Cuaderno Nº 145

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 4 de Octubre de 1998CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 145
LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL CORONEL BORRAJO- CARRERA MILITAR DE JUAN JOSÉ BORRAJO- BORRAJO EN LA VIDA CIVILEL TERO (Pipo Pescador)MOJARRA, Soldado sin ropasCON RELUMBRES DE FOGONES
CUADERNOS PREGUNTA... EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE- GEODINÁMICA II

"Por mi, no se ha hecho mal a ninguno..."

LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL

CORONEL BORRAJO

Casa del Coronel Borrajo en 1934. San José y Colombo, esquina noroeste.

En esquina Noroeste (calles San José y Colombo), a mediados del siglo pasado, D. Juan José Borrajo hacía levantar una casa de sobrias líneas, que ocupaba cuarta manzana, la que hasta ahora como en lucha con el tiempo, se mantiene en tramos de sus muros exteriores.

Fue domicilio del Cnel. Borrajo, casado en 1831 con Matilde Peñalva y sus cinco hijos. Pedro, Sixta, Adrian, Agustina y Juan José.

Hijo de Josef Borrajo, español Alguacil Mayor del 25° Cabildo de Gualeguaychú (1810), debió emigrar junto a los suyos, después de instalado el gobierno de la Primera Junta. El "gallego" Borrajo, se declaraba fiel al rey de España.

D. Juan José, nacido en 1803 (1), vuelve a Gualeguaychú. Tiene 15 años y comienza a trabajar en El Sauce (20 Km. al Sur de la Villa). Poco duro su vida en el campo que tanto amaba. Fue arrancado de su reposo por tener un pie fracturado y arriado por las fuerzas de Gervasio Cabrera, un caudillejo de la época.

Otra vez en su casa es reclutado para integrar las huestes de D. Francisco Ramírez. Diríamos que este hecho marca su iniciación en la carrera militar hecha en los campos de batalla.

No quedan datos de su actuación militar junto al Supremo, pero debió estar en la Cañada de Cepeda luchando contra Rondeau.

Cayó prisionero de los portugueses y la cárcel fue un barco lusitano donde se desempeñó en las tareas sencillas como la de cocinero. 

Desembarcado en la Banda Oriental con un grupo de infantería, huye a los montes, trabaja como peón hasta lograr volver Gualeguaychú.

Coronel Juan José Borrajo 

CARRERA MILITAR DE JUAN JOSÉ BORRAJO

En 1839 se incorpora al Ejercito Entrerriano, para la campaña contra Rivera, primero con Echague, luego con J.J. de Urquiza.

Se suceden: Yeruá, 22-9-1839, Cagancha, 29-12; Don Cristóbal 10-4-1840; Sauce Grande, 16-7; Caaguazú, 28-11-1841; Arroyo Grande, 6-12-1842; Arroyo del Sauce, 24-1-1844 (margen derecha del Yi). 

En "Efemérides militares" de Justo I. Sánchez, figura Juan José Borrajo, con el grado de mayor, como uno de los oficiales que acompañaban al general Urquiza.

El 27 de marzo de 1845, en la batalla de India Muerta, los partes de la acción hablan de la 6a. Entrerriana, al mando de Manuel Antonio Palavecino, que está compuesta por cuatro escuadrones, a las órdenes de los Sargentos Mayores: 1º, Juan José Borrajo; 2°... Juan Castro; 3º, Feliciano Palavecino y 4º, Juan José Hermelo. Borrajo mereció el calificativo de "intrépido" y fue ascendido a Tte. Coronel.

El Potrero de Vences, seria lugar de una nueva acción el 17 de noviembre de 1847.

Una licencia otorgada permite a Borrajo volver a Entre Ríos para, desde el Campamento de Calá marchar hacia Corrientes con el Ejercito Entrerriano. 

En Vences se le otorga el grado de Coronel Efectivo.

Luego de Vences, Borrajo vuelve a su familia y sus quehaceres rurales en El Sauce o en los campos al sur del Ñancay, además de atender con su cuñado Juan Oxandaburu la explotación de un saladero.

Ordenado e inteligente en la administración de sus bienes, amasó una sólida fortuna.

Siempre dispuesto al servicio de las armas, participó en la batalla de Monte Caseros, el 3 de febrero de 1852, tenia 49 años. Participó también en la parada militar, en mayo de 1858 (Paraná) y formó en el Ejército Entrerriano que marcho para intervenir en la guerra con el Paraguay, acción que frustró el desbande de Basualdo (3-7-1865).

