DE NUESTROS ABUELOS INDIOS
Queremos y debemos conocer a nuestros abuelos indios, ocultados durante siglos por convencionalismos mezquinos y tendenciosos. Nunca se nos dio la verdad y vamos a encontrarla y a exhibirla íntegra y pura.
Los indígenas han sido mal calificados. Se los ha señalado como salvajes y bárbaros, como incultos y primitivos, como considerar a los naturales en las primeras etapas del desarrollo cultural. No serían incultos nuestros primeros grupos humanos desde el momento que en todos hay idioma, obtención del fuego, instrumentos, formas sociales, creencias y reglas de conducta.
Sobre todo, en la gran mayoría de ellos, la elaboración de la cerámica con la pintura, el decorado y el modelado son verdaderas expresiones de belleza, y la belleza, es el componente estético que se identifica con el arte.
Por no tener agricultura y ganadería (así se ha dicho) se los señaló como depredadores. El depredador es el que vive de la caza y de la pesca, recolectando y consumiendo todo lo que necesita para su alimentación, sin reponerlo.
Nuestros indígenas no fueron depredadores. Todo lo contrario. Nos demostraron que fueron capaces de conservar la integridad del medio ambiente sin el deterioro que es el problema de nuestros días.
No fueron pastores ni cautivaron las especies animales para reducirlas en corrales, porque disponían de ellas en abundancia. Además, fueron agricultores porque para su alimentación cultivaron la tierra sembrando en los claros del monte.
En nuestra provincia cultivaron el maíz, el poroto, el zapallo y la mandioca. En el resto del país y en América cultivaron todo aquello que los conquistadores no conocían y que llevaron como novedad a Europa.
Formaron parte de esos cultivos además de los ya mencionados, girasol, papa, calabaza, ananá, frutilla, palta, maní, batata, tomate, algodón, guayaba, ají y otros productos de la flora americana como la yerba mate, el tabaco, cacao, avellana, caucho, tanino, plátano, hasta el chicle.
Además, los indígenas no talaron el monte; protegieron las especies útiles como el ceibo y las palmeras. En tiempos difíciles de inundaciones, de inviernos crudos, cuando escaseaba el alimento comían cogollo del ceibo o del coquito de las palmeras. El que destruía una palmera era condenado a muerte.
Nuestro país se pobló hace más de 10.000 años es decir unos 100 siglos. Lo que los indígenas conservaron sin destruir a través de 100 siglos, los "blancos" que poblaron y poblamos hoy América, lo hemos destruido en sólo 5 siglos.
Dicen las crónicas que en nuestros ríos los conquistadores, reunidos en pequeños grupos, podían pescar unos 2.000 peces en apenas una hora. Hoy si vamos a pescar en nuestro río, en varias horas apenas sacamos un puñado de mojarras o un bagrecito que no alcanza para alimentar al gato.
La fauna autóctona que al iniciarse la conquista era extraordinariamente abundante, ya prácticamente ha desaparecido. No porque haya servido de alimento, porque el "blanco" trajo para ello de Europa, bovinos, ovinos, porcinos y aves de corral sino porque a la fauna nativa se le dio caza para comerciar las pieles o simplemente para hacer práctica de tiro al blanco.
Que la cordura de nuestros abuelos indios nos sirva de ejemplo.