Cuaderno Nº 140

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 19 de Julio de 1998CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 140
Casa de Urquiza en Gualeguaychú- Su historia- Su arquitectura¡Qué Amigo! Juan Luis SecchiEL TAMBO MUNICIPAL, CON VACAS A PRÉSTAMO
CUADERNOS PREGUNTA... EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDEGeología del Río Gualeguaychú - Parte XVI- CUANDO LAS OBRAS SON AMORES

Casa de Urquiza en Gualeguaychú

Esta foto, tomada desde esquina de calle España, hacia el Este, data de principios de Siglo XX. A la derecha, la casa que fue residencia de Urquiza

Su historia

La casa en que vivió el General Urquiza durante sus largas estancias en Gualeguaychú se levantó en terreno de media manzana, con frente a 24 de Enero (hoy 25 de Mayo). El fondo a calle India Muerta (San Martín) abría puerta a coches y caballos.

La edificación se hizo sobre terreno de la anterior casa (un largo rancho) de Don Cayetano Costa, padre de Dolores, esposa luego de Urquiza, en la forma conque se mantuvo por tiempo. Construcción ordenada y guiada por Justo José de Urquiza.

Luego abriéndose puerta en la ochava, se instaló la tienda de D. Saturnino Zuluaga y su familia ocupaba la casa habitación.

Más tarde se ubicó con agencia de los Willys, autos, taller y despacho de nafta con surtidor en la esquina (sobre España) Hipólito Gauvry, francés que, en aquellos tiempos de principios de siglo, propuso explotar la energía del agua del Salto Chico para dar corriente eléctrica y fuerza motriz a Gualeguaychú.

En 1935 una fotografía de inauguración del Sanatorio Gualeguaychú (esquina S.0.), muestra la residencia demolida para construir la sucursal del Banco de Entre Ríos la que, con remodelación, da cabida al Banco de Entre Ríos S.A. (BERSA).

La casa, fue centro de reunión de la familia Urquiza y de importantes actos sociales con asistencia de personajes de la época y de miembros de la sociedad gualeguaychuense, y aún en épocas en que vivía la familia Zuluaga se realizaron grandes bailes a beneficio de entidades, cedida por sus dueños.

 Más tarde se ubicó con agencia de los Willys, autos, taller y despacho de nafta con surtidor en la esquina (sobre España) Hipólito Gauvry.
Puerta de entrada -sobre 25 de Mayo- de la residencia de Urquiza

Su arquitectura


UBICACIÓN: 25 de Mayo y España, esquina S. E. Gualeguaychú.


LA PUERTA DE ENTRADA: De madera, elevada en arco de medio punto con luneto. El marco con clave.


EL FRENTE: sobrio o austero con columnas empotradas de estilo jónico. 


Aberturas ornadas con marcos arquitectónicos. Ménsulas que sirven de sostén al guardapolvo de ventanas y cornisas. Dentillones y filetes. 


Rejas de ventanas y cancela, simples, terminadas en punta de lanza. Coronamiento de balaustrada compuesta.


A fines de siglo XIX se colocaron brazos con globos blancos para luz. El umbral de entrada en mármol. Vereda de lajas de piedra caliza labrada a mano.


CALLE: adoquinada en bloques de piedra caliza. Rieles del tranvía.

¡Qué Amigo!

Por JUAN LUIS SECCHI

La comisaría de Ceibas, en aquella época en que Fray Mocho llamaba a su jurisdicción "el país de los matreros", estaba, como hoy, al pie de ese médano que pone en la parte sur del departamento Gualeguaychú la lonja aparentemente exótica de muchas leguas de arena blanca, que aún espera al geólogo que establezca su origen. 

Era un largo rancho de paja sombreado por un viejo tala; a pocos metros, como prolongación del monte que corona el médano en toda su extensión, comenzaba el ceibal, cuyos troncos todavía continúan pregonando centurias de vida y en los cuales es fama que el yagua reté autóctono afilaba sus uñas.

