Cuaderno Nº 113

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 1 de Junio de 1997CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 113
CLUB NÁUTICO GUALEGUAYCHÚ (Marco Aurelio Rodríguez Otero)- Recuerdos del Náutico…"LA PARÍS"  Y OTROS RECUERDOS QUE LLEGAN EN BANDEJA  (Fabián Magnotta)- Carlos Esteban Roldán- La Confitería Apolo- La Confitería París- Los duendes del regresoCUADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA, RESPONDE…- De nuestros abuelos indios (Parte VII)
LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa) - Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Vivencias de antiguos detalles - La herrería- (Aurelio Gómez Hernández)

CLUB NÁUTICO GUALEGUAYCHÚ 

Marco Aurelio Rodríguez Otero 

El lugar elegido para solaz y convivencia social junto al río, proporciona aristas históricas, costumbristas, sociológicas.

Un reconocido médico emprendedor determinó que ese lugar, sería la sede del Club Náutico Gualeguaychú, fundado el 22 de agosto de 1931.

Elenita Bimeones en el Club Náutico

RECUERDOS DEL NÁUTICO

A solicitud del profesor Rodolfo García y del señor Horacio Romero, directores de la Revista GUALEGUAYCHÚ,  el Dr. Carlos María Altuna escribió una nota que con este título se  publicó  el 5 de abril de 1953. En lo pertinente expresa:  

Club Náutico primer comedor y sede 

"(...)  he cambiado mi "vera efigie" por las dos hermosas y documentales vistas tomadas de las márgenes del Gualeguaychú (...)  

Allí está nuestro riacho engalanado por la mano del hombre, que pone amor en su obra y en su anhelo (...)  Las dos son del mismo lugar, una ha cumplido 22 años, la otra pocos días. Todos los que hemos nacido en este querido rincón entrerriano lo reconocemos. 

Allí llegaba la Balsa que transportaba a través del río vehículos, jinetes y peatones que luego, sorteando esteros, lodazales y zanjones, seguían por el tortuoso y anegadizo camino que conducía a Concepción del Uruguay. 

El rancho del bolichero, circundado de bañados, un tala, un ceibo y algunos amarillos levantaban apenas su silueta por encima del pajonal inhóspito.

Ese lugar, albergue de alimañas (...) fue elegido por el Dr. Mario García Reynoso para sede del Club Náutico que fundara el 22 de agosto de 1931. 

Contando con la colaboración y el entusiasmo de un grupo de caballeros amigos y con la acogida inteligente y previsora del Intendente Bernardo L. Peyret, que encontró en la iniciativa un medio de grandes perspectivas para contribuir a solucionar el candente problema del Parque Unzué a que por ese tiempo estaba abocado el gobierno municipal, se lanzó a la empresa cuyos frutos tenemos a la vista.

Como estas fotografías (…), muchas pueden exhibirse demostrando como ese otrora lugar cubierto de malezas ha sido convertido por una institución en uno de los rincones más bellos, atrayentes y tentadores no ya de nuestra comarca, sino también del litoral. 

En una, vemos el Club Náutico a los seis meses de su fundación, en su primera temporada veraniega. El terreno ha sido desprovisto de pajales y yuyales enmarañados, se han rellenado esteros y zanjones de tres metros de profundidad y ya los primeros arbolitos levantan su copita promisora de sombra y belleza;  mientras tanto, los vestuarios crujen caldeados por los rayos del sol y un modesto techo de lona ofrece reparo al veraneante... 

La otra,  es un canto de alabanza para gloria de los que saben hacer algo en cualquier parte y para ejemplo de los que no saben hacer en ninguna parte. Los árboles son aquellos arbolitos hechos realidad (...) el lugar es el mismo (...) y el espíritu de aquel hombre flota en la ribera, se tiende gozoso sobre todas las cosas del Club y estimula nuestra brega con su recuerdo." 

"LA PARÍS" Y OTROS RECUERDOS QUE LLEGAN EN BANDEJA

 Fabián Magnotta

Hay historias que todavía no están escritas, pero supieron guardar un lugar en la memoria popular.

