Cuaderno Nº 108

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 16 de Marzo de 1997CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 108
LA CASA TRÁGICA CUMPLE 70 AÑOS. (Marco Aurelio Rodríguez Otero)- Escritor y EscrituraMARIO CÉSAR GRAS Y SU LEGADO HISTÓRICO (Nati Sarrot)- Gras, escritor- Su reservorio HistóricoCANCIÓN DEL GAUCHO LERDO  (Eufemio Muñoz)SINFONÍA DE LA LUNA, LOS ASTROS Y LAS ALMAS (Pablo J Daneri)CUADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE…- De nuestros abuelos indios (II Parte)LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)- Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Vivencias de antiguos detalles – Casa de Haedo- (Aurelio Gómez Hernández)

LA CASA TRÁGICA  CUMPLE 70 AÑOS

Marco Aurelio Rodríguez Otero 


Siete décadas atrás, EL ARGENTINO publicó en exclusiva un capítulo de "La Casa Trágica".


Es por lo tanto oportuno el recuerdo de CVADERNOS para su autor, Mario César Gras.


El valor eterno de una joya literaria y testimonial.


ESCRITOR Y ESCRITURA 

El 25 de Mayo de 1927, EL ARGENTINO publicó un adelanto de la nueva novela de Mario César Gras, La Casa Trágica. El trabajo, escrito con mano vigorosa según el matutino, relata con sabiduría y profundidad los avatares de la vida carcelaria. 

"Aparte de ello, en La Casa Trágica el folclore entrerriano ha encontrado una expresión elocuente, lo que la hace doblemente interesante y simpática a nuestros ojos localistas".

El artículo pronosticaba que con la novela, Gras alcanzaría "un éxito muy lisonjero", no obstante aclarar que "decimos esto sin que nos enceguezca en absoluto el aprecio y la consideración que sentimos por el escritor amigo".

Mario César Gras nació en Santa Fe el 8 de setiembre de 1894. Se recibió de abogado en 1916. Obtuvo el título de Doctor en Jurisprudencia en 1917 con la tesis sobre  Régimen de administración del petróleo nacional. Al año siguiente, este trabajo fue recomendado al premio Facultad. Entonces abrió su estudio en Gualeguaychú, al tiempo que comenzó a desempeñarse como profesor de Psicología y Lógica en el Colegio Nacional "Luis Clavarino".

Mario Cesar Gras

En 1925 publicó su primer libro Lógica, que fue  traducido al francés y adoptado como texto de estudio por los colegios nacionales del país y por la Universidad de Tegucigalpa, Honduras. En 1926 publicó su primera novela, La eterna congoja, y en 1927,  La Casa Trágica.

En el capítulo I, Gras describe que Atilio Soria fue condenado a 12 años de prisión por el delito de homicidio simple en la persona de Aureliano Cáceres. Cumpliría la condena en la Penitenciaría de Gualeguaychú.  Aún quedaba la instancia del Superior Tribunal. Sin embargo, cuatro meses después llegó el telegrama: Confirmóse sentencia. Al ingresar al establecimiento carcelario, el director y sus asistentes lo sometieron a un calvario de degradaciones, violaciones, torturas, humillaciones, perversidad. 

En la novela, Soria cuenta al detalle cómo se produjeron los hechos que lo llevaron hasta allí.  Trabajaba como peón de campo, y Aureliano Cáceres era su patrón; que había sido humillado en innumerables oportunidades, hasta que un día sufrió un intento de agresión armada y se defendió.

Basado en hechos delictivos reales, Gras inventó muy poco: observó la vida interna de la Penitenciaría de Gualeguaychú y modificó nombres propios. 

Sin saberlo, fue precursor de un género llamado novela de no ficción o literatura periodística, que en los años sesenta se difundió en los Estados Unidos de la mano de Truman Capote, Tom Wolfe, Gay Talese y otros.

La Casa trágica, desató en Gualeguaychú una convulsión de comentarios divergentes. Para evitar compromisos, circuló subrepticiamente. 

"(…)  por entonces se tildó de escandaloso contra las autoridades del penal de Gualeguaychú (…) El Gran folletín, como el de la realidad, no tenía intenciones de criticar la existencia del sistema penal sino que lo defendía limitando su denuesto a "la maldad de las personas que lo llevaban a cabo". Entonces para él no era un problema institucional sino relativo a las conductas personales de los agentes de turno en el sistema (…) rozando vida y fama de personas de la ciudad." 

CARRAZZA, Darío. A la vuelta de una historia. Propuestas (s/d) 

El texto que sigue, es a nuestro juicio, una verdadera joya.