En Ceibas como en Montiel, no sucedía que la zona resultase vivero de matreros de avería: era la propia naturaleza con sus montes y esteros casi impenetrables, la que ejercía atracción protectora sobre quien necesitase prolongar su libertad ocultando en la selva su responsabilidad por un delito: Y así como en el centro y norte de Entre Ríos no hubo, hace medio siglo, gaucho en "desgracia" que no de mandase en largo galope el amparo de Montiel, en la parte Sur fueron los esterales de las Ceibas los requeridos como guarida propicia.

Resultaba así tan lógico como indispensable que el personal de la comisaría lugareña estuviese siempre a tono con el cambiante vecindario en tal forma constituido. ¿De dónde y cuándo llegó a ella "el Venao"? Era el sargento don Ireneo Martínez cuando en presencia se le mentaba "el Venao" cuando de él se hablaba en su ausencia. Certificaban el concepto de hombre de acción en que era tenido varias rúbricas puestas a cuchilla en su cara y su mano izquierda inutilizada a tajos. 

Ningún empeño ponía él en hacer imponente su apostura: conversador y comunicativo, gustábale alinear su figura de indio fornido en las ruedas del fogón para platicar con abierta franqueza, porfiando siempre en quebrar hacia arriba la visera de su quepis policial. Tanto le agradaba insistir en la referencia de pendencias en que actuó que ya se empezaba a poner en duda su capacidad y coraje. El propio comisario pensaba si no tendría a su tiempo que arrepentirse de confiar en ese puntal, y murmuraba el refrán con pesimismo: "Perro que ladra..." consideraba, empero, prudente esperar la ocasión de ponerlo a prueba. Además lo había hecho sargento en sumisa atención a las indicaciones del caudillo político en auge.

Para la policía de Ceibas, la oportunidad de ponerse a prueba era en aquel entonces tan frecuente y sorpresiva como el salto de la liebre para el cazador. Y así llegó la de esta crónica. Porque no era sin duda para proceder como autoridad que aquel do mingo el comisario se había afeitado temprano, había ordenado después junto al palenque las prendas nuevas de su apero y cambiaba cuerdas a su guitarra, mientras el sargento fregaba con ceniza los pasadores amarillos de sus estriberas, cuando, junto al cerco mismo, sujetó un jinete su caballo sudoroso y transido para preguntar por el comisario. Este, dejó sobre un banco la guitarra que tenía en sus manos y se acercó al recién llegado, quien apagando convenientemente el tono de su voz expresó:

- Manda decir mi patrón... 

- ¿Quién es su patrón?

- Don Secundino Astorga. 

- Ah, ah, ¿qué manda decir?

-Que ha podido aclarar el asunto de que le habló el otro día; que el autor de las cuatrerías últimas y también de la muerte del turco Badú es Rosalio Maidana, el mesmo que ahura está poblao en la costa del arroyo Grande; que ese indeviduo es tamién el que allá pal lao de Villaguay mató al comisario Osuna y que, asigún le han dicho, el sargento Martínez lo conoce. 

Y dice tamién don Secundino que a su parecer conviene prenderlo antes que se sepa descubierto.

- Está bien, bajate y pasa pa la cocina.

El ceño adusto del comisario delataba su contrariedad. Recorrió con su vista la extensa llanura circundante sin ver nada en realidad, pues tenía la atención puesta en el problema que meditaba. Luego habló al sargento.

