Cristina y Tito, la posibilidad de traérmelos a casa y hasta de copiarlos en parte. Siempre llamó vivamente mi atención, una página que transcribimos:

"Bach. 2º Centenario de su muerte. 15 de julio 1750-1950 

Biblioteca Popular Sarmiento. 

Un siglo más que cae sobre la tumba de Juan Sebastián Bach, es una mole de granito para su monumento, que seguirá creciendo con los siglos.

Reyes y príncipes que fueron sus contemporáneos, conquistadores, políticos, que creían honrarlo con sus saludos condescendientes, yacen en hondo olvido. Sus nombres grabados en bronces y mármoles no dicen nada a nadie... Alguno que otro erudito podrá saber todavía lo que significan Federico Luis, Carlos Guillermo, Felipe... A la Humanidad poco le dicen esos nombres".

En estos días la prensa mundial celebra y nos hace celebrar que, en el Archivo Central de Kiev (Ucrania) fuera hallado, después de cincuenta años de misterio, un archivo de manuscritos de J. S. Bach, otros compositores alemanes y cartas de Johann W. Von Goethe. Las piezas, que llegan a superar las 5.000, según el profesor Christoph Wolff, decano de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard, que las hallara en Kiev, hicieron un periplo desde Berlín hasta aquella ciudad, primero llevados por los alemanes y en 1945 por los rusos, que las entregaron al Conservatorio, salvándolas del deterioro o la destrucción.

Amplían la información detalles de que se agregarían con el hallazgo nuevos trabajos de Juan Sebastián Bach y de algunos de sus veinte hijos, como el Archivo musical del segundo, Carl Phillip Emanuel, integrado por quinientas piezas compuestas por ellos las que, en muchos casos, jamás fueron publicadas.

Entonces volvemos a la nota de D. Luis Doello Jurado:

"Tal vez sea cierto que: "Bach es el Músico, Mozart el Ángel y Beethoven el Hombre" Pero lo que es seguro es que purifican y santifican, que nos devuelven una luz de Esperanza en esta conturbada amargura.

Y sumamos lo escrito en la tapa de un block y copiado para Cristina:

"Es probable que Mozart o Bach no se hayan dado cabal cuenta de su valor. 

Ellos también creerían como los cortesanos de María Antonieta, que sus habilidades intrascendentes eran adornos y pasatiempos de 'aquellos alocados y pisaverdes. (1)

Comiendo sobras de golosinas en compañía de los lacayos y de Moliere o de Watteau, se sentían muy satisfechos y en su lugar.

Aquellas gentecillas de cabeza empolvada, que danzaban y cantaban cuentitos picantes al compás de las músicas de Glück, ¿adónde fueron a dar?.

En verdad su música era para nosotros. Sus contemporáneos y aún ellos mismos, no oye ron su música, si oír es lo que ahora creemos.

Ya Beethoven alcanzó otros conceptos. Y, quizá como castigo Prometeano, por haber sospechado su grandeza, ensordeció."

Al enterarnos del hallazgo del Archivo, al fin, papeles de los que cada día se pierden tantos llevándose testimonios irrecuperables para reconstruir el pasado que permita paramos firmemente sobre él, uno se regocija deseando que los estudios posteriores a que se sometan las piezas del archivo encontrado, arrojen resultados que fundamenten su autenticidad.

Y, esas desconocidas partituras podrán, como cuando "los deditos de un niño que deletrea sobre el teclado, inmovilizar al transeúnte y transformar su semblante, tal como en un trémulo de la "Tocata y fuga" o el "8° Preludio" en una inmortal presencia que llena los ámbitos y limpia las almas".

Papeles también las copias del archivo de los sobrinos de Don Luis, Cristina y Pablo -Tito- Haedo, valen para comentar la noticia apoyándonos en las palabras de alguien que amaba la música y con quien era un privilegio escucharla, agrandando las orejas para el momento en el que el erudito se dispusiera a obsequiarnos con sus comentarios.

REFERENCIAS:  (1) pisaverde: sujeto presumido y afeminado, amigo de acicalarse, perfumarse y andar en busca de galanteos.

Don Luis Doello Jurado, nació en Gualeguaychú en 1874. Al cumplir ochenta años, el 5 de mayo, se le obsequió un equipo para reproducir música, costeado por suscripción popular. (CVADERNOS N° 86). Murió en nuestra ciudad, el 20 de junio de 1955.

Pablo -Tito- Haedo, (CVADERNOS N° 49, docente, poeta, tallista, figura simbólica para nuestro tradicional Desfile de Carrozas estudiantiles. Nació el 25 de setiembre de 1912 y falleció en Gualeguaychú el 6 de julio de 1978.

