Cuaderno Nº 138

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 21 de junio de 1998CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 138
MUCHAS COSAS NOS DICEN LOS CENSOS  II (Nati Sarrot)- La edad de la población- La familia de Gualeguaychú- Población extranjera- Oficios y profesionesMario César Gras ¡NO PODRÍA VIVIR EN ESE BULLICIO!La herencia de Garcete
CUADERNOS PREGUNTA... EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDEGeología del Río Gualeguaychú - Parte XII- MUELLE, ESPIGONES,.. PLAZA COLON

MUCHAS COSAS NOS DICEN LOS CENSOS

La población de Gualeguaychú en 1869


Investigación y textos: Nati Sarrot - Aurelio Gómez Hernández

¿Ve allá lejos, adonde parece que se juntan aquellas dos líneas oscuras que cierran el horizonte?... ¡Bueno!... Pues sabrá que esas líneas no se juntan y que ahí enfrente a ese manchón de luz que reverbera sobre el agua, se abre cancha entre seibos y espinillos, festonada de juncos y de achiras, un arroyo pintoresco, y que a orillas de él, en un recodo precioso, celebrado por prosadores como Sarmiento y poetas como Andrade y Gervasio Méndez, se halla el pueblo donde nací..."


Notas de viaje (En mi pueblo) José S. Alvarez, Fray Mocho.

Gualeguaychú 26-8-1858. Buenos Aires 23- 8- 1903.

En viaje desde Fray Bentos a Gualeguaychú, río Uruguay abajo, tales son las impresiones que Fray Mocho dice a un viajero italiano.

Alvarez, que al momento del Censo vivía su infancia junto a sus padres y hermanos en el 4º cuartel de ciudad en la casita que hasta hoy se conserva casi fiel a su origen, era vecino del abogado José Lino Churruarín, de 34 años, con su mujer y su hijito, y también cerca estaban Inocencio Fúrques y Policarpo de la Cruz, mozos que con sus dieciséis años ya perfilaban la personalidad de periodistas sin mostrar aún todo lo que pudieron hacer en y por su pueblo.

Septiembre de 1869, el 2° cuartel, en calle hacia el río, los dos ranchos en esquina a Federación y de Mayo (Andrade y Borques) está la casa de D. Olegario V. Andrade, casa habitación y escritorio de abogado, que para eso lo facultó el haber cursado Jurisprudencia en el Colegio del Uruguay. Con él viven Eloisa de 28 años, su mujer, su hermano Wenceslao, oriental que además de ayudarlo en el estudio, es impresor, algo poeta y se encuentra abocado a la tarea censal para la zona rural. 

Allí, con sus 10 años vive Agustina, tan inteligente como sensible y sus hermanitos Maria, Eloisa, Olegario y Secundina. La tía Ursula Andrade, será censada en el 8º Cuartel, en la Azotea de los Lapalma, con la familia de Don Francisco, fallecido en 1868, donde la joven de 20 años, hizo su vida desde que la orfandad le concediera un nuevo hogar al morir sus padres.

En el 2º y en calle Independencia (hoy Mitre 7) la suntuosa casa de la viuda de Juan Francisco Seguí, Doña Cornelia Villar de 35 años y sus siete hijos. Malvina, la mayor, tiene 15 y el menor 5. La joven santafesina casará con D. Luis Clavarino y vivirán junto a Cornelia hasta ocupar el suntuoso palacio -media cuadra al sur- que más tarde legará para funcionamiento del Colegio Nacional.

En el 3° cuartel D. Manuel "Manolín" Magnasco, el tío de Osvaldo, ha empadronado su familia con la que vive en el rancho de Bolívar y Chalup, esquina S.O. 

El fuerte comerciante italiano, con almacén naviera en la zona portuaria, tan activo en toda inquietud progresista de la ciudad, tiene en 1869, cuarenta y dos años, su mujer 32 y Corina, María, Emilio y Rosa, 12, 8, 5 y 1 respectivamente.

Hacia el sur, aún en los cuarteles centrales, se ubican familias de obreros de los saladeros, arrieros, ladrilleros tal como en la zona norte. Por el 4º y 5°, atrás del Hospital y sobre calle San José los negros libertos se han afincado, como en zonas del 7° hacia el oeste.