- Che Martínez, vení. -- Y así que éste se acercó llevando en la mano el freno, cuya herrumbrada pontezuela se empeñaba ahora en lustrar, - Decime - continuó- ¿vos lo conocés a Rosalio Maidana? Bienísimo, mi cornisario; y no es de aura y de aquí. Una vez en la costa del arroyo Malo, allá pal lao del Tala, me parece que jué el día de la carrera grande que corrió el rosillo de don Asencio Muñoz con... Dejame de historias que ya me tenés bandiao. ¿Lo conocés y diai? Pa ese rancho galopiaba cuando mi hizo sujetar. Quería explicarle porque considero que el hombre es dos veces ligero: pal cuchillo y pa la uña. Aura le he visto arma e juego, pero le asiguro comisario que Maidana no la precisa pa ser peligroso. -¿Pa dónde jueron los agentes? - Pa lo del vasco Irungaray. Güeno, andá ensillando tu caballo y el mío; cuando vuelvan los agentes iremos a prenderlo a Maidana.

Con desgano se encaminó el sargento Martínez hacia el palenque; enfrentó el caballo del comisario, y con una bajera en la mano quedóse inmóvil y pensativo. Lo que ocurría fingíasele la súbita obscuridad que provoca un eclipse en claro día de otoño. ¿Sería posible que aquel importuno mensaje de Astorga impidiese su concurrencia a una fiesta llamada a abrir época en el pago? Volvió a dejar la matra sobre el recado y se acercó al comisario que junto al cerco meditaba solución al mismo atajo. Vea comisario -aventuró Martínez- los agentes volverán quizá de tarde. Si los esperamos perderemos la fiesta en lo e'Rojas. -Pacencia, La fiesta me interesa más a mí que a vos; pero Astorga tiene razón cuando dice que conviene prenderlo a Maidana antes que husmee nuestra sospecha. Después será trabajoso. Y no es prudente que vayamos los dos solos si el hombre es como dicen.

Vacilante bajó el sargento su vista y púsose como a alisar los pastos con la punta de su alpargata; y dirigiéndose nuevamente al comisario propuso:

-Si usté me da su licercia voy a dir yo solo. No lo tome a mal -agregó al advertir la mirada sor prendida de su superior-, de aquí al rancho e Maidana voy y vuelvo en poco rato, dispués estaremos otra vez en día domingo.

Ahora era el comisario quien, vacilante, parecía empeñado en mirarse las cañas bien lustradas de sus botas. Entonces Martínez era nomás hombre de agallas? Lo empujaba la tentación de experimen tarlo y lo retenía a la vez el temor a la crítica si la cosa salía mal.

Martínez, creyendo interpretar su pensamien

to, insistió: - Ya le pedí, mi comisario, que no lo tomase a mal; sé que usted es más capaz que yo de dir a trairlo a Maidana, pero mi caballo galopa largo y puedo dir más ligero que usté. -Y güeno, si te animás -asintió el comisario ya podés ir marchando.

Con diligencia desusada ensilló el sargento Martínez su lobuno pampa, colgó en el alero su rebenque virola de metal y toniando la "guacha" de uso diario, montó de un salto y se alejó a largo galope rumbo a la costa del arroyo Grande.

Todavía no habían lavado la segunda cebadura de yerba entre el comisario y el chasqui de Astorga cuando empezaron los perros a ladrar con insistencia.

- Han de ser los agentes - opinó el comisario. ¿Pa qué lao andaban? - inquirió el huésped. Por lo del vasco Irungaray Entonces no son ellos, porque su caballo mira pal Sur.

El comisario, luego que devolvió el mate, tras puso la puerta de la cocina y miró hacia el campo.

- ¡Pero amigol-comentó luego-es el sargento y lo trái nomás a Maidana. No me explico cómo ha ido tan pronto y cómo lo ha prendido sies que no lo trái engañao, porque sólo llevaba el cuchillo y su "guacha".

El sargento Martínez sujetó en el palenque trayendo de tiro el caballo que montaba Maidana; desmontó, y como quien descarga presuroso su equipaje, desató el cabestro que unía los pies del preso por debajo de la cincha y ayudándolo a bajar, pues le había atado los brazos por detrás, lo encaminó hacia el interior del rancho en que se alojaban los de tenidos. El comisario advirtió sangre en la camisa de Maidana que parecía caer de entre el pelo.