Johann Sebastian Bach

JUAN ALVAREZ

Honró a su ciudad natal

Doctor Juan Alvarez

El pasado viernes 3 del actual se cumplieron 121 años del nacimiento en Gualeguaychú del doctor JUAN ALVAREZ. 

Promediaba el siglo XIX cuando sus padres, inmigrantes españoles  -Serafín Alvarez y Felipa Argeno-, fijaron su residencia en nuestro pueblo. Al mes de su advenimiento el 4 de octubre de 1878 es bautizado Juan en la pila del templo. Sus estudios primarios los realizó en esta ciudad y los secundarios en Paraná, Santa Fe y Rosario, ciudad esta en la que habría de residir durante muchos años, a la que consideró su segunda cuna y donde falleció a los 76 años, el 9 de abril de 1954.

Adolescente aún, se graduó de maestro y poco antes de cumplir los 22 años obtuvo el título de doctor en jurisprudencia, aunque no ejerció prácticamente su profesión de abogado ya que en 1902 se lo designó Secretario del Juzgado Federal de Rosario. 

Durante 45 años el doctor Alvarez ejerció la magistratura, desempeñando los cargos de Secretario, Procurador Fiscal, Juez, Fiscal de Cámara, Juez Federal, culminando su brillante carrera en la alta función de Procurador General de la Nación, cargo para el que fue designado en 1935 y que abandonó en agitadas como muy difíciles circunstancias políticas para el país, diez años después.

A propósito, recuerda el diario la Prensa, en oportunidad del centenario del nacimiento de nuestro ilustre copoblano: "... tuvo activa participación en la honda crisis política que vivió el país en 1945, poniéndose al servicio de la nación como sincero mediador, en pro cura de un normal encauzamiento constitucional".

El doctor Juan Alvarez fue además profesor de enseñanza secundaria y universitaria y miembro de las Academias de Letras, Derecho y Ciencias Sociales y de Historia. En 1945 fue distinguido con la designación de miembro correspondiente de la Real Academia de Madrid.

Confundador de la Academia de la Universidad del Litoral, publicó Alvarez, entre otros libros: Ensayo sobre orígenes de la música argentina; Ensayo sobre la historia de Santa Fe, Las guerras civiles argentinas; El problema de Buenos Aires en la República Argentina; temas de Historia Económica Argentina; Vida de Serafín Alvarez (la de su propio padre).

Inteligente, esclarecido hombre de la cultura argentina, en lo que a investigación histórica respecta, dejó trazada Juan Alvarez una verdadera escuela de procedimientos y seguimientos indelebles. Hoy son numerosos los estudiosos que bucean en las profundidades del maestro y guía. 

Sus restos descansan en el cementerio de El Salvador, en Rosario.

EL HOMBRE DEL HACHA


El hombre cruza las selvas 

con el hacha entre sus manos;

un pájaro de locura

va su pecho picoteando. 

El hombre pisa los lirios

Y la raíz de los álamos; 

el hombre pisa los bulbos

y los frutos sazonados;

el hombre marcha entre el fuego 

y entre un estruendo satánico.

¡La Tierra llora que llora,

la Tierra tiembla a su paso! 

El hombre del hacha corre

por monte, valle y barranco.

¡El hombre destruye todo

con el hacha entre sus manos!

¡El hombre se ha detenido!

¡Cruza un verdor de relámpagos!

El hombre levanta el hacha

sobre su cabeza ¡en alto!

¡Juan de Dios cubre sus ojos

enloquecidos de espanto!


¡El hombre de pie, se encuentra 

en la cumbre del Calvario!


¡Ay los ángeles de Dios!

¡Ay los ángeles, llorando! 

¡Ay los ojos de la Virgen

y el corazón de los Santos! 

¡Sobre el madero otra vez,

sobre el madero, con clavos; 

espinas para su frente, 

vinagre para sus labios! 

¡Ay sangre, la del Cordero! 

¡Ay Jesús Crucificado!


¡Señor: por los que te aman, 

por los que no te olvidaron, 

por los que escuchan tu voz 

en la voz de Pedro y Pablo! 

¡Señor de toda justicia, dinos, 

Señor ¿hasta cuándo?


¡Juan de Dios cubre los ojos 

enloquecidos de espanto!


Hortensia Margarita Raffo De "Poemario de Juan de Dios"-(1940) (Ver H.M.R. CVADERNOS Nº 129)

CON RELUMBRES DE FOGONES

LA CODICIADA

- Me está pareciendo. Pueblerito que usted está contando una historia que ha escuchado en algún lado.