Volvió a vestir su uniforme luego del asesinato de Justo José de Urquiza y cumplimentó al general Mitre cuando la intervención a Entre Ríos, pero no actuó y dispuso su retiro definitivo del ejército.

En su larga carrera militar jamás percibió sueldo y devolvió los 1.500 pesos que en una oportunidad le otorgara el general Urquiza.

Dn. Juan José de Soiza Relly, Dn. Luis Doello Jurado y Dn. José Bolfo el 19 de septiembre de 1917 en visita a Estancia "El Sauce"

BORRAJO EN LA VIDA CIVIL

Hombre de costumbres austeras, emprendedor, sus bienes lo mostraban como alguien que, habiendo nacido con bienes heredados los incrementó con su firme trabajo. Adquirió su estancia al sur del Ñancay, construyó dos casas, mansiones para la época, era dueño de terrenos en el radio céntrico, co-dueño de un saladero, etcétera.

En su casa de San José y Colombo atendía a los pobres, semanalmente, el médico italiano Luis Tarico, casado con Sixta Borrajo Peñalva, hija del coronel. (2) 

También se efectuaba ahí la inscripción para el Colegio de Varones que dirigía don Evaristo Mauleón. Ancho y alto el zaguán como el corazón de los dueños de casa.

A pesar de sus años, se dedicó intensamente a las tareas, en especial en El Sauce adonde se iba a caballo. A su coche lo dejaba para el uso de sus familiares.

Solo, camino a aquel lugar, su caballo resbalo y cayó apretándolo. Este accidente le provoco daños que a pocos días le causa ron la muerte, el 8 de junio de 1875.

Pudo morir con serenidad y paz de conciencia como para decir de viva voz a su confesor, el licenciado Julián de Yarza: "Por mí no se ha hecho mal a ninguno y nadie por mi causa ha llorado ni ha sufrido, gracias a Dios..."

Referencias

1) Según el Pbro. J. C. Borques en su biografía de J. J. Borrajo, dice que nació en 1797, pero el certificado de defunción, firmado por el Licenc. Pbro. J. Yarza, reza: Muere a los 72 años, en 1875, lo que con firma su nacim. en 1803. - 2) Dr. Luis Tarico, médico italiano, radicado en Gchú. por 1871. Atendía en el Hotel del Vapor. Falleció en Villa Mantero, E. Ríos.

Consultados

Aspectos de la vida a través del Ayuntamiento de Gchú. De la Colonia a la Revolución. Facundo A. Arce, Bs. As. 1977. Vida del Cnel. Dn. Juan José Borrajo. Canónigo Juan Carlos Borques. 1925, Gchú.- La casa del Cnel. Borrajo: Casas y Caserones, El Argentino, 25 8-1974, Andrea Sameghini. -Acta Nº 141 de defunciones, Iglesia Catedral San José El chimborazo, 12 de junio 1875.

EL TERO


El tero es muy buen zapateador. 

Su cabeza se mueve con resorte.

Las patitas finas son los dos palillos 

y la tierra seca, un tambor enorme.


Toc aquí, toc allá, va imitando, 

el golpe de las gotas cuando llueve, 

de esas gotas primeras tan pesadas 

que parecen más bien copos de nieve. 


Las lombrices sedientas, persuadidas, 

de que cae por fin el agua bienhechora 

Asoman la cabeza fuera de su túnel, 

y el tero una a una las devora.


PIPO PESCADOR 

(inédito)

MOJARRA,

Soldado sin ropas

18-11-1870


Cuando el Batallón "15 de abril" cruzó el río para ubicarse tácticamente en la Isla de Fraga (como se le llamaba), lo hizo pasando el cordón pétreo que la unía a la ribera de Gualeguaychú. 

El paso quedaba fuera del agua en bajante y desaparecía en momentos, lo que hace comparar con la apertura milagrosa que permitió el cruce de Moisés sobre el mar Rojo.

Mojarra, soldado raso de ese cuerpo de la Guardia Nacional, debió hacer varias veces el tramo, ya que se le encomendó el cruce de documentación de la Comandancia.

El repunte iba tapando las piedras, y Mojarra, gran nadador, se quitó las ropas y ató al cuello y a la espalda la carga, sin perder una hoja. En el último pase cargo la vaina del sable del Comandante Villar.