-¿Y eso? - preguntó. -Dormidera que precisó -contestó el sargento, mostrando con intención su grueso rebenque, que colgó en el mango del cuchillo.

Luego que ató bien la puerta del rancho, Martínez cambió nuevamente el rebenque y habló al comisario: -Salvo su mejor parecer, creo que ahura ya podemos dir. El preso está siguro; lo dejé atao como estaba y si de cruce encontramos a los agentes los haremos apurar pa que lo custodien.

Hacía ya buen rato que el comisario y el sargento Martinez se alejaban al galope de la comisaría cuando el primero, poniendo al paso su caballo, interrogó al segundo:

-Decime che, ¿cómo hiciste pa prenderlo a Maidana? Mire comisario, aunque parezca que no, la tuve medio fieraza. En cuanto me bajé del caballo y di el "Ave María", Maidana, que de juro ya me había visto, salió del rancho y se me vino como rejucilo con el facón en la mano; aunque ya lo tenía encima y parecía que m'iba a ensartar, guardando yo la mansa quietú que desarma al toro le dije: ando embiste,

¡Pero compañero! ¿Está loco? ¡Qué amigo había sido usté! Vengo e'visita y ahura me va achurar. ¿No ve que ni armas tengo?

En seguida vide que el hombre dentraba en l'armada. Discúlpeme-contestó- yo créia... -y envainando tranquilo su facón m'invitó a pasar pa la cocina. 

Dió güelta pa caminar adelante sin reparar en que yo tamién iba dando güelta mi "guacha", se la dejé cáir con ganas medio de atrás en la cabeza y cuando cayó él lo até codo con codo, lo desarmé, lo acomodé en su caballo y lo demás usté ya lo vido... Yo digo que el zorro está en lo cierto y por eso sale bien cuando desprecea la juerza y apela a sus mañas pa salir de un apuro.

El comisario, sonrió, guardó silencio y volvió a poner su caballo al galope.

-Va estar linda la fiesta en lo e'Rojas - opinó de pronto el sargento, y agregó volviendo confidencial el tono de su voz: - Usté, mi comisario, ¿no haya que me mira mucho la china e'Macho Rodríguez?



N. de REDACCIÓN

En marzo próximo pasado se cumplieron 57 años de la publicación especial por la Asociación Entrerriana General Urquiza de uno de los más celebrados cuentos del Dr. JUAN LUIS SECCHI, ilustrado por Alejandro Sirio.

CVADERNOS se complace hoy en exhumarlo, tal cual (Ref. J. L. Secchi, ver CVADERNOS N° 47)

EL TAMBO MUNICIPAL, CON VACAS A PRÉSTAMO

En julio de 1914, la Municipalidad de Gualeguaychú difunde que ha decidido crear un Tambo Municipal. Los fines perseguidos son amplios y se exponen en nota firmada por el Intendente Juan José Franco y su Secretario Juan Bautista Cepeda, para ganaderos de la jurisdicción.

El principal propósito es obtener leche para distribuir en la población, mejorando "en lo posible su alimentación" (para acceder a ella diariamente, se distribuía un vale que autorizaba a los aspirantes).

Dice la nota que, además de cubrir ese importante déficit podría difundirse "lo que pocos saben"... "lo que exige en alimentación una vaca lechera para dar mayor producción: forraje, régimen de vida, higiene, etc..." detalles que son esenciales y que "para la generalidad son desconocidos".

El Tambo Municipal trataría de comprobar hechos que serán de gran importancia para el porvenir de esta industria (la lechera), catalogando las observaciones y siendo testigo con datos oficiales de las verdades allí comprobadas.

Como la Municipalidad no cuenta con recursos, solicita la cooperación de los ganaderos interesados en el proyecto y en su éxito. Esta se concretaría con el préstamo, mientras dure el período de lactancia, de algunas vacas lecheras, con la garantía de cuidado de un veterinario y alimentación especial para el animal.