Puede el interesado hacer cuadros de familia, sin proponérselo, tejer lazos que darán los troncos que derivaron en la sociedad de Gualeguaychú. Los censos como éste, permiten ver a la fondera Maria Suburu de Etchegaray; a Margarita Machin, porteña que ejerce como profesora de niñas; a la partera francesa María Francisca Morvant ayudando a nacer a nuevos gualeguaychuenses; la estanciera inglesa Inés Burns; la costurera oriental Dorotea Quiroga; las lavanderas Felipa Bustos con sus 19 años, Isabel Zuriaga de 43, con sus bultos de ropa yendo y volviendo de la orilla del río donde lavan para "las casas ricas" y hasta la africana Josefa Cosio que lleva seguramente el apellido prestado y que del de ella ni se acuerda ya, a sus 75 años. 

Mujeres de la ciudad sin sus apellidos de soltera en el empadronamiento, pero que, faltando su mando, toman su oficio de estanciera, comerciante, licorista, chacarera. etc. y encabezan aquí la nómina de la familia seguidas de sus hijos, alguna sirvienta y algún pariente que también, haya quedado solo.

Infografía de CVADERNOS

La edad de la población

Aunque nuestro Fray Mocho le refiere al viajero italiano al llegar al cementerio de Gualeguaychú (hoy Hospital Centenario): 

"parece un paseo público, pero no es así. Si lo usan para enterrar a los niños que mueren o algún extranjero que no se ha aclimatado todavía. Mire, usted lo creerá o no lo creerá, pero es cierto: persona que llega a cumplir cincuenta años en esta localidad, no muere más...

Y aunque es fama que D. Juan de la Cruz Moreira Carmona falleció en la Azotea de los Lapalma a los 113 años, cansado de vivir, allá por 1860, las edades que muestra el Censo contradicen los dichos, porque la nómina ofrece minoría de los que pasan de los cincuenta años.

En distrito Alarcón, obliga a pensar que los 90 años que se dan a Petrona Alegre y Petrona Cuzú y los 88 a Marta Robles de ciudad, las tres mendigas, deben haber sido calculadas "a ojo de buen cubero" más por apariencia que por documentación alguna que no sólo no existiría lo que era común, sino que la forma de vida tampoco aseguraría su preservación.

Se ha trasmitido que Martina Carmona de Lapalma, luego de la muerte de D. Francisco, inmolado en la epidemia de cólera de 1868, vivía con Ursula Andrade porque "era viejita". Sabiendo que tenía 63 años al enviudar, va el dato como tabla de medida conceptual de vejez. 

Siendo el término de vida más corto y habiendo cantidad ponderable de niños en las familias, decimos que Gualeguaychú tenía población joven promedio y buen término de vida para la época.


La familia de Gualeguaychú

El jefe de hogar con su apellido y nombres, encabezando el grupo familiar, su edad, sexo, estado civil, nacionalidad, provincia de nacimiento, ocupación, si lee y escribe.

Puede continuar el censista con la esposa y sus datos o por el padre o la madre de ellos si es que conviven, luego los hijos, y alguna sirvienta.

Se desprende que el número de hijos es alto en general, tanto en la ciudad como en la zona rural donde viven los productores con sus familiares. La edad del marido es superior a la de su mujer en varios años. Felix Ramallo, el farmacéutico del 1º Cuartel tiene 50, es cordobés y su mujer Adelaida B. tiene 35, siguen sus siete hijos, el último de 2 años. 

El comerciante Manuel Ribas declara 53 y su mujer Carlota 32, con ocho hijos. El italiano Domingo Garbino de 45 y Pelegrina Casarino de Garbino 30, con ocho hijos, como Domingo Elizathe, francés de 58 años, casado con Matil de Muyar de 35, tienen 7 y son vecinos del 2º Cuartel.

Familias numerosas aparecen también en zona rural donde, al igual que en la ciudad, se suma la presencia de familiares como abuelos, tíos solteros o viudos, sobrinos, cuñados del dueño de casa. También, a veces, es el hogar de la abuela viuda el que reúne a hijos solteros o casados con sus proles.