"Cuando salí de mi habitación -prosiguió- era todavía de noche. Cruzaba el caminito que atraviesa el jardín, cuando, con sorpresa, vi surgir de entre las casuarinas una figura humana que me gritó: ¡Alto!. Reconocí a Cáceres, y comprendí que me había estado acechando para atemorizarme. 

Rápidamente llevé mi mano al revólver. El traía el suyo amartillado, apuntando a mi pecho. Nos miramos con ira. Cáceres, con voz cavernosa, y tuteándome, tartamudeó: 

-"Te vas a callar la boca, hijo e ta'   te voy a dejar seco".

Tuve suficiente aplomo para contestarle sin miedo, tuteándolo a mi vez:

-"¡Si me dejás seco, claro que me voy a callar la boca"!

Cáceres debió tener la sensación de que por primera vez en su vida se encontraba con un hombre y perdió completamente los estribos. Dio un salto hacia mí y, enceguecido, loco, mientras barbotaba los más groseros insultos, hizo jugar el percusor. 

El fogonazo me deslumbró. Yo, que a mi vez había sacado el revólver, enceguecido también, hice fuego. Quedé como alelado, envuelto en una nube de humo, sin noción de mí mismo, cuando vi, como en un delirio que Cáceres trastabillaba desplomándose enseguida pesadamente hacia atrás y dejando caer de sus manos el arma que esgrimía. No dijo ni una palabra. 

La Casa Trágica. Unidad Penal de Gualeguaychú

Ya en el suelo, llevándose las manos al pecho y quejándose angustiosamente, pretendió incorporarse. Quise ayudarle, pero el herido dobló inmediatamente la cabeza y volvió a caer de espaldas. Espantado comprendí que había muerto. En ese instante, llegaban los peones que mateaban en la cocina atraídos por el ruido de las detonaciones. 

Yo, estaba aturdido, y, en medio de mi aflicción, sentí la voz áspera de Quiroga, el capataz, que me increpaba groseramente, profiriendo los más hirientes denuestos. Traté de no escucharle y me alejé del lugar de la escena, tambaleándome como un borracho. No sé cómo llegué hasta el galpón donde se guardan los autos; allí di manija al "Ford", el primero que tuve a mi alcance, y salí a todo escape como si me corrieran de atrás. Creo haber llegado en menos de un cuarto de hora... 

Atilio, jadeaba. Su voz se había hecho opaca, lúgubre. Se secó el sudor frío que humedecía su frente y quedó taciturno, mirando al suelo. El comisario le observaba perplejo, como desconociéndolo. Luego anunció que iba a ocuparse de escribir la indagatoria para después dirigirse al lugar del suceso. Con amistosas palabras, reiteró su promesa de poner todos sus esfuerzos para que las conclusiones del sumario fueran favorables al homicida.

Atilio pasó todo el día sumido en espantosa zozobra. Se sentía juguete de la fatalidad. Un abatimiento invencible le conturbaba el ánimo. La obsesión del drama ensombrecía todos sus pensamientos. Tenía la certeza de asistir a la crisis más formidable que podía haberle deparado el destino. Sin saber por qué, y a pesar de su absoluta inocencia, un negro presentimiento aleteaba en su imaginación. Entonces pensaba angustiado que la reciente tragedia marcaba una transición inevitable a su vida, y una aterradora visión de presidio, surgía pavorosa ante sus ojos.

Ni las reiteradas atenciones del agente Carriego, que había quedado custodiándole, ni su afectuosa obsequiosidad, lograron arrancarle de su ensimismamiento.

Pasó toda la mañana, en la humosa cocina, a la vera del fogón, sin escuchar la charla insustancial del policía, ni sus vagas y bondadosas palabras de aliento. Sentado, casi en cuclillas, sobre un cráneo de vaca, con la vista fija en el fuego, como si quisiera seguir prolijamente la lenta combustión del trashoguero, su aspecto externo trasuntaba la inmensidad de su congoja.

Afuera, palpitaba la primavera, invitando a vivir. Un sol tibio, risueño, fascinante, sobredoraba el paisaje, poniendo hervor en la sangre y luz de cielo en el alma."

MARIO CÉSAR GRAS Y SU LEGADO HISTÓRICO  

Nati Sarrot

GRAS, ESCRITOR 

Docente en el Colegio Nacional "Luis Clavarino", dictó con gran capacidad las cátedras de Filosofía y Lógica. 

Exigente con su trabajo y el de sus alumnos, fue respetado por todos y querido solo por los ávidos de aprovechar al máximo sus clases. 

En 24 años de ejercicio nadie dejó de registrarlo en su memoria. 


 " (…) es uno de los profesores más recordados por los bachilleres de entonces que lo apodaban el "loco Gras" o "el morboso", a modo de venganza silenciosa de quienes lo sabían examinador implacable y severo, rayano en lo despectivo."

