Cuaderno Nº 106

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, 16 de Febrero de 1997CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 106
ALTOS VALORES DEL COMERCIO Y LA INDUSTRIAEN LA DÉCADA DE 1920   (Fabián Magnotta)- Los más altos valores del comercio y la industria de Gualeguaychú- Esfuerzo, imaginación, audacia…- Automóviles, cigarros, sombreros…- Artistas, balsas, mercaditos…- Lo que abunda…  no daña SINFONÍA EN ROJO MAYOR  (Pablo J Daneri) CUADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE…- La Carta del Sheatl – (Conclusión) LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa) - Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Platería, un culto universal – Conclusión- (Aurelio Gómez Hernández) 

ALTOS VALORES DEL COMERCIO Y LA INDUSTRIA

EN LA DÉCADA DEL 20 

Fabián Magnotta

Sobre la base de una  publicación periodística, CVADERNOS esboza el panorama industrial y comercial de Gualeguaychú en la década del '20.

Se superaba entonces la crisis de la ganadería y los aumentos en los precios de algunas materias primas; llegaban los primeros automóviles;  el puerto y el campo estrechaban la cotidianeidad urbana.

En ese marco, extranjeros y criollos dieron forma, en Gualeguaychú, a una "revolución económica" de posguerra.

Calle 25 de Mayo y sus comercios

Con este título, apareció el miércoles 25 de mayo de 1927 la segunda sección de EL ARGENTINO.  

Se trata de una perla periodística que con el transcurrir del tiempo adquirió  meritorio valor histórico.

Es que allí se reunieron -con omisiones, desde ya- los nombres de quienes lideraban las actividades comerciales e industriales en la localidad.

Unos llegaron de España y de Italia sin temor alguno al cansancio por el trabajo en la nueva tierra; un francés de apellido extraño se transformó sin saberlo en un pionero millonario de ideas y de pesos; algunos uruguayos cruzaron el río; un norteamericano tomó la representación de Ford y cuando las ciudades comenzaron a incorporar los vehículos se permitió el lujo de vender mil automóviles en diez años... Otros supieron trocar la pobreza por el bienestar.

ESFUERZO, IMAGINACIÓN, AUDACIA… 

Como tripulante de un barco italiano que conducía mercaderías, llegó a Gualeguaychú, Nicolás Mendaro. Estableció una fuerte casa comercial de ramos generales. Había estado algún tiempo en Buenos Aires, pero a fines del siglo XIX optó por Entre Ríos, atraído por "la campaña”, como se denominaba a nuestra zona.

En 1920 la Casa Mendaro, ubicada en Gervasio Méndez y Alem, suprimió la venta al detalle y quedó como casa importadora y de expendio al por mayor. El vino en barriles y la yerba en barricas llegaban al puerto.

Nicolás Mendaro integró activamente la vida económica y social de Gualeguaychú. Participó en el Banco de Italia y Río de la Plata y en la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos.

Cuando se retiró, dejó al frente del comercio a Virgilio, uno de sus siete hijos. Amadeo Mendaro, en tanto, fue médico, y logró reconocimiento internacional como  Jefe de Clínica de la Cruz Roja francesa en la Primera Guerra Mundial.

Farmacia del Pueblo en 25 de Mayo y Montevideo

Luis Rossi ocupó un lugar prominente en la rica historia del comercio local. Se inició en 1877 elaborando pan y galletas. Un año después anexó comestibles en general. Con sus hermanos Salvador y Pablo inauguró Los Tres Pobres.

En 1898 viajó a Italia; a su regreso, en 1901, fundó una próspera Casa Cerealista y de Acopio de Frutos junto a sus hijos: Pedro, Ángel, Juan Luis y Santos. 

Francisco Vallejo, uruguayo, fue el principal propietario de Vallejo y Cía.

Llegó a estas tierras muy joven y pronto accedió a un cargo de importancia en Los Tres Pobres, de los hermanos Rossi. Cuando emprendió la actividad en forma individual, logró inmejorables resultados.

Más tarde se asoció con Ángel Delmagro, Ponciano Couturier, Inocencio Godoy, Carlos L. Esnaola y Adolfo Urdapilleta. Fue  Presidente del Centro Comercial. 

Otro uruguayo, Enrique Zuñiga, fue jefe de ventas de la sección Ferretería de Goldaracena Hermanos, y después se estableció solo con ferretería y representación y venta de máquinas agrícolas. 

Isidro Legaria, iniciado muy joven con los Goldaracena, formó la sociedad Arrate, Goldaracena y Cía. La firma tuvo la representación de Fiat.