Sobre la base de esa idea CVADERNOS abrió una puerta a los recuerdos de Esteban Roldán, un mozo que fue protagonista de la vida social de Gualeguaychú desde mediados del siglo XX. Esos recuerdos que descienden de su bandeja andariega, nos llevan a tiempos de la propina, la galantería y la gentileza con un telón de fondo teñido de tango; épocas no tan lejanas, superadas por la propia dinámica de las sociedades.

Carlos Esteban Roldán

CARLOS ESTEBAN ROLDÁN 

Acaso, en la historia de los pueblos perdura la sensación de que muchas cuestiones  sociales quedan al margen de las crónicas. En ese sentido, a la hora de describir en qué andaba la gente, resulta insoslayable referir  los lugares de encuentro, los sitios de reuniones periódicas, esos rincones donde se rendía culto a la heroicidad de lo cotidiano, según Borges.

En este marco, la historia de las costumbres sociales de Gualeguaychú se tornaría incompleta si ignorara los lugares donde la gente se reunía a bailar o a conversar, las tardecitas en "la 25", los carnavales con los juegos de agua y con el corso, la vuelta por la Costanera… Por esos patios de la historia ciudadana, por esas místicas esquinas, anduvo mucho la gente de este siglo. 

Esos recuerdos vuelven de la mano de uno de sus protagonistas.  

Carlos Esteban Roldán, nacido en 1935, uno de los diez hijos del matrimonio del panadero Venancio Roldán y Leonor Antúnez, era aquel muchacho que acomodaba las mesas en los inolvidables bailes del Club Independiente, el que repartía los pedidos de la Confitería Apolo, o quien atendía por enésima vez una mesa en  la París ; el mismo que seguramente desconocía que año a año se iba transformando en espectador y partícipe de una época inolvidable. La velocidad de las últimas décadas del presente siglo la envuelve en las nieblas del ayer.

Desde la simple bandeja de un mozo de pantalón planchado, camisa almidonada y moño negro, bajan esos recuerdos.

LA CONFITERÍA  APOLO

Esteban despedía su niñez  cuando  a los 13 años ingresó a la Confitería, Rotisería, Bar y Café  Apolo ubicada en calle Urquiza esquina San José (Chalup), frente a la Plaza San Martín. 

"Empecé como repartidor con los Lambruschini. El Apolo era una escuela de cordialidad y de jerarquía. Trabajábamos tres repartidores. Me acuerdo que cuando venían las grandes fiestas llevábamos hasta un kilo de aceitunas a los domicilios... En su mejor época, el negocio tuvo veinte empleados. Era cafetería, y también tenía mesa de billar.

Se sacaban mesas a la calle. Los mozos de entonces eran Piquet, Arceguet y Martínez. Nosotros colaborábamos y con el tiempo, como levantábamos las cosas que habían servido los mozos, nos llamaban groupier, una palabra nueva para mí...".

Ayudábamos en todo. Como si fuera hoy, recuerdo cuando Lambruschini mezclaba la leche con crema y hacía helados artesanales. 

Atendíamos fiestas, casamientos y otros acontecimientos en Gualeguaychú, Larroque, Urdinarrain. Basavilbaso... El negocio era conocido en varias ciudades de la provincia.

La gente concurría y hacía pedidos. Había trabajo y dinero. El Frigorífico a pleno, el Molino... Imagínese... A mí me parece que las cosas andaban mejor..."

En 1955 se embarcó hacia Fray Bentos, con la promesa de un trabajo como mozo. 

"Pero en la confitería, al final, no había lugar, así que me ofrecieron trabajar en el Frigorífico ANGLO o como sereno".

Volvió a Gualeguaychú y, tras una breve estadía, el inquieto joven se fue a Buenos Aires con pocos amigos y escasos pesos,  protegido simbólicamente con el poncho que le regaló su padre.

"Conseguí trabajo a los tres días de llegar.  Entonces, en Buenos Aires uno decía que era entrerriano y le abrían las puertas!. 