CARRAZZA, Darío. A la vuelta de una historia. Propuestas (s/d) 

Aunque nacido en Santa Fe se lo ve unido a Gualeguaychú  por fuertes lazos familiares.

Su abuelo, el francés Carlos Amadeo Gras vivió y murió en Gualeguaychú (Cf. Cvadernos Nº 17). Fotógrafo daguerrotipista, pintor, músico de calidad, se casó en Montevideo con Carmen Barras. 

Su trabajo y su espíritu aventurero lo movieron por Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, dejando con sus cuadros valiosa documentación histórica. A la vez, una familia de doce hijos.

José Gras, el anteúltimo hijo de Amadeo nació el 12 de noviembre de 1855 en Montevideo; periodista satírico, autor de programas para colonizar Maldonado y Rocha, se casó con Julia Fernández y fueron los padres de Mario César Gras.

Doctor Mario Cesar Gras

El Dr. Gras realizó sus estudios primarios en Gualeguaychú y los secundarios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. Egresó como abogado en 1916 y como Doctor en Jurisprudencia en 1917, en Buenos Aires. Se casó en 1920 con Angélica Garbino, de nuestra ciudad. Aquí desarrolló gran actividad docente, política y social. 

En 1932 representando al Departamento Gualeguaychú, integró la Convención Constituyente de Entre Ríos (Constitución Provincial de 1933). Fue presidente del Círculo de Obreros, del Jockey Club y Vice- presidente del Colegio de Abogados.

En 1941, radicó en Buenos Aires y se dedicó intensamente a la investigación histórica formando un rico archivo. Presidió la Asociación Juan Manuel de Rosas.

En literatura, abordó el ensayo y la novela: La eterna congoja, La casa trágica, Los gauchos colonos, Allá lejos, La tragedia del linyera, Vida y obra de Gregoria Robustiana Isouribehere, primera poetisa local.

Desarrolló temas históricos; Rosas y Urquiza. Sus relaciones después de Caseros; Sarmiento y la Autonomía de Entre Ríos; Las Revoluciones de López Jordán;  Amadeo Gras, pintor y músico; El pintor Gras y la Iconografía Histórica Sudamericana, La pintura en la época de Rosas. 

En los textos sobre la actividad de su abuelo, dejó datos valiosísimos para documentar hechos, personas, costumbres de una época en Gualeguaychú.

SU  RESERVORIO HISTÓRICO 

El Archivo General de la Nación Argentina incorporó a su existencia documental la Colección Mario César Gras (1577-1883) que desde 1982 está al alcance de los estudiosos, integrando el Patrimonio Histórico Nacional.

Ordenada, con Catálogo, Sumario e Índice consta de 690 documentos, casi todos originales, especialmente de Historia Argentina Hispánica y de la época de Rosas.

En cuanto a Gualeguaychú, se puede encontrar en la obra de Gras, fácilmente en los libros sobre arte de su abuelo Amadeo, diversos aspectos que describen ambientes, personas, modas, usos, etc. de una movida e interesante época de nuestra zona.

La colección M.C. Gras, con Introducción, Catálogo, Sumario, Índices de Mabel G. Salgado. Bs. As., abril 1982, ingresa al A.G. de la Nación por gestión de la Comisión de Recuperación del Patrimonio de la Historia Nacional.

Consultados:

CARRAZZA, Darío. A la vuelta de una historia, Propuestas (s/d)CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 17. EL ARGENTINO, Gualeguaychú, 6 de Junio de 1993.EL NOTICIERO, Gualeguaychú, 8 y 29 de septiembre de 1888. Hemeroteca Instituto Osvaldo Magnasco. La Colección Mario César Gras en el Archivo Gral., de la Nación Argentina, Andrea Sameghini, Apuntes, Archivo particular. NUEVA ÉPOCA (1982) José Gras 

Canción del gaucho lerdo


Enderezó el rabicano 

hacia el monte de las aspas 

y armó el de los ocho tientos 

para tirar "con bandada"…


Zumbaron, raudos, los rollos, 

cuando el brazo distendió: 

se oyó un bufido del toro, 

y un grito: "ya está, patrón!"


-Dije al verle tan resuelto, 

yo, que sé su timidez; 

tan baquiano para esto, 

tan poco para el querer:- 

que en el corral de diez hilos 

de una décima, su amor, 

casi vendida la tiene, 

y él... le huye a la ocasión.


¡Upa! ¡upa!, sin embargo 

desde el bosque, la torcaz, 

le enseña al gaucho más lerdo 

el arte de enamorar; 

arreando bajo los cielos 

henchidos de soledad, 

no vacas, que si los sueños 

de su alma montaraz.