Para entonces, cabe apuntar, ya era una potencia la firma Goldaracena Hermanos, pionera nacional en la agroindustria.

Realmente deslumbra el excepcional ejemplo del francés Edmundo Augras: llegó a la ciudad en 1912 para instalar una fábrica de galletitas con la cual se atrevió a enfrentar la competencia de poderosos trusts. Tuvo problemas cuando, durante la guerra mundial, aumentó considerablemente el precio de la harina; regresó con decisión en 1922. 

La Hobena llegó a elaborar 1.500  kilos de galletitas de diversos tipos. El producto, debidamente patentado se comercializó en Entre Ríos, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Misiones.

En las modernas instalaciones situadas en calle Villaguay (hoy Borques) y Andrade,  el francés tuvo talleres de hojalatería e imprenta para fabricación de  envases y rotulado. Así, las galletitas  de La Hobena lograban una presentación de jerarquía. 

Para comprender el movimiento económico que generaba, basta decir que durante 1926, giró capitales por valor de quinientos mil pesos. La apasionante historia empresaria apunta un reconocimiento internacional: el premio obtenido en California. 

Domingo C. Carabelli fue uno de los más activos y fuertes hombres de negocios del Departamento Gualeguaychú. Se inició con un socio, en las actividades cerealistas en el Molino Central. En 1921 quedó solo al frente de la empresa.

Incorporó a su quehacer, la representación de máquinas agrícolas y automóviles de la General Motors. Abasteció  Larroque, Urdinarrain, Almada, Irazusta y otros puntos. En 1926 logró operaciones comerciales por dos millones de pesos y 700 mil pesos en maquinarias. 

Augusto G. Estrampes se asoció con Miguel Chichizola y José R. Laplacette. En Bolívar y Villaguay vendía al por mayor mercadería para almacenes y artículos de bazar, ferretería, pinturas, lozas y artefactos eléctricos. 

En Mitre y Bolívar se ubicó El Americano, almacén, ferretería y depósito de comestibles de Víctor E. Iriarte. Atendió Gualeguaychú y Uruguay. Fue la posta segura para las estancias más importantes.

Piaggio Hnos en Andrade y Pellegrini

Antonio J. y Manuel J. Frávega fueron los sucesores de El Balilla, importante firma fundada en 1876. En de terminado momento tuvieron tantas propiedades que a una zona de Gualeguaychú se la denominó popularmente "el barrio Frávega". 

Bartolomé E. Garbino estudió mecánica industrial. Cuando empezaron a llegar los primeros automóviles, se convirtió en un experto perito, que luego se dedicó a la venta de autos, nafta, lubricantes y artículos de electricidad. 

Bartolomé Chichizola y su hijo Santiago trabajaron con cereales, almacén, ferretería, maderas. Desde San Martín y Rocamora también abastecieron por años a prestigiosos establecimientos de la campaña. 

El nombre de Ángel C. Ferrari se ató a un par de méritos históricos: incorporó el moderno mestizaje de ganado y a la vez realizó las primeras exposiciones-ferias de la zona. Rompió lentamente el hielo de la indiferencia, y fue uno de los gestores de la Sociedad Rural, a fines del siglo XIX. 

En una realidad económica zonal fuertemente signada por las firmas rematadoras, Polo y Darré se estableció en 1920; finalizada la crisis ganadera se transformó en destacada casa de remates, consignaciones y comisiones. La empresa, que representaba a las principales cabañas de Buenos Aires, realizó sus remates en Gualeguaychú y en Sarandí.

Landó, Bonzón & Elgue y Garacotche & Simonetti también ocuparon un sitio importante en el rubro de las transacciones ganaderas. 

El de Luis Delfino no es un nombre más. Mucho le debe el embellecimiento estético de las primeras décadas del siglo XX al talento de ese constructor. Casas modernas y comercios grandes llevaron su sello, como el de sus hijos Pedro y Luis. Desde 1920 ejecutó obras por más de dos millones de pesos, lapso en el que sólo de jornales pagó 128 mil pesos moneda nacional. 

Heredero de su padre, Américo Patriarca fue un constructor que dejó el sello en el crecimiento urbano. Banco de la Nación, Hospital Centenario, edificio de Tribunales, Banco de Italia... son inmuebles en los que su huella artística derrotó el olvido de los tiempos. 

Piaggio Hermanos, entre Andrade, Bolívar y Pellegrini (haciendo cruz a la Escuela Normal), fue uno de los principales establecimientos en los ramos de aserradero, carpintería y materiales de construcción. La prosperidad llegó del trabajo hermanado de Esteban, Nicolás, Adolfo y Ernesto.