Es decir se concluye en que las casas son grandes y la forma de vida nos presenta familias o grupos familiares numerosos, aún aumentados por el agregado de criados o personas del servicio doméstico que habitaban con sus patrones.

En distritos con dedicación a la crianza de ovejas, como por ejemplo el de Campo Florido (hoy Pehuajó al Norte) como en el de Ibicuy o San Antonio al Sur, se registran hacendados sin familia en general, hombres de edad entre 20 y 40 años, patrones y peones -por los datos que se asignan-, dedicados a la cría de un ganado que se ha mestizado con ejemplares europeos de buena lana, con éxito franco.

La instrucción de la población debe ser preocupación primaria y ella atendida por maestros o profesores de escuela de diversas procedencias (italianos, chilenos, orientales, porteños, lugareños, españoles, etc.) que, sumados a los educadores de la escuela del estado a los sacerdotes, cubrían la necesidad de enseñanza primaria elementos de la media, por la que en muchos casos, se accedía a C. del Uruguay a cuyo Colegio concurrían muchos jóvenes gualeguaychuenses.

Población extranjera

Ya sabemos que los uruguayos y argentinos protagonizaron un intercambio permanente entre las dos orillas del Uruguay. En Entre Ríos, como en Fray Bentos, Paysandú, Salto, aparecen de aquí y allá, apellidos que delatan la inmigración natural entre los dos pueblos, en muchos casos por aconteceres políticos.

La unión de miembros de familias y el nacimiento de hijos en los dos países: Orientales y Orientalas, figura en 1869, abundantemente.

Como Italianos: Pensatti, Garbino, Merlini, Benedetti, Batto, Franchini, Daneri, Bianchi, Ghiglia, Magnasco, Rebagliatti, Fognetti, Chichizola, Molinari, Faldilla, Butta, Chuquetti, Badano, Borro, etc. 

Franceses, como Dolé, Margalot, Dussene, Riviere, Fournet, Lefevre, 

Españoles como: Maño, Poytevi, Sobral, Borques, Zavala, Burruchaga, Irazusta, Murua, Mestres, Manzano, etc.

Como Ingleses figuran numerosos habitantes de ciudad y campaña, sin estimación de "sutiles variantes", como debieron considerar los censistas a irlandeses, escoceses. etc. Mac Dougall, Klier, Ferguson, Burr, Phillips, Weir, Colling Comino, Browing, Peyton, Clark, Wesley, Furlong, Owen, Dunn, Linn, Barkle, Arbrithnot, Ellioth, etc. en Campo Florido; Mac Callot. Maxwell, Sydney Scout, Mac Lean, Scimur, O Connor, Anderson, Esterlin. Hay, Perkins, etc. en sección Ibicuy. (Apellidos tal como figuran en el Censo).

Especialmente entre los citados ingleses grupos considerables de personas mayores, en general masculinas, sin niños, se suceden. Sus apellidos, en muchos casos no quedaron en la zona, ni en el departamento o ciudad.

Raros casos de origen chileno como el actor dramático Rodolfo Cerdá de 27 años, prusiano, como el doctor en medicina de 67, Fernando Muchemberg; vasco franceses como Domingo y Salvador Elgue de 42 y 49 años, viviendo con sus familias en los Campos Floridos.

Aún viven en ciudad, muchos negros, legalmente libres desde 1853. Mantienen sus familias sin mezcla con sus características de raza, puras.

Oficios y profesiones

En zona urbana y aún en el campo el oficio de Platero parece que aseguraba fuente de trabajo. El hombre y su caballo tentaban a adornar su estampa con cuchillo, rebenques, fustas, cabezadas. etc. en oro y plata. 

El mate y su bombilla, salidos del arte de un orfebre, eran prenda de todas las casas en uso familiar y de visitas y hasta el más humilde de los pobladores montaba su caballo con más orgullo cuanto mejor enjaezado estaba. 

Testamentos de la época enumeran con ricos detalles las características de material y hechura de las piezas del recado que legan como heredad de mayor importancia. (Ver La herencia...). 