No desdeñes sus consejos 

¡oh, mísero corazón! 

que algún día será otoño 

y se apagará tu sol... 

y que entonces, cuando mires 

hacia atrás, en tu dolor, 

quizá tiembles como el gajo 

de que el pájaro voló.


Eufemio Muñoz



OH, EL AMOR...


Pablo J. Daneri

(Pebete)

Sinfonía de la luna,

los astros y las almas

 

 

La noche florecida en nebulosas

y en estrellas lejanas y sonrientes,

va bajando su paz a nuestras frentes

como un rayo lunar sobre dos rosas.

 

La luna, cuyas tenues mariposas

vuelan en pos de sueños esplendentes,

empapada en frescores de relentes

se acolchona de voces misteriosas.

 

En su rielar hierático, la luna,

dibuja en el espacio, como una

ruta fantasma de doliente cauce.

 

Y una tristeza azul de inmensidades,

como el dolor nostálgico del sauce,

nos aprisiona el ama en sus bondades

 

 

Pablo J. Daneri (Pebete)

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

DE NUESTROS ABUELOS INDIOS

PARTE II 

A principios del siglo XVII se inicia la conquista en los territorios del río de la Plata y de esa época nos llegan datos referentes a nuestros pueblos prehistóricos. En base a esa información se elabora una historia primitiva que nos presenta a esos grupos humanos como salvajes o bárbaros. Se los considera crueles e irreductibles y se los combate antes de conocerlos. Esta calificación debemos desecharla pues es evidente que la rutina legalista europea, presumió validez general a la conducta de los indígenas donde hubo mucho de tendencias casuísticas e imperfecciones. 

Se los califica de incultos por considerar que representan las primeras etapas del desarrollo de las culturas. No olvidar que en las Américas los grupos humanos también sufrieron las consecuencias de los distintos fenómenos climáticos o geológicos. Fueron afectados por verdaderos cataclismos como las glaciaciones y los geológicos como las ingresiones marinas. Los efectos de estos fenómenos tuvieron como consecuencia que los grupos humanos fueran diezmados o en su menor efecto, desplazados o impelidos por la hostilidad del medio ambiente, hacia zonas menos inhóspitas y desde luego, como consecuencia, tuvieron que replegarse y recomenzar sus organizaciones básicas. 

No puede negarse la posibilidad de una retrogradación o que existiera en algunos aspectos de su cultura, complicaciones que pudieran considerarse primitivas. 

Pero, por sobre todas estas influencias negativas, lo que más alteró el orden en las estructuras de estas comunidades, fue el accionar de la conquista en América. 

Los conquistadores se encontraron con pueblos dispuestos a defender sus libertades, su patrimonio y su vida. Los grupos humanos que llegaron a las manos del conquistador como pueblos sometidos, no pudieron conservar sus estructuras propias o ser libres de influencias foráneas. El clima de paz se trocó en clima de guerra, en que todo el esfuerzo humano estaba orientado hacia la lucha por subsistir ante un invasor fuerte y en que se vivía el momento dedicado al pillaje como represalia o se emigraba en masa en busca de comarcas más inhóspitas pero necesarias para el refugio. 

En esa lucha por ser libres, no pudieron los nativos conservar el acervo cultural en que vivieron en los siglos de paz y bonanza. Desde ese momento hasta llegar a entender su lenguaje, conocer sus costumbres, su vida, su organización y llegar a someterlos o reducirlos, transcurrió un siglo. 

Cuando convivieron más o menos pacíficos, se pudo apreciar la conformación de tales grupos humanos y recién entonces se pudo conocer la verdadera expresión de la cultura autóctona que se deseaba investigar. 

Pero ya esos grupos humanos que llegaron a aceptar la sumisión del conquistador, sin duda, no conservaban sus estructuras propias o libres de influencias foráneas. 

La tradición oral, única senda que pudo traernos ese pasado de nuestros nativos, se ha perdido en el tiempo y lo que pudo llegarnos en forma muy confusa, es distorsionado, no posee títulos de autenticidad y sólo nos quedan como emisarios y mudos enigmáticos, los restos de esas culturas que ni el tiempo ni el hombre llegaron a destruir: son los restos arqueológicos. Cuando se quiso conocer un pueblo, ya había cambiado su fisonomía, condenado al ostracismo. 

Sus restos arqueológicos llegan hasta nosotros, para poner en evidencia quienes fueron nuestros antepasados indígenas. 

A través del monumento estamos conociendo parte de la verdadera historia de nuestra Patria chica. Nos reconforta el comprobar que realmente los impulsó una inquietud artística, una notable habilidad manual y nos dejaron sobradas muestras de un verdadero arte.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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