Después de trabajar en Sudamtex regresé a la casa… Y … la madre es la madre…

En el fondo sabía que aquí se abrían oportunidades laborales: cada vez que llegué a visitar la familia, cumplí tareas como mozo en los bailes de Carnaval que organizaba el Club Independiente. Iba todo el mundo a esos bailes!  Todas las orquestas grandes de la época venían al club!  ¡Brunelli, Castillo, Piazzolla, Alfredo de Angelis!  Mire a quiénes estoy nombrando!  La presentación de De Angelis fue un espectáculo superior. La gente lloraba cuando lo vio por primera vez. Me acuerdo que el músico Guillermo Inchausti, copoblano y realmente un señor, quedó admirado por el primer bandoneón de De Angelis. Yo andaba ahí como mozo, y también me sentía importante y feliz.

Después de las andanzas veinteañeras, que lo llevaron al Uruguay y a Buenos Aires, Roldán compartió la apasionante experiencia de  "la París".

"Confitería París" de los hermanos Heinrich en calle 25 de Mayo entre Italia y Montevideo

LA CONFITERÍA PARÍS

Así las cosas, a fines de los años '50 consiguió un lugar en la Confitería París, ubicada en calle 25 de Mayo 781, entre Italia y Montevideo. Era ya un comercio importante que empezaba a marcar una época en Gualeguaychú.

El lugar guardaba una interesante historia. Allí funcionó el Cine Moderno, el Bar Tutankamón, el Bar Munich y luego la Confitería París.

Acaso con el nombre de reminiscencia francesa se unirían los bailes de Tutankamón y las mesas bien servidas por Wilhem Sommer y Hanecke en el Munich, un bar que lucía un mostrador imponente, un comedor en planta alta y un cuidado jardín vienés. 

Ya en la década del cincuenta, con otros dueños, el Munich se transformó en la Confitería París.

En planta baja se instaló la confitería y la pista de baile. En planta alta  se dispuso el comedor.

"Los hermanos Heinrich, que estaban en el club Frigorífico, se fueron a la París y empecé a trabajar con ellos. Trabajábamos con Delguis, un hombre de cuentos y armonías, y Espíndola, como mozo de la sección bar. Los fines de semana venía  Blanco como refuerzo.

Arriba trabajaban, Alejandro Heinrich y Celestino Benítez, un hombre para no olvidar. Ellos dos atendían el comedor. Y en la barra estaban los dueños.

Usted entraba a la París en los años '50 y era un espectáculo maravilloso. 

Era la única de ese tipo. Todo el pueblo estaba ahí, especialmente el día sábado.

Para que fuera a trabajar, mi madre me lustraba los zapatos. 

Yo le pedía que no le pusiera tanto almidón a la chaqueta, porque no podía ni moverme... 

Era una época de elegancia en el vestir. 

A veces trabajábamos de seis de la tarde a seis de la mañana. La gente iba a cenar, a tomar su copetín, a pasar un momento agradable...".

El secreto de un mozo es sonreír." (Carlos Esteban Roldán)Esos recuerdos que descienden como mágicamente de su bandeja andariega, nos llevan a tiempos de la propina, la galantería y la gentileza con un telón de fondo teñido de tango.

-¿Había que vestirse bien para ir a la Paris? 

Desde ya! Los caballeros de traje, por supuesto. Era una orden. El que no se ponía el traje se sentía mal. Fue toda una época. Mucha gente para ir el sábado, comenzaba el jueves a preparar la ropa que se iba a poner! 

Y eran una fiesta esas mujeres tan lindas, tan vestidas, tan bien peinadas!

Yo las ponderaba siempre, porque es un halago que me parecía que correspondía. 

La misa de los domingos en la Catedral era a media mañana;  mucha gente a la salida se iba a la París a tomar el aperitivo y algunos hasta bailaban. Nosotros preparábamos un picadito y el cliente se servía a su gusto.

Sírvase a su gusto, que está en su casa, le decíamos... Porque el que llegaba a la París era un familiar más.

La París fue creciendo. Algunos clientes eran como uno más de la familia, en serio. Le diría que estuvo de moda varios años... Y yo me sentía como que era el mensajero entre los muchachos y las señoritas. Me sentía feliz en eso. Me acercaba a la mesa de una señorita y le decía que tal muchacho estaba preguntando por ella; por ahí los dos se animaban a salir a bailar...