Parodi, Daneri, Risso, Solessi, Correa, Eufemio López, Juan B. Chichizola, etc., en Ceibas. Facundo Giménez y otros más o menos conocidos, hacían obras de arte que los inscribieron en la historia de la platería criolla.

El arte de curar estaba a cargo de doctores en medicina y curanderos que en el censo figuran con todos los nombres y profesión, así como en el campo estos últimos, al entender del empadronador, fueran médicos. 

En ciudad y en cada Distrito las parteras, por lo general personas maduras, debían asistir con asiduidad a sus clientas, movilizándose en sus carritos o trasladadas por los que requerían sus servicios los que comprendían también alojamiento si el "alumbramiento" lo exigía.

El oficio de hacendado, se ve con abundancia, y, en menor escala, el de comerciante, dependiente, ovejero, domador, trenzador, carpintero, herrero, albañil, pintor, fotógrafo, músico, lomillero, tahonero, carrero, impresor, como los ya mencionados de maestro o profesor de escuelas, los distinguidos y necesarios abogados y escribanos como Andrade, Churruarin, Faldella, Mariano Jurado, Asisclo Méndez, etc. 

Los de peón, sirviente, lavandero y hasta mendigo que el buen saber y entender del relevador consideró digno de hacer figurar en las planillas censales de 1869, las van convirtiendo a la vez que se las estudia en un imán que atrae para la ilustración, como una o muchas imágenes de la forma de vivir de una época trascendente en nuestra historia.

Fechado en Navidad de 1869, José María Domínguez, desde Gualeguaychú, entre otros varios asuntos, le remite un cuadro del Censo de nuestro Departamento al Gral. Urquiza, Gobernador de Entre Ríos.

1869 - Primer Censo Nacional, Departamento Gualeguaychú.xls
Autorretrato del pintor Amadeo GRAS, ejecutado en París, 1930

¡NO PODRÍA VIVIR EN ESE BULLICIO!

Mario César Gras en su libro sobre el pintor Amadeo Gras, su abuelo, describe entre las personas que éste retrató, a Don Juan de la Cruz Carmona, dueño de una chacra en la zona de la ex-estación del Ferrocarril. (hoy Corsódromo) y alrededores, con tierras y animales en Perdices. 

Precisamente D. Juan, quien llegó a Gualeguaychú siendo adolescente, con los primeros pobladores de la zona, mediando el siglo XVIII; vivió en su chacra y formó su familia numerosa, casando con Rosa Gómez, una lugareña.

Llegado a edad avanzada, su hija Martina esposa de D. Francisco Lapalma, quiso llevarlo a convivir con ellos para cuidarlo. El se negó argumentando que no podría tolerar el bullicio de la Villa. Ya fuera la casa de calle Urquiza o la chacra-azotea de San Luis y Jujuy, donde pasaban mucho tiempo, no parecieron seguro de tranquilidad, hasta que, ya anciano, pasó a la Azotea donde murió con 113 años.

Predispone a una tierna sonrisa el pensar cómo se hallaría el espíritu de D. Juan si se le ocurriese volar por el Corsódromo (su casa) en una noche de carnaval de ahora, con tanta luz, tanta estridencia de sonoras batucadas.

Para 1860 Juan de la Cruz Moreyra Carmona terminaba sus días "Agobiado por los años de mi edad extremadamente avanzada pero en el libre uso de mis potencias y sentidos" (1), dictando su testamento en 1859 (con agregados de fecha 6 de enero y 30 de marzo de 1860), por los que lega campos, animales y metálico a sus hijos, en el clima sereno de la chacra de Martina, rodeado del respeto y cariño.


Consultados:
"El pintor Gras" de Mario César Gras y la iconografía americana. 1947, Registro de la Propiedad Inmueble de Gchu. fs. 190 y fs. 3 y 60 libros 1859 y 60. Historia de Entre Ríos C. B. Pérez Colman.

La herencia de Garcete

Uno de los documentos más ilustrativos en cuanto a las prendas del caballo y a su riqueza lo hallamos en el año 1835, por el que Cariaco Garcete, vecino de esta Villa, natural de Corrientes, casado con Gregoria Martínez, lega a ésta, caballos, ovejas y un envidiable apero que ha sido, seguramente, su mayor lujo:

Un freno con barbada y pontezuelas de plata y el chapeado de cadenillas de plata.

