La concurrencia, ha de ser numerosa, tendría mayor esplendor y más alta significación desde que el paternal gobernante de Entre Ríos, el preclaro General Urquiza, formase una parte tan escogida de aquella..." (carta del Secretario Wesley a J. J. de Urquiza A. G. N.).
La atracción que activaba a la población por el espectáculo de las carreras o corridas de caballos las convertía en una de las diversiones predilectas, tanto del criollo como del extranjero, pero éstas de los ingleses, constituían un acontecimiento distinto, dentro y fuera del circo, por el público que se mostraba engalanado en el vestir de las mujeres y hombres, como en los estilizados animales que montaban jinetes livianos diferenciados con chaquetas de vivos colores concordando con el de sus ajustadas gorras.
Urquiza participó con sus magníficos parejeros en corridas organizadas por el Club Inglés como en las criollas que estiraban proezas a lo largo de una cinta de camino y con jinetes montados "sin silla" al decir del Dr. Mantegazza (3) en cercanía de algún punto estratégico que, casi sin nombrar, todos conocían.
No era conveniente la difusión de los movimientos del Gobernador entrerriano, de ahí la reticencia en confirmar la definición de su concurrencia a las Carreras Inglesas del 1 de abril de 1870 en Gualeguaychú, exactamente diez días antes de su muerte.
El 11 se cumple la premonición de José Hernández. Frente a la pasividad de Urquiza, la iracundia le impulsa ya en 1863, a inscribirla en un artículo periodístico "Tiemble ya el general Urquiza; que el puñal de sus asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello.
Allí, en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre ha de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido unitario". Premonición que con la marcha del tiempo se convertiría en asechanza palpable para llegar a concretarse en un crimen con fuerte repercusión nacional.