Cuaderno Nº 201

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 4 de febrero de 2001CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 201
La casa de Fray MochoEL FULGOR DE AQUELLOS CORSOS INFANTILESLOS AÑORADOS CORSOS
CVADERNOS en EGB (Por Silvia Razzetto de Broggi)22 - A FUEGO LENTO... CARNE CON ALGO

La casa de Fray Mocho

Nati Sarrot

El Senado de la Nación, en su última sesión del 2000, aprobó el Proyecto de Ley presentado por Alcides López, senador por Entre Ríos, que declara parte del patrimonio nacional a la casa en que nació y vivió su infancia, José Ceferino (Sixto) Alvarez -Fray Mocho- sita en Gualeguaychú, reconociéndola Monumento Histórico Nacional.

Por 1999, en el frente de la casita ubicada en calle Fray Mocho Nº 135, apareció un cartel ofreciéndola en venta. (CVADERNOS N° 166). Se descolgó, y para el 2000 volvió a prenderse de una ventana, sobre una fachada cada vez más abandonada, el aviso oferta.

EL ARGENTINO del 6 de agosto nos decía entonces en cabeza de tapa "Se vende la histórica casa natal de Fray Mocho". La nota exponía, que había sido declarada Patrimonio Municipal en 1991; que en 1999 "a la Municipalidad le pidieron 70.000 pesos por la vivienda"... y se pregunta si podrá la ciudad "preservar para su patrimonio arquitectónico, para su identidad y para su historia la casa de Fray Mocho"

Casa natal de ""Fray Mocho" en Gualeguaychú

Se agitó el asunto en la prensa. El Concejo Deliberante debatió sobre el riesgo de perder esa reserva histórica en una operación que permitiera la enajenación y posible demolición. El Vice Gobernador de Entre Ríos, Edelmiro Pauletti, presentó un proyecto de ley bregando porque la casa con terreno sita en Fray Mocho Nº 135 de Gualeguaychú, se declarara de utilidad pública y sujeta a expropiación. Consecuentemente el Decreto provincial 4725/ 2000, le acordó el valor de Monumento Histórico de Entre Ríos.

El genio de José S. Alvarez, el Mocho, no debió dar jamás cabida en su frondosa visión a que, el sencillo lugar de su nacimiento y de su infancia, con la sanción por Diputados de la Nación, a no dudar, en el corriente período de sesiones, pudiera ganar el reconocimiento de Monumento a preservar y conservar, por su significación arquitectónica y su valor histórico, desde el más próximo de los cuerpos, hasta el más alto en cuanto a representatividad legislativa, porque, el análisis del hombre presente comienza a entender lo como fundamental en apoyo de la recuperación, soporte de la memoria histórica y la dinámica de la identidad de la sociedad.

A la casita levantada por D. Desiderio Alvarez y Dorina Escalada en la mitad del 1800, con techo a dos aguas sobre el cuerpo de cuatro habitaciones y zaguán que dan al frente, se agregan piezas interiores, separadas de las primeras por la galería y un patio con aljibe al centro. Se extiende hacia atrás con un sitio de tierra donde están, la letrina, un galpón depósito y bien al fondo un gallinero. La superficie se cultivaba con una variada huerta. 

Fray Mocho -de 23 años- en el año 1881
José S. Alvarez, "Fray Mocho " (foto del Museo Casa Natal)

D. Desiderio fue encargado de una de las estancias de los Campos Floridos (en Pehuajó Norte). Allí hizo gozar de la vida rural a José, uno de los hijos, tal vez porque, inquieto, curioso y suspicaz encontraba en aquel ambiente, el espacio ideal, el hombre y su ex presión fuertemente entrerrianos.

Luego de hacer estudios en la escuela de Olegario Errauzquin y del Profesor Guillermo Bianchi, vivió el desarraigo en el internado del Colegio del Uruguay, más tarde en Paraná, para radicarse en Buenos Aires, y allí comenzar una lucha que dolía y a la vez de sufrida, agregaba a su caudal de conocimientos, la experiencia en una ciudad que se hacía heterogénea en tipos, voces y costumbres al terminar el siglo.

De todo lo vivido, armó José S. Alvarez- Fray Mocho- cuadros de un colorido impactante y una gracia exultante. Le bastó su ojo observador y su fluidez en la palabra escrita.