- Es así. A mi me llegó en las charlas de un fogón de puros gauchos, mateando y comiendo asado de borrego. Lo que le cuento es para verlo, realmente. Cuando el paisano come asado lo saborea con ganas. A la costilla la descarna y queda blanca como si fuera de yeso. A la carne la prende entre los dientes y hace un corte al ras de los labios y rozando la punta de su nariz. Esto es cierto. Mire, le soy sincero, casi lo intento pero me faltó coraje. Entonces, está claro, ¿no?, que el cuchillo surge como integrado al movimiento del cuerpo, de las manos, claro.

- No debe ser para tanto, fíjese. Para mí es la sensación de verlo por primera vez.

- Y, puede ser, tal vez, como usted dice... Ah!,  otra cosa que me olvidaba. Vea, toma el paisano la mitad de una galleta y la hace de taco en cuña para ajustar más fuerte la costilla a la mano, la masa hace de esponja, absorbiendo el jugo de la carne.

- A esa media galleta la tiran, imagino para, que la picoteen las gallinas. Lo los pájaros?.

- Antes de contestarle le hago esta pregunta: ¿Alguna vez en su casa, cuando está de estofado. No le da por meter el pancito en la olla?.

Y, si, casi siempre, mejor cuando no me ven.

- Moja el pan... y jugoso, ¿es para tirarlo?.

- Ni loco que estuviera.

Vea, la vuelta que he dado haciendo la comparación; la media galleta absorbe el jugo de la carne y de la grasa, y después se come.

De postre, se prepara el mate cebado desde la pava, acomodada entre las brasas y, por ahí, también se corta un queso; por la mitad. El corte siempre será al medio, por superstición, sabe.

-¿Y qué importancia tiene la forma de cortarlo?.

- Ya se lo aclaro... También se lo acompaña con dulce casero de membrillo, sacándole las semillas con las que hacen un fijador para el pelo.

- Diga Pueblerito, ¿Todo esto va a parar a la heladera o al friser?.

- Si usted está en medio del campo, sin luz eléctrica, con los caminos de tierra, que si llega o sale se persigna dando gracias al Cielo, debe imaginarse para conservar los alimentos. 

- Es que a mi, no se me ocurre nada. 

- Se lo explico. Para esto se usa una fiambrera, que es como una caja, con paredes de alambrilla, una puerta y un gancho para colgar la media de seda al pie y a la sombra. La alambrilla aísla los insectos, en especial la mosca queresera. 

La carne va colgada dentro de la fiambrera y va tomando un color marrón oscuro por el aire que recibe. Se le va formando una cáscara de protección y adentro se vuelve roja y sabrosa. A la manteca la meten en un frasco y la cubren con agua y no se pone rancia.

- Mire usted lo que hace el ingenio para vivir no siendo prisionero de las modernidades. Pero lo que me sigue llamando la atención es eso de partir el queso por la mitad.

- Discúlpeme, charlando de otra cosa se me había pasado... La cuestión del queso es una tradición supersticiosa. Bueno, resulta que un estanero, de por aquí nomás, y su mayordomo, producían queso de forma rudimentaria, ellos decían "a la criolla" Un día, por motivos que no vienen al caso, problemas, vio?, el mayordomo decide irse; dejar su trabajo allí... 

- ¿Y es tan bravo el problema para no saberlo...? - Bueno, cuestión de pollera. Ella era más codiciada que el oro... Le iba diciendo, patrón y mayordomo deciden arreglar las cuentas, claro. Iba todo perfecto, faltaba dividir los quesos. Contaron doce para un lado, y doce para el otro, pero quedaba uno y ni el patrón ni el mayordomo querían partirlo. Discuten, van y vienen, se endurecen las posiciones y, facón en mano, colorean con sangre los quesos. Desde entonces... al queso hay que partirlo al medio, por superstición. 

- Y digo. ¿Por tan poca cosa se trenzaron a duelo y a muerte?.

- Es que la causal es muy importante; el entuerto viene también por el molde usado. - Pero darle tanto valor a esa minucia...

- ¡¡Nooo!!... Es cuestión demasiado seria. El molde del queso era ni más ni menos que una media se da.

- ¿Y no me va a decir que la dueña de la media era la dama codiciada?. 

- Si amigo, exactamente. Fue así.

-¡Mire usar una media de mujer para molde!. 

Esto sí, que me ha servido. En adelante, cuando vea un queso un poco alargado, por si acaso, ni de convidado lo pruebo.


Eduardo Díaz

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Silvia Razzetto de Broggi - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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