Cuaderno Nº 119

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 7 de Septiembre de 1997CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 119
LA COMANDANCIA: EL PRIMER EDIFICIO PÚBLICO (Nati Sarrot)- Primitivo control del territorio- Instituciones en torno a la fundación- La Comandancia Militar- La Jefatura de Policía- La centella y el cuadro del General
CUADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE- Hernandarias (VI Parte)LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)- Entre Letras y Pinturas - Cesáreo Bernaldo de Quiróz- Vivencias de antiguos detalles - El águila - El león- (Aurelio Gómez Hernández)

LA COMANDANCIA: 

EL PRIMER EDIFICIO PÚBLICO

Nati Sarrot

Es muy difícil ubicar el nacimiento de las primeras instituciones, los  nombres, las fechas de designación de funcionarios a  su cargo. 

Inclusive, cuando se hallan datos sobre misiones confiadas, se diluyen por lo ampulosas e imprecisas.

Los problemas que sufren nuestra zona y su gente, promovieron disposiciones de las altas y lejanas autoridades que, poco o ningún conocimiento  tenían sobre estas tierras. 

El aislado "continente mesopotámico" merecía por su condición, algún beneficio y por otro sufría un alto grado de inseguridad.

La antigua Comandancia de Gualeguaychú

PRIMITIVO CONTROL DEL TERRITORIO

La apetencia por aprovechar las riquezas -cuero, sebo, astas, cañas, mano de obra indígena- y cruzar artículos de contrabando desde el río Uruguay hacia Paraguay, Chile, Perú, convirtió al sur entrerriano en zona  preferida para burlar los intereses de Buenos Aires. En las islas del delta, faeneros portugueses instalaron aserraderos para cortar y comercializar la madera de los montes.

Por esta situación, la Corona española promovió fijar concentraciones de indígenas en ambas riberas del río Uruguay,  dirigidas por un Corregidor, asistido por soldados. Estas concentraciones o Reducciones tuvieron más tarde la presencia de blancos europeos y se las transformó en Doctrinas. Nació así la Reducción y luego Doctrina de Santo Domingo Soriano al sudeste de la actual ciudad de Gualeguaychú. Sobre la desembocadura del Yaguarí Miní -Aº Malo- se instaló la población Chaná y en la barra del Yaguarí Guazú y el Aº Lorenzo, Charrúas y  más tarde, Pampas.  

Según observación del profesor Manuel Almeida, el curso de estos arroyos cambió por el trabajo de acumulación realizado por el río Uruguay desde aquel tiempo. El material transformado en rica capa de humus, fue estrechando las bocas y achicando su lecho. El crecimiento de la flora tendió un telón que hace difícil el reconocimiento de cómo fueron estos cauces en los siglos XVII y XVIII. Si actualmente el Aº Malo permite la entrada de botes o lanchas chicas, en aquel entonces era una vía navegable que ingresaba hasta las partes altas para continuar por tierra un camino comercial de envergadura.  

El primer Corregidor fue Juan de Brito y Alderete que recibió las Instrucciones  firmadas el 6 de octubre de 1666 (se toma esta fecha como fundación de la Reducción). Ejerció el cargo hasta 1670. 

En cumplimiento de esas Instrucciones, designó  un Alcalde por cada parcialidad, 

 "(…) para que sea respetado de los demás indios (...) y ejecute los mandatos que diere Su Majestad y buen gobierno de ellos (…) Que cuando algún indio hiciere alguna cosa que merezca ser castigado, mande al Alcalde de su Nación ejecute el castigo que mereciere y si el delito fuese grave, lo hará prender y remitírmelo en los lanchones o en alguna canoa..."

Aquellos Alcaldes de las naciones Chaná y Charrúa de Santo Domingo Soriano, fueron los primeros funcionarios para ejercer una misión que los colocaba en plano superior a su parcialidad, con residencia en Yaguarí Mini y en Yaguarí Guazú (que los españoles dicen Gualeguaychú) distantes 7 leguas entre sí; defendieron el territorio de saqueos y mantuvieron el orden y la seguridad de sus congéneres.

El río Uruguay, en la zona de las desembocaduras del río Negro y el río Gualeguaychú y la primitiva localización de Santo Domingo Soriano sobre la costa argentina.

Al trasladarse la nación Chaná de Yaguarí Mini, a principios del 1700,  a la isla del Vizcaíno en la costa oriental  y más tarde a su actual emplazamiento, la Charrúa y la Pampa de Yaguarí Guazú se esfumó en la historia; así también los nombres y acciones de aquellos primeros Alcaldes los que,  "como sus huesos, se perdieron en el fondo oscuro y fresco de una vasija de barro", según Manuel Almeida.