La empresa, fundada en 1853, fue un establecimiento modelo. Elaboró delicado mobiliario. Los materiales empleados se producían en el taller y en la barraca de siete mil metros cuadrados. 

Casa Frávega en 25 de Mayo y Ayacucho

Caviglione Hermanos, en Urquiza y Rosario, de José, Bartolomé y Alberto Caviglione, proveía de finos comestibles a buena parte de la ciudad. Fueron los mejores alumnos de la escuela de su padre. 

En 25 de Mayo y Caseros se levantaba Felipe Bozzano y Cía., una casa de comercio que nació con el simbólico nombre de Caseros. Directamente desde el extranjero importaba aceite, yerba mate y otros productos. Tuvo como socio a Antonio Batto. La firma empezó, con poco dinero, a principios de siglo y multiplicó de manera formidable su capital, al punto de transformarse en uno de los mayores depósitos de la zona. Estableció la fábrica de zapatillas Cruzadas que alcanzó a producir  80 docenas diarias. Se comercializaron en Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires. 

Felipe Bozzano encaró luego el sendero de la política y llegó a ser elegido Senador Departamental por el radicalismo. 

Deolindo M. y Osvaldo P. Gavagnin fundaron Gavagnin Hermanos, en 25 de Mayo 1281. Con trabajo, imaginación y audacia lograron dar vuelta como un guante los recuerdos de una infancia pobre. Comercializaron autos, bicicletas, neumáticos, aceites. 

La Confitería y Café Royal creció de la mano de Fuentes y Derudi. Confitería Royal era el lugar del sabor, con sus bombones, café, vinos, licores, helados... en Urquiza y Colon (hoy Santiago C. Díaz). 

¿Y cómo olvidar al Bar Tutankamón, con parrilla criolla y minutas a toda hora, además de servicios de chopp, en 25 de Mayo 873?. 

Panadería San Antonio nació de la inspiración de Manuel González Márquez -luego cónsul español en Gualeguaychú- y Ramón Poblet. Fue una casa que trabajó con sistemas modernos y abrió varias sucursales.  Más tarde, se incorporó el español Pedro Pomés.

AUTOMÓVILES, CIGARROS, SOMBREROS…

George E. Oppen, fue uno de los primeros Agentes Ford en nuestro país.

George E. Oppen llegó de Norteamérica con su espíritu emprendedor. Se hizo cargo de la representación de los automóviles Ford cuando empezaba a popularizarse el nuevo medio de locomoción.

En diez años, entre 1916 y 1926, colocó mil vehículos nuevos en la zona, como Agente de Ford, Lincoln y Fordson. Estableció agencias en Larroque y en Urdinarrain. Fue uno de los primeros Agentes Ford en nuestro país. 

En esquina norte de 25 de Mayo y Churruarín se encontraba el Jardín Gualeguaychú. Tomás J. Raffo comenzó la primera década del siglo con un terreno de 30 x 30 y llegó a tener cuarenta mil metros cuadrados. Hizo fortuna. Fue concejal municipal tres veces. Presidió la Sociedad Operai Italiani. 

La casa de Pedro B. Solari trabajó en los ramos de hojalateria e instalación de servicios de salubridad.

Américo Cabilla era despachante en la zona del puerto; se preocupó por el progreso y el embellecimiento del barrio: fue vicepresidente de la inquieta comisión vecinal que logró el arreglo de la Plaza Colón.

También conseguirían un activo protagonismo en la vida comercial. Ambrosio L. Costa (martillero y procurador), Picullo Hermanos (cochería y servicios fúnebres), Enrique Piaggio, que tenía una carpintería en San Martín y Ayacucho y Carlos M. Biré con su Fideería Gualeguaychú. 

Imposible olvidar a Fernando J. Landó, que se inició en 1901 con la Farmacia Del Pueblo.  Daniel Rebagliatti, en 25 de Mayo y Lavalle,que fabricaba cigarrillos y vendía en varios pueblos de la provincia.

Felix Taglioretti fue un industrial sombrerero en la región. Aprendió el oficio  en la prestigiosa firma Ludovico De Marco. La casa donde vivía fue adquirida para construir el Banco Nación. Entonces, se trasladó a Urquiza 986 con moda para hombres y sombreros femeninos, ayudado por su esposa. Allí se inició Alberto Negrette, el heredero de un estilo, acaso el último romántico del siglo. Tampoco puede ignorarse en el mismo rubro al industrial sombrerero Luis Cécere. 

Echeverría y Vilela poseían la fábrica de galletas La Española. Juan M. Lazcano conquistó su lugar en el mercado con el taller y la carpintería mecánica ubicada en calle Paraná esquina España. 