Fue cuentista, novelista; pero fue su labor periodística la que lo introdujo en los hogares del país, como fundador y redactor de Caras y Caretas, una revista de enorme tiraje y difusión que lo hizo conocer, con su nombre y sus seudónimos.

Los lectores, criollos y gringos, concordaron con su sentido del humor al describir hechos y personajes de una época, con fidelidad fotográfica que morigeraba con los tonos de su generosa e inteligente comprensión. Caras y Caretas mereció por su letra e imagen, el mérito de constituir un documento histórico de consulta permanente.

Se conoció al escritor periodista, más por su seudónimo Fray Mocho, que por el nombre conque fuera anotado en la Iglesia San José de Gualeguaychú. (Repetimos, que en el acta de bautismo que lo da por nacido el 26 de agosto de 1858, figura como José Zeferino, hijo de Desiderio y Dorina Escalada Valdez - Libro N° 8 de Nacimientos y que en la de defunción, ocurrida en Buenos Aires a los 45 años de edad, el 23 de agosto de 1903, se da por muerto a José Sixto Alvarez).

Reeditados los títulos de su obra conservada en las bibliotecas privadas y públicas, como la valiosa colección de Caras y Caretas, permanece el escritor con lo mejor de sí. Su casa en Gualeguaychú, aún conserva el íntimo sitio de su nacer. 

Planos de la Casa natal de ""Fray Mocho" en Gualeguaychú

El Cementerio del Norte recibió sus restos mortales a cincuenta años de su fallecimiento y, desde 1958 reposan en la tumba de la rotonda que centra la imagen de Santa Clara.

Andrea Sameghini, en su nota La casa natal de Fray Mocho, serie Casas y Caserones (EL ARGENTINO, 16-6-1974) decía: "Llegar a descubrir la vida de un hombre a través del contorno material de una casa, es recurrir a hechos que, por la índole de su profundo sentido espiritual, marcaron lugares y ambientes de vivir humano en plenitud" y repite las palabras del Cabo Ceybero en sus cartas al "Señor del Buen Día" del mismo diario: "La emoción me nubla la mirada, ya estoy frente al solar nativo del carnero mocho, aquel niño de rulitos ensortijados, travieso y rebelde que, con el devenir de los años seria el famoso narrador y cuentista José S. Alvarez."

Continúa Casas y Caserones anotando: "... esta casona sencilla y provinciana con techo de tejas a dos aguas, clásica arquitectura popular, anterior a 1870 en Gualeguaychú. En la fachada se disponen las cuatro ventanas iguales ubicadas a escasa altura de la vereda, con rejas simples al ras de la pared... El primer patio con amplio corredor, ofrece su raigambre en los elementos austeros que lo componen. EI zaguán nos conduce hasta él, al que dan, la sala, los dormitorios, el comedor y la cocina. El aljibe con brocal de paredes lisas, un gran macetero a su lado, plantas de hortensia y jazmines y árboles frutales. El segundo patio al que se accede por un pasillo ancho y abierto, muestra una prolija huerta que nos trae remembranza de otras épocas.... Aquí nació y de esta tierra que latió en su corazón hasta el último suspiro… guardó el recuerdo en páginas conmovedoras, narradas en forma grácil y amena con un fondo de sentida melancolía por Gualeguaychú..."

Doña Dorina, su madre, se radicó con varios de sus hijos en Buenos Aires, y la casita de calle Concordia, hoy Fray Mocho al 135, fue vendida, en 1890, a Julián Jasse. Por eso leemos la referencia en Caras y Caretas de que la propiedad estaba habitada por un turco "al tiempo en que hacía una de las tantas notas con las que, por los años y hasta ahora, se mantuvo el interés y atención sobre ella. Sus últimos dueños (familia González) por un largo lapso, cuidaron celosamente el solar y era de ponderar la generosidad conque atendían a los visitantes que se acercaban al lugar el con interés de conocer ese querido solar.

Casa de Fray Mocho (Fotos: Patricio Alvarez Daneri)

Consultados

Antonio Morales, Fray Mocho, EMECE Editores. S. A., Bs. As.1948.- Pedro Luis Barcia, Fray Mocho desconocido, Ediciones del Mar de Solis, Bs. As. 1979.- CVADERNOS N° 166 Gchú - Fray Mocho en San Telmo, Manuel Augusto Domínguez, Edit. Academia Porteña del Lunfardo, Bs. As, 1986.-El ARGENTINO de Gchú. notas de 6/8, 5/9 y 27/10.- Fotografías de Luis Morganti, Pack, Gchú.

