DE NUESTROS ABUELOS INDIOS
PARTE IV
Entre todas las comunidades aborígenes, se advierte que ninguna se mostró más propicia para aceptar la presencia de los europeos que los guaraníes. Cuando aquéllos se concentraron en Asunción después de despoblar Buenos Aires, depusieron sus intentos guerreros y se asociaron con los españoles.
Los guaraníes, que poblaban en gran número la zona donde se había fundado Asunción, soñaban con el PAITITÍ, algo así como un PARAÍSO donde se podía vivir sumamente feliz. Conocieron a los blancos impulsados por la ambición de alcanzar EL DORADO. Como no comprendían la valorización que hacían del oro, pensaron que EL DORADO era lo mismo que su PAITITÍ. De ahí surgió la determinación guaraní de ofrecer a los conquistadores además de su amistad, el concurso de sus brazos para el trabajo y sus graneros inagotables.
La alianza pactada al calor de la "misma codicia" se selló en el abrazo de los conquistadores por las indígenas jóvenes, ofrecidas como era su tradicional costumbre, en prenda de alianza. De esta manera la amistad quedó consolidada y salvó a la conquista de todo riesgo de agresión. A partir de ese acto, la colaboración y apoyo de los guaraníes se mantuvo hasta el final del proceso de la conquista.
Pronto se tuvieron pruebas de ello. Cuando el Adelantado Juan Ortiz de Zárate fundó Zaratina de San Salvador, en la desembocadura del río San Salvador en la banda oriental del río el Uruguay, la reacción bélica de los charrúas puso en peligro la existencia de la nueva población El número de atacantes superaba a los pobladores. Se pidió ayuda militar a don Juan de Garay, que recorría la zona. Los charrúas detuvieron el ataque sorprendidos por la presencia de soldados que montaban a caballo, provistos de armaduras. Nunca habían visto caballos. Además, encontraron enemigos invulnerables a las flechas, a las lanzas; desde luego no conocían las armaduras.
Hasta que intentaron un nuevo ataque, dieron tiempo a que llegara Juan de Garay con 400 flecheros guaraníes. Al poseer arcos de superior dimensión, daban mayor impulso a las flechas y eran más eficaces en la lucha. Por eso, la acción de los guaraníes decidió el combate a favor de los españoles.
La segunda intervención guaraní se produjo cuando Juan de Garay organizó una expedición desde Asunción hacía el río de La Plata, con el objetivo de poblar sobre la costa del Paraná. Junto a sus hombres y a los equipos, numerosas embarcaciones y balsas guaraníes, superior al millar, cooperaron con el emprendimiento de fundar Santa Fe y Buenos Aires.
Otra colaboración se concretó cuando el gobernador Hernandarias logró la presencia de Misioneros Jesuitas para fundar pueblos dentro de la comunidad guaraní y organizar una fuerza armada con el objetivo de asegurar la frontera imperial frente a los temibles avances portugueses concretados desde 1617. A partir de ese momento y durante más de un siglo se movilizaron milicias jesuítico-guaraníes en la región.
De eso daremos información en la próxima nota.