Había finalizado la retreta en plaza San Martín.
Tardecita fría en domingo de junio del 31, con los ecos de los fuertes aplausos para batuta del gran maestro Sabattoli. La gente, entonces, quedaba como flotando en una niebla impregnada de fascinación contagiosa, al Conjuro de los compases legendarios del viejo bosque vienés, una de las obras de "batalla" de la histórica Banda Municipal lugareña.
Llegó el momento tan ansiado por Dn. Luis -; Vamos a ver Dn. Pepe si encontramos todavía al extraño niño, ése...?
(Hermoso rostro concebido por una luna de amor entre mestizos; cabellos de cobre con toques azabaches, ojos color paja de lino, ágiles manos de prestidigitador, a la izquierda de la Diana que regalaron los españoles en el centenario, a escaso metro de la escultura clásica, casi como perdido en un cuadrado de crisantemos reina margaritas, jugaba con una mariposa clara, totalmente abocado a un pasatiempo singular, un hermoso criadito de siete años, poco más...)
Al arribar al lugar, Dn. Luis, codazo previo y a media voz, le susurra a su amigo:
¡Qué maravilla de niño, tan extraño! Pero, ¿está como disfrazado, don Pepe ?...
(Hermoso rostro, iluminando una estampa afin a los antiguos cuentos de príncipes y criados. Pantalón, o calza, ajustado, como cayendo de las rodillas, de un viejo y muy usado terciopelo azulado, con tres botoncitos de nácar al costado de un remate ambas piernas y con lacito al tono; una cuasi blanca camisota de anchas mangas y largas medias y zapatillas grises, de fina badana armenia, con exagerados cordones.
Estampa virtual del dominio de La Regencia en el Estado europeo).
El niño, ajeno a todo, tararea compases del vals vienes. Le pregunta Dn. Luis
-¿Cómo te llamas, niño? -Johan Amadeus
- ¿De qué vistes?
- Yo soy el Paje, porque soy un criado este traje de mi amo me regaló este traje. Con él ganó el Corso Infantil. Me lo pone la Mama Vieja para que venga a escuchar la retreta. Yo tengo un vecinito que viene con unas señoritas a tirarle frutitas de los árboles al trombón de don Sabattoli, si señor.
- ¿Sos un niño feliz?
-Sí, señor. Usted sabe que mientras escucho aquí la música, en el hueco de mi mano se me duerme una mariposa blanca y amarilla, usted sabe...?
- Pero, ¿cuáles son tus nombres, de verdad?...
- Johan Amadeus, ¿ya no se lo dije...?
MARCO AURELIO -99