La vestimenta popular continúa, mostrando, para lo cotidiano, prendas simples y cómodas, y la imagen de mujer de falda fruncida (de colores vivos o sobrios según la edad, o su estado de soltera o casada) que se completa con la blusa cerrada al cuello o en escote abierto y bordeado, como las mangas, de ligeros volados, abullonadas y cortas, son prácticas, dando soltura de movimientos y gracia natural.
Si se hacía necesario, también dijimos, que pañuelos y rebozos cubrían del frío y hasta se tenían mangos complementarios que tornaban los sugestivos trajes en severos y cerrados atavíos como para entrar al templo sin merecer llamados de atención o invitación a retirarse para no ver agredido el respeto concedido al lugar.
El peinado se concluía uniendo el cabello en una o dos trenzas que lo mantenían impecable. Podía ver se a la mujer calzada o descalza, siendo esto último muy común en su casa y aún en la calle entre vendedoras, lavanderas, etc. Aunque el gusto femenino y la actividad de los diferentes estamentos sociales exigiese de la vestimenta insoslayable cambio: la popular y en especial la rural, mantuvieron su clásica forma que reproduce y perdura en imagen el artista, como testimonio fiel de un tiempo. Tal ocurre con el atavío del varón, que se resistió a abandonar su chiripá, camisa, chaleco o corralera, su bota de potro. etc. que permitían efectuar libremente sus movimientos y posturas en las tareas diarias.
DÉCADA DEL 40: UN VESTUARIO IMPORTANTE
Si bien el ropero de la mujer es el que más evidencia la mudanza y el enrique ? cimiento de la moda, los hombres no fueron ajenos a ello con detalles de buen gusto y calidad, agregados a su indumentaria. Mientras los testamentos de los nuestros, enuncian pocas prendas a heredar; un pantalón o un levitón, por ejemplo, y en mayor atención prendas del apero del caballo, ya existían vestuarios que no desmerecían junto al de personajes de las grandes ciudades.
A consecuencia del asesinato del Gobernador Delegado de Entre Ríos José Cipriano de Urquiza, muerto en Nogoyá, el 26-01-1844, al sumario se agrega inventario de sus ropas, en un documento que ilustra sobre prendas de vestir de un hombre de amplia actuación, y sólida posición económica, lo que nos permite curiosear en los detalles:
16 camisas de hilo.- 6 de listado.- 14 corbatas blancas. -7 pantalones de vera no y 5 de paño.- 2 chalecos de seda, 2 de terciopelo, 2 de paño y 5 de algodón.- 2 fraques de paño.- 2 levitas de pañ.- 17 pares de medias rajadas.- 7 pañuelos de se da y 3 de hilo.- 2 ponchos de paño y I de merino.- 1 chaqueta de paño y otra de algodón, 2 blancas, 1 de astracán.- 2 pares de tira dores bordados y 2 ordinarios.- 2 pares de guantes amarillos y I de algodón. 4 calzoncillos, etc. (1). Sigue el enunciado con las prendas de apero del caballo, que, como bien sabemos, era la continuación del hombre, y la armonía en el arreglo de ambos, los con vertía en una estampa integral de jerarquía y belleza, valoradas en el ambiente rural y de la ciudad.
EL ARTE REFLEJA LA MODA
El retrato, y ya sea en dibujo, acuarela, óleo, litografía, daguerrotipo, fotografía, etc. comienza a confiarnos un documento rico donde estudiar el vestido, accesorios, peinados, etc.