EL FULGOR DE AQUELLOS CORSOS INFANTILES

Por MARCO AURELIO/2001

Carnaval: Camino al corso a principio del siglo XX (Fotografía de Beatriz Bustelo de Buschiazzo)
Ignacio "Pocho" Olachea y una de sus hermanas auto eléctrico década de 1920-(Fotografía de Casa Betolaza)

Está batiendo palmas a todo tren este publicitado Carnaval a la brasileña que, en realidad, resulta económicamente beneficioso para Gualeguaychú, debiendo señalarse también, como suceso encomiable, el ángulo social, pues este universo de las comparsas aporta una importante demanda de mano de obra, de diverso tipo y gestión, durante todo el año, prácticamente. Y la abultada concurrencia de turistas, con sus más y sus menos, concreta un alto dinerario ingresante a la ciudad y sus alrededores. 

Lástima por las tarifas del balneario sobre el Uruguay y de parte de algunos comercios gastronómicos, como así de aquellos alquiladores de aposentos que dejan mucho que desear, con tarifas absolutamente inmerecidas.

Pero vayamos al específico tema de hoy. Aquellos Corsos Infantiles de Gualeguaychú, en los años cuarenta del reciente siglo pasado. 

Como redactor de EL ARGENTINO me tocó en suerte cubrir dos ediciones de esta cosquilleante Fiesta que para los locos bajitos de entonces venía a ser como largarse a penetrar en los ensueños del país de las maravillas. Qué encantadora Fiesta, por Dios. 

Esa 25 de Mayo, desde Rocamora a Chile (Chalup), al oscurecer de la tardecita del domingo de carnaval o del jueves de esa semana, se convertía en una emocionante concentración de felicidades. Esplendor total de reinados heterogéneos. Los colores del mundo deslumbrando a través de los niños bien disfrazados. En alto número, por ejemplo, de Polichinela, llevándonos al territorio aquel de las marionetas de la comedia "de ll'arte", originario burlesco del sur de Italia. 

Las damas y los refinados (muy engominados) caballeros, en un todo demostrativo del buen gusto en blanco y negro. Las damitas de Holanda, las molineras, las alsacianas, el lecherito bien vasco si si, el indio litoral y su flecha, el gaucho faconero, la muchacha a todo percal tanguero, los trapecistas rubios con sus suaves músculos, el rey León, la reina de corazones, el Mickey con su queso de grandes agujeros, el muchachito tambor de Tacuari, los Tres Mosqueteros, Robin Hood, El Zorro, Maria Antonieta, Madame Pompadour, Nerón, Shirley Temple, La Bella Durmiente del Bosque, la negrita vendedora de pasteles, etc. etc.

Fotografía de Michel

Los automóviles y voituretes descapotados, relucientes y muy bien arreglados, llevando por el Desfile a los pequeños reyes de la Fiesta; lo mismo haciendo esos hermosos carruajes a pura serpentina y flores del jardín casero, tirados por unos caballos (negros retintos o blancos a la leche) que parecían realmente, corceles de opereta, tan deslumbrantes.

Los palcos, en las aceras norte y sur, con las familias enteras, incluidas las bisabuelas, cómodamente sentadas, como diosas con preciosos abanicos y nacaradas peinetas.

Una multitud aplaudiendo, regocijada hasta el limbo del alma.

El Gran Jurado, designado por decreto, integrado por conocidas damas de la sociedad, quienes realizaban su labor con total y absoluta asunción del significativo cometido, sintiéndose ellas muy complacidas por la distinción oficial de que habían sido objeto. Desde ya, el mejor Palco Municipal para el Jurado, celosamente custodiado.

Hay comunidades que efectivamente progresan, en lo general, con fuerza y tesón imponderables, caso Gualeguaychú. Hay, también, proyecciones festivas populares que quedan guardadas en la historia chica como sucesos creativos insuperables.

El Corso Infantil era entonces, en aquellos tiempos, la alegre y brillante FIESTA DEL AÑO para todo el pueblo.