Recuerdo que varios años después encontré a una señora que me presentó a sus tres hijos y me dijo, en broma, que eran culpa mía, porque ella se había hecho de novio en la París...".

En efecto, con o sin la mediación del simpático "Celestino", surgieron noviazgos y matrimonios. La París era una circunstancia propicia. Brindaba el marco para las miradas. Era una formidable excusa.

"Y los viajantes que llegaban a Gualeguaychú... ¿a dónde iban? A Confitería París, palabra mayor..."

Como si ello fuera poco, la confitería fue escenario de numerosas fiestas: cumpleaños, casamientos, desfiles de moda.

Para entretenerse, para comer, para conquistar, para bailar, para encontrarse con alguien, para charlar sobre fútbol y política, estaba la París. Ese pequeño y cotidiano universo de escalera, largo mostrador, mesas, galanterías y propinas.

-Le diría que ahí están los más grandes recuerdos de mi vida!. 

El lugar de las confiterías: En este edificio funcionaron Confitería "Tutankamon" - "Bar y Cervecería Munich" de Haënecke y Sommer - "Confitería París" de los hermanos Heinrich - Confitería Bang ("un tiro en la noche", tal es su eslogan) - Confitería Bahillo - Bowling Zodiaco.

LOS DUENDES DEL REGRESO

Superado  1965,  surgieron nuevas Confiterías en Gualeguaychú. 

Un NOCTURNO en Caseros y 25 de Mayo, "frente a lo Bozzano"; casi simultáneamente PREMIR en Montevideo entre 25 y San Martín; la confitería bailable TIL TIL en 3 de Caballería y Pellegrini; MI TÍO ARCHIBALDO. 

La París ya no estaba sola cuando expiraban los '60.

"En 1969. Unos empresarios de Concepción del Uruguay compraron la París y la transformaron en BANG, UN TIRO EN LA NOCHE: con más baile, más música y menos luces. En 1971 el comercio fue adquirido por Alberto Bahillo, que retomó el espíritu de la París con cien mesas y cuatrocientas sillas en la calle. Ver todo eso, con seis mozos trabajando, era un espectáculo... Los hermanos Robles, Marcelo Lezcano, Blanco, Chiviztky y yo... 

Los domingos se dedicaban exclusivamente al tango, con orquestas locales. 

También allí, entre los compases, nacían romances, por supuesto. Bahillo sumó un patio comedor, con entrada tanto por 25 de Mayo como por San Martín, y ofrecía el sabrosísimo pollo al galeto... 

Después Bahillo vendió el comercio. Los nuevos dueños instalaron un Bowling por primera vez en Gualeguaychú, lo que causó sensación. Los partidos se extendían hasta la madrugada y las cuatro canchas de la diversión no eran suficientes.

Pasaron los tiempos, los dueños y los nombres. El fantasma fascinante de la París siguió rondando siempre... ¿Quién podría olvidarla? ¿Quién podría borrarla de su memoria, cuando los años demostrarían que la París no tendría reemplazo?

Ya le digo, esos fueron los mejores años de mi vida, y un tiempo muy lindo también para Gualeguaychú. Y en lo personal, le digo que en tantos años como mozo, aprendí a conocer a la gente. Si usted llegaba y me pedía un Reserva San Juan, yo sabía quién era usted. Y si me pedía jerez, lo mismo... En tantos años, llegué a conocer a las personas por lo que pedían.

-¿Cuál es el secreto para ser mozo? 

El secreto de un mozo es sonreír. Esa es la base del oficio. Ser agradable. Ser atento. Decir "Cómo no, con mucho gusto!. Así me hice. Me formé solo; nadie nos enseño ni a acomodar las mesas... Uno se hace conversador. El oficio le enseña a conversar para que usted como cliente se sienta cómodo, se sienta atendido y se sienta importante... Así, las anécdotas sumarían miles. No son sino historias que unen la vida comercial y social de la ciudad y marcan los cambios de los tiempos.