A mediados del siglo XVIII el territorio, libre de indígenas levantiscos por acción de las expediciones punitivas, observó la presencia de pobladores blancos  provenientes del Paraguay, las Misiones, Buenos Aires. Se ubicaron  a orilla de ríos y arroyos, formaron estancias y chacras, explotaron los montes,  los cañaverales, las canteras de conchillas. Como la zona seguía de puertas abiertas a los oportunistas y las campañas de Vértiz en la Banda Oriental no lograron terminar con el latrocinio y el contrabando, el gobernador de Buenos Aires nombró funcionarios con misión policíaca. 

El Comandante Juan Valiente recorrió la extensa  campaña con sus soldados. Descubrió que el centro de la actual Entre Ríos se prestaba para concentrar caballadas que llevaban los portugueses al Brasil y en 1773 remitió a Buenos Aires 77 presos entre contrabandistas y montaraces. 

A Juan Valiente le sucedió de la Riba Herrera. Mäs tarde, Esteban García de Zúñiga, propietario de tierras al norte del Aº Gualeyán fue nombrado Comandante Militar de los Partidos de Gualeguay, Arroyo de la China y Gualeguaychú. De acuerdo con su hermano, el Presbítero Pedro García de Zúñiga, dueño de tierras al este de la actual Gualeguaychú, construyeron a su costa, un fuerte con vigilancia permanente de  un cabo y ocho soldados. 

Mientras tanto, en 1771 se designó  a don Gregorio González, Juez Comisionado del Partido de Gualeguaychú, quien actuó en cuestiones graves de diversa índole.  Fue secundado por  pobladores interesados en el éxito de su función y por sacerdotes que, como Fray Antonio Pastor en 1773, recibieron denuncias de sus feligreses y  promovieron pedidos de apoyo a las autoridades competentes. 

A pesar de esto, la amplia zona montuosa facilitaba la presencia y acción de bandoleros. Al instalarse el Virreinato del Río de la Plata, se designó a don Manuel Antonio Barquín como Veedor con misión policíaca. Y a don Agustín Wright, propietario de tierras en el sur entrerriano, Comandante de los Partidos de la Costa del Río Uruguay.

INSTITUCIONES EN TORNO A LA FUNDACIÓN  

Pobladores afincados a orilla de ríos y arroyos gestionaron ante las autoridades virreinales la tenencia legal de sus tierras con mensura y títulos. Largos litigios se sucedieron, no siempre resueltos de acuerdo a derecho.  El Perito Sourriere de Souillac marcó y midió "una suerte de pueblito" y lo comunicó al Virrey. Los pobladores sostenían el servicio de sacerdotes provenientes de Santo Domingo Soriano  desde la década del 1750. La fe y la seguridad de sus bienes y de su integridad, los reunía.  

El 3 de mayo de 1766 el fraile misionero Francisco de San Bernardino registra el primer bautismo y el 6 de agosto, el primer matrimonio. En 1777 el dominico Fray Mariano Amaro dará forma al Archivo de la Iglesia con los libros de Bautismos, Matrimonios y Defunciones. Vemos a los sacerdotes atendiendo necesidades espirituales y materiales de los vecinos por lo que no es extraño que sus opiniones valieran para el momento en que las autoridades debieran decidir medidas a tomar.

Por mandato del Rey Carlos III, el ilustrado Fray Sebastián Gerónimo Malvar y Pinto nombrado Obispo de la Diócesis de Buenos Aires, llegó a Montevideo proveniente de España. Antes de tomar posesión, realizó una Visita Pastoral por el amplio territorio platense en 1779. 

Ingresó al Partido de Gualeguaychú, mantuvo contacto con los pobladores, recibió sus inquietudes y aseguró la concreción de una Parroquia. Por Decreto del 28 de julio de 1780 se erigieron entre otras, las Parroquias de San Antonio de Gualeguay, Inmaculada Concepción de Arroyo de la China, San José de Gualeguaychú.  

La organización eclesiástica se adelantó a la  organización administrativa que trajo don Tomás de Rocamora al fundar las tres Villas del sur entrerriano en 1783,  uniéndolas en un arco iniciador de cuerpos gubernativos.

La Sala Capitular, integrada por vecinos no preparados para ese ejercicio, carente de recursos económicos y en situación agravada por la distancia y el aislamiento de Buenos Aires, sesionó por conseguir y asegurar el bien público. La sencillez rayó casi en la pobreza y no gozó de un lugar cómodo y apto para celebrar sus reuniones. 