Hociquera, fiador, manea con argolla y pasadores del mismo metal. Un par de estribos y pasadores del mismo. Un par de riendas con doce argollas de plata. Un par de espuelas de plata. Un puñal y vaina, todo de plata. Un rebenque cabo de plata... Si hasta la guitarra fina tiene los trastes de plata y las clavijas de metal amarillo.

Ollas, herramientas de carpintería, azada, una romana, postes, bueyes, se agregan a la lista del apero de medida, en suela, jerga de seis varas, pellón de hilo azul, sobrecincha, sobrepuesto de gamuza bordado al realce, jergón, barriguera, etc.

Es por el valor de estos elementos labrados en plata y oro, que hallamos en sucesivos legados o testamentos: cucharas, tenedores, mates, bombillas, de preciado metal, que damos por acertada la visión del trabajo de muy buenos plateros que a la vez, en sus talleres hacían escuela de su arte-artesanía trasmitida con rigor y honestidad.

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

Geología del Río Gualeguaychú

PARTE XII

MUELLE, ESPIGONES,.. PLAZA COLON


Creo que la historia de Gualeguaychú puede dividirse en dos épocas o períodos. El primero, del año 1783 a más o menos al 1880 y el segundo hasta el presente. 

Las embarcaciones de transporte que funcionaban con velas, se transformaron en embarcaciones con motores a vapor y se generalizaron hacia el 1890. El presidente Domingo E Sarmiento que visitó Concepción del Uruguay en ejercicio de su mandato, en el transcurso del 68 al 74, viajó hasta Puerto Landa, puerto de Gualeguaychú en esa época. Aún no habían llegado los motores. El resto del viaje lo hizo por tierra. 

La construcción de los espigones de piedra se hizo a fines del siglo XIX, porque desde entonces se terminó con la imposibilidad de viajar por el Gualeguaychú con embarcaciones de vela y porque aún ofrecía dificultades el Uruguay.

También fue necesario el muelle e instalaciones del puerto. Terminados los espigones, se debió complementar la obra con el dragado del canal de acceso al río Gualeguaychú, afectado por las "andanzas" del Uruguay y del mismo Gualeguaychú con sus canales poco profundos. 

Nuestra ciudad, al finalizar el siglo XIX, contaba con un apreciable progreso. La cantidad de calles empedradas comprendían unas 165 cuadras: de Urquiza a Gervasio Méndez, en tramo de Mitre a Rocamora, con sus transversales.

Al iniciarse el siglo XX fue también necesario el empedrado hasta el puerto por calle Leandro Alem, desde Bolívar hasta Del Valle y de ahí hasta el puerto. Agregar las que conducían a la Estación del Ferrocarril, inclusive al centro de partida del tranvía desde calle Tala (hoy Maestra Piccini). 

En el tramo comprendido entre Alem y el puerto se construyó la Plaza Colón. A propósito, conviene recordar algo muy importante: En el lugar existía un bajo muy anegadizo. Para corregir ese mal paso se recurrió a la piedra que, en grandes trozos se obtuvo del río, parte del banco de arenisca que unía con la isla Libertad y la otra, del banco de Pueblo Nuevo.

La base de la plaza Colón, que se elevó a más de dos metros, se logró con un relleno de piedra de algo más de un metro y medio y el resto con tierra y arena.

Al afectarse algunos árboles (actuales) de la plaza, se recurrió a tratamientos especiales para evitar se secara. Algo mejoraron pero en el presente su estado es lamentable. Parece que nadie recuerda ese relleno de más de metro y medio en el subsuelo de toda la plaza. Nos es posible que los árboles puedan estar lozanos si sus raíces tropiezan con piedras.

Igualmente cabe recordar que el pavimento de calle 25 de Mayo, confeccionado con cubos de madera, comenzó a deteriorarse a principios del siglo XX, destruyéndose en la década del 20, hasta que fue necesario adoquinar dicha arteria.

En la década del 20, cuando llovía salíamos a la calle (en Gervasio Méndez y Chile, hoy Chalup), a juntar los cubos de madera de "la 25" que pasaban flotando en el agua.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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