Y como "hubiera (dice Babuglia), resultado inoficioso buscar siquiera una hoja de parra", desnuda se cudró ante aquél gritando Misión cumplida!

¡Viva Mojarra! contestaron los Guardias Nacionales y el respondió a ese honor, con un ¡Viva la Patria!

Mojarra, con ese apodo nos ha llegado. Fue servidor no muy disciplinado, dicharachero y "entonadito" con unas copas contaba proezas sobre su acción en el batallón. 

Eso lo llevó a ser compañero de otros ex combatientes, como el "Negro Lechuza" y a hacer recorridas por el pueblo que la gente reconocía con algunos reales, los que seguro se convertirían en bebidas para aflojar la lengua y estimular la imaginación.

CON RELUMBRES

DE FOGONES


¡FIESTA LINDA!...

A pasos de las horquetas de ñandubay que separan campos, ahí se preparaba la gran fiesta.

Pero eso ¡qué importa!, ya fue: alguien podrá decir. Sin embargo los recuerdos de las grandes fiestas perduran y es que, junto a la enorme cerca de horquetas de ñandubay, había una pista de carreras cuadreras y, para alternar la diversión, carreras de sortijas con juegos de gurises, carreras de embolsados y el infaltable "palo enjabonado", plantado como mástil para subirlo hasta el tope. 

La cantina, que se surtía con tiempo, preparando las bateas para tener las bebidas frescas, tapadas con bolsas de arpillera, mojadas. Para trozar el asado con cuero, un tablón algarrobo; el despacho de los chorizos; fuentes llenas de empanadas fritas en grasa fina de pella y también chicharrones espolvoreados con sal y para darle gusto, ajo picado.

La cantina se instalaba en un viejo galpón con paredes de chorizo de barro, donde afloraban los tientos de cuero, anudados en horcones y de tirantillos de caña: vieja construcción anterior al uso del alambre. Contemplar ese galpón que fue reunión de paisanos, junto al fogón, a la luz del fuego donde el gaucho pensaba: Algún día vendrá alguien importante y a las horquetas de ñandubay quizá las bautice con el nombre de algún grande.

La fiesta empieza temprano. Llegan carros, sulkis, automóviles, paisanos luciendo sus mejores prendas y también, como lustrados, los misteriosos parejeros que el público observa receloso, estudiando sus posibilidades, con sueños de ganar. Se tejen comentarios acerca de las partidas, las montas. 

Un pingo de pronto se torna favorito y se lleva, claro, la mayoría de las apuestas. Suele pasar a veces que el pingo más jugado pierde y entonces surge el dicho: "las fijas se vuelven clavos y las seguras inciertas".

Se preparan los nerviosos caballos controlados por los jinetes; están en movimientos que es forma de largar la carrera, como hay otras con cintas. 

En la partida ya se demuestra que se necesitan ingenio y coraje para ganar ventaja desde el vamos. Las distancias que se pactan son cortas y la velocidad en la "suelta" es el elemento más importante.

Siempre en estas fiestas lindas hay una carrera central, por la que se apostará más. El "bagallo" pone menos plata o se juega mano a mano, aunque lo más común y popular en las cuadreras, son los llamados "toritos"; se juntan las apuestas o, mejor dicho, las paradas, con un responsable: el que paga a quien gana. Mientras, es lindo escuchar a las señoras y señoritas, perdiendo toda inhibición y gritando a la par de cualquier varón bien plantado. Doña Flor, se jugó la plata de los quesos y de las papas que había cosechado, a las patas de un hermoso tordillo y no lo había consultado con su marido... 

Se encontró el matrimonio para tomar mate con tortas fritas y el marido preguntó: 

- ¿Jugaste? 

- Al tordillo, contestó ella. 

El paisano se hinchó de lomo y mirándola fijo a los ojos le dice: 

- Yo tengo una imperdible. 

- Y bueno, viejo, a mi me gustó el torito y le copé la parada. 

- Mirá, Flor, si perdés vas a venir rodando cuchilla abajo, hecha un rollito como mulita gorda y, por ahí, vas a dar con la cabeza en la horqueta más grande de ñandubay. 

- Esperá que corra... Y para no seguir la discusión, sujetó la lengua y dejó una agria respuesta boca adentro...