Así era San José de  Gualeguaychú desde la fundación hasta mediados del siglo XIX. Alrededor de la Plaza Mayor, un Templo sencillo de adobe y paja bordeado por la Escuela de primeras letras y el Cementerio, un solar para Cabildo, cuyo edificio no se construyó y la austera Comandancia  donde se reunían y organizaban las Milicias y donde funcionaba la Cárcel, de puertas frágiles.

En 1857, el Jefe de Policía de Gualeguaychú comunica a Urquiza: "...he pensado comprar un reloj para la Comandancia, para que sirva al público

LA COMANDANCIA MILITAR

El primitivo edificio de adobe y paja se reemplazó por una construcción material  sólida. En 1847 se inauguró la Comandancia Militar con su planta de 1 cuadra de largo y 7 puertas abiertas a la Plaza Mayor. Allí funcionaban los Cuarteles de las Milicias, el Juzgado, la Cárcel, la Receptoría.  En los salones, apropiados para celebrar actos oficiales, lucían los retratos de Urquiza, Rosas y Oribe;  banderas nacionales,  argentina y oriental; el escudo de armas y la bandera provincial.

En 1857, el Comandante Juan José Paso escribió al Presidente Justo José de Urquiza: 

"(...) he pensado comprar un reloj para la Comandancia, para que sirva al público"(...)

Como debía ser suficientemente visible,  se pensó en levantar sobre el chato edificio una torre para reloj y campanario que

 "(…) dará importancia hermoseando la Plaza principal (…) 

Para satisfacer el  presupuesto de $ 1.800  por torre, reloj y campana se hizo una colecta en el vecindario; una función teatral a beneficio y la Comandancia aportó $ 100. Se reunieron $ 600.  

En 1879, al proyectar Juan A.  Casacuberta una columna para embellecer el centro de la Plaza Independencia, contempló  la instalación de un reloj público en el extremo superior. Sin embargo, la columna se colocó y se concluyó con un artístico capitel. (Cvadernos Nº 1)

La esfera del reloj de la Policía se exhibe en el Museo de la Ciudad. Azotea de Lapalma Gualeguaychú

LA JEFATURA DE POLICÍA 

A mediados de  1893 concluyó la renovación del edificio para Jefatura de Policía. Perdió parte de sus laterales y ganó en altura, ostentando en su torre campanario, un pararrayos. Se  levantó  paredón, pilares,  verjas de hierro, y una vereda de ladrillo rodeando toda la manzana. Se modernizó con iluminación a gas en las oficinas, el patio y el frente. ( Ver Cuadernos Nº 42)   

En los años '30 el reloj de la Jefatura de Policía bajó de la altura...

El 25 de Mayo de 1895, se inauguró el reloj público armado e instalado por don José Novo;  los elementos necesarios y la esfera circular de gran tamaño fueron encargados a La Nacional, importante taller mecánico, fundición y herrería de don Daniel Boggiano.  Ya desde el 10 de Mayo el reloj lucía en la torre marcando la hora a "la sordina" porque la campana de 150 kgs valuada en $ 450 llegó el 21 de mayo, para ser instalada en una torreta superior.    (La esfera del reloj se exhibe en la Azotea de Lapalma, Museo de la Ciudad). 

El 9 de julio de 1910, celebrando el Centenario de la Revolución se inauguró el reloj de la torre de la Iglesia San José, de fabricación francesa, con campanas de distintos tonos musicales. 

Por un tiempo funcionaron bien los dos relojes. Se leía en EL NOTICIERO,

"(…) Ahora, los empleados y trabajadores estarán faltos de pretextos para sus tardanzas (…) "

 En los años '30 el reloj de la Jefatura de Policía bajó de la altura, se eliminó el campanario y se remodeló la torre. 

Hoy, sin reloj y sin campanas, el respeto por su historia ha hecho que pueda mostrar  una silueta elegante por lo armónica y representativa.

LA CENTELLA Y EL RETRATO DEL GENERAL

En el verano de 1860, pleno enero, se desató de improviso una tormenta. 

En la calle y la Plaza de tierra reseca se inició una polvareda que rápidamente envolvió la silueta de la Comandancia. El viento quebró ramas de árboles y la gente se refugió en su casa o en la del amigo más cercano porque ya se sabe que "las tormentas de verano no avisan cuando van a venir" y son peligrosas, violentas. Truenos, rayos, viento y después la lluvia. 