El Tambo sería en cambio, exposición permanente "sin gastos para el estanciero, de los mejores productos de su establecimiento" y hasta serviría como vidriera para la venta, si fuera su deseo, a un precio "fuera de lo común", sin gastos y con sólo prestar la vaca para que se la mantengan y se la cuiden.

Además se indica que para dar oportunidad a la mayor cantidad de establecimientos, sólo serían necesarias dos vacas por cada ganadero. Eso sí, naturalmente, de "buena producción para los fines propuestos". 

Usted nos presta la vaca y...


Referencias


Extractado de la nota firmada por Juan José Franco (Intendente desde 1913 a 1917), dirigida a Doña Felipa Echazarreta de Irazusta.)

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

Geología del Río Gualeguaychú

CUANDO LAS OBRAS SON AMORES

PARTE XIV

Hechos muy importantes se producen en el río Gualeguaychú en la primera mitad del siglo XX, sobre todo a partir de la década del 30. 

Construcción del puente que unió ambas riberas, a la altura de calle Luis N. Palma. Apertura de un canal profundo en el banco de piedra arenisca que permitía cruzar a la Isla Libertad caminando, con el río en bajo nivel, a la altura de 3 de Caballería, aproximadamente. Corte de un canal para la navegación de barcos de menor calado, a pocos metros del arroyo "La Capilla", que permitió acortar la navegación hasta la Boca, en casi un kilómetro. 

Como citamos en notas anteriores, la Plaza Colón. Realización del dragado más importante realizado en el río. La construcción de la Avenida Costanera. Construcción del nuevo muelle, con extensión del murallón costero hasta cerca de la boca del Arroyo Munilla. Los ocho galpones del Puerto, junto con las plazoletas que se extienden hasta el edificio de la Subprefectura Marítima. La calle San Lorenzo, desde Bolívar hasta el río y, como complemento, crecido número de calles pavimentadas, incluyendo las paralelas al Norte de Urquiza, Luis N. Palma hasta el Puente y las paralelas al sur de Gervasio Méndez como así extensión de transversales hasta la Avenida Del Valle. 

Para "quedar bien" con nuestro amigo el río, se trató de arreglar más el aspecto de ciudad de nuestro Gualeguaychú.

También debemos citar obras que se hicieron prácticamente en la misma época. Las instalaciones de los centros de recreo y actividades náuticas, clubes Náutico y Neptunia. El chalet de Rossi para "adornar" la Isla y el sello tan particular que ofrece el castillo construido frente al Puerto.

Sumemos otras realizaciones de esa época. Como la ampliación de la Escuela Normal sobre Andrade, lo que completó el edificio hecho con frente a Méndez en 1910. Igualmente, el Colegio Nacional, cuyo edificio fue ampliado hasta San Martín; el Instituto Magnasco, que ocupa una cuadra sobre Camila Nievas; el Banco de la Nación Argentina y, desde luego, el Frigorífico Gualeguaychú. 

Como "yapa" varios kilómetros de pavimento de la ruta 14 desde Urquiza hacia el sur. Señalemos que el puente que comunica con el Parque Unzué fue iniciado, en su primera parte, en 1920, durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen. Al término de esta presidencia, 1922, dicho puente quedó construido en su primera trama hasta el primer pilote asentado en el río. El presidente Alvear no continuó esta obra durante su mandato: 1922-1928; reanudándola Yrigoyen, nuevamente presidente desde 1928, la que fue terminada en 1930; no llegó a inaugurarla porque fue depuesto por el golpe revolucionario del 6 de setiembre de ese año. Quedó librado el puente al uso público el 14 de julio de 1931 (ver CVADERNOS Nº 34).

Hasta esa fecha prestaban servicios entra ambas riberas del río, tres balsas que salían desde distintos lugares en nuestra costa ciudadana como así en la de enfrente.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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