INFRAESTRUCTURA DE LAS VIEJAS CULTURAS
En el sur entrerriano, sobre las tierras bajas y anegadizas que bordean la margen derecha del río Uruguay, desde las inmediaciones de Puerto Unzué hasta los primeros arroyos del delta superior y bordeando los clásicos médanos o barrancas, restos de la última ingresión marina, han sido reconocidos más de cincuenta paraderos o túmulos indígenas que constituyen verdaderos yacimientos ricos en material arqueológico.
De esos "cerros" o túmulos, tan característicos y abundantes en las tierras bajas, explorados o estudiados muchos de ellos, se han exhumado alta cantidad de restos de la actividad del hombre primitivo que evolucionó en el sur de Entre Ríos desde la Prehistoria hasta el siglo XVIII.
Todo viajero que ha transitado por esa zona y muy particularmente en los momentos de crecida de los ríos Paraná y Uruguay, habrá podido observar la presencia de extrañas elevaciones del terreno, que los lugareños llaman cerros y que son las únicas porciones de tierra que emergen de las aguas, son ellas las fundaciones indígenas construidas con el fin de salvar sus vidas y evitar las complicaciones que traen aparejadas las crecientes periódicas.
Por su condición de pueblos nómades, cazadores y recolectores, es decir de economía depredadora, al no producir sus insumos, tuvieron necesidad de cambiar con frecuencia su hábitat al despoblarse el lugar de la fauna terrestre e ictícola que subvenía a sus necesidades alimentarias. El cambio periódico y contínuo de campamento hizo que un mismo sitio fuera ocupado y habitado alternativa y temporalmente por distintas parcialidades, que llegaban en busca de nuevos horizontes.
El tiempo transcurrido entre dos ocupaciones permitía la recuperación del equilibrio biológico y el nuevo grupo humano adoptaba el viejo hábitat para su poblamiento. Este hecho tiene, para la tarea de investigación, importancia capital. El nuevo grupo humano al ocupar el viejo campamento, encontraba lo que llamaríamos una "tapera" o ruinas de ocupación anterior y el lugar algo afectado por la erosión propia de los agentes naturales.
Ocurría una nueva tarea de rellenamiento, lo que para ellos habrá sido "un nuevo piso" para su residencia. La capa de tierra agregada para cubrir las viejas ruinas y, como medida preventiva, ante posibles inundaciones, constituye para la arqueología un hecho coincidente, de extraordinaria importancia porque todos los restos resultantes de la ocupación anterior que abandonó la mayor parte de sus pertenencias, quedaron tapados y como "archivados", conservándose hasta el presente en sus condiciones originales, lo que facilita nuestra tarea de investigación. En algunos de estos cerros se llegó en la excavación a 3,50 mt de profundidad antes de alcanzar la capa estéril. En todo el contexto se encuentra material arqueológico en ocupaciones sucesivas de otros grupos humanos.
Lamentablemente, estas estaciones prehistóricas vienen sufriendo un deterioro lento y progresivo. La acción destructora de los elementos naturales es el primer causante de la desaparición parcial o total del material. La acción del hombre en sus labranzas, desmontes, canales, caminos, terraplenes, puentes, etc., son las causas de su mayor deterioro.
El hecho más grave, la Ruta 12 del Complejo Brazo Largo-Zárate. Restos humanos de muchos cementerios de los médanos fueron arrastrados por las topadoras. Esta destrucción es, sin dudas a mi juicio, el más grave atropello cometido en perjuicio de nuestro patrimonio cultural y violación de los derechos del hombre, con la profanación de tumbas y destrucción de monumentos, hecho y perpetrado por las empresas obradoras, ante la indiferencia cómplice de los organismos estatales, en total desprecio por el acervo nacional.