Fernando Lencioni fue un trabajador infatigable desde que administrara una fábrica de hielo, hasta instalarse por su cuenta. 

Con la elaboración diaria de siete toneladas, La Industrial hacía más llevaderos los veranos…

Surtidor de Nafta en Ayacucho y Urquiza

ARTISTAS, BALSAS,  MERCADITOS… 

Enrique Betolaza fue, sencillamente, un artista. Tuvo un estudio fotográfico; fue representante de las principales marcas de pianos, pianolas, victrolas y otros instrumentos. “Toda creación musical, toda novedad fotográfica puede buscarse en la Casa Betolaza". 

Daniel, Ramón y Pedro Juan De la Cruz, hombres cultos y amables, fueron propietarios de la confitería Del Globo, otro lugar de cita social, en Urquiza y Mitre. 

Silvio J. Izetta fue empresario de la pavimentación. José Luis Ferrando tuvo juguetería y librería; el español Ángel Santa María pasó de la representación y proveeduría de cafés, al acopio de pieles de animales silvestres. 

Court Hermanos, en Avenida Del Valle, era el paso obligado de todos quienes entraban a la ciudad. Y a quienes venían les prestaba varios servicios: mercería, talabartería, panadería y surtidor de nafta. 

En Bolívar y Rocamora, Marcos Iroz poseía la talabartería y lomillería Jockey Club, que abastecía a muchas casas de la campaña. 

La tienda Barato Argentino pagaba 500 pesos mensuales de alquiler del amplio local. Y para asombro de muchos, abonaba la renta sin esfuerzo y además crecía. 

Salvador Harispe nació en Gualeguaychú; pasó su niñez y adolescencia en Francia, donde adquirió una cultura vasta. Cuando regresó, se casó con una amable docente. Tuvo un próspero aserradero eléctrico y depósito de madera en San Martín 1222. Trabajó con madera nacional e importada. 

Antonio Romero tuvo una casa de artículos para hombres, precisamente la Casa Romero. Domingo Guastavino poseyó una fuerte empresa de transporte; más tarde se dedicó a explotar la extracción de arena. 

Mario Barelli, en San Martín, frente al río Gualeguaychú, atendió un almacén y la balsa.  Con surtidores de nafta y aceite atendió los numerosos camiones que cruzaban desde y hacia el Uruguay. La ex balsa Izetta, luego de Barelli, fue un punto de referencia insoslayable en la colorida vida de la zona portuaria.

Cerca de allí, Juan Razetto tenía un activo almacén. 

Antonio Borro fue uno de los iniciadores del moderno sistema de los “mercaditos”. Empezó en 1900 con un modesto capital y el incondicional apoyo de su esposa. Vendió frutas y verduras con reparto a domicilio. Su sucesor, Manuel H. Borro, en Rocamora entre 25 y San Martín, ofrecía frutas de la isla que llegaban en su propio barco "Rosalia”.

Farmacia del Indio en 25 de Mayo y Pellegrini

La Casa Blanco y Negro, sucursal de una poderosa firma, introdujo en Gualeguaychú el sistema de tiendas, cuando aún predominaba la legendaria costumbre de los muestrarios y los géneros. 

El sastre italiano Carlos La Gamma fue un artista en el manejo del molde y la tijera. Se estableció en 1919 y progresó rápidamente. 

José M. Escobar tuvo el Café y Bar El Parque, en San Martín y Lavalle. Pablo Bendich fue un importante empresario de la navegación. 

Luis Avigliani, italiano, tuvo carpintería y un taller de lujo. Antonio Aversa, impuso el arte en el vestir tras saltar de Italia a Norteamérica y llegar a Gualeguaychú. Abrió una sucursal en Larroque. 

Los hermanos Miguel y Antonio Cerdá, dos animosos catalanes que llegaron cuando terminaba el siglo, instalaron la Panadería y Bazar La Catalana, en 25 de Mayo y Caseros. 

Basile y Cosentino, dos industriales de éxito, se dedicaron a la pavimentación; José y Donato Puccio tuvieron una fábrica de jabón. 

Tiempos en los cuales había industrias locales de sombreros, hielo, zapatillas, galletitas. Época de comercios e industrias ligadas al campo, y también de oficios. 

Verdaderamente son muchos los nombres. El repaso y la "isla” incorporada, acaso sirven para revalorizarlos, para rescatarlos como fantasmas del mejor pasado y al mismo tiempo proponerlos como puntales del camino. 

Augras, Goldaracena, Carabelli, Bozzano, Betolaza, Borro, Oppen, Mendaro, los Rossi, los Piaggio... Ellos y los demás, vecinos de las calles del progreso, están unidos por ese hilo nítido de los valores del trabajo, el esfuerzo, la imaginación y la audacia. 