LOS AÑORADOS CORSOS

Corsos infantiles de Gualeguaychú: Los automóviles y voituretes descapotados, relucientes y muy bien arreglados, llevando por el Desfile a los pequeños reyes de la Fiesta

El Centro de Jubilados de la Provincia posee en su biblioteca de calle San Martín, un ejemplar, tipiado en PC, de un silencioso aunque laborioso trabajo, historiando la vida ciudadana de Gualeguaychú, que su autor, el convecino don Carlos Lisandro Daneri, ha titulado CRÓNICA INFORMAL

A través de 38 capítulos, en 64 páginas "tamaño oficio", el autorizado testimoniador hace un valioso aporte a la cultura de la investigación histórica de esto que fue la Villa y hoy es una pujante e inquieta ciudad, que últimamente ha trascendido al país y con el Internet al mundo, por su vistoso espectáculo carnavalero. En su Capítulo XVII, Daneri nos aporta referencias condignas con el antiguo Carnaval de Gualeguaychú. Nos permitimos hoy transcribir jugosas anotaciones carnavaleras de esta ponderable "Crónica Informal", anotando nosotros un antiguo lamento periodístico: la tiranía del espacio.

Dice, hablando de los Corsos en la 25 de Mayo: "...En medio de la baraúnda infernal solían aparecer los indios, que al cruzarse con un conjunto de gauchos desmontados luciendo típico atuendo, en medio de interminables payadas, se trababan en feroz lucha de "lanzazos" y "planazos con facones de madera, hasta que unos y otros se desbandaban... y los coches y carros adornados que en prieta fila de doble mano circulaban luciendo sus mascaritas multicolores en medio de chubascos de papel picado, arabescos trazados en el aire por la serpentina galante y el ramito de jazmines o, la vara de nardo que se intercambiaban de palco a coche y de calle a ambos...

Año 1919: Los coches y carros adornados que en prieta fila de doble mano circulaban luciendo sus mascaritas multicolores en medio de chubascos de papel picado (Juan Manuel Canale)

Se practicaba una especie de juego con agua muy discreto, agua que se expendía en pomos de plomo y que contenían "agua florida": agua perfumada... Muchos días antes ya comenzaba a vivirse el "clima" pero que no se anticipaba con el pre-carnaval y menos aún con el invento que se diera en llamar "Mi-careme"... Las guirnaldas con bombitas de colores pendían de vereda a vereda sobre la "25", desde Rocamora hasta Chile... La calidad del espectáculo era total: colorido, disfraces, luces y alegría, sin que episodios lamentables o la grosería empañaran la Fiesta... A eso de las diez de la noche aquello estaba en todo su apogeo; el desfile abigarrado de carruajes con sus cabalgaduras lustrosas, enjaezados de gala, con pretales rematados con campanillas tintineantes, cocheros impecables en cuya indumentaria se destacaban los guantes de blancos, el alto cuello duro, almidonado, y el remate del bombín... A lo lejos los grandes estandartes, los cascos romanos. Si, un pedazo de la Roma de los Césares que anulando el tiempo estaba pasando sobre el adoquinado de madera de una calle de Gualeguaychú. La Comparsa de Nerón fue una de las más tradicionales del Carnaval de Gualeguaychú. Con decir que parecía escapada de un colorido cromo de su tiempo, sin faltar detalle, está todo dicho... Otra Comparsa de sobresalientes contornos fue Unión Argentina, una orquesta caminante, con el sonido de sus violines y su uniforme naval.... "El Carnaval de Gualeguaychú fue tan vasto, tan insólito y tan multifacético, tan único, que hace que su descripción fiel no pueda ser contenida en una sola memoria, ni en una crónica informal únicamente.

Poseer un palco era un símbolo inequívoco, en la mayoría de los casos, de gran distinción, y ser invitado una noche al palco de una familia amiga, lo era aún más... Tiempo hubo en que la fila de palcos era tan prieta en ambas márgenes que no había espacio entre uno y otro y por esto el público se desplazaba por la calle...

En las bocacalles se colocaban bancos de plaza, sillas y algunas improvisadas cantinas. Frente al antiguo local del Jockey Club (25 entre Montevideo y Suipacha vereda Sur), en el Café de Marpez (25 y Suipacha esquina S. E.), "El Lirico" (25 y Pellegrini esquina S. O.), "El Tokio" (25 y Chacabuco esquina S. E.); Café Argentino (25 y Rocamora esquina N. E.) y el Club Social Recreo Argentino, eran los lugares donde se colocaban mesitas...

