PARTE IV
Los jesuitas tuvieron en Hernandarias un gran amigo y no dejaron de reconocer sus favores. También lo hicieron los franciscanos.
En febrero de 1600 los jesuitas escribieron al Rey que el nombramiento de Hernandarias "...ha sido la más notable elección que Vuestra Alteza ha hecho para la tierra y el tiempo que ha corrido, porque no es cargoso a los vecinos ni a los indios penoso, ni hombre de regalo ni de cohecho y tan sin interés que con estar pobre vacando en la Concepción un pedazo de repartimiento el mejor que hay en esta región y pudiéndolo tener para sí, conforme a las cédulas de Vuestra Alteza les puso en Vuestra Corona con los 192 indios que en esta Gobernación son los únicos que rinden tributos".
Fue Hernandarias un notable protector de los indios y promulgó las ordenanzas en su defensa. Contienen, a mi juicio, disposiciones muy acertadas que superan a las de Domingo Irala y Gonzáles de Abreu. Se constituyó en uno de los Capitanes que más viajaron de un extremo a otro en el territorio de las actuales repúblicas Argentina y Paraguay. Igualmente, tomó parte en la expedición a la Patagonia, en pos de la fantástica Ciudad de los Césares. Poco después de tres meses de la partida, la expedición regresó a Buenos Aires al tener noticias de un ataque y destrozos en la ciudad de Tucumán.
Cumplidor estricto y fiel a las reales cédulas referidas al comercio, no permitía ningún contra bando, pese a que estas prohibiciones cerraban el puerto de Buenos Aires y aparecía la pobreza. Premió entonces el rey la labor de Hernandarias, otorgándole una importante extensión de tierra en Entre Ríos, en la llamada Bajada del Paraná, sobre la costa de este río y "con fondo" hasta el río Uruguay.
A comienzos del siglo XVII, llevó 200 vacunos para poblar de hacienda su campo, donde instaló una pequeña estancia con encargados del cuidado de sus animales. Los indios charrúas, que ya obraban en Entre Ríos conquistados por los portugueses a través de bebidas alcohólicas, anzuelos, cuchillos, machetes y naipes, favorecieron el contra bando de los lusitanos, proporcionándoles cueros de vacunos. Atacaron varias veces a los hombres de Hernandarias hasta que éstos abandonaron la población y regresaron a la Asunción. Volvió Hernandarias a traer más vacunos a sus campos, hacia 1612, aumentando así la población bovina que al iniciarse el siglo XVIII se estimaba llegaba a la cifra de un millón y medio de cabezas.
El contrabando portugués encontró en esa hacienda "cimarrona" un importante aporte para sus ilícitos negocios. Favoreció esa tendencia en el XVIII y comienzos del XIX, el puerto natural que más tarde se llamaría PUERTO LANDA, único lugar de la costa entrerriana donde podían recalar los barcos piratas por la existencia de un canal profundo .
En el citado lugar -Landa- el gobierno de Buenos Aires ubicó la Reducción de Santo Domingo de Soriano, en el 1666, tratando de evitar el contrabando de los portugueses. Ese comercio ilícito en el Río de la Plata preocupó mucho a Hernandarias y lo decidió a trazar caminos y fundar ciudades.