Al fin y al cabo, cuando esos elementos se suman es cuando se vuelven grandes los pueblos y los hombres.

Tienda La Castellana en 25 de Mayo y 3 de Febrero

LO QUE ABUNDA … NO DAÑA 


Cuando se lee una nómina de comercios existentes en Gualeguaychú en la década del 20, como ocurre con la presente nota, no se resiste a la tentación de agregar, sin pretensión de hacerla completa, por cierto, algunos nombres de comercio e industria de la ciudad que abastecía a su población y a la de la zona rural, las que se habían poblado sobre su existencia básica, con rica inmigración. Esta renovación demográfica cambió las costumbres, casi austeras, para ubicar en el consumo y usos una mayor y más estereotipada variedad. 

Entonces es que surge la idea de añadir al artículo de 1927 una lista que servirá a modo de pincelazo. 

En el rubro Farmacias desde 1871 la decana Del Indio, hoy Rébori, la de la silueta de lata sobre la cornisa en 25 de Mayo y Pellegrini, con remedios preparados por su farmacéutico  Horacio Rébori, análisis químicos y clínicos, farmacia que hasta hoy permanece en manos de la cadena familiar. Y decir que la Del Pueblo había sido abierta en setiembre de 1895, a cargo del farmacéutico diplomado Gustavo Pfessdorff y que en Rocamora y 25 estaba la de Vicente Raniere, la Farmacia  Paglini,  de Adolfo Paglini en San Martín y Montevideo y la Farmacia Fontan en 25 de Mayo... 

Que en Fotografías, de personas y de ambientes, el Estudio Pack de Luis Morganti  hacía magníficos retratos que exhibía en su Galería. 

Que Enrique Betolaza montó su primer Estudio y Galería en calle 0. V. Andrade, entre Chile (hoy Chalup) y Pellegrini, luego a 25  y Chalup y de ahí al edificio de altos de 25 de Mayo 731, ya representante de Kodak y RCA Víctor, para terminar en la planta baja del primer edificio horizontal, en Suipacha (hoy Perón) y 25 de Mayo. 

Las sastrerías, Pérez en 25 y ChurruarÍn, Roque Sabella en Alberdi 147; La Uruguaya de Miguel Sabella, en Churruarín y San Martín; la de Larrama, eran de las casas en que el traje salía "a medida". Sombrererías para varón y/o mujer, etcétera. Buenas pinturerías como la de Legaria en 25, al lado del Café de la Gloria; fábricas de mueble como la de Pedro Z. Martignone, hacían verdaderas joyas de ebanistería..."las que duraban para siempre". Fundición metalúrgica como de los Talleres Boggiano, en San Martín y Ayacucho. 

También se destacaron los buenos hoteles como Hotel Del Comercio. El  Hotel París abrió en 1905 con lo más moderno en alojamiento y comedor. 

Marco Aurelio Rodríguez Otero



OH, EL AMOR...


Pablo J. Daneri

(Pebete)

SINFONÍA EN ROJO MAYOR

 

Ufana como un lirio tempranero

que despierta a la vida pasionaria

para gustar del sol la no precaria

caricia de su rayo milagrero.

 

Febril como un ensueño mosquetero

ardiendo en una fiebre visionaria;

alma tallada en gemas de plegaria;

cuerpo joyado de apetito fiero.

 

Ansia inefable que en los poros brote;

corazón que se afirme ante el azote

de los odios malignos del destino;

 

como el fuego de altiva y tan ardiente;

así te sueña el pájaro divino

que se abriga en mi frente.

 

PABLO J. DANERI (Pebete)

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

LA CARTA DEL SHEATL

Parte final 

Finaliza hoy la publicación de la histórica carta que el Jefe SHEATL, de la tribu piel roja Suwanish enviara al Presidente de los EE.UU. Franklin Pierce (1853/57). Como enlace, repetimos el último párrafo de la trascripción inmediata anterior (CVADERNOS 105). 

Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de esta tierra como hermanos... 

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta, he visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría en una gran soledad de espíritu, porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí. 

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, deberéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de la vida de vuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos. 

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia. Aún el hombre blanco cuyo Dios se pasea con él y conversa con él de amigo, no puede estar exento del destino común. 

Quizá seamos hermanos, después de todo. Sabemos que el hombre blanco descubrirá algún día que nuestro Dios es su mismo Dios... El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre de piel roja que para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador... 

Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a esta tierra y os dio el dominio sobre ella y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. 

Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. 

¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza el sobrevivir.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
Gualepedia: Índice de la página