Así como el viejo mastodonte, así se fueron los palcos de Gualeguaychú, los palcos que dieron marco y figura al Carnaval de un tiempo, de una época y una manera de vivir...

CVADERNOS

en 

EGB

22

Por Silvia Razzetto

de Broggi

A FUEGO LENTO... CARNE CON ALGO

El principal alimento de la sociedad criolla es la carne: hervida o asada se presenta diariamente a la mesa. Si no hay carne bovina, "no hay comida". Durante mucho tiempo, por su abundancia y baratura, protagoniza la simple cocina rioplatense, de profunda raíz española.

Dibujo de Aurelio

 En la región que habitamos, desde época colonial, para la producción de alimentos se reservan al hombre, las tareas agrícolas y las actividades ganaderas: marcar, faenar, despostar reses. A la mujer corresponde cultivar la huerta, cuidar aves de corral y animales domésticos; comprar productos en el mercado; conservar y preparar comidas.

 Entonces, la cocina es un ambiente exclusivamente femenino. 

Allí se transmiten, se experimentan recetas. Ollas de hierro y un fogón con brasas, son necesarios para cocer carnes a fuego lento, con algunos vegetales que la enriquecen. A los cultivos indígenas -papa, batata, mandioca, maíz, calabazas, porotos, tomates se incorporan los hispanos: acelga, zanahoria, berro, cebolla, morrón. No agradan las berenjenas y remolachas, consideradas "yuyos de gringos". Para realzar sabores: ajo, perejil, pimienta, sal, azafrán, pimentón, laurel, aceite de oliva, aceitunas*.

 ¿Qué menús preparan las madres criollas para satisfacer a su numerosa familia?

El popular Puchero, una combinación de carne hervida acompañada con choclos, batatas, papas y zapallo. Carbonada, un guiso de carne, choclo, zapallo, orejones de durazno y de peras*, aderezada con ají picante; guisos de porotos, de lentejas, de pollo, el locro, ese guiso de maíz con carne de cerdo, chorizos, panceta y una salsa de pimentón. Sopas de arroz, de fideos, de pan, de fariña, de aves.

Para fortalecer parturientas y restablecer enfermos, se acostumbran los caldos de gallina.

El gusto por endulzar comidas picantes es herencia española. Así, las pasas de uva se utilizan en picadillos de carne para: empanadas, que se fríen en grasa de vaca o de cerdo y se espolvorean con azúcar; albóndigas, zapallitos rellenos, niños envueltos en hojas de parra o de acelga cubiertos con salsas de tomates.

Sobre una mesa grande se coloca, un mantel, jarras y jarros de peltre, de estaño, con agua o con vino; platos de madera, de loza; cucharas, cuchillos, tenedores; bandejas y fuentes con la sabrosa y abundante comida. 

La familia se reúne en almuerzos y cenas; suelen comenzar y terminar con una oración y la bendición del papá.

ACEITUNAS EN VIAJE

Las aceitunas, verdes y negras, siempre están en los mercados. Llegan con otros productos regionales: Aceite de oliva, vinos, almendras, nueces, orejones de durazno y pera, higos, pasas de uva y ciruelas.

¿De dónde provienen las que se consumen en Gualeguaychú?

 Desde Mendoza se envían en barriles. Atravesando la pampa, llegan al mercado de Buenos Aires, recuas de mulas y caravanas de carretas tiradas por bueyes. De no tener problemas climáticos, ataques de indios o salteadores, emplean más de dos meses. Retornan con manufacturas europeas. Comerciantes porteños las distribuyen en el litoral.

 Por el Libre Comercio borbónico, a fines del siglo XVIII, la producción española invade la región. El comercio marítimo, desde Cádiz, es más rápido y más barato que el terrestre. Desde Buenos Aires, el comerciante Don Manuel Ventura de Haedo, remite a Gualeguaychú, por vía fluvial, las mercancías.

 A mediados del siglo XIX, crecen olivares en la extensa quinta de don Francisco Lapalma. Allí se industrializan y comercializan sus frutos.

¿ De dónde provienen las que se consumen en Gualeguaychú?
INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Silvia RAZZETTO de BROGGI - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
Gualepedia: Índice de la página