Al día siguiente, un comentario corrió en el pueblo.  Cayó una  CENTELLA en la Comandancia y entró en el despacho del Jefe. Fue hasta la pared y subió a donde colgaba el retrato del General  Justo José de Urquiza, un óleo en un hermoso marco dorado.

¡La Centella!, como un mago, en un segundo, fundió íntegramente el marco que parecía de oro. De él no quedó nada. 

Luego del susto se pudo comprobar que la tela no había sufrido el menor perjuicio. ¡Intacta!...

Consultados

AGNA. Sección Urquiza. Carta del Comandante Juan José Paso a Justo José de Urquiza (16-01-1860) T. 193. Legajos 215 y 216 AGNA. Sección Urquiza. Carta del Comandante Juan José Paso a Justo José de Urquiza (1857)  T 121 Legajo 177.COMISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS (1984) De Gualeguaychú y su Historia. Gualeguaychú Ed. El Día. LIBRO DE ACUERDOS DEL CABILDO DE GUALEGUAYCHÚ (1787-1811) Archivo Obispado de Gualeguaychú.  PÉREZ COLMAN, César B (1936) Historia de Entre Ríos 1520-1810  T I y III. Paraná. Imprenta de la Provincia. ROMERO, Horacio (1949) Historia de Entre Ríos. Gualeguaychú. Imprenta Gutenberg.

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

HERNANDARIAS

PARTE VI


Mencionar las obras realizadas por Hernandarias, nos llevará mucho tiempo y papel. En su ciudad natal, Asunción del Paraguay, el padre José Guerra expresó:  

"(…) de haber dado cuna a uno de los mayores sujetos del Nuevo Mundo, esclarecido en el arte de la paz y de la guerra, de prendas tan sobresalientes que se lo considera entre los héroes eminentes que han producido las Indias".

 Fue un gran defensor de los indios y procuró por todos los medios ordenar el trato que le daban los españoles.

Todas las rebeliones de los indígenas y las frecuentes luchas para sofocarlas, se originaron en la dureza y violencia con que fueron tratados por los conquistadores.

Hernandarias convocó a asamblea a procuradores, letrados y religiosos a fin de hallar solución al problema de ese trato y lograr la paz y la concordia. Uno de los frutos del Sínodo fue la serie de Ordenanzas que promulgó y que perfeccionaron a las de Irala y Abreu, a las que Hernandarias agregó 28 artículos que dictó el 12 de diciembre de 1598.

De inmediato se preocupó por conseguir el establecimiento de los Jesuitas. Estos misioneros tuvieron en él un gran amigo. Hizo que fueran al Guayrá, al Paraná y al Uruguay. 

Luego se unieron los Franciscanos. Para todo contó con la aprobación del Rey.

Se organizaron y fundaron los Pueblos  Jesuítico-guaraníes  en las zonas de Asunción, Corrientes y  las Misiones.

Los Padres enseñaron a los indios no solo religión y las reglas prácticas de una buena economía, sino también el método para la moderación, la paz y la quietud de los pueblos; que era preciso, desde un principio, fueran entablando una vida civil con sujeción y dependencia, reconociendo en los que gobernaban la autoridad a la que se debía respeto y obediencia.

Para lograr todo esto fue menester combatir largos años con las tinieblas de la ignorancia y expugnarles la brutal libertad a que estaban acostumbrados. 

Los Misioneros los aceptaron con sus creencias, hábitos, lenguaje, organización social y familiar, para educarlos y evangelizarlos en el tiempo que fuera necesario.

Los frutos de la extraordinaria obra de Hernandarias -la fundación de las Misiones Jesuíticas-se tradujo en la conquista del indio como hombres sanos, educados e incorporados al cristianismo lo que va originar los hechos más importantes de los siglos XVII y XVIII. 

Preparados para la defensa de la Gobernación del Río de la Plata, la hicieron por el lapso 1620-1776, contra los intentos de conquista de portugueses, franceses, ingleses y dinamarqueses, codiciosos del territorio que España por su pobreza bélica no pudo defender. 

Nuestros indios preparados e instruidos con autorización real fueron carne de cañón en esa lucha por su Patria que es también la nuestra. 

"Hernandarias, modelo de honestidad y de constancia, vivió setenta años, de los cuales medio siglo dedicó al bien de estas provincias. El Paraguay y la Argentina le deben un homenaje imperecedero de mármol y bronce" (Ricardo Levene).

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI - DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
Gualepedia: Índice de la página