La cerca de horqueta de ñandubay merece una gran atención por haber sido una forma de dividir campos con medios que brinda la naturaleza, mediante recio trabajo del hombre. Concretamente, se enterraba un brazo de la horqueta y se le agregaban los "rellenos" con palo a pique, después otra horqueta y así podía ser por muchos kilómetros de distancia. Con el tiempo, esos límites fueron cada vez más sólidos ya que se iban entrelazando con talas, espinillos y otros tipos de árboles. 

Los brazos macizos de ñandubay fueron tallados por los años; sea el gato montés afilando las uñas, sea la comadreja cobijando en el hueco el lugar de su vida y hasta las vizcachas con cuevas cercanas o los zorros protegiendo sus crías o la marca del pico del curioso ñandú. Los nidos de caseros como lunares sobre los palos de color cenizo: la torcaza cantando a la siesta. Hasta el tero coquetenando a la sombra, paradito en una pata. Guarida y camino del arará, del yarará o la culebra buscando al cuis...

El valor que tuvo la cerca que tratamos es tradición casi desconocida, entre otras razones porque el alambre hizo un reemplazo más económico, más veloz su instalación.

Acaso el hombre demolió sin saber esas robustas horquetas, que fueron palenque para el ganado criollo. Pero, sin lugar a dudas, el ñandubay campana, tan sonoro al golpe del hacha y puro orgullo en la brasa del fogón, brilló como ninguna otra madera a la hora de los misterios y leyendas.

Cercas de horquetas de ñandubay. Sus últimos vestigios cayeron cuando se fraccionaron las estancias de los criollos.


Eduardo J. Díaz

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

Geodinámica

Parte II

En la nota anterior señalamos que los fenómenos climáticos, a nosotros, en Gualeguaychú, no nos afectan gravemente. Nuestra intención, en este caso, fue remarcar la suerte que tenemos de que dichas cosas no nos causen daños serios.

Simplemente esto ocurre, porque gozamos del hecho de que Gualeguaychú está ubicado en un lugar de preferencia, regalado por la madre tierra.

En este rinconcito de Entre Ríos, las condiciones físicas son de privilegio. Las tormentas se originan en zonas más elevadas de la provincia, - más allá de los 50 metros de altura media. Cruzan regiones de mayor altura que la del centro urbano, como la del Parque Industrial (cota: 42 m.), ubicado 5 km. al sur oeste. Cuando llegan a nosotros, unos dos minutos, no han desviado su altura de 42 m. y como el centro de la ciudad está en los casi 10 m. de la cota de Plaza San Martín, sentimos entonces el zumbido o "rezongo" del viento, que pasa muy alto y que poco nos toca.

En toda la provincia las tormentas causan serios destrozos; en nuestra ciudad, no.

Aquí, las tormentas comparadas con las de otros lugares, parecen de juguete. 

Con excepción de la creciente de 1959 ¿cuándo hemos tenido otra que nos causara daños? La de 1982 los provocó graves, incluso destrozó totalmente la Ruta Nacional 14.

Aquí creció un poco nuestro río, y nada más. 

La creciente actual ha deparado a través de un año perjuicios dignos de consideración, aun que al núcleo urbano prácticamente no lo ha tocado. En ese sentido cabe preguntarse -¿No es esto un privilegio? ¿No les parece que este "rinconcito" de Gualeguaychú recibe un verdadero regalo de la Madre tierra...?

En la zona urbana, propiamente dicha, lo que realmente puede traer peligro es el río Uruguay que tiene sus "chinches". Pero eso en todo caso para los que no lo conocen. Los que lo conocemos evitamos navegar por él cuando se irrita. Por eso, accidente como el que hundió la draga en 1959, sólo ocurrió porque las victimas no conocían realmente al Uruguay y cometieron una imprudencia. Esos hombres no supieron enfrentarlo, indudablemente no habrán oído consejos. No debieron mantener con dos anclas a la draga, factor principal del desastre. Debiendo abandonarla, prefirieron quedarse. 

Por otra parte, no tenían en condiciones los elementos necesarios para las maniobras; no debieron confiarse en los salvavidas. Quien conoce al Uruguay no se lanza al agua con salvavidas soplando vientos fuertes y con aguas crecidas, sabiendo que en tales condiciones los bancos de camalotes y canutillos son fatales al llegar a la costa.

Repito una vez más. Vivimos en un rinconcito privilegiado. Vivamos tranquilos a pesar del mal tiempo. Pensemos hoy en el huracán Georges que ya lleva centenares de muertos, 20.000 damnificados y en Santo Domingo arrasó 3.000 casas.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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