Atrás quedó esa época de propinas, bandejas y romances; la elegancia y la gentileza. Algunos saludables murmullos se precipitaron -diría Chesterton- hacía un repentino silencio.

Roldán pasó una buena parte de su vida en ese ambiente de familias, amigos, novios y encuentro social. Receptor de bohemios tristes -los que caen en la soledad- o míticos -los que eligen las cautivantes penumbras de ese pozo-, el hombre ata sus mejores recuerdos a esos lugares donde siempre sobrevuelan los duendes obstinados.

Recuerdos que quedaron atrapados en esa bandeja que cruzaba entre las mesas... Nostalgias que regresan precisas, acaso como ese cliente puntual que siempre se sentaba en el mismo lugar.

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

NUESTROS ABUELOS INDIOS

PARTE VII


Cuatro veces fue tomada Colonia del Sacramento por los indios: en 1.680, 1705, 1737 y 1762 y siempre el Rey de España ordenó devolverla, por miedo a los portugueses.

En el último asalto en 1762 se produjo el hecho de armas más importante que haya ocurrido en el río de La Plata. Quinientos hombres defendieron la fortaleza de los portugueses que además, tenían su escuadra naval en el puerto. Los ingleses acudieron en su ayuda con una importante flota: diez  barcos artillados y una fragata como nunca se había visto. Equipada con 64 bocas de fuego y quinientos soldados de desembarco. 

La escuadra inglesa entró a puerto haciendo fuego con su artillería pero los nativos no se intimidaron y atacaron decididamente con sus flechas incendiarias, tratando de dañar las velas para restarles operabilidad. Una flecha indígena  ingresó por una escotilla abierta de la gran fragata, entró en su bodega, dio en la Santa Bárbara. La fragata voló en pedazos con sus 64 cañones; quedó reducida a un montón de maderos humeantes y se hundió. La mayoría de los quinientos soldados y los tripulantes que no murieron en la explosión, perecieron ahogados junto al Comandante, el Almirante inglés Mac-Denara.  Quedaron fuera de combate la mayoría de los barcos de guerra porque el fuego se propagó a las velas y quedaron inoperables. 

Colonia del Sacramento se entregó sin luchar. Los vencedores tomaron 2.500 prisioneros, gran cantidad de cañones y un botín valuado en 4 millones de libras esterlinas. Nuestros abuelos indios sólo usaron flechas y el ingenio con el mismo efecto que si hubieran usado misiles tierra-agua.

No olvidar el momento de apremio que tuvo la ciudad de Buenos Aires cuando la flota francesa en 1697 bloqueó el puerto en un intento de desembarco. Una fuerte sudestada entorpeció las maniobras. Esto dio tiempo a la llegada de las Milicias indígenas que se habían solicitado a las Misiones. Cuando los franceses observaron los preparativos de defensa, desistieron de sus propósitos. 

El Rey Felipe V de Borbón (1700-1749) por  Real Cédula de 1743 expresó:

"(...) estos indios de las Misiones de la Compañía de Jesús siendo el antimural de aquella provincia hacían a mi real Corona un servicio como ningunos otros (...)"

A fines de siglo XVIII, Carlos III de Borbón atemorizado quizá por el poder potencial de los indígenas de los pueblos misioneros e instigado por los portugueses, que querían de cualquier manera suprimir ese escollo que frenaba sus intentos de expansión, resolvió expulsar a los Jesuitas. Consideraba como premisa, el propósito o intención de segregación que podía animar a los pueblos jesuítico-guaraníes. 

Expulsada la Compañía de Jesús, los guaraníes continuaron la lucha contra los portugueses.  Defendieron los territorios platenses y aún en el siglo XIX integraron los famosos escuadrones de Caballería del General José de Artigas.

Si sabemos mirar con más devoción el pasado de nuestra Patria, podemos buscar allí imaginación y motivos para recrear los perfiles de la vieja estirpe y rescatar, hilvanada y restaurada, la epopeya perdida.

Guardemos en el fondo del corazón un emocionado recuerdo y un profundo agradecimiento por nuestros abuelos indios, que fueron carne de cañón en la defensa de esta tierra, su Patria y que es